De Bolívar a Santiago

Escribo esto el domingo 24 a las dos. A las cuatro cojo el avión a Santiago de Compostela para estar a la tarde en  una Mesa Redonda titulada “Las Naciones contra la involución en el Estado”. Mañana lunes se celebra el día de Galicia y el Bloque, como todos los años, nos ha invitado a su fiesta.

Esta tarde tenemos este coloquio sobre la recentralización que se pretende por parte del PP, una cena con todas las delegaciones y mañana en Santiago, el día de la Patria Galega lo comenzaremos con una manifestación que terminará en la Praza da Quintana, que cierra con un mitin de los dirigentes del Bloque, y vuelta a casa.

Y pongo lo de Bolívar pues acababa de estar en la Puebla de Bolívar conmemorando el aniversario del nacimiento de Simón Bolívar el Libertador. Cada año, en su museo, se recuerda esta fecha y allí la directora Ana Arriaga se vuelca. Tiene el museo muy bien cuidado y vale la pena verlo. En la parte baja inauguraba también  hoy  una exposición de Mikel Lertxundi de escultura vasca que, cubiertas por papel, esperaban terminara el acto en el segundo piso, para dar cuenta de esta exposición. Ziortza-Bolívar está a 45 kilómetros de Bilbao, al pie de la Colegiata de  Zenarruza  y tiene 395 habitantes.

Ha faltado la diputada de Cultura Josune Ariztondo que tenía que estar en Otxandio recordando el 75 aniversario de aquella masacre hecha por los franquistas nada más iniciarse la guerra. Y en su lugar ha dado la bienvenida Asier Madarieta que, con el concurso de la directora ha saludado a los dos embajadores venezolanos y a  la cónsul allí presentes. El embajador de Venezuela en Madrid, Bernardo Álvarez, y el de Venezuela en Argelia, de apellido Mujica  interesado por los orígenes de su familia. Hijo de un conocido periodista comunista Héctor Mujica, el embajador en Madrid le ha recordado que su  apellido significa en castellano” melocotón”.

El embajador Álvarez  en sus palabras ha reflexionado sobre el carácter vasco de un Bolívar cuyo quinto abuelo nació en Markina y del propio Simón que vivió un año de su vida en Bilbao, en el Casco Viejo, antes de casarse con otra hija de vascos, María Teresa del Toro y Alayza, que tras la boda, murió a los 19 años víctima de la fiebre amarilla. En su día les propuse al ayuntamiento que en la Plaza Bolívar, donde hay un busto bastante feo, se colocara una estatua de Simón Bolívar con una flor, ”Bolivar enamorado”. Nada. Pues sería un puntazo..

Y después ha habido una conferencia  de Mikel Errazkin, antropólogo social e ingeniero a quien conocí en Tolosa cuando nos informaban sobre los magníficos trabajos que están haciendo en la Fundación Aranzadi en la recuperación de la Memoria Histórica. He saludado también al alcalde de Ziortza-Bolívar, José Azpiazu, del PNV, y que preside un ayuntamiento que se desanexionó de Markina en el 2005.

Invito a ver el museo donde los recuerdos del insigne bolivariano D. Patxi Abrisketa está presente por todas partes, así como los regalos y homenajes que se le hicieron al Lehendakari Carlos Garaikoetxea cuando viajó en 1983 a Panamá, Caracas y Bogotá, así como la descripción de la vida de Bolívar, monedas de países bolivarianos, el Bolívar que se exhibió en el Pabellón de Euzkadi en la Expo de Sevilla, el Decreto de Guerra a Muerte del general, y una frase  que traje del Centro Vasco de Caracas  y que siempre he querido estuviera en la fachada y que orna en un cuadrito dentro.es de la poetisa rumana Elena Vacaresco y dice algo tan bonito como:

Bolívar,

Pradera de  Molino en lengua Vasca

Molino que supo moler  trigo de gloria y dar a los pueblos, pan de libertad”.

Ojalá la Diputación y el Ayuntamiento logren que el gobierno venezolano haga algo en el municipio como si hicieron las dictaduras de Gómez, un monolito y de Pérez Jiménez, una escuela. El embajador algo dijo.

Higino Uriarte: un vasco en las guerrillas de Filipinas

He tenido la grata oportunidad de leer la versión en español de una historia verdadera -para el público fue editada en inglés- que es toda una odisea, escrita por el propio protagonista con sencillez pero con realismo.

Cuando su autor me la entregó y aunque ya me había hablado de sus actividades dentro de las guerrillas filipinas durante la ocupación japonesa de aquellas islas, como lo hacía con su habitual modestia, no sospechaba ni lo más mínimo, la trascendencia de su actuación.

Después de conocerlas en detalle, he pensado que estas aventuras son dignas de divulgarlas entre nosotros, los compatriotas del que las vivió y no quedar reservadas sólo para conocimiento de sus familiares y amigos, como era el propósito de su autor.

Colaboró primero en la organización de las guerrillas y actuó como enlace dentro de ellas, tanto con los jefes filipinos como con los altos mandos norteamericanos y pasó después a la organización “Allied Intelligence Bureau”, que era un servicio de espionaje, del que fue activo y eficiente agente, con el grado de capitán del ejército filipino. En esta actividad, sin duda la más arriesgada, se introdujo en la zona ocupada por los nipones, llegando a actuar hasta en la misma capital, Manila.

El verdadero interés de este documentado relato, lo tiene para los filipinos, porque fue su país el que sufrió la invasión y además los nativos pueden seguir mejor los acontecimientos, por serles conocidos los lugares donde sucedieron, así como las personas que los protagonizaron.

Para nosotros los vascos no deja tampoco de tener interés y sobre todo debe proporcionarnos orgullo, el que un compatriota nuestro, impulsado por el amor que todo vasco siente por la libertad y el odio a toda tiranía (así lo confirma el autor en su libro) y para, al mismo tiempo -añade- “demostrar al pueblo filipino su lealtad y gratitud”, luchando junto a él contra el invasor, con riesgo de todo lo que poseía.

El protagonista de estas hazañas era un joven entonces de 24 años, nacido en Filipinas de padres vascos, con nacionalidad española, abertzale de todo corazón, cuyos antepasados residían en aquellas islas desde el año 1840. Aunque temo no sería del agrado de él, pienso se debe consignar su nombre: Higinio Uriarte Zamakona.

Como podría tachárseme de parcial en mis apreciaciones sobre la actuación de Uriarte, voy a transcribir unos párrafos escritos por el editor en el “Prefacio” de la obra.

“El caso del autor, único durante aquella guerra -fue una completa desviación en su derrotero normal de la existencia de una vida regalada de un hacendero, a la vida de un nómada- una transformación que sólo podría justificarse con la explanación de su amor a la libertad y el odio a la opresión”.

“Su carácter de vasco hermanado con su espíritu de joven inquieto, no permitía la opresión y crueldad impuesta por la conquista, ni menos podía tolerar un gobierno de fuerza bruta. De aquí que, Higinio Uriarte se trasmontó para unirse con los contados filipinos que se internaron en las selvas de Negros, para organizar y formar la resistencia contra los invasores”.

“Higinio Uriarte, conocido por su seudónimo de “Gudari” (soldado), guardaba en su alma la fe y el fervor patriótico tanto más que, no siendo filipino, arriesgó su vida como pocos lo hubieran hecho por una causa que no era la suya y por una patria que no era la amada de sus antepasados. En las montañas vivió la vida de los soldados guerrilleros: dormía como ellos con los trajes puestos para estar siempre preparados ante cualquier eventualidad; caminaba por los cerros angostos con sus pies descubiertos -por carencia de zapatos-. Uriarte atravesaba elevadas sierras, cruzaba caminos vigilados por centinelas enemigos en sus diversas misiones militares y por medio de barcos de vela, cruzaba los mares filipinos ocupados por los japoneses, en sus travesías a la isla de Luzón, como agente de Allied Intelligence Bureau (A.I.B.)”.

A ésto que escribe el editor, debemos añadir que recorrió toda la isla de Negros de Norte a Sur, andando hasta diez horas diarias por las montañas (declara Uriarte que le había servido de entrenamiento el haber sido “mendigoizale” en Euzkadi). Debido a estas caminatas mojado y a veces con frío, llegó a caer enfermo, pero pronto se restableció y pudo proseguir su labor ardua y penosa.

Fue declarado por los japoneses “hombre buscado” y tenían orden las fuerzas de ocupación de matarle en el acto si lo capturaban. Pasó por trances apuradísimos, pero no llegaron a reconocerle.

Obtenía y recogía la información de sus agentes y después de ordenarla, la transmitía por radio al general Mac Arthur, que se encontraba en Australia. Fueron tan importantes estas informaciones, que re­cibieron el elogio del Almirante Nimitz, quien mandaba la flota norteamericana en el Pacífico.

Fueron sus colaboradores íntimos qué contaban con toda su confianza, los también vascos Garbi Elordi y Jesús Bilbao, quienes actuaban con el grado de tenientes del Ejército filipino.

Uriarte, como buen abertzale, no podía dejar de dedicar varias páginas de su libro, a exponer una reseña histórica, resumida pero muy completa, sobre Euzkadi.

Tampoco deja de recordar que entre los tanques que entraron en Manila, al ser liberada por las tropas norteamericanas, figuraba uno con el nombre de “Fighting Basques” (Luchadores Vascos), ocupado por soldados de Idaho (USA), hijos de vascos.

Al final de sus memorias dedica unos párrafos a disculpar la actuación de algunas personas tachadas de colaboracionistas y expone asimismo las intrigas habidas tanto en los mandos filipinos, como entre los norteamericanos.

Como final hace unas atinadas consideraciones sobre la situación política, social y económica de la nación filipina, después de la guerra en que se vio envuelta.

Por nuestra parte hemos de destacar, que aunque conocíamos la existencia de muchos vascos en el archipiélago filipino, nos ha llamado la atención al leer esta historia, el gran número de apellidos vascos que aparecen en ella, por lo que no queremos dejar de detallarlos: Bilbao, Elordi, Luzuriaga, Elexalde, Soloaga, Andia, Ortube, Bengoetxea, Ganboa, Salazar, Zuloaga, Sagastasola, Zabaljaurgi, Lezama, Zubiri, Imaz, Iturmendi, Auzmendi, Larrabeiti, Legarreta, Arrieta, Ormarrementeria, Zamakona, Ametzazurra, Azarloza, Labirua, Ozamiz y claro está Uriarte.

Nos parece que unas aventuras como éstas, que poseen además de su interés humano, el patriótico, podrían servir muy bien de argumento para una película del naciente Euskal Zinema, o para ETB, la cual tendría sobre todo gran aceptación en el pueblo filipino.

La persecución contra el nacionalismo vasco por parte de la Jerarquía Argentina.

Pasa el tiempo y las cosas se olvidan o, para la mayoría, ni ocurrieron, pero hay que recordar que  aquellos primeros años de exilio no fueron fáciles. Además del impedimento en vivir en el lugar donde nacieron, de quedarse sin  todas sus pertenencias,  del alejamiento de sus familiares y del hecho de viajar a un lugar desconocido se unía la persecución de una Jerarquía Eclesiástica impresentable y nada cristiana.

Rescato la carta escrita por el P. Bernardino de Estella al burukide del EBB Luis de Arregi, sobre lo mal que lo estaban pasando mientras pedían a sus compañeros  hicieran algo ante el Vaticano para superar aquella persecución. El P. Bernardino de Estella, oriundo de Lizarra, fue un capuchino que trabajó en Chile y en Buenos Aires y en ésta ciudad trabajó por la difusión de la cultura vasca siendo el alma del periódico “La Nación Vasca”. Escribió artículos, libros y trabajos varios difundiendo la historia y culturas vascas.

De aquellos duros años de persecución es ésta carta que es todo un testimonio inédito:

Buenos Aires 13 de mayo de 1.938

Sr. Luis  de  Arregi.

Anglet.

Muy amado compatriota: He recibido sus dos  cartas. En espera de otros  datos concretos, que he  solicitado a los amigos  de aquí, he retardado más de lo debido la contestación. No quiero prolongar más su espera.

La actitud del clero argentino, alto y bajo, en el caso vasco es de franca oposición. Creo  que sólo Mgr. Andrea ve las cosas con criterio  ecuánime y con espíritu cristiano. En conversaciones con los Padres de EuskaI-Etxea y en sus sermones  emplea un tono y unos conceptos, que por desgracia no se observan en otros. En general, se nos combate y se  dice de nosotros todo ese conjunto de tonterías, que han recorrido las sacristías del mundo por obra de la propaganda franquista. Todo me lo explico por ignorancia de nuestro problema. Por esto, creo que es muy necesario  que intensifiquen la propaganda entre la Jerarquía teniéndola al tanto de las  cuestiones. ¿No sería conveniente que remitieran a  los Obispos todos los informes que envían al Vaticano, y las respuestas, si las tienen, que reciben de Roma?. Sé que no hace muchos días el  Cardenal Capello, de Buenos Aires, después de leer una carta de Mgr. Mujika a un sacerdote vasco, se  quedó muy impresionado y dijo que esa lectura invita a tener mucho cuidado al  hablar de la cuestión vasca.

Hasta ahora los Obispos y el clero argentinos han estado en contra de nosotros. El mismo Cardenal Capello, en ocasión del fallecimiento de Kizkitza, llamó a un sacerdote vasco, párroco y después de reprenderle, le prohibió terminantemente celebrar una Misa en sufragio de Aranzadi; amenazándole con quitarles la parroquia. Se trata  de los Canónigos Lateranenses, conocidos en Oñate. Ya ven, ni una Misa privada, que no tenía carácter alguno  humano, sin  anuncios, ni  barullo,   a la que asistirían unos cuantos amigos.

Mientras todos pueden celebrar Misas con toda publicidad y ostentación de brazos en alto, aún dentro de la  iglesia, con falangistas y requetés uniformados en el presbiterio, con cantos guerreros  a la puerta del templo, nosotros no podemos  organizar ni una sencilla función religiosa con esa seriedad cristiana tan nuestra. Todas  las puertas nos están cerrada: Ni una misa privada por un escritor católico_modelo de vida cristiana.

Hasta el confesionario ha llegado el antivasquismo. El joven Luciano Monasterio-Uriarte,  argentino, un muchacho de vida cristiana intachable,  fundador y presidente de una Conferencia Vicentina en un barrio obrero de uno de los pueblos más obreros de los contornos de Buenos Aires, adorador  nocturno constante de la iglesia de Nueva Pompeya de los P.P. Capuchinos de Buenos Aires; tuvo que pasar por la humillación de que en la  iglesia de los P.P. Corazonistas de la Plaza de Constitución se le negara la absolución por tres sacerdotes en una misma tarde. Acudió a tres confesionarios diferentes; en los tres le preguntaron qué pensaba de los vascos; al responder él que se hallaba conforme con Ia  actitud de defensa que habían tomado, recibió  en cada uno de ellos una áspera reprimenda y la negación de la absolución. Afortunadamente en otra iglesia se encontró con un sacerdote más justo y más cristiano.

El señor Sebastián de Amorrortu, anciano de setenta años, que toda su vida ha vivido dando ejemplo de una vida cristiana pública y privada admirable, pasó también por la humillación de que en la iglesia del Colegio del Salvador de los PP. Jesuitas en la calle Callao le negaron en tres ocasiones la Sagrada Comunión en público. El que daba la Comunión a los fieles le reconoció y obró como queda dicho.

A otra anciana, la señora de Jauregui, ejemplar madre de familia, también le han negado  la absolución en otra  iglesia.

Y no hace ni dos meses el  Obispo de Rosario Mgr.  Antonio Gaggiano ha dicho a uno de sus sacerdotes muy afecto a la causa vasca que él jamás permitirá que en su diócesis sean celebrados Misas por los soldados vascos muertos en la guerra, ni  funciones religiosas, pues los vascos están incluidos en la condenación del comunismo por el  Papa; añadió que el clero vasco estaba en rebelión con la Jerarquía, que es la de España; que Franco  era el salvador de España contra el comunismo. Mgr. Caggiano es el  único Obispo argentino que ha acudido a un banquete del plato único organizado por los falangistas.

El mal que todo esto hace entre nuestra gente es enorme. Todos los días tenemos que estar calmando la irritación producida en las almas de los vascos; si no fuera por los consejos y los ejemplos que ven en algunos sacerdotes vascos, nuestros  hermanos hubieran terminado, muchos de ellos, por apartarse por completo de la Iglesia. Son unos  héroes, pues aquí todo conspira para socavar la fe de los vascos que llegan. Aquí poco cuesta caer en la indiferencia más espantosa en materia de religión. Porque pocos países habrá en el mundo de una indiferencia mayor religiosa. Estas cosas que  pasan y que llegan a conocimiento del público, hacen que nuestros pobres hermanos vean producirse en sus almas horrendas tragedias de fe en la Iglesia.

Si ustedes consiguieran que llegaran órdenes del Vaticano para que a los vascos se permita ampliamente celebrar funciones religiosas y que los diarios y revistas católicos dejaran de escribir contra los  vascos , dejándonos en paz, habrían hecho una  de las cosas más necesarias por el momento en favor de nuestro desgraciado pueblo.

En otra les enviaré algunas direcciones a las que deben remitir material de propaganda. Es necesario conseguir que no se nos juzgue sin oírnos.

Suyo affmo.

Firmado: P. Bernardino de Estella.

Una carta descriptiva de una situación difícil  e incomprensible por parte de una Jerarquía que era todo, menos cristiana.