Me lo cuenta un cubano

Lunes 12 de octubre de 2020

El sábado en Bilbao hubo una manifestación ante el Arriaga contra lo que llaman el bloqueo a la Isla que  no es más que un embargo dictado por Estados Unidos tras sesenta años de una revolución en la antigua perla del Caribe  que solo ha llevado a ella represión, muerte, hambre y miseria. Cuba puede comerciar con cualquier país del mundo pero le viene bien ese embargo para decir que el culpable de la miseria en la que viven  son los Estados  Unidos. Y hay gente que se cree esa patraña. El culpable es un régimen despótico que acabó con la dictadura de Batista para imponer la propia, con la diferencia que con esta carecen absolutamente de libertad incluso para pensar.

En Euzkadi, con luz, agua, salarios mínimos, derecho a huelga a todas horas, comercios rebosantes, sanidad y educación gratuita, cuatro gatos con el puño en alto se manifestaron en Bilbao porque saben que no pueden hacerlo en La Habana.

A raíz de mi escrito un cubano me ha enviado esta experiencia que es la de la mayoría salvo de los que detentan el poder. Dice así:

«En Cuba nos metían apagones de 3 días seguidos, y había que inventar para sobrevivir, luego al tercer día, cuando llegaba la luz, se sentía un gran griterío de alegría porque «por fin» había llegado. Eso es un manejo comunista de un servicio básico, como la comida, medicinas…

Casualmente, en Cuba la luz volvía minutos antes de la «novela brasileña», esa que era la máxima entretención para el cubano de a pie. Cuando las esperanzas parecían vencidas, llegaba la luz, recibida con gran algarabía popular porque se podría, «por lo menos», ver la novela…

Imagínense la vida de mis padres en Cuba, médicos los 2, mi papá neonatólogo, salvando vidas de bebés prematuros en un hospital, con dos o tres días de apagones en casa, teniendo que cocinar cuando llegaba la luz porque la cocina era eléctrica, sin agua, y lo peor, sin protestar.

En los apagones nos alumbrábamos con tubos de pasta de dientes cortados por la mitad, se les introducía un cordón (mecha) y se metía dentro de un frasco de vidrio con queroseno, para hacer una lámpara artesanal, no había velas. Así nos mantenían ocupados, de invento en invento…

Y no sólo es el apagón, es el hambre, el calor, limpiarte el trasero con periódico, lavarte la boca con jabón o sal, ponerte bicarbonato en las axilas para el mal olor, sin bañarte, sin agua, con miedo. Y al otro día al colegio. Y después nos dicen que en Cuba se estudia gratis.

En Cuba para el racionamiento eléctrico separaban las ciudades en circuitos, no había un calendario oficial de apagones, sino el rumor del pueblo «dicen que hoy le toca al 2» «yo escuché que era al 3». 

Esto mejoró un poco cuando Chávez empezó a regalarle el petróleo de Venezuela.

Pero antenoche cuando vi el mapa de Venezuela apagada, y veía un poco más a la izquierda en el mismo mapa a Cuba completa iluminada, siendo cubano sentí mucha arrechera. En parte de esa «luz» que se veía, estaba la propia destrucción, la propia oscuridad de los venezolanos…..

Nunca celebren cuando les llegue la luz que les es arrebatada, nunca aplaudan, nunca griten de júbilo, exijan y no den gracias. Eso es lo que los comunistas buscan, que les agradezcan por las migajas, por la miseria, por las sobras y se conformen con lo que ellos les quieren dar.

Recuerdo una ocasión en que estuvimos 72 horas en apagón en Ciego de Ávila Cuba; la luz volvió a las 2 de la mañana por 3 horas, para luego estar 72 horas más a oscuras. Era como tortura, como un castigo, como si nos hubiésemos portado mal, un escarmiento. Así actúa el Castrismo.

Canalizar pensamientos. Nunca se siente tanta soledad y desesperanza como en un apagón en dictadura (y los Castristas lo saben). Pensar, controlar la ansiedad, la ira, el abatimiento. La última etapa de los regímenes totalitarios para el control total, es el control emocional.

En Cuba, cuando llegaba la luz por la madrugada, mis padres médicos tenían que levantarse a esa hora a juntar agua, medio cocinar para varios días, limpiar, lavar; dos horas después se iban para su trabajo a salvar vidas. Aún me pregunto: cómo lo hacían? De dónde sacaban fuerzas?

Cuando llega la luz, los venezolanos comienzan a tomar precauciones «para cuando se vaya la luz de nuevo», asumen que va a pasar. Es arrecho como en solo unas horas se cambia la mentalidad del Ser Humano. Es despertar la mentalidad más primitiva e instintiva por la supervivencia.

En Cuba en medio de los apagones, como además escaseaban los combustibles (gas, alcohol de cocinar, queroseno), muchos vecinos llegaban hasta a sacar las puertas de las habitaciones, y marcos de puertas de interiores, para hacer fogatas y poder cocinar en la calle para mal comer.

En Cuba, frente la escasez de agua, en mi casa nos bañábamos los cuatro integrantes de la familia sobre una ponchera para que el agua no se perdiera, y poder usarla, una vez que también los cuatro integrantes hiciéramos nuestras necesidades, para bajar la poceta. Agua reciclada.

Una vez que empiezan los apagones como los de Venezuela y Cuba, aunque se tenga luz, el sentimiento de que la luz se pueda ir de nuevo en cualquier momento, y que jamás va a volver, nunca más desaparece. Así se juega con los miedos de la población. Terrorismo en forma muy sutil.»

Este es el Paraíso que los manifestantes del sábado ante el Arriaga reivindicaban y que ETB reseñó. Casi podría decirse que era una apología del terror, de la miseria y de la falta de libertad, aunque si hubiera habido un reportero solvente le podía haber preguntado a uno de ellos.

¿Por qué ustedes no se van a vivir a ese paraíso?

Felicitan a Trump y luego se manifiestan contra él en el Arriaga

Domingo 11 de octubre de 2020

Este sábado ELA, LAB, Bildu, Sortu, el Círculo Bolivariano, Sandinistak, Sierra Maestra, Euskadi-Cuba, y todas las siglas habidas y por haber de una izquierda dogmática invitaron a una concentración en la plaza del Arriaga de Bilbao para denunciar el bloqueo económico, financiero y comercial de EE.UU contra la Isla. Como es de suponer Donald Trump se llevó el mejor repertorio de jaculatorias contra él.

Primero Bildu le felicitó a su llegada al poder hace cuatro años y cuando, hay muchas probabilidades de que se vaya, lo ponen a escurrir con ese lenguaje y con esas consignas propias de los años setenta.”Yankis, Go Home”.

Que conste que no tengo por Trump la menor afección sino todo lo contrario. Si pudiera votar en USA lo haría por Biden, pero es bueno recordar que aquí a Trump quien le felicitó fue Bildu, no el PNV.

Se quejan del bloqueo y es verdad, pero no se quejan de todos los incumplimientos hechos por las autoridades de la isla que se comprometieron  con Obama, que les visitó y sufrió por ello una buena rechifla. Firmaron varios e importantes compromisos atinentes a la libertad de expresión, de reunión, de economía de mercado, y minucias parecidas para quienes mantienen en un puño, desde hace sesenta años, a todo un país  derechos  que han incumplido sistemáticamente y al que el bloqueo les ha venido muy bien para tener en puño de hierro contra el invasor a todo un país. Por cierto. Hay que aclarar que el bloqueo es con los Estados Unidos, pero no con ningún otro país con lo que pueden comerciar con todos, pero odiándoles como les odian y curiosamente lo que quieren es hacerlo con los vecinos del norte.

El problema de la izquierda dogmática que padecemos es que no hacen lo mismo para pedir derechos humanos en Corea del Norte, Nicaragua, Bielorusia o Venezuela con cese de la emigración por colapso de la economía y liberación de todos los presos políticos en este último país. Esta izquierda patética carece de autoridad moral para pedir nada mientras siga manoseando los derechos humanos desconociendo que son universales y no de solo una parte. Tengo  para no olvidar la manifestación de ELA por la Gran Vía de Bilbao, con Mikel Noval al frente, apoyando la tiranía de Maduro.

En el acto no había más de 35 personas pero tuvieron su minuto de gloria en ETB, como no podía ser menos. Un sábado lleno de actos de todo tipo silenciados, pero esta reunión de cuatro gatos y  medio tuvo su espacio para, poniendo voz a sus demandas, quitarnos tiempo para otro tipo de información más interesante y constructiva. Si a cuatro gatos le pones altavoz, parecen 4 tigres o cuatrocientos mil, pero no eran más que cuatro gatos, con perdón.

Luego se quejan no les presten atención los ciudadanos concernidos. Afortunadamente a pesar del esfuerzo de propaganda hecho la montaña parió un  ratoncito desdentado gritando consignas  del pasado, mientras Trump saca pecho y a estas cosas les toma la misma atención que al Covd19.

Ojalá gane Biden y retome los acuerdos de Obama con Raúl Castro. Veremos entonces quien es el malo de la  película, quien bloquea qué y si el año que viene en lugar de 35, habrá 5 y un megáfono sin pilas.

La fuga del Fuerte de San Cristóbal. El horror en Iruña

Sábado 10 de octubre de 2020

Fue impresionante ver en ETB la noche del miércoles el trabajo sobre la Fuga del Fuerte de San Cristóbal en un programa nuevo que estrena la serie de “Vamos a Hacer Historia”. Documental-reality llevado con buena mano con imágenes muy claras del Fuerte y con testimonios de algunos de los allí fugados. Conozco a la productora Maite Ibañez que mima sus trabajos y los documenta con imágenes y documentos la mayoría inéditos.

Viendo el trabajo pensaba lo bien que hubiera venido este documental cuando nació ETB en 1982 ya que todavía vivían muchos de los protagonistas de aquella terrible historia de odio y represión a escasos kilómetros de Pamplona  en un Fuerte militar donde toda represión  tenía su asiento.

Y recordé la historia de Pedro Mari Urrutikoetxea, un gudari bilbaíno que pasó por aquel antro y que escribió un libro, ”La Hora del Ultraje” al que le pusimos esta portada tan expresiva del artista Nik Quintana. Tan es así que a su única hija le puso de nombre de Iruña, habida cuenta de las vivencias que padeció en su estancia en años de ultraje y persecución. El documental de ETB con sus diálogos e imágenes nos dio una perfecta muestra de lo que fue aquello y de la petición de los familiares en relación con sus desaparecidos.

En el libro de Urrutikoetxea aparece  su llegada al Fuerte y ese fragmento es el que reproduzco a continuación.

Escribió así:

“La celda era un cuadrado de unos 7×7 metros, y allí fuimos amonto­nados casi cincuenta hombres.

Toda ella de losas de piedra, techo, paredes y piso. En un ángulo había una gran lata, llamada «zambullo», de ochenta-noventa centímetros de altu­ra, que habría de servir para las necesidades físicas de todos.

Cuando la puerta se cerró tras nosotros, y los cerrojos cesaron de gemir y se nos dejó solos, comenzó la reacción de aquellos hombres sometidos a esos tratos inhumanos. Unos, sentados sobre sus maletas o mantas, lloraban calladamente. Otros, aparecían con el espanto pintado en su expresión. ¿Dónde nos habían metido?. Aquél relataba las atrocidades que, había oído decir, se cometían allá diariamente. Y con tanto sobresalto es de comprender la veloci­dad de funcionamiento de los aparatos digestivos de cada quien. Los viajes al «zambullo» eran constantes, la atmósfera que se respiraba, pestilente, sin la menor ventilación. Fue una noche dramática y el cuadro era indescriptible. Imponía ver a aquellos hombres fuertes, la mayoría de alguna edad – yo era, con mucho el más joven -, desmoralizados a tal extremo.

En algunas ocasiones, en que las circunstancias se tornan insoportables por algún motivo, yo suelo sacar de alguna reserva oculta que debo tener, un resto de carácter para sobreponerme. Creo que se trata de un simple reflejo psicológico de conseguir la luz indispensable para sobrevivir en un mar de tinieblas. Y aquella noche, me sucedió lo mismo. Recuerdo que me dediqué a inyectar optimismo a cuantos pude.

Inventé sobre la marcha unas noticias – falsas – que decía haber desde aquel penal de gente conocida, acerca del no tan mal trato que se recibía y de lo sano del ambiente climático que lo convertía en una especie de sanatorio, a causa de la altura y de la temperatura, fresca casi siempre. Con ello quizá logré calmar a quien me escuchó, no sé si lo conseguiría, pero estoy seguro que, aquella noche increíble, desde luego que me gané un pedacito  de cielo.”