Miércoles 25 de mayo de 2022
Hasier Arraiz fue el primer presidente de Sortu. Tras cuatro años en el Parlamento Vasco, en su despedida, tuvo el gesto de acordarse de las víctimas de ETA y reconocer la deshumanización que habían tenido. Estuvo bien. Lo traigo a colación porque escribió el sábado en el Diario Vasco un artículo destacando las bondades de la presencia de Bildu en las Cortes españolas. El hecho de que envíe sus reflexiones al Diario Vasco y que este medio las publique es algo asimismo de anotar. Gara no hace lo mismo.
La tesis de Arraiz es que lo que piensa los independentistas de izquierda sobre cuestiones concretas puede llegar a importar en España. Por experiencia le digo que si, pero si sus votos son imprescindibles. Dice también que el suyo es el proyecto más eficaz para conseguir el mayor grado de bienestar material, social y cultural para la ciudadanía de nuestro país. ¿Un poco sectario, no?.
Ojalá lo sea. Hasta ahora ha sido un proyecto destructivo que lo único que ha logrado ha sido retrasar y empeorar las cosas, por lo que creerse que forma parte del proyecto político más eficaz, no deja de ser una baladronada y una afirmación que no se basa en la realidad sino en un mero deseo.
Llegan algo tarde a esta conclusión sobre todo porque la mochila la llevan muy cargada de cosas indeseables que seguiremos recordando los demás mientras no reconozcan que sus recetas mágicas del pasado solo sirvieron para llevar desolación a demasiada gente. Uno no puede presentarse en sociedad con un muestrario de proyectos mágicos, cuando en esa maleta en el pasado solo llevaban el insulto a los que hacíamos lo que dicen ahora que harán y sus amigos una pistola. La gente no es tonta.
Seguramente se me dirá que todo el mundo tiene derecho a rectificar. Desde luego, pero si uno escribe un artículo y omite que hasta anteayer a los que decíamos y hacíamos lo mismo se nos trató de traidores, monaguillos, vendidos por un plato de lentejas, conseguidores de la nada, meros autonomistas y lindezas parecidas para, asumiendo la misma argumentación, presentarse en sociedad como los magos del futuro, tendrán que aguantar que les sigamos recordando su mala fe y sus palos en las piernas, e incluso sus amenazas de muerte..
Recuerdo a Jon Idigoras en una de las pocas veces que fue a Madrid y compareció ante un Congreso que casi se lo come vivo. Lo pusieron en la última fila. Fui donde él a saludarle. Me dijo ”¿Que haceis aqui?. Iros cuanto antes”. No es pues la tesis de Arraiz, pero si la que su tolda política ha esgrimido mientras descalificaba a un PNV al que alude en su artículo solo para decir que “el PNV ha dejado de ser la única voz de los vascos en Madrid, lo que también ha alterado los parámetros negociadores entre el partido de Ortuzar y el PSOE, así como la competencia política entre las dos fuerzas políticas vascas “.
Pobre análisis y sobre todo incierto. Que los votos de Bildu en una situación de precariedad matemática son importantes, nadie lo pone en duda, pero que eso haya cambiado la capacidad negociadora del PNV, no es cierto. Al PSOE, la derecha y extrema derecha le zahieren con increíble virulencia a cuenta de esos apoyos de Bildu algo injusto pero cuestión que le ocasiona a Sánchez un gran desgaste. ¿Y saben porque?. Fundamentalmente porque Sortu sigue sin condenar la tragedia que ocasionó ETA, porque apoya todas las dictaduras del mundo y porque en el caso de la invasión de Rusia a Ucrania han sido incapaces de condenarla. En resumen, siguen sin ser de fiar sin que yo saque la cara a Abascal ni a Feijóo que lo utilizan todo para erosionar al gobierno de coalición.
Entiendo que Arraiz es un dirigente vasco que busca que su opción haga política, de la buena política, que sea admitida plenamente en sociedad, que sus tesis prosperen pero haría bien, como hizo en su despedida del Parlamento Vasco en pedirle a los suyos que si quieren ser admitidos en el salón principal se limpien los zapatos sucios para no estropear la alfombra. Solo eso. Lo demás, pura competencia política, de la que tienen pleno derecho si usan la palabra, el voto y la argumentación como de momento hacen. Pero no ha sido así en el reciente pasado. Y eso les sigue lastrando, aunque Arraiz lo omita en su angélica reflexión.


