A los cien días de la instauración del gobierno López escribí un artículo en Deia que ahora rescato. Es el mismo que reproduzco hoy a cuenta de la iniciativa del Consejero de Sanidad, Rafa Bengoa de rebajar la valoración del euskera en la Oferta Pública de Empleo (OPE) de Osakidetza, que pondrá en liza 2.600 plazas a partir de otoño, en que el nuevo método de baremación «permitirá que no se vean afectados los servicios ni las posibilidades que tenga la gente de toda España de concurrir a nuestros concursos «.
Bueno, pues fue esto lo que escribí. Se sabía lo que venía.
Al principio de la transición política española, cuando los partidos históricos salían de la clandestinidad, el PSOE sacó un trabajado cartel con éste escueto mensaje: «PSOE. CIEN AÑOS DE HONRADEZ». En contraste con el franquismo, ese era el mejor slogan del momento. Hoy no podría repetirlo. Pues bien. A aquel contundente mensaje, un chusco, le añadió éste comentario: «PSOE. CIEN AÑOS DE HONRADEZ, Y, NOVENTA DE VACACIONES». Seguramente lo haría alguien del Partido Comunista, partido que sí había estado comprometido con la resistencia al franquismo.
Pues bien, como estos días se ha hablado mucho de los cien días del gobierno de Patxi López, un buen resumen de este “cumplemesino” podría haber sido el siguiente «PATXI LÓPEZ. CIEN DÍAS DE GOBIERNO Y NOVENTA DE VACACIONES». Creo que también hubiera sido un buen resumen, ante una absoluta falta de propuestas y ante una cierta desilusión que empieza a morder incluso en los que tanto confiaban en ésta nueva etapa, tras haber terminado el vilipendiado «régimen nacionalista».
Porque la desilusión siempre viene tras la ilusión, ya que algunos pensaron que eso del CAMBIO, entre todos, era verdad. Escribo esto porque no sé si ustedes recuerdan como el 2 de octubre del año pasado, Patxi López presentó en Donostia su manifiesto en favor del euskera, «Euskera en libertad», como exponente del giro vasquista que López anunciaba como acción de su gobierno, en momentos en los que las encuestas le daban vencedor o eso era lo que él creía. El Palacio Miramar fue el escenario de aquel cambio de agujas del PSE, y, mucho ingenuo lo creyó porque aquellas bellas palabras no estaban avaladas todavía por los hechos. “Saber que la lengua no es algo que tengamos que utilizar los unos contra los otros, sino todo lo contrario, que es un elemento que sirve para enriquecernos y comunicarnos y que sirve para transmitir una determinada forma de ver las cosas, en definitiva, una cultura”, era una propuesta novedosa dicha por un candidato erdeldun y representante de un partido, que a diferencia del socialismo catalán, jamás ha hecho nada significativo en beneficio del euskera. No incluyo aquí la labor del socialismo eibarrés y de algunas personalidades, muy contadas, como el propio Tomás Meabe, pero poca cosa más. Si por el partido socialista hubiera sido, el euskera habría desaparecido del mapa lingüístico europeo. Así de duro y así de claro.
De ahí que las palabras de López llamaron tan positivamente la atención y, lógicamente generaron un cierto debate. El mundo abertzale sospechó desde el primer momento “del mensaje» de “una actitud correcta hacia las lenguas alejada de ideologías y politizaciones” porque éste aserto lo que garantiza es que el dominio del castellano no va a variar y se va a seguir produciendo una preeminencia absoluta en todos los ámbitos de la vida comunitaria con presencia prácticamente hegemónica del castellano en los ámbitos claves del mundo administrativo y el económico. A partir de ésta evidencia, lo que López denominaba libertad, no era más que garantizar el dominio exclusivo del castellano en el ámbito público y que cada quien, en su vida privada, hable el idioma que le dé la gana. Porque también no deja de ser una evidencia que aquellos padres que se niegan a que sus hijos aprendan euskera en la escuela, son los mismos que se van a negar beligerantemente que el euskera sea exigible para un puesto de trabajo, ya sea en la Administración, ya sea en la empresa privada y eso en definitiva, es la muerte a cuentagotas del euskera, aunque no de forma violenta como hacía el franquismo, sino adormeciendo al personal, con las hermosas palabras de «libertad» y «democracia».
Por eso viendo la trampa que entrañaba todo aquello, el presidente del BBB, Andoni Ortuzar anunció al poco que el PNV le haría al partido socialista la prueba del algodón a lo que prometía y para eso anunció mociones en los ayuntamientos en los que gobierna actualmente para probar la ausencia total de compromiso de éste partido con una de las dos lenguas cooficiales. En una comparecencia ante los medios de comunicación, en la que estuvo acompañado por representantes jeltzales de Municipios de la Margen Izquierda y Zona Minera, le pidió a López que para que su propuesta fuera creíble debería haberla hecho hacía muchísimo tiempo y no hubieran destinado presupuestos ridículos a la promoción de la lengua vasca. En su opinión se trataba de una actitud inaudita y propia de quien no quería al euskera, de quien no está interesado en que «nuestro idioma se desarrolle, de quien, en definitiva, no cree que el euskera es su idioma».
Y así las cosas, han pasado cien días de gobierno. Y de esos cien días quiero resaltar algo, que en este ámbito me ha parecido doloroso.
El médico de Sanare
José María Bengoa es uno de los pocos funcionarios del primer Gobierno de Euzkadi que todavía pueden hablar de nuestro primer Lehendakari, Aguirre, en clave personal pues no solo le conoció, sino que colaboró con él, formando parte, como secretario de sanidad militar en la sede de Lehendakaritza (Hotel Carlton) de Bilbao en 1936, de su staff administrativo.
Amigo de mi aita, se conocieron en aquel horno del nacionalismo que fue Juventud Vasca de Bilbao. Al iniciarse el exilio es el primer médico vasco que llega a Venezuela en abril de 1938. Posteriormente a él, y hasta el año 1946, llegan a dicho país más de cincuenta médicos vascos, muchos de ellos fundadores de la Universidad Vasca.
A su llegada es destinado al pueblo de Sanare donde en los tres años en los que estuvo en ésta medicatura rural empleó todas las modernas técnicas medico-sociales adquiridas en la guerra en Euzkadi. Realizó una magnífica labor y adquirió gran prestigio hasta el punto de que creó el Instituto Nacional de Nutrición y, Venezuela, lo nombra en 1955 su representante en Ginebra en la Organización Mundial de la Salud (OMS). Posteriormente es nombrado Jefe del Departamento de Nutrición de la OMS en dicha ciudad suiza donde permanece 19 años. En los años cuarenta había dirigido la revista “Euzkadi” del Centro Vasco de Caracas.
Siento por Jose Mari Bengoa el mayor de los respetos y aprecio y me despellejé las manos aplaudiendo cuando en el teatro Arriaga la Fundación Sabino Arana le entregó el merecido premio a la trayectoria de toda una vida.
Un poco antes, Josu Erkoreka y yo le habíamos hecho a Jose Mari una entrevista para el libro que publicamos titulado “Somos Vascos”. Y le preguntamos qué se sentía, si vasco, español, venezolano, europeo o un poco de todo. Y nos contestó lo siguiente:
Me siento vasco, me llevo bien con los ciudadanos españoles, acepto la nacionalidad venezolana con lealtad y me conmueven los seres infelices y sufrientes de todo el mundo. El mío es, pues, un poliedro de sentimientos. Lo que sí he de decir es que me he sentido a veces incómodo por ser vasco y no saber euskera. Lo intenté estudiándolo de adolescente en Bilbao, pero los cursos eran lo más antipedagógicos que uno pueda imaginar. Hice varios intentos, sin resultados. Me siento, por ello, un vasco incompleto”.
Otoi bat era gero arte
Quien sí sabía euskera era Gorgonio Rentería. Nacido en Elantxobe en 1868, éste capitán de la marina mercante fue uno de los más destacados propagandistas del nacionalismo vasco en euskera. Sus discursos y escritos, le hicieron tremendamente popular entre los euskaldunes. Renteria fue además presidente del BBB y del EBB y durante la guerra civil desempeñó una importante labor de ayuda a los gudaris. Vivió en Filipinas durante más de veinte años alcanzando un gran reconocimiento por aquellas tierras. La administración de los Estados Unidos le confirió el mando del barco que trazó el mapa hidrográfico de las Islas Filipinas. Como consecuencia de éste trabajo nació su amistad con el gobernador Taft que luego fue presidente de los Estados Unidos.
Su actividad como nacionalista vasco sabiniano fue muy temprana e intensa. Junto a Galo de Ibiñagabeitia recorría los pueblos euskaldunes. Mientras Gorgonio hablaba, Galo amenizaba sus mítines con sus canciones. Renteria escribía además letras de canciones euskaldunes para las romerías y ya en 1897 publicó sus poesías en “Euzkaltzale”. Fue uno de los primeros alcaldes de El Elantxobe del PNV y llegó a Diputado provincial. Una de sus iniciativas fue cuando en 1916 se construyó un nuevo cementerio para Elantxobe y como el párroco buscaba una frase en latín para colocar en la entrada del camposanto, el alcalde se la dio, pero en euskera: “Otoi bat eta gero arte”, que se hizo popular en toda Euzkadi.
A la muerte de su primera esposa se volvió a casar y en total tuvo nueve hijos, una de las cuales, Amaya, una mujer entrañable, se casó en Venezuela con el médico exiliado Jose Mari Bengoa, uno de cuyos hijos es Rafael Bengoa Renteria, actual Consejero del Departamento de Santidad del gobierno vasco presidido por Paxi López.
Fue Javier Rojo, presidente del Senado, quien nos contó a Zubia y a mí que había sido él quien le había llamado a Rafa Bengoa por si estaría dispuesto a integrarse en el actual ejecutivo de Gasteiz. Hombre inteligente y capaz, había hecho un buen trabajo en su anterior etapa como viceconsejero de un gobierno nacionalista. Y como en aquel momento, López necesitaba nombres de prestigio, no dudó en proponerle un cargo, que Bengoa aceptó como apuesta profesional y política. A pesar de su historia familiar y al no estar afiliado al PNV podía hacer lo que creyera conveniente y lo hizo. Ante eso, solo respeto.
Lo que no me parece tan respetable es que después de decir los tópicos al uso cuando uno es designado para un alto cargo de la importancia del citado, mostró un cierto desdén hacia un euskera que si no hubiera sido por sus familiares los Gorgonios Renterías y Jose Mari Gamboas que ha tenido este país, estaría nuestra lengua nacional en una situación agónica.
No venía a cuento, nada más llegar, ponerse a predicar con un cierto alejamiento que la valía profesional debe prevalecer sobre el euskera, cuando estos dos conceptos no son incompatibles. Los posibles excesos que se han podido cometer, son fácilmente reconducibles, sin asumir un léxico y un tono que ningún otro Consejero de López ha utilizado sobre el euskera, como tratando de hacerse perdonar esta hermosa y digna historia familiar que le debería avalar aún más como un buen Consejero en lugar de centrarlo todo en la supuesta valía profesional, dejando al euskera en la UVI. Él mejor que nadie sabe que el problema de Osakidetza, entre otros, es la actual falta de médicos.
No tengo espacio para comentar todas las declaraciones del nuevo Consejero nada más llegar y en la Comisión del Parlamento Vasco en la que compareció. Solo comentar que mientras en este nuevo gobierno hay tanto miedo al euskera, en Catalunya, un consejero socialista de un gobierno presidido por otro socialista y con los votos socialistas, en su Parlamento, han acordado instar al Govern a convertir el catalán en lengua vehicular entre pacientes y médicos en la asistencia sanitaria. Esta iniciativa surge para impulsar medidas a favor del catalán a partir de una campaña específica de aprendizaje del idioma destinado a los médicos extranjeros que ejercen allí. El Institut Catalá de la Salud ya organiza cursos de atención primaria y hospitalaria para mejorar el conocimiento del catalán contando con grupos de apoyo de especialistas en normalización lingüística. En contra de la resolución solo se pronunció el Partido Popular, siendo el PSC junto a IVC y Esquerra los que con una enmienda pidieron que esto se hiciera en toda Catalunya.
Yo por tanto, solo le pido a Rafa Bengoa que sea como el Consejero catalán de Sanidad de un gobierno presidido por un socialista, vuelvo a repetir, y que se quite todo los complejos que tiene sobre el euskera, lengua originaria de este país, lengua que nadie mejor que él sabe que ha sido un idioma perseguido hasta en las tumbas de los cementerios. A un idioma al que nadie conoce su origen, nadie tampoco debería conocerle su fin. Y que por favor, Bengoa no hable sobre el euskera como problema de la sanidad primando “lo profesional en castellano”. Porque como dice un dicho en Venezuela: “Quien le pega a su familia, se arruina”. Y que nadie tenga que ponerle al idioma de Don Gorgonio lo que puso él en los cementerios vascos: “Otoi bat eta gero arte”.