Un país de satisfechos

AUNQUE en el último Euskobarómetro un 84% de ciudadanos vascos dice sentir la crisis en propias carnes, un apreciable 54% de nosotros/as se manifiesta satisfechos. Tal vez porque basemos nuestra felicidad en mantener grandes expectativas y pocas necesidades, y agarrándonos a esta premisa pensemos que más valen esperanzas por venir que sufrir por promesas pasadas incumplidas. Me digo esto tras ver el éxito de Podemos y de su líder en el último Euskobarómetro, probablemente porque hayan dado con la tecla revolucionaria de aflorar ese fondo de esperanza poniéndolo en el frontispicio de sus promesas.

A nadie le agrada que haya un cierto fraude y pequeñas cloacas en la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), pero cuando refiriéndose a los inmigrantes un andaluz me dice “les curamos en Tarifa para luego alimentarlos en Euskadi”, no me molesta sobremanera este cierto quijotismo. Tal vez sea una inversión en esperanza, en que esa mayoría que no defraudan aporten calidad a nuestra sociedad. Tal vez con la esperanza que lanza el biólogo Lior Pachter quien sostiene que lo más parecido genéticamente al “humano perfecto” es una mujer portorriqueña debido a la herencia unísona española, africana y taína. Pero no sólo por la genética, pues según el doctor Joaquim Valls, “los genes son responsables, a lo sumo, del 50% de lo que nos sucede”, por lo que nos queda un amplio margen del 50% para mejorar.

Ya sabemos que los inmisericordes mercados mandan con frialdad; que la desesperación de no tener medios básicos de subsistencia pueden empujarte a empotrarte contra la sede de pp-culpables; que hay quienes se embolsillan a manos llenas mientras otros las tienen vacías hasta de lo más necesario; que la justicia se ensaña con lo que deben unas monedas y se la cogen con papel de fumar al tratar con los grandes defraudadores…, pero siendo esto verdad, ante ello no podemos ser alexitímicos que tras la exposición a alguna situación traumática quedan faltos de empatía e incapaces de detectar las propias emociones, hasta el punto de llegar a ser conformistas sociales.

Nos queda la esperanza, sea en la lotería, en un feliz santotomás o en unas navidades gratificantes con la familia y por qué no en un Año Nuevo nuevo de verdad.

 ¿Por qué no han de sentirse satisfechos ese 54% de vascos? Si la realidad es dura quizá la única defensa real sea la no menos real propia felicidad. ¿Por qué no? Más aún si hoy les toca algo de lotería; y de no ser así, siempre queda ser felices por nuestra salud.

Perros verdes

En 2010 en Brasil nació un perro verde al que nominaron “Hulk” y este junio en Laguna de Duero una podenca parió dos también verdosos. Sea biliverdina extravasada de la placenta o alguna infección vírica/bacteriana, la realidad es que la castiza expresión de lo imposible “perro verde” ya no es un absoluto.

El viernes en supermercados y grandes superficies podían observarse aglomeraciones especialmente más abundantes que otros viernes. Causante, el caprichoso calendario mix cívico-religioso con tres festivos seguidos. Y cuando esto ocurre salta siempre el pestillo controlador del horario comercial enfrentado a los intereses comerciales-laborales y económicos.

Obligados por la ley estatal que regula los horarios comerciales, en 2015 todos los comercios bilbaínos enclavados en Abando-Indautxu-Garellano, el Casco Viejo y Deusto tendrán libertad para abrir domingos y festivos de 1 de julio al 31 de agosto por considerarse “zonas de gran afluencia turística”. La medida, protestada por patronal, sindicatos y consumidores, es defendida por el ayuntamiento, pues de no haberlo regulado la ley afectaría a todo Bilbao.

El Botxo acogió este verano el mundial de baloncesto. Numerosos visitantes, entre ellos 14.000 finlandeses, se encontraron con el comercio cerrado el fin de semana. Ante esta decisión de los comerciantes bilbaínos de mantener cerrados sus comercios, el alcalde de Bilbao Ibón Areso fue muy crítico y lamentó que los bilbaínos/as fuésemos los “perros verdes” del merchandising  y del shopping.

En la otra esquina del ring se sitúa Bittor Lizarribar, presidente de Euskaldendak, “no acepto la  liberalización”. Razones, “no crea empleo”, “reduce la oferta a unas pocas firmas” y “lo rechaza el 70% de los consumidores”.

Es posible que este fin de semana haya quienes se desplacen a hiper-supermercados de otros lares, por ejemplo de Iparralde, donde siendo laborables el comercio es más atractivo, ¿pero serán tantos como para compensar que dejemos de ser verdes? Me gustaría saber cuántos “quienes” vizcaínos/alaveses/gipuzkoanos han hecho este desplazamiento a territorios limítrofes para  comprar lo que aquí podrán adquirir el martes, es decir “mañana”.

Los datos de actividad laboral indican que las grandes cadenas/firmas destruyen empleo neto y que la mayoría del que genera es provisional cercano a minijob basura; además, esta liberación horaria solo beneficia a las grandes superficies que pueden jugar con la movilidad de sus empleados.

Además, los trabajadores del comercio también tienen derecho al asueto del findesemana y a disfrutar en familia, ¿o acaso la conciliación familiar es para currantes lunesvierneros?

No me importa en absoluto ser perroverde comercial, porque aunque “perro verde” continúe siendo expresión válida, los cachorritos recobran a las pocas semanas su color de podencos.

Todos somos un poco Nicolás

Francisco  Nicolás, el “conseguidor”, copa primeras planas; su mérito, haber estafado/engañado y timado durante mucho tiempo a muchos que creían utilizarle a él.

Ante el éxito comercial del Black Friday y Cyber Monday (hoy mismo) cabe recordar que según un estudio de la compañía de protección de marcas online MarkMonitor, uno de cada seis productos adquiridos estos días, con sustancial rebaja, es falsificado.

Hace unos años leí en un periódico el anuncio de un producto que me interesaba a un precio también interesante: sesenta pesetillas… hasta hoy. Como a mí timarían a otros/as muchos. Pero la mayor estafa no fueran las pesetas timadas, sino que a pesar de mi/nuestra denuncia el anuncio continuó publicado en ese medio durante semanas, quedando camuflado como engaño inaprensible entre el marketing, porque el periódico sí cobraría el anuncio.

Desde entonces tiendo a pensar en la estafa no como delincuencia unívoca sino como modo de vida recíproco instalado entre nosotros. ¿Y por qué no? Me pregunto ante el rubor de algunos honestos, si al final tras ser desenmascarado y pasada la vergüenza inicial se quedan habitualmente con lo estafado e incluso más. Matesa, Filesa, rescates bancarios, Urdaingarin/Crsitina, Gürtel/Bárcenas, tarjetas black, preferentes, falsas revistas policiales … y un largo etcétera de estafas/timos/engaños públicos, aunque los privadillos no se quedarían atrás: enchufes, astillas,

¿no presumimos de que conocer a éste o a ése otro para pasar u obtener un beneficio…? vamos, que la estafa, estafilla o con lo queramos denominar, está más que instalado en nuestra genética y sólo hace falta la oportunidad para que nuestra epigenética lo manifieste.

Chalé y coches lujosos, alterne con la crème de la créme, fastos públicos, besamanos del rey,… todo regalado, no es mal plan; la realidad es que a la mayoría también nos gustan los pequeños caprichos que se permitía el pequeño Nicolás, al que ahora en alto llaman estafador, pero a quien por dentro comprendemos bien desde nuestro propio Nicolás interno. Sólo le falló la vanidad de querer aparecer en público, porque si no todo seguiría discretamente igual.

Algunos, pocos, controlan su propio Nicolás con su probada honestidad, pero la mayoría no defraudan/estafan o timan simplemente porque no saben/no pueden o no tienen la oportunidad. Y si no, recuerden la honradez socialista-1982 hasta que les pusieron a guardar los dineros y se llevaron hasta las pensiones de los huérfanos de la Guardia Civil. Vamos, que menos ladridos plañideros contra este timador desenmascarado, porque entre nuestros apellidos opacados alguno seguro es Nicolás y porque el tamaño del timo no desdice que lo sea.

Condenada por ser mujer

La importancia de llamarse Jon o Jone. Oficialmente 51 mujeres han sido asesinadas bajo el epígrafe “violencia de género” en lo que va de año; 82 según la Federación de Mujeres Progresistas.

En África, mutilaciones genitales (140 millones y 3 millones más a la espera de sufrir ablación u obliteración del clítoris); en el sureste asiático el turismo sexual, la esclavitud, trata y venta de niñas; en Afganistán, los talibanes no les permiten acudir a la escuela; en India cada cinco horas una mujer es quemada viva por la dote; en China e India, aunque prohibido, se practican abortos selectivos de futuras niñas y matrimonios forzados (70 millones en el mundo); en ciudad Juárez-México el feminicidio es cuasi impune; en EE.UU. cada ocho segundos una mujer sufre una agresión sexual. Es el puzzle del horror por ser mujer: una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual por su pareja, un 7% han sufrido un asalto sexual en algún momento de su vida. Asesinadas, violadas, explotadas o mutiladas en pleno siglo XXI, mujeres víctimas por su condición sexual. Mal de todas no es consuelo para la violencia propia: explotación sexual de mujeres africanas, suramericanas, mujeres asesinadas en países civilizados a manos de sus parejas, víctimas de una violencia de género incesante.

¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI se sigan cometiendo tales atrocidades contra la mujer? Hace poco escuchaba (lo sostiene el 20% de adolescentes andaluces) que si las mujeres se quedaran en casa eliminaríamos muchos de estos problemas. Para estos la violencia específica de género serían crímenes de celos que se atajaría simplemente con la ley penal. Pero ni código penal, ni leyes de igualdad, ni ley contra la violencia de género parecen atajar la sangría de asesinatos ni reducen otras formas de violencia específica contra la mujer. Negarlo es meter la cabeza bajo la almohada.

Según los entendidos no hay varita mágica para eliminar esta violencia de género, que sólo será posible lograrlo involucrando en un cambio profundo vía educacional de actitudes y comportamientos a mujeres/niñas y hombres/niños de toda edad y origen, algo que podría lograrse en menos de una generación si se acepta que las medidas penales son insuficientes y se adoptan medidas tajantes contra la desigualdad, origen primordial de la violencia. Porque la prevención da mejor resultado que la porra, no sólo mañana, sino todos los días en activismo permanente contra la violencia de género. Seamos agentes ellos/ellas activos contra esta violencia, porque no es sólo un problema social, sino además práctica peligrosa, insalubre y nociva para víctimas y verdugos.

Males sistémicos

Uno de cada cuatro adolescentes andaluces cree que la mujer debe estar “en casa con su familia”. Vamos, que su meta profesional, sin elección, debe ser “sus labores”. Es una de las conclusiones del informe Andalucía Detecta del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) planteado a estudiantes de 3º/4º ESO. Seguramente sea similar en otras comunidades.

Sistémico, perteneciente a la totalidad de un sistema. Es la primera acepción del diccionario. Con nuestra ración cotidiana de gota malaya de corrupción económica/clientelar/patriótica cayendo inmisericorde sobre nuestras cabezas (y bolsillos) se ha encontrado un chivo expiatorio idóneo (ganado a pulso) en la clase política, “casta” pero no precisamente honrada. No son los únicos, pero nos lo están haciendo pensar, pasando por alto que empresas, funcionarios, autónomos, en las relaciones comerciales… está tanto o más presente que en política, con la diferencia nada desdeñable de que aquí se corruptores/corruptos juegan con dinero público. Aunque algunos quieran circunscribir elchorizeo a personas concretas, parece claro que tiene raíces sistémicas profundas.

En 2013 hubo 57 víctimas de agresiones sexistas, mayoritariamente mujeres, y en noviembre-2014 ya son 47. Podemos decir como en la corrupción que es cosa de delincuentes concretos, porque evidentemente los entes abstractos no delinquen, pero ambas trapacerías se larvan en criterios sexistas enraizados en la sociedad, cuando menos preocupantes. Porque estos adolescentes dentro de nada adultos, no sólo ven a la mujer nacida con/para la fregona, sino sosteniendo que «no es propio de los hombres ocuparse de las tareas del hogar»; en lógica consecuencia un 10% opina que es el hombre quien debe tomar las decisiones importantes en la pareja; tan obvio como para que un 20% vea a la mujer más débil que el hombre y en consecuencia hasta la mitad de estos jóvenes (ellos/ellas) crea que la mujer aguanta “mejor” la violencia de género. Con estas premisas extraña poco que un 61% de las jóvenes hayan sido víctimas de violencia machista vía móvil/redes sociales y que un 25,1% admitan ser controladas por su pareja a través del móvil. 

De este sistema de poder establecido en la mente de los/las adolescentes a los casos concretos de violencia de género en sus diferentes grados sólo hay un paso.

Mutatis mutandis con quienes piensan que la corrupción es algo puntual y personal; si sólo se ataja la violencia de género como puntual (la guinda del pastel) y no como un mal sistémico de poder mal compartido, produce escalofríos pensar en los asesinatos evitables y otras violencias contra las mujeres que se producirán en próximas décadas. Igualicoigualico que con la corrupción, corruptibles, corrompedores y corruptos.