Estuve la semana pasada en una charla en la Fundación Sabino Arana sobre el 120 aniversario del Himno Vasco conocido como “Gora ta Gora”. Oficialmente como Eusko Abendaren Ereserkia o Euskadiko Ereserkia. Sabino Arana le puso la letra a la melodía de Cleto de Zabala, que era el saludo a la bandera
Sabino quería darle al estado vasco que propuso un nombre, Euzkadi. Una bandera, la ikurriña. Un escudo y un Himno. Y este himno ha cumplido 120 años y es el oficial de la Comunidad Autónoma Vasca aprobado en el Parlamento y por tanto ley en 1983. No lo es ni el Agur Jaunak, ni el Gernikako Arbola. Es el Gora ta Gora, que lo fue asimismo del Gobierno de concentración presidido por el Lehendakari Agirre en 1936 y siendo parte de aquel gobierno Consejeros socialistas, de ANV, del PC, del PNV y Republicanos.
Nos dicen que se conoce poco. Normal. Apenas se toca.
En la discusión estatuatria no se quiso incluir el día de la Comunidad, Aberri Eguna, ni el Himno por la propia negociación y por su fuerza jelkide y las fuerzas que había en 1979 no querían dar el menor protagonismo en nada al PNV y cuando se propuso el Gora ta Gora en 1983, el PSE estaba en la oposición y García Damborenea habló de que el mejor himno era el “De Santurce a Bilbao”, EE el Gernikako Arbola y HB, como no iba al Parlamento seguramente plantearía el Eusko Gudariak que es además un himno de los batallones del PNV en la guerra, pero como de guerra se trataba, y ellos lo estaban pues esa era su argumentación, ignorando que el Gora ta Gora, prohibido bajo la dictadura era perseguido como no lo fue el Gernikako Arbola.
A cuenta de las alusiones a Jaungoikoa se aprobó su melodía pero no su letra. El músico Carmelo Bernaola me dijo que para él era el único Himno con solemnidad de himno que había. Y es curioso pero el Gernikako también tiene alusiones religiosas pero no son tenidas en cuenta como lo son en el Gora ta Gora simplemente porque se trata de Sabino Arana y contra Sabino siempre hay una campaña destructiva en todo.
Hace unos años retomamos la posibilidad de que el himno tuviera la letra que el Partido comunista planteó en 1936, quitándole alusiones religiosas pero hoy es el día en el que este tema ni se toca. Siempre hay un temor reverencial a tomar decisiones. Una pena.
El caso es que la charla estuvo muy bien. La ofreció José Ignacio Ansorena, compositor y txistulari, que transmite muy bien, y estuvo acompañado Xaguak Txstulari Taldea (Aitor Arozena, Jon Ansorena y Agustin Laskurain) que al ritmo de la charla y de las historias sobre los himnos interpretaban desde el cara al Sol, al Jaiki Jaiki, la Marcha Real o el Boga Boga.
Fue una charla con marcha, distinta y muy bien llevada.
A raíz de leer la biografía del nuevo Papa León XIV y de como había sido obispo en el Perú, recordé como el diputado del PNV, Juan Antonio de Irazusta que había sido uno de los miembros de la minoría actuante en el Congreso durante la República había viajado a América exiliado y terminado su vida como sacerdote en el Perú.
Este post lo leyó Guillermo López Glen y desde Barranquilla, en Colombia, me ha mandado este comentario y fotografía del pasaporte de Irazusta, iniciativa que agradezco.
Me dice lo siguiente:
El Muelle de Puerto Colombia, ubicado a tan solo 30 minutos de Barranquilla, fue testigo también de la llegada de inmigrantes vascos durante la época de la Regeneración (periodo que siguió a la perdida de las colonias españolas en américa y Asia). Estas oleadas de hombres y mujeres, incluyendo religiosos, industriales, técnicos, amas de casa, refugiados y exiliados, buscaban un nuevo comienzo en tierras colombianas.
Pasado el tiempo, uno de esos aguerridos personajes fue Juan Antonio Irazusta y Muñoa, nacido en Tolosa, País Vasco, el 9 de junio de 1884. El estallido de la guerra civil española lo llevó a buscar refugio, y con su pasaporte viajó a Francia, donde obtuvo permiso para inmigrar a nuestro país.
El 25 de octubre de 1936, desembarcó en Puerto Colombia, Atlántico desde el vapor Cuba. En mayo de 1938, aunque la guerra dificultó la obtención de sus documentos, Juan Antonio no se rindió. Demostró su nacionalidad y su valía a través de su pasaporte y su trayectoria profesional.
En julio de 1938, se convirtió en ciudadano colombiano por adopción, encontrando un nuevo hogar y un futuro prometedor en Colombia.
Muchos vascos ingresaron por este emblemático Muelle, El segundo más largo del mundo en su momento, y el más importante de Colombia durante las 4 primeras décadas del siglo XX.
Juan Manuel de Prada es un buen escritor español. Presentó el 28 de abril en Bilbao su libro “Mil ojos tiene la noche”, 1.600 páginas escritas a mano sobre la ocupación nazi en Paris, con el telón de fondo de los españoles de la época (habló de Picasso y Marañón), el policía Pedro Urraca deteniendo rojos y nacionalistas vascos y catalanes, falangistas y exiliados que pululaban cerca y dentro de la incautada delegación Vasca de la Av Marceau. El asunto me interesó y fui a dicha presentación. Fue el día del apagón. Se quejó de la poca asistencia. Comenzó así: ”Nací en Barakaldo y soy de familia maqueta. Muy pequeño me llevaron a Zamora. Mis padres suelen venir a Bilbao. Tienen buen recuerdo y disfrutan de la ciudad”. Hablando de su libro dijo que “El “palacete” de la Av. Marceau, ese edificio que el gobierno ha entregado al PNV”. Comunica bien. Habló mucho y de todo. Comentó que trabaja fundamentalmente metiéndose en los archivos y que le gustaría escribir una biografía del ex alcalde de Bilbao y ministro de Franco, José Félix de Lequerica. Recomendó leer el Quijote.
En el turno de preguntas pedí la palabra y le dije que el gobierno español no había entregado nada al PNV que no fuera suyo, en todo caso se lo había devuelto y se trata de un edificio que llamamos Delegación y no peyorativamente “Palacete”. Y conté mi versión de los hechos. Se revolvió en la silla y me replicó aduciendo las tres sentencias que esgrimían tanto los franceses para entregárselo a Franco como los españoles franquistas. Le repliqué y me quejé de la actual argumentación del PP cuando en 1996 negociamos personalmente este asunto con el propio Aznar. ”Dígame usted -le contesté- si en agosto de 1943, usted se hubiera presentado en el Tribunal del Sena, en plena ocupación alemana y con la Gestapo en la puerta, reclamando nada, tras el robo hecho por las autoridades franquistas con Urraca al frente. No puede aducir ese argumento como base de un expolio”. No le convencí, ni él a mí.
Esto me hace pensar que debemos ser más activos a la hora de sacar a la luz y narrar esos años silenciados y tan poco tratados en las continuas películas que hacen los directores y guionistas vascos sobre gigantes, brujas, enfermedades y cosas raras. Y es el gobierno vasco quien ha de dirigir que se rompa este silencio que permite la continua manipulación de la historia, siendo todo esto, además, un auténtico filón.
REZOLA.
George L. Steer, fue el corresponsal del periódico The Times en la guerra que se sufrió en Euzkadi en 1936. Gracias a él, el mundo conoció la barbarie del banco de pruebas, elegido por la Luftwaffe que fue la Villa de Gernika para los nazis de la Legión Cóndor. Escribió un libro, ”El Arbol de Guernica”, que Alberto Elosegi (Paul de Garat) tradujo del inglés y Ricardo Leizaola el hermano del Lehendakari Leizaola, editó en Caracas siendo distribuido de manera clandestina en Euzkadi como ediciones Gudari de EGI. En él hay una alusión a Joseba Rezola, la personalidad jeltzale que sustituyó a Landaburu tras su fallecimiento en 1963 como vicepresidente del gobierno vasco en el exilio, Natural de Ordizia, fue secretario del GBB.
Tuve la inmensa suerte de conocerle y ser taladrado por sus poderosos ojos azules en su casa de la rue Sopite de Donibane Lohitzun, cuando le visité en 1970. Llevaba Rezola todas las relaciones del PNV con la DC europea e internacional y nos suministraba toneladas de información para mantener diariamente la radio Euzkadi clandestina. ”Le creí a usted mayor y con una guitarra” fue su saludo la primera vez que fui a visitarle. Su comentario tenía causa en que Alberto Elosegi firmaba como Pablo Romero y al irse a Londres y dejarme aquel encargo me pasó el nombrecito de Ignacio Romero.
Era un hombre de acción. Steer lo describió así: ”Joseba Rezola, el joven secretario general de la defensa de Aguirre, aburrido de la vida de oficina, tomó un fusil y se fue a Truende en traje de paisano a participar en el juego. Una vez allí, arengó a las milicias que quedaron muy impresionadas por su esbelta figura, anchas espaldas de deportista, sus ojos color azul claro, cabeza rapada y mentón prominente bajo un rostro alargado y expresivo. Su discurso fue áspero y breve. ”Ahora – dijo Rezola – ¡adelante y a por ellos!”. Y dicho esto, con su estampa un poco extraña para el lugar, vestido con pantalón de franela y chaqueta de lana, dirigió la marcha sobre la cima. Los vascos le siguieron ágilmente a saltos, equipados con los clásicos pantalones bombachos largos….”
THE SPIRIT AND THE CLAY
En la calle Marqués del Puerto 4 de Bilbao, el BBB tuvo años, parte de su sede. Un buen día de los setenta recibí a E. de Etxandia, un muy educado jelkide, de Algorta, que buscaba un libro concreto. Y me contó su historia. Le pedí, me la resumiera. Fue ésta:
“Joseba Rezola, fue uno de los principales protagonistas -con nombre supuesto- de la novela «The Spirit and the Clay», escrita en inglés por la irlandesa Shevawn Lynam y publicada en Estados Unidos y Canadá en el año 1954. En aquellos tiempos de dictadurarecibía yo por conducto de un buen amigo residente en Estados Unidos, algunas de las revistas vascas publicadas en América del Sur, que venían bien escondidas entre otras revistas norteamericanas, y creo que fue en «Euzko Deya» donde leí que había aparecido «The Spirit and the Clay». Me interesó y escribí a mi amigo, rogándole que si le era posible adquiriese un ejemplar de dicha obra y me la enviara. Tuve la suerte de que me llegase, a pesar de la intensa censura que entonces existía en correos. Comienza la novela con el final de nuestra guerra y la amarga situación, en que se encontraron nuestros gudaris, al conocer la inutilidad del Pacto firmado con el mando italiano. Según Miss Lynam, escribió la novela basándose en los relatos que le hizo el sacerdote exilado, que ella llama «Padre Zuloaga».
Los principales protagonistas de la obra son, según los clasifica el editor, los siguientes: Elustondo, albañil y valeroso comandante de un supuesto batallón vasco. Arregi, joven e intrépido agente secreto. Urkijo, terrateniente y aristócrata. Juantorena (Rezola), abogado. Saldariaga, intelectual. Don Mateo, sacerdote vasco. Mendialdua, hermano de un sacerdote fusilado por los franquistas. Aunque la autora no lo especificaba, no hay duda sobre lo batallones a que pertenecían todos esos gudaris, que serían algunos de los 29 con que contó el Partido Nacionalista Vasco.
Son apasionantes las aventuras que escribe Miss Lynam, de los citados abertzales. Sus estancias en diversas cárceles; sus actividades en la clandestinidad en Euzkadi y en Madrid; las evasiones de Elustondo y Urquijo, y la arriesgada fuga de Juantorena (Rezola) al llegar el tren en que era conducido desde Madrid, custodiado por una pareja de la Guardia Civil, a la estación de Donostia. Concluye la novela en los finales de la II Guerra Mundial, situando a los protagonistas en Euzkadi continental, mientras en Paris, la ONU celebraba una de sus primeras reuniones, y nuestros compatriotas dialogan sobre el próximo final de la guerra con la derrota de las potencias del llamado Eje y suponían que con ello, terminaría también la dictadura franquista. ¡Terrible desengaño el que llevarían aquellos incansables luchadores, como lo sufrimos todos los abertzales!. Por eso mi principal objeto al escribirle estas líneas, es recordar la existencia de esa interesante novela, por suponer que tal vez su publicación traducida del inglés, podría interesar a alguna empresa editora, pues no cabe duda que serían bastante numerosos sus posibles lectores y podría ser, además un homenaje póstumo, al ejemplar abertzale Joseba Rezola”.
SHEVAWN LYNAM
Con el tiempo supe quien era la escritora. Nacida en Dublín fue una novelista y periodista irlandesa especialista en español de la BBC y del Ministerio de Información durante la II Guerra Mundial. Como periodista había cubierto la guerra civil e incluso había trabajado como secretaria para varios artistas y escritores destacados como Alfred Hitchcock y John Betjeman. A fines de la década de 1940 escribió y presentó su propio programa de radio, ”Hitler and Yon”, para la emisora nacional irlandesa. Vivió en París durante diez años, donde trabajó como editora de asuntos internacionales del Boletín de la OTAN trabajando asimismo para el Plan Marshall y la Unesco. Publicó una aclamada biografía del pionero en la defensa de los derechos de los animales del siglo XVIII, Richard Martin siendo su obra más conocida la que me relató Echeandia en su visita a la oficina del Bizkai, ”El espíritu y la Arcilla”, una historia coral vasca que un sacerdote en el exilio le contó a Lynam con historias reales donde resalta la acción y fuga de Joseba Rezola que tras salir de la cárcel en 1943, dirigió una célula de información del PNV aquellos años de esperanza junto a personalidades tales como Koldo Mitxelena, Pello Mari Irujo, Sabin Barrena y varios más.
Si el Gobierno Vasco tuviera una editora nacional, este libro debería ser traducido y editado y con el tiempo financiado a un buen guionista que podría preparar el argumento para una buena película. Son historias que desaparecen por nuestro desinterés con ellas. Y llama la atención que a una periodista irlandesa le interesara la acción clandestina de aquel grupo y a nosotros no. Una pena.
Concluyo. A Juan Manuel de Prada también le pregunté el por qué, centrando su libro en el edificio vasco de la Av. Marceau, no había mencionado que allí tenía su despacho el Lehendakari Agirre y que de allí había viajo a Le Panne a visitar a su familia, cuando quedó envuelto por la invasión alemana a Bélgica y de como se había producido su fuga rocambolesca vía Berlin. ”Sí, conozco la historia -me contestó- pero mi libro empieza cuando los alemanes llegan a Paris”. Podía haberme dicho que no tenía el menor interés en destacar hechos históricos de envergadura que atañen al PNV y su épica. Pero ahí quedó la cosa. El defiende su idea de España. Y pronto escribirá sobre Lequerica. El problema no es ese, sino si nosotros hoy estamos a la altura de esa defensa de la historia que nos han silenciado. Y creo que no. El libro sobre Rezola y los suyos seguirá pendiente de que alguna alma caritativa le interese reeditarlo.
Decía Dulce Chacón que “somos hijos del silencio de nuestros padres y responsables de la ignorancia de nuestros hijos”. Y es verdad. La historia la siguen contando los vencedores.
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