Julen Ruiz de Azua, presidente de
Euskal Etxea de México, ha recibido a José María Cazalis, nuevo delegado
del Gobierno Vasco, recién llegado al país. Según reconocía el propio
Cazalis a los miembros de la Junta Directiva que lo agasajaron, el Gobierno ha
puesto un gran reto en sus manos: “En el Senado siempre bromeaba diciendo que
después de ser senador, el mejor destino es ser embajador en la Santa Sede. No
he llegado al Vaticano, pero si a ser delegado de Euskadi en México, y de
verdad creo que se trata de un reto muy gratificante para mí”. Cazalis fue
alcalde de Lekeitio en dos legislaturas así como Senador.
El nuevo
delegado se ha referido a las tareas que enfrentará en la Delegación en los
próximos años: “Tenemos lógicamente que continuar con la labor realizada hasta
la fecha, pero el verdadero reto será reinventarnos tras la Pandemia, porque el
futuro no va a ser como el pasado y vamos a tener que cambiar muchas cosas”.
Cazalis también se ha referido a la Euskal Etxea y la diáspora, ya que, a su
parecer, éstos son el corazón de lo que se puede hacer como servicio exterior
de Euskadi. “Otra cosa diferente es que como Gobierno pueda haber sus
pormenores en el día a día, pero compartimos una filosofía y eso es lo
importante”, ha añadido en su visita a Euskal Etxea.
Conscientes
de que el mejor modo de conocer Euskal Etxea es en torno a una mesa, miembros
de la Junta Directiva del centro vasco han compartido un almuerzo con el
nuevo delegado de Euskadi en México. Euskal kultura
Inmaculada Boneta fue
elegida en 1980 vicepresidenta del Parlamento Vasco. Fue la primera en aquella neonata
institución legislativa. Habían existido
las Juntas Generales pero no un Parlamento agrupando a tres de los territorios
vascos. Casada con el ingeniero de Iberduero Fernando Arriola, familia muy
conocida y apreciada, tenían como vecinos en Unbe a la familia del ingeniero responsable de la construcción de
Lemoniz, José María Ryan. Digo ésto porque con ella vivimos angustiados el
secuestro y asesinato de su vecino y amigo el ingeniero, datos que recoge su
hijo Antón en el libro “El Ruido de entonces” que no es otro que el que
producía la segadora que el ingeniero ponía en funcionamiento todos los sábados
para dejar bien segado el césped de su casa.
Sobre
Lemoniz, que así se llamaba entonces, recuerdo los debates en el Parlamento
Vasco, la ponencia que se creó, la explosión de la central de Harrisburg, las
manifestaciones a las que acudimos, la protesta en la calle, los acuerdos en
los ayuntamientos, el debate sobre la energía nuclear con una ETA que en
tiempos de clandestinidad y en su libro blanco había apoyado este tipo de
energía que convertía a los países en soberanos y autosuficientes. Pero cambió y aquel cambio
produjo asesinatos, extorsiones y tragedias.
Se han
cumplido cuarenta años de aquellos hechos abominables y parecería que nos hemos
olvidado del secuestro de Ryan, la semana que ETA dio a Iberduero para que clausurara
la central y al final el asesinato. Como con Miguel Ángel Blanco pero más
alejado en el tiempo. La misma estrategia asesina con suspense incorporado, pero
aquella vez con un profesional con la diferencia de no militar en un partido
que se ocupa de recordarlo. Y hacen bien.
También
en el libro se recuerda el origen de todo que no fue sino la iniciativa de un Iberduero de construir una
central muy cerca de una población
millonaria, de su actuación caciquil, de inversiones millonarias que se
resistían a dejar de percibir, de consejos de administración insensibles al
sonido de la calle actuando como si el
dictador siguiera en el Pardo, de decisiones tomadas a quinientos kilómetros
del lugar de los hechos.
Todo
esto es el libro de Anton Arriola, libro que combina dos historias, está muy
bien escrito, aporta reflexiones del autor y tiene el plus de las vivencias de
Antón Arriola, vecino de la familia Ryan que vivió en directo la desolación que supuso aquella tragedia. Libro
muy recomendable.
En su
contraportada, el libro lo explica así:
“El ingeniero salió de la central a las 19:45, en su Seat 131 de
color blanco. Nunca llegó a casa. A las 21:30, se recibió una llamada en la
delegación en Bilbao del diario Egin. «Tenemos a Ryan, de Iberduero», dijeron.
Comenzó entonces una morosa semana de angustia y esperanza, cuyo desenlace
pasaría a formar parte de la historia de la infamia. Desde aquel tiempo mi
madre, al despertarse los sábados por la mañana, oía el ruido de una segadora.
La maquinaria del mundo se ponía en marcha con un ronroneo estremecedor, que le
hablaba de aniquilamiento y desolación como ningún elaborado soneto o discurso
pudiera hacerlo. Pero solo existía ya dentro de su cabeza: hacía años que José
Mari había dejado de cortar la hierba de su jardín.
Mediante una poderosa combinación de
ficción alegórica y crónica autobiográfica, El ruido de entonces se adentra en los trágicos hechos que
acontecieron alrededor de la central nuclear de Lemoiz. El secuestro del
ingeniero José Mari Ryan, vecino y amigo de la familia del autor, constituye su
elemento central. Junto a la pretensión inicial de contar la historia de un
hombre inocente atrapado e*n una
encrucijada, del relato irá aflorando una convicción: la necesidad de recuperar
los recuerdos dolorosos de entonces, para que entre todos convirtamos a la
memoria en guardiana de nuestro futuro.”
Se ha
visto este jueves una proposición no de ley en el Parlamento Vasco sobre la
dramática situación de Venezuela. Era conjunta del PNV y PSE. El PP y Ciudadanos
ha presentado una enmienda. El resultado de la votación ha sido 48 votos a favor, 27 en contra. Los votos
contrarios, incluyendo a EA (apéndice vergonzoso de Sortu) han tenido discursos profundamente
antidemocráticos. Lo que en Euzkadi es objeto de crítica, de manifestación, de
desprecio, de crítica salvaje, en Venezuela es comprensible y lo más sangrante,
propio de un régimen democrático elegido por el pueblo cuando a ese pueblo no
se le deja votar con garantías, donde no hay libertad de expresión, donde se
persigue al disidente, donde se asesina al contrario y donde más de cinco
millones de venezolanos han tenido que emigrar de mala manera y donde los
derechos humanos son conculcados diariamente. Pero a ellos les parece modélico.
Me encantaría que Martínez de Podemos y Oihane Etxebarrieta de Bildu se fueran a vivir en Venezuela y
pusieran allí cómodamente en marcha su asqueroso discurso trotskista, asqueroso
porque el ser humano y sus derechos no existen. Para ellos, me remito a las
mentiras que han proferido que han sido un insulto a la inteligencia y a la sensibilidad
democrática.
Ha sido
penoso escucharle al parlamentario de Podemos hablar de la crisis económica vinculándola
a la crisis del petróleo cuando el chavismo ha destruido toda una industria que
ha pasado de los tres millones de producción de barriles diarios a menos de
un millón tras 21 años de dictadura y
habiendo expropiado todo lo que económicamente funcionaba con aquel salvaje
grito de guerra que aún resuena en nuestros oídos. ”¡Exprópiese!”. Comunismo en
estado puro. Eso es lo que es Podemos lo mismo que Sortu, sucesor de aquel nefasto
Partido Comunista de las Tierras Vascas que además apoyaba a ETA. Por lo menos
no ocultan su ideario totalitario.
Iñaki
Agirre les ha afeado su doble moral, su irrespeto a los derechos humanos, su
apoyo a un dictador como Maduro, lo mismo que Txarli Prieto y hasta Iturgaiz. Es
un problema de sensibilidad y es un problema de ideología. Cuando uno apoya a
un régimen totalitario significa que su modelo en Euzkadi es asimismo
totalitario. Y el que no se dé cuenta de eso o es tonto, o es ciego o está con
ese modelo.
A Gaika
Etxearte, hijo del Delegado vasco en Caracas, lo mató la revolución
bolivariana, dato que para Bildu carece de importancia atribuyendo a Trump
todas las culpas cuando todavía es necesario recordar el telegrama que Bildu
mandó al presidente republicano tras su victoria electoral. Al parecer lo que
les gusta son los populismos, aunque sean de derechas.
Este
debate tendrá repercusión en la opinión pública del exilio venezolano y mandará
un mensaje a los venezolanos que sufren bajo aquella dictadura de apoyo pero ha servido para algo más. Y no
es cosa menor. Quita máscaras. Los proyectos de Bildu y Podemos, son proyectos
totalitarios.
Aprendamos en cabeza
ajena.
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