La medalla que Zuzaeta quitó a Franco

Viernes 12 de agosto de 2022

Once años después de que la corporación franquista de Gernika decidiera conceder la medalla de brillantes aldictador, los ediles democráticos de la villa aprobaron solicitar de los herederos del anterior jefe del Estado la devolución de tal condecoración. Lasvíctimas del bombardeo y de la represión fascista quedaban desagraviadas.
El 29 de enero de 1966, el ayuntamiento de Gernika, al frente del cual se encontraba Augusto Uncetabarrenechea concedía a Francisco Franco la medalla de brillantes de la villa. «Por la paz que, gracias a los incansables esfuerzos de V.E. -decía una carta del alcalde franquista- y por la palpable prosperidad de España, venimos a rendir a V.E. nuestro homenaje de gratitud, rogamos nos honre aceptando la primera Medalla de Brillantes de Guernica. Y que el significado y el valor de este ofrecimiento, supla la cortedad vizcaína denuestras palabras». Las bombas de la aviación alemana y las mentiras del «caudillo» sobre la masacre quedaban «premiadas» en una condecoración de nuevo cuño.
Una medalla de brillantes montada en un camafeo de sangre y horror, en un marco de destrucción y odio. A finales de 1965 y en previsión de la conmemoración de los «treinta años de paz» de Franco, la corporación «azul» guerniquesa se apresuraba a aprobar un reglamento para la concesión de medallas «al mérito de la villa de Guernica y Luno». Tras el holocausto, llegó la represión y en ella los honores al dictador. Dicho reglamento, en su artículo 16 decía: «Si por actos posteriores a la concesión, el titular se hace indigno de poseer la medalla, el Ayuntamiento se la podrá retirar». Quedaba abierta una puerta al desagravio «Indigno de tales honores» ya en 1979, el primer ayuntamiento democrático de Gernika decidió hacer»borrón y cuenta nueva».
En el 42 aniversario del bombardeo la corporación municipal realizaba la siguiente declaración:»Esta corporación considera como agravio realizado al pueblo de Gernika la concesión de distinciones y honores realizados al anterior Jefe del Estado don Francisco Franco Bahamonde por personas que no representaban al pueblo deGernika. En consecuencia, esta corporación acuerda repudiar tales actuaciones y retirar a Don Francisco Franco Bahamonde el título de «Hijo adoptivo» que le fue concedido por acuerdo plenario de esta corporación en sesión celebrada el día 13 de febrero de 1946, así como la medalla debrillantes que le fue otorgada por acuerdo de la corporación municipal el 29 de febrero de 1966, por considerarle indigno de tales honores».
A pesar de que esto fuera aprobado el año 79, ninguna gestión se llevó a cabo de cara a recuperar el mencionado galardón.
Por eso, elgrupo de concejales del Partido Nacionalista Vasco presentaba ante el pleno municipal una resolución en tal sentido. La propuesta nacionalista causó expectación entre la opinión pública y diversos medios de comunicación estuvieron presentes en una reunión municipal no exenta de tensión.Los focos de Euskal Telebista daban pie al «lucimiento» particular de cada una de las fuerzas municipales.
De los 17 corporativos solamente 15 estaban presentes en la sala -1 socialista, 1 de HAS-hoy EA-, 2 de HB, 2 de EE y 9 del Partido Nacionalista Vasco-. En la calle, una fina lluvia rompía la monotonía. En el salón de plenos los ánimos se encrespaban. Toño Ruiz desde las filas de Euskadiko Ezkerra desarrollaba su papel de tribuno. Un orador más sonoro que convincente que llegó a encrespar los ánimos del nacionalista Eduardo Vallejo quien manifestó que «el PNV no necesita ningún Pepito Grillo que le diga lo que tiene o no quehacer». Entre las sonrisas del edil socialista que manifestaba no entender loscambios de criterio de EE y la simpatía contenida de los representantes de HB,el miembro de HAS –hoy en las filas del partido de Garaikoetxea- acusaba a la alcaldía de discriminación al tiempo que presentaba ante el pleno un escritoavalado por el «grupo parlamentario de Eusko Alkartasuna» firmado por Juan Porres.»
Una representación inusual -comentaba a «Euzkadi»- un edil nacionalista. Si ETB no hubiera estado aquí el pleno hubiera terminado para las once y media». Bien es verdad que la «movida» resultó un tanto artificial, máxime si se tiene encuenta que el pleno finalizó al filo de las dos de la tarde, pero el desarrollo de la sesión plenaria dejó traslucir la realidad oculta de la vida municipal. Ninguna corbata estaba presente en la sala. Juan Luis Zuzaeta, con gesto reposado «aguantaba» los ataques de la oposición, sobre todo de Euskadiko Ezkerra, cuya exigua representación -dos de diecisiete- pareció, a tenor de las intervenciones, el grueso de las tropas de Aníbal atravesando los Alpes. Finalmente y gracias al consenso entre PNV y HB, el ayuntamiento de Gernika acordó llevar a cabo las gestiones oportunas para ejecutar el acuerdo adoptado ocho años atrás. De esta forma, la representación democrática rompía un agravio e instaba a los herederos del dictador a la devolución de una condecoración bañada en sangre. Una insignia de la que se desconoce el paradero.
«No sabemos -declaró a esta revista el portavoz nacionalista en el ayuntamiento guerniqués- dónde puede encontrarse la medalla en cuestión. No sabemos si se llevó a Suiza camuflada en aquel reloj que fue localizado en la frontera pero tampoco nos importa mucho. Si quieren, que se queden con ella.No la queremos. Pero que los herederos del dictador sepan que ya no les pertenece porque el pueblo de Gernika se la ha retirado».
La reunión de concejales concluyó sin solemnidad. Sin la parafernalia deplenos parlamentarios o congresos resplandecientes. Finalizó entre el malestarde quienes opinaban que con ese acto se abría la campaña electoral -todo decara a las cámaras y los medios de comunicación- y quienes increpaban aaquellos «que les gusta figurar». «Hay que venir todos los días al ayuntamiento -declaraba indignado un veterano concejal del PNV-. Como yo, que desdeprimera hora de la mañana estoy aquí. No hay que venir sólo a estas reunionescuando están los periodistas. Cuando hay que trabajar hay que venir».Franco se quedó sin la medalla de Gernika en el cincuenta aniversario delbombardeo de la villa. Sólo PNV y HB apoyaron una moción que hace posibleque tal resolución se ejecute. El «caudillo» pasó al olvido.

Lo que hizo el Alcalde de Gernika con una botella de agua sucia

Jueves 11 de agosto de 2022

Ha fallecido, a los 92 años, quien fuera alcalde de Gernika, Juan Luis Zuzaeta. Lo lamento y mucho. Buena persona y buen alcalde (1982-1991).

Voy a relatar dos vivencias.

La vieja lucha por el traslado del Guernica a la Villa Foral  ha sido una de las constantes de todos los alcaldes del EAJ-PNV y Juan Luis lo asumió  con tanto interés que nos pidió una reunión con el ministro de cultura, a quien le planteamos la cuestión, dándonos las mismas largas que todos los ministros populares y socialistas. Para ellos Madrid es España y el cuadro no se mueve porque se puede desintegrar. El hombre llega a la luna y se transplantan riñones y corazones pero el cuadro es inamovible en un Museo que lleva el monárquico nombre de Reina Sofía.

El caso  es que el día que le recibimos en el aeropuerto a nuestro coche del grupo le habían puesto un teléfono. Toda una novedad. No existían los móviles y aquello era un lujazo y estábamos como críos con zapatos nuevos. En marcha  le pedimos que lo inaugurara llamando a su mujer. El hombre se resistía y al final nos dijo que él nunca le llamaba a su mujer a las once de la mañana, pero le insistimos tanto que le llamó. Su mujer alarmada, se asustó y le preguntó “¡Te pasa algo Juan Luis, te pasa algo, ¿no me digas que te pasa algo?”.

Todos nos reímos.

La segunda vivencia tiene  que ver con el agua de Gernika.

Era un hombre muy resolutivo. No teníamos aún la transferencia de aguas, pues esta tardó 14 años en producirse y Gernika tenía un tremendo problema con el agua potable.  La gente de Gernika de más edad recordará el color del agua que salía por sus  grifos, agua que tenían que hervir y algunas veces clorar antes de llevársela a la boca, así que Zuzaeta, que era un buen gestor solicitó cita con el Ministro de Medio Ambiente, llenó una botella de vidrio con aquella  agua,  cogió  el  coche   y   se   la   puso  encima de  la   mesa   al   Ministro, solicitándole le ayudasen a resolver este problema.

Tras aquella visita y dado que la CAV estaba redactando el programa “Europa 93”   en   la   que   participaban   el   Gobierno   Vasco   y   las   Diputaciones   Forales incluyeron   una   partida   para   ejecutar   la   Estación   de   Tratamiento   de   Aguas Potables de Gernika, aunque se encuentre en término municipal de Ajangiz.

Así   pues   esta   depuradora   de   aguas   potables   se   hizo   con   los   recursos económicos de la Administración Central, el Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Bizkaia.  Hay que decir que gracias a esta depuradora y la de Bermeo, que se ejecutó con el programa Europa 93 ha permitido abastecer a la margen izquierda de la ría de Urdaibai pues ambas están interconectadas

Goian Bego Juan Luis

Encuentro en Castejón, sin Sabino Arana

Miércoles 10 de agosto de 2022

Castejón de Ebrol

David Salinas-Armendariz ha escrito este hermoso artículo en Noticias de Navarra. Lo argumenta muy bien y constata como se silencia la historia de Navarra y luego se le acusa al PNV de partido extraño a la Comunidad Foral, cuando es  mil veces más antiguo allí que UPN y el PSN.


Escribió así David Salinas Armendariz.:

Mi aita, Galo, nació en Castejón y vivió en Pamplona antes de marchar joven a navegar y acabar asentándose en Santurtzi, donde conoció a mi ama Dolores y donde yo nací. Falleció en Las Arenas hace un año. Siempre en los labios su origen navarro y su pueblo, decidí llevar sus cenizas a Castejón, su heartland, que llaman los americanos. Su padre y abuelo mío, Patrocinio, fue por cierto pastor en América antes de regresar a la localidad ribera y morir tras la guerra, salido del fuerte San Cristóbal, como poco después moriría su mujer Pilar, dejando a mi padre y a sus hermanos huérfanos y ciudadanos del mundo.

Este caluroso julio, contra viento y fuego, cumpliendo una firme promesa, nos dirigimos la familia desde Getxo a Castejón, escuchando en el coche sus canciones sanfermineras y recordando mis hijos con cariño los recurrentes dichos y sucedidos de su aitatxi. Tras rezar un padrenuestro en el cementerio local, nos acercamos al pueblo a comer algo y comentamos un hecho histórico que él solía rememorar: fue en la estación de Castejón donde se exhibió la primera ikurriña, la bandera que luego sería la de todos los vascos. Había que acercarse al lugar de tan magno acontecimiento, donde nunca habíamos estado.

Precisamente el pasado 3 de junio, en una comida de Betiko Lagunak celebrada en el Euskalduna de Bilbao, tuvimos ocasión de escuchar a los postres unas palabras de Arantzazu Amezaga de Irujo referidas a aquel singular episodio, conocedora como ninguna de todos sus detalles y alcance. Desde aquí quiero agradecerle su inmensa labor divulgadora de nuestra historia, en el nuevo y en el viejo mundo.

Y es que el 18 de febrero de 1894 tuvo lugar en Castejón el recibimiento multitudinario a los comisionados navarros que personificaron la Gamazada: la oposición de los representantes de Navarra al intento del ministro Germán Gamazo de liquidar el sistema fiscal residuo del régimen foral. Esa amenaza movilizó no sólo a los navarros, sino a todos los vascongados, y se produjeron numerosas manifestaciones que acabaron provocando la celebración de una reunión en Madrid en la que los delegados políticos del viejo reino se opondrían al desafuero. Con motivo de su regreso a casa se organizó en Castejón, estación de llegada, una concentración de cerca de 10.000 personas, procedentes de toda la gran Euskal Herria, que aclamaron a quienes se habían plantado ante el Gobierno de Sagasta, obligado al final a abandonar su proyecto.

Y a Castejón, tras desplazarse penosamente desde Bilbao (sin la comodidad de la autopista que nosotros disfrutamos), acudieron los hermanos Arana Goiri, Luis y Sabino, acompañados de Daniel de Irujo y Estanislao Aranzadi, entre otras personalidades navarras residentes en Bizkaia. Y fue en la casa de Aranzadi donde prepararon el que sería primer antecedente de la ikurriña: una enseña con fondo blanco y aspa roja de San Andrés superpuesta, con la proclama en el reverso, en euskera, de Dios y Ley Vieja. Bizkaya abraza a Nabarra. Esa bandera fue acompañada en el acto de Castejón de escarapelas personales con los colores rojo, blanco y verde, que iban a constituir el emblema vasco definitivo creado por Sabino Arana.

Pues bien, hoy, en 2022, en la estación de tren llamada de Castejón de Ebro, no hemos encontrado referencia alguna a aquel gran momento histórico. No ya de la presencia sabiniana, sino del propio y relevante acto del multitudinario recibimiento, con un significado tan marcado de defensa de los fueros y tradiciones de Navarra. Y ello a pesar de que el Ayuntamiento de Castejón, en su página web, señala que con tal ocasión hubo en el pueblo “grandes celebraciones: misa, discursos, música y bailes para festejar su éxito y el mantenimiento de la tradición foral”.

Ni el Gobierno español, que gestiona la infraestructura ferroviaria, ni el Gobierno de Navarra, ni su Parlamento, ni el mismo Ayuntamiento han entendido oportuno siquiera dedicar una mera placa a recordar el acontecimiento. Nunca es tarde. Como nunca es tarde para que aquellos que se arrogan la navarridad, con la luz corta y sólo enfocada a la meseta, reconozcan que los vasquistas ya estaban allí, que nuestros ascendientes ya estaban allí, antes incluso de que pudieran ellos entenderse depositarios de no se sabe qué esencias, que no suman, que excluyen, que sólo buscan separar a los territorios fraternos, aquéllos que se unieron solidariamente hace 128 años en defensa de sus instituciones.

Reza una pintada a la entrada del cementerio donde descansa mi aita, castejonés, navarro y vasco: “el día que el pueblo tomó la palabra, el sistema se estremeció”. Castejón, en 1894 y hoy, sigue siendo y será para mí, para siempre, un lugar de paz, de encuentro y de determinación.