Nagore Alkorta no es José Mari Bastida para desgracia de Azpeitia

Martes 23 de marzo de 2021

En Azpeitia, localidad donde ETA mató a Inaxio Uria por la espalda, Txiki Muñoz, secretario general de ELA cerró la empresa Corrugados Gallardo hace nueve años. Durante estos años ha sido el monumento a una actividad que fue muy importante y que se iba achatarrando  con las inclemencias del tiempo sin que se le vieran ninguna posibilidad de salvamento. Era el  Titanic de Azpeitia y solo le quedaba esperar  algún reportaje audiovisual como el monumento a un trabajo del pasado cuyo cierre obligaba a la emigración.

Afortunadamente y como un milagro ignaciano, parece que los sucesores de aquella empresa quieren volver a levantar la actividad desde aquellas cenizas, pero, aunque el Gobierno Vasco y la Diputación de Gipuzkoa están a favor, el ayuntamiento de Azpeitia (mayoría absoluta de Bildu) está en contra, alegando  la necesidad  de cumplir un plan urbanístico como si los planes urbanísticos no se pudieran modificar en beneficio de darle vida a un muerto con todo lo que eso significa. Vida, trabajo, futuro, arraigo, apuesta medioambiental…

No es cierto, sino absolutamente falso, que el plan urbanístico impida lo que se quiere hacer. Solo hace falta voluntad política, cosa que Bildu no la tiene.

Bildu, Ela y Lab  son los primeros en pedir cuentas de todo y sobre todo al gobierno Urkullu, y al PNV. Y pongo ese título, referido al alcalde Bastida  porque me acuerdo de aquel  inquieto regidor  del EAJ-PNV, Jose Mari Bastida, que era una auténtico harrapatari para el pueblo. Era ese su trabajo. Mejorar Azpeitia, que es lo que toda corporación democrática tiene que hacer a no ser que, como en el Puerta a Puerta de las basuras prime lo ideológico por encima de cualquier otra consideración.

Lo  malo fue que democráticamente, los ciudadanos de Azpetia eligieron a Bildu y aquí están las consecuencias. Elección democrática por supuesto, pero con personas inflexibles al frente que siempre apuestan por el todo o la nada. Y siempre gana la nada. Entre 200 puestos de trabajo y los inducidos, el dogma por el dogma.

Si Corrugados no puede volver a poner en marcha la empresa, ya sabemos de quien es la responsabilidad, aunque la disfracen de falsa legalidad.

Pero veamos en que consiste el asunto.

El Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) aprobado en 2013, – contempla que alrededor de una tercera parte de los terrenos que ocupa Corrugados Azpeitia, en concreto la zona de acería, dejen de ser de uso industrial para pasar a residencial y servicios-

El Plan General no prohíbe de manera expresa la reanudación de la actividad de Corrugados Azpeitia en las actuales instalaciones, hasta la elaboración de un Plan Especial que lo determine y que, a día de hoy, no parece existir. En concreto, se afirma que: «No se declara a priori ningún edificio y uso en situación de fuera de ordenación. Podrán continuar desarrollándose los usos y actividades existentes y autorizarse obras e instalaciones de renovación, optimización y refuerzo hasta la aprobación del Plan Especial que establezca un régimen de fuera de ordenación adecuado a las necesidades productivas de la explotación industrial existente».

Por lo tanto parece que no existe, en principio, un asunto de legalidad en términos estrictos y si de una voluntad municipal para acompañar o no el desarrollo de un proyecto industrial a muy corto plazo, desde la certeza de que el grupo Cristian Lay, -los nuevos propietarios de Corrugados Azpeitia-, no ve viable el traslado de las actuales instalaciones a la zona de Trukutxo por motivos de coste, ya que supone triplicar los 50 millones de euros con los que está dispuesto a arrancar las actuales instalaciones, y el retraso al menos de dos años que supondría la construcción de una nueva acería. Unas plantas, que salvo en Estados Unidos, -donde precisamente el grupo azpeitiarra Sarralle va a construir una acería para Arcelor Mittal y Nippon Steel-, y Asía, no se están poniendo en marcha en los últimos años en Europa, como consecuencia de la delicada situación que ha vivido el sector siderúrgico.

Por otra parte, no parece sensato pensar que el Gobierno Vasco, competente a la hora de dar la autorización medioambiental para la reanudación de la planta, y la Diputación Foral de Gipuzkoa estén en disposición de saltarse el status quo legal por el mero capricho de recuperar una actividad industrial y una empresa que fue uno de los ejes donde pivotaba no solo la economía de Azpeitia, sino también la de la comarca del Urola, por la situación de crisis económica en la que nos hallamos. Al margen de la generación de riqueza que en cascada puede suponer para Gipuzkoa, como es el caso del puerto de Pasaia, donde hace ocho años era uno de sus principales clientes, hasta el punto de que, trasladando su actividad a la realidad de hoy, el 30% del tráfico de la dársena guipuzcoano tendría como origen y destino Corrugados Azpeitia.

El fracaso de la operación de reactivación de Corrugados Azpeitia, en caso de que se produzca, puede significar el deseo de algunos de renunciar al ADN industrial de este país que ha hecho posible, gracias al esfuerzo de nuestros antepasados, de ser lo que somos y que, -como estamos viendo-, más resistentes que otros en la mayor crisis económica jamás conocida en el mundo. Es muy lícito que algunos no quieran seguir con el modelo industrial conocido hasta ahora, pero de la misma forma deben plantear nuevas alternativas que, a día de hoy, no parecen existir. Mal que les pese la industria es la base de nuestra estructura económica para generar un tejido productivo que tiene como resultado un mayor estado de bienestar social.

Y todo ello englobado en una apuesta medioambiental que sirva de referencia en Europa, pese a los de la pancarta.

¿Y si el problema fuera Madrid?

Lunes 22 de marzo de 2021

¿Y si el problema no fuera ni Catalunya ni España? ¿Y si el problema fuera Madrid? No Madrid como ciudad, ni como conjunto. Madrid como lugar donde una pequeña élite improductiva siente peligrar sus privilegios. La casa real, el corpus político, la ingente cantidad de funcionarios de alto rango, la cúpula militar, los miembros de los consejos asesores de las mayores compañías del país, la plana mayor de la judicatura superior, conferencias episcopales, cortesanos mediadores e intermediarios con el poder, etc, etc, etc.

Es una masa poblacional que no produce absolutamente nada, pero en cambio precisa de unos recursos enormes. Ese grupo, que es reducido comparativamente, acumula una gran cantidad de poder y de capital. Antaño, para sufragar los gastos de esa aristocracia indolente existían los diezmos, hoy los impuestos.

Porque la primera necesidad de ese grupo es su propia subsistencia. Esa élite es la que ha vivido y vive en una realidad paralela, donde las crisis son poco menos que fenómenos meteorológicos y donde Madrid es principio y fin de aquello que ellos entienden como España. Infraestructuras radiales, sobre estructuras alrededor de la capital que deben ser rescatadas, ejes del Atlántico o del Mediterráneo que deben pasar por Atocha, son muestras de lo que digo. No conciben un modelo territorial que no rodee la Puerta del Sol, pero además han sido incapaces de generar un proyecto de Estado que aglutine a lo que ellos llaman la periferia que cada vez más, es aquello más allá de la M-30.

El único objetivo común que han sido capaces de enhebrar es el odio hacía lo que ellos llaman los nacionalismos periféricos. Eso si que lo han ejercido con maestría. La excusa ha sido que quieren romper España pero en realidad es el miedo a su propia subsistencia. Para un habitante de buena parte del país es más dañino el mantenimiento de esas estructuras improductivas que la posibilidad de que el estado se fragmente. 

Pero eso se ha ocultado de forma brillante. En realidad hay capas sociales de esas periferias que han colaborado profusamente con esa élite, para conseguir su parte del pastel. Buena parte de la actual parálisis del procès de debe a que está en manos de esas élites locales colaboracionistas con el núcleo improductivo de la aristocracia (por llamarla de alguna forma). 

Llevo tiempo pensando que si conseguimos desarticular ese palco del Bernabeu, con sus sucedáneos locales, seremos capaces de articular un espacio habitable. Si no es así, la única opción es huir. Cuando se habla de federalismo, que ha sido mi opción durante muchos años, se ignora esa realidad. Sin el desmantelamiento de la élite improductiva alrededor de la villa y corte, no es posible un cambio de modelo territorial. Y creo que incluso para los indepes debería ser una lucha prioritaria. La izquierda estatal debería darse cuenta que con la lacra de todos esos vividores, es IMPOSIBLE, cualquier avance. 

Hoy por hoy, me parece que una buena herramienta de producir ese cambio y de expulsar a esa élite extractiva que vive del resto, es el proceso de independencia, no por ninguna cuestión identitaria simplemente porque España, con su actual modelo de epicentro único, no sobrevive sin Catalunya, de ahí su resistencia.

Si el 20% del PIB estatal desaparece Espanya tendrá que cambiar de modelo de gestión, si o si. Eso sin olvidar que no podemos dejar el proceso en manos de los colaboracionistas que siempre han sido lacayos advenedizos de ese núcleo. 

Creo que España estará más cerca del federalismo con un cisma independentista que sin él. Pero si alguien me convence de que hay un proyecto para acabar con esa élite extractiva, improductiva e hipercentralista, me alisto ya mismo. Estic convençut que és així. Molt ben explicat. Crec que és instructiu per indepes, però i sobretot, per persones que potser no volen la independència de Cat. LLEGIU-HO i sobretot, PASSEU-HO

Nombre del comentarista: Sony

Pongamos el sistema patas arriba

Domingo 21 de marzo de 2021

En 1992 ETA mataba, secuestraba y  robaba. HB apoyaba aquella barbarie. En ese clima José Antonio Pagola, quien fuera Vicario General de la Diócesis de San Sebastián, analizaba el  incomprensible fenómeno y su trágica incidencia en el acontecer vasco y decía. ”ETA no está luchando por el pueblo vasco, sino por sus objetivos y en contra de la mayoría popular”. Hoy, desaparecida ETA, Sortu (Bildu como tal no existe), sigue sin luchar por el pueblo vasco sino por sus objetivos. Lo estamos viendo claramente durante esta pandemia. Su obsesión es desestabilizar al Gobierno y hacer una crítica absoluta al EAJ-PNV con auténtica fijación. No engañan. Lo dicen abiertamente. Quieren poner patas arriba todo el sistema. Son pues, una fuerza antisistema. Lo reconocen.

El pasado 8 de marzo fue el día Internacional de la Mujer. Dirigentes políticas e institucionales del PNV, afiliadas y simpatizantes del partido, se sumaron a la campaña impulsada por la formación con motivo del 8M bajo el lema ‘GUK egingo dugu-Nosotras lo haremos’, emulando a través de fotografías difundidas en las redes sociales a ‘Rosie, la remachadora’, que se convirtió en imagen la mujer trabajadora e icono de la igualdad en plena II Guerra Mundial. El PNV celebró de forma «responsable y segura» .

En las antípodas Sortu llamó a poner «el sistema patas arriba». Además, incidió en que la pandemia «ha puesto de manifiesto la grave carencia de recursos públicos y comunitarios para los cuidados, históricamente relegados a un plano secundario, dejándolos en manos de las mujeres por este sistema capitalista heteropatriarcal». La formación de la izquierda abertzale, en un comunicado, denunció  que «la ofensiva liberal ha subdesarrollado, privatizado y precarizado los servicios sociales en detrimento del bienestar de toda la sociedad». Todo pues ha sido para ellos  un auténtico fracaso, aunque sea bueno  recordar que cuando el PNV logró la transferencia del Insalud para convertirlo en Osakidetza, HB no acudía ni al Parlamento Vasco ni a las Cortes Generales. Solo apoyaba a ETA. Conviene recordarlo. Como conviene recordar que cuando el Gobierno Vasco, monocolor del PNV creó el Instituto de la Mujer, Emakunde, HB  decía que el Parlamento Vasco era un Parlamento vascongado sin poder alguno. Conviene recordarlo ante tanta palabrería propia de la Cuba de Batista. Allí, según las recetas de Sortu, pusieron todo “patas arriba” y todavía viven en dictadura.

El gran problema de Sortu es que no sabe actuar en democracia. Sus comisarios no saben medir sus acciones, ni  dejar de utilizar un vocabulario de trinchera sin reconocer nada y sin ayudar en nada en tiempos de pandemia. Gente que curiosamente no nos explica en que consiste su “bálsamo de Fierabrás” para curarlo todo, aunque sus referencias internacionales Cuba, Nicaragua, Venezuela, China, Rusia nos indican que su “sendero luminoso” pasa por un poder controlador sin libertad de expresión y con receta única. No sé cómo algunos pequeños y medianos empresarios no se dan cuenta que con esta gente en el poder se acabó su taller y su pequeña empresa. Que le lean al P. Ugalde y capten de una vez el odio cainita que tienen a la empresa privada, personificación del mal por excelencia. La ponencia Otzagabia definía a Euzkadi como un marco nacional autónomo de lucha de clases.

A EH Bildu se le está acabando el tiempo. No está atrayendo a los nuevos jóvenes y está compensando este déficit fagotizando todo movimiento cívico que puede. EA ya no existe. Es la vieja táctica comunista, representado en Euzkadi por Sortu. Movimientos cívicos tan importantes para la salud democrática y vibrante de una sociedad como el movimiento feminista, el movimiento ecológico y el movimiento de los jubilados están siendo deglutidos y transformados en correas de transmisión de Sortu, lo que empobrece al conjunto de la sociedad vasca. Sin hablar de su monitorización sindical.

Los estrategas de Sortu saben muy bien que cuando ya no haya nada más que fagotizar se encontraran con la realidad de que no basta con esconderse detrás de las siglas EH Bildu para seguir manteniendo un porcentaje de votos que ningún partido comunista consigue en Europa.  Esto es lo que explica la huida hacia delante. Si antes hacían lo que hacía el PNV, pero 40 años más tarde, ahora el seguimiento es más inmediato. Están asumiendo todos los postulados estratégicos propios del PNV, que tanto han criticado, lo que es una manera de aceptar que el PNV es el que abre el camino, o en un leguaje que gusta a los marxistas-leninistas, que el PNV es objetivamente la vanguardia del pueblo vasco.

Lo malo es que en la caída del muro de Berlín no ha llegado para ellos. La mochila de Sortu sigue llevando los conceptos soviéticos de estatalismo y colectivismo. Han abandonado la defensa de la socialización del sufrimiento, pero siguen defendiendo un modelo que garantiza la socialización de la miseria. Por eso cayó el modelo soviético. Sortu (y los demás partidos comunistas occidentales) podrían haber aprendido del modelo chino (“no importa el color del gato con tal que cace ratones”) donde el que crea riqueza es un patriota y  en  donde el estado apoya e impulsa las empresas privadas, aunque a cambio cada empresa tiene una cedula del PCC que supervisa las actuaciones de la misma. Pero no es así. Los de Sortu prefieren seguir defendiendo el modelo soviético caduco e ineficaz donde la miseria está garantizada. No exagero. Hace un mes en el Parlamento Vasco  votaron en contra de elecciones libres y verificables en Venezuela.

No sé que nos van a ofrecer tras su conferencia de mayo pero no tiene buena pinta. En la cuarta edición de la conferencia internacional #EraldatuAla Kolapsatu de EH Bildu, el moderador Pernando Barrena dirigió  una pregunta abierta de un oyente sobre el TAV, y ésta fue la respuesta del sueco Jens Holm (Vänsterpartiet) compañero del grupo europeo de EH Bildu. El tema era clave de las políticas climáticas europeas.

Pregunta.El Tren de Alta Velocidad (TAV) se vende como un proyecto verde que va a recibir subvenciones de la UE. ¿Qué podemos esperar de Europa. ¿Debates e ideas falsas? ¿No sería mejor decir la verdad a la sociedad y que no queda otra opción que el decrecimiento?

Jens Holm. Bueno, a mí me parece una buena idea financiar el TAV con dinero público, porque la alternativa sería tener más coches en las carreteras, más emisiones, más ruido, más contaminación… por lo que me parece buena idea invertir en el ferrocarril. Naturalmente, necesitamos viajar de una manera rápida entre las ciudades europeas y para eso necesitamos trenes de alta velocidad. Sé que valen mucho dinero, pero yo lo veo como una inversión y además me parece una inversión muy oportuna.

Pernando Barrena se quedó con la cara a cuadros, pero de esta respuesta no sacarán conclusión alguna. Siguen contra el TAV, la Ertzaintza, Iberdrola, Petronor, Confebask y todo lo que ideológicamente consideran capitalismo salvaje a destruir. No engañan. Lo contradictorio es que haya gentes de buena voluntad que los considere demócratas y al servicio del país. Que hablen con los miles de empresarios venezolanos que opinaban así y hoy viven fuera de su patria tras el “¡Exprópiese¡” de Chávez.

En el hotel Bahía de Plentzia, en el primer piso, hay un cuadrito con una frase esclarecedora. Dice así: ”La mente es como un paracaídas. Solo funciona si se abre”. Pues eso.