Veo, veo. ¿Qué ves?.

Veo a Patxi López presentar a sus candidatos a Diputado General en los tres territorios. Tres hombres con el colmillo muy retorcido y muy de aparato. Y en lugar de hablar de los planes programáticos  que tienen para los territorios  que creen van a dirigir, sobre  todo el zaragozano Buen nos dicen que no va a permitir que una Institución vaya contra otra Institución. ¿Se estará refiriendo a su oposición al Guggenheim de Urdaibai?. Y nos dice ahora  que la fusión de las Cajas está muy bien. Tanto el PSE como el PP se opusieron a ella. Incluso celebraron con champán la no fusión. Su sectarismo fue malo para el país. Ahora que gobiernan, piensan lo contrario. En el fondo, no sienten al país. Si de verdad lo quisieran no harían lo que hacen.

Pero ésta es la marca de fábrica de  nuestros queridos partidos sucursales. Ahora predican, pero nunca dieron trigo.

Y le veo a Jon Abril, de Aralar, ponerse una túnica blanca y  criticar al PSE y al PP por su intento de españolizar Euzkadi cuando la mayoría social de éste país es nacionalista. Y lo dice él. Decía ésto  en la presentación de la candidatura de Aralar para Donosti. ¿Tendrá trastorno bipolar?. Lo digo porque Aralar ha sido el bastón de votos sumisos  de Odón Elorza en el ayuntamiento donostiarra y el partido que ha permitido que Elorza, del PSE, gobierne. ¿Nos tomará por tontos?.

Y también le Veo a Santi Quiroga de HB hacer llamamientos a EA y Aralar para romper Na-Bai e ir juntos en Navarra. Lo de ellos, como siempre es romper lo que funciona. En lugar de sumar con planteamientos institucionales, les gusta romper y romper. Y gracias a su silencio ante ETA, han logrado que Navarra se configure como Comunidad Uniprovincial. Me ahorro el calificativo hacia esta gente que todo lo que tocan lo convierten en ….(ponga usted lo que quiera).

Y, finalmente les veo a Markel Olano y a Odón Elorza  inaugurar una escultura en Donosti en la plaza de la II República, plaza que no hay en Bilbao, y que recuerda como en septiembre de 1936, nada más entrar los franquistas en Donosti, fusilaron a una serie de ciudadanos, sin más. Y es bueno se les recuerde, porque aquello fue una sublevación militar contra un régimen legítimo. Y me gustan este tipo de actos y que Iñaki Egaña se los trabaje. Lo que no me gustan nada, pero es que nada, es la baratura de las esculturas que se inauguran. Son feísimas. La inaugurada, de Ramón Carreras, nos han dicho que viene a significar la metralla que mata. Parece un queso gruyère. Pues póngase metralla y no esa abstracción horrenda que no dice nada,  y hay que explicarla, y  acabará en una chatarrería y a mi, y a mucha gente, no le  produce la menor emoción. Yo de Néstor Basterretxea estoy lo suficientemente cansado de sus abstracciones, pero nunca a la hora de cobrar, para que éste tipo de alegorías no se las encarguen a artistas realistas solventes. Bien por el recuerdo, mal por la escultura. Una birria. Lo siento. En gustos y colores, no han escrito los autores. ¿O si?.

América, un debate al que se le presta poco interés informativo.

 Esta semana que termina ha tenido de particular un puente-acueducto con una gran noticia: la huelga de controladores y la ausencia de Rodríguez Zapatero de la cumbre de Mar del Plata. Por primera vez. La sospecha nace cuando argumentan que no había viajado a la Cumbre Iberoamericana a cuenta de un paquete de medidas económicas a hacer públicas en el Consejo de Ministros del viernes pasado y resulta que no dijo nada nuevo, salvo la subida del tabaco, pero debió quedarse para dirigir la militarización del espacio aéreo. En ésto, como en otras cuestiones, no se ha dicho la verdad.

El caso es que tras la Inmaculada, el 8 de diciembre, pudimos habilitar el jueves 9, para reunir la Comisión Iberoamericana a la que convocamos a las diez. Una llamada de Trinidad Jiménez nos pidió retrasarla hasta las doce ya que la ministra quería estar a las diez en el Congreso escuchando a Zapatero dar cuenta de la huelga salvaje de los controladores. Y retrasamos la comparecencia a las doce.

Salí de casa en Bilbao a las 07:15 de la mañana y llegué al Senado a las doce. El avión de las 08:30 nos dijeron que se anulaba y que los pasajeros de ese vuelo iríamos en el de las diez. Y punto. Así estamos.

A las doce, en la sala Campoamor, se encontraban todos los Grupos, buena afluencia de periodistas y la ministra Trinidad Jiménez que ya había comparecido en nuestra Comisión en el pasado como Secretaria de Estado en la única comisión parlamentaria que sigue las cuestiones americanas. Estaba también en los bancos de los senadores Manuel Fraga, que aguantó casi hasta el final, así como los asesores de la ministra. Y comencé recordando a nuestro letrado Manolo Marín, quien acababa de fallecer, víctima de un cáncer. Era un asiduo a la casa y muy conocido ya que comía allí todos los días con un grupo de funcionarios y nos había llevado la Comisión muchos años. Al inicio de la legislatura me pidió dos años más usar la prórroga que tienen los letrados. Le dijimos que si y acabar este lapso y fallecer, todo ha sido una. Le enviamos a su viuda una carta de pésame cariñosa en nombre de toda la comisión.

Trinidad Jiménez habló de sus planes y de la Cumbre del Mar del Plata a la que había ido con el rey. Dio datos de interés. Por ejemplo, estos:

El estado español es el primer inversor extranjero en América Latina y el segundo mundial con 130.000 millones de euros. En Ayuda al Desarrollo se ha pasado de 625 millones en el 2004 a 1.170 en el 2009.En Haití se ayuda con cien millones. En relación con las solicitudes de recuperación de la nacionalidad española de acuerdo a la ley de la Memoria Histórica de 238.000 solicitudes presentadas se han atendido 146.000. En Educación en cinco años se han invertido por parte de España 137 millones de euros anualmente, en América Latina en planes, algunos de ellos, de canje de deuda por educación.

Otro dato y del mayor interés es que las empresas españolas están muy presentes en aquel continente y que otra sería la historia de no haber internacionalizado España y Euzkadi su economía en aquellos países. De ahí la importancia de este hecho oscurecido por mil debates y debatillos sin interés para el ciudadano, pero es lo que hay en esta sociedad del espectáculo.

Salió lógicamente el tema de Cuba. La ministra dijo que están en España 52 presos y 350 familiares, quedan doce.

Sobre el plantón de Zapatero, el senador del PP le dijo que también el primer ministro portugués tiene problemas en su país y sin embargo había ido a la Cumbre y sobre Cuba le dijo que afortunadamente Europa sigue manteniendo la posición común. Salió a relucir Honduras, que no había sido invitada por Cristina Kirchner y sí Cuba. Pero la ministra no se inmutó.

Habló Jiménez de la Cumbre de Mar del Plata, de Centro América y de sus planes políticos. El PP le criticó con datos en la mano, ella contestó, y a las dos y media, cada mochuelo se fue a su olivo.

La cena con Aznar en el Jockey

Detrás del Ministerio del Interior y de la antigua presidencia del gobierno en Castellana 3, hay un famoso restaurante que vive ahora en dificultades.

Corría el año 1945 cuando Clodoaldo Cortés fundaba el restaurante Jockey en la madrileña calle de Amador de los Ríos, aledaña al paseo de La Castellana. Eran tiempos difíciles, pero el negocio floreció, basado en una oferta gastronómica al gusto de la época y convertido en un espacio donde primaba la discreción.

Ahora, tras 65 años de trabajo, infinitos comensales ilustres y confidencias contadas en sus mesas, su futuro se plantea, cuanto menos, oscuro. Hace tan sólo unas semanas, los 30 empleados del mítico restaurante colgaban un cartel en la puerta en el que denunciaban que llevaban cuatro meses sin cobrar. 48 horas estuvo ese cartel en la calle, las que pasaron antes de que Luis Eduardo Cortés, dueño del establecimiento, se reuniera con los trabajadores, según recoge la revista GQ en su último número, entregar 400 euros a cada uno de ellos, de los 7.000 de media que reclaman por cabeza.

Este hecho me ha recordado la cena que tuvimos Xabier Arzalluz y yo, cuando el PNV acordó el “SI” a la investidura de Aznar en 1996. De aquel acuerdo salió “Euskaltel”, la eliminación del servicio militar obligatorio, la eliminación de los gobernadores civiles, la elección de las autoridades portuarias, una ley para devolver el patrimonio incautado, la renovación del Concierto Económico, una apuesta por la Formación… No fue un mal acuerdo con Aznar que en aquel momento se desvivía. El pacto con CiU, CC y PNV marcó una legislatura “sui generis”.

Los días 3 y 4 de mayo de aquel 1996 se celebró en el Congreso el Debate de Investidura. Me tocó la intervención en nombre de mi grupo. En los escaños, González de Txabarri, Emilio Olabarria, Margarita Uría y Jon Zabalia. Cuando Olabarria pasó al Consejo General del Poder Judicial fue sustituido por María Jesús Aguirre y al año por Carlos Caballero.

Fue muy llamativo el eco del acuerdo que encontramos en la calle. Telegramas, enhorabuenas y palmadas. La gente veía bien el pacto. Quizá también habría mucha gente que rechazara el acuerdo, pero en general el pacto fue muy bien recibido. Había que reconocer que Mayor Oreja y Aznar quisieron el acuerdo y al final lo lograron. También es preciso constatar la intolerable presión sindical que de no haber existido nos hubiera permitido un mejor acuerdo, pero tanto los sindicatos como los socialistas seguían tercamente aferrados a dogmas propios del nacionalismo español más rancio.

Antes, el 30 de abril, habíamos estado en la sede del P.P. en la calle Génova. Habíamos acordado el pacto, lo habíamos presentado en rueda de prensa y tras esto fuimos a cenar al Jockey cerca de la sede del P.P.

Aznar me pidió que le acompañara en su coche al restaurante. Estuvo extrañamente afectuoso. Comprobé el peso de las puertas de un coche blindado. En uno de los comedores privados comenzamos con una merienda que se convirtió en cena. Aznar, Rajoy, Rato, Mayor Oreja por un lado y Arzalluz y yo por el otro.

Arzalluz aquella noche estuvo especialmente agradable y simpático. Les contó su viaje a Praga hacía veinticinco años con su mujer, les narró las excelencias del txakolí que cultivaba, les habló de la negociación y de gentes varias del PP. El vino que tomamos fue Pesquera. Como concesión, un hombre tan parco como Aznar nos dijo que aquel lunes había dormido muy bien. No se lograba todos los días un acuerdo entre el PP y el PNV. Brindamos. Me fijé en Rato. Lo hizo con una copa vacía. Arzalluz le dijo que eso no debería ser ningún presagio.

Y, a las once, a casa.

Fue en el Jockey. Y ahora se cierra. Agua pasada.