Diseñador de órganos

ORGANOSHACE unos días comentaba entre risas con una amiga de facultad como corríamos entonces divertidas tras los chicos. “Sí, ya recuerdo”,me dijo, “lo que no recuerdo es por y para qué”.

Un 76% de los jóvenes que estudia Secundaria en Euskadi confiesa que no sabe qué estudiar. La mayoría quiere ir a la universidad, pero no sabe muy bien a estudiar qué.

Paseando por las calles de Bilbao me topo con un grupo de estudiantes cargados de apuntes. “Estudiando en día de fiesta”, le pregunto curiosa a una. “El miércoles comienzan los exámenes de Selectividad”, me responde sin perder el ritmo camino de la biblioteca para conseguir mesa en este inhabitual hervidero de efervescencia neuronal juvenil. Están nerviosos y hasta estresados por un examen que no debería quitarles mucho el sueño si nos referimos a la historia estadística, pues lo supera el 95%. En realidad no les preocupa aprobar, sino la nota que les escalone en la elección de estudios. Vamos, con un 76% en indecisión, la mayoría elegirán casi en cata a ciegas o, más probable, serán elegidos por el escalafón.

Me alegra la reducción del paro. Es buena noticia… Hasta setiembre, cuando se despida estacionalmente a camareros, limpiaplayas, socorristas, camareras de hotel… y otros oficios ligados al turismo, porque ya no tengan a quién poner un café o hacer una cama… Hasta la próxima andanada festiva. O hasta que vayan siendo sustituidos paulatinamente por robots. Ya vivimos cotidianamente con robots, pero como todavía la mayor parte son máquinas sin aspecto humano pasan desapercibidos, hasta que les veamos dirigiendo el tráfico, ayudando a un anciano o recogiendo espárragos. Entonces puede que el ciclo laboral empiece a romperse, y digo empiece, porque conforme vaya incrementándose esta convivencia con robots, tendremos recepcionistas, taxistas o robotdependientes en tiendas autónomas como quiere Amazon Go… y entonces desaparecerán muchos empleos o deberán transformarse. ¿No tendríamos que formar a los jóvenes para adaptarse a ellos? Por ejemplo, si Maite quiere ser diseñadora de órganos, la duda es cómo ayudarle a decidir: ofertarle medicina general pero con cocimientos de genómica y bioimpresión 3D o crear Diseño de órganos como nueva carrera. Si Jon quiere dedicarse a ciberseguridad, ¿debe estudiar abogado con un máster en Cibernética? o ¿deberíamos crear en Derecho la nueva especialidad de Ciberseguridad?

Una arqueóloga conocida ha realizado en Estados Unidos un máster sobre fenoles para entender mejor los yacimientos. Tal vez esta flexibilidad sea el camino. No necesitamos tanto una universidad que sea fábrica de personas muy especializadas, como una institución que forme en la flexibilidad de aprender a aprender y en la versatilidad del reciclaje hacia profesiones punteras. Para las actividades especializadas repetitivas ya tendremos a los robots.

No sé si a los alumnos que pasado mañana hagan la selectividad les estamos indicando el hacia dónde y para qué.

Lo digo aunque solo fuera para que Maite diseñe cuanto antes su primer órgano y veamos disminuir rápidamente las listas de espera.

Talento

talento
Las aguas industriales del acero bajan turbias, muy revueltas. En Sestao, Beasain, Amurrio, Basauri, Bergara… y en toda Europa (en Inglaterra y Escocia, TATA regalará lunes al sol a miles de trabajadores) pintan bastos ante la competencia china que tildan de dumping y desleal. De los 7.500 operarios de hace cuatro/cinco décadas en AHV hasta los precarizados 300 actuales de ACB, ¿caminamos hacia la nada en el futuro cercano del acero vasco/europeo?

El paro en España es elevadísimo (en Euskadi no tanto el global pero sí entre los/as jóvenes); incluso en los buenos momentos difícilmente bajaba del 12-15%, sumado a la propia precariedad trabajo. Parece claro que es algo estructural, nada esporádico, ni puntual ni pasajero.

Esta Semana Santa los medios nos han vendido como bálsamo de Fierabrás la ascendente entrada de turistas, también en Euskadi. Me alegra por la hostelería/hotelería, pero para el futuro del país me parece más remedo que solución. Porque por este camino y mientras la inestabilidad en otros países empuje al turista hacia aquí, podemos fácilmente llegar a convertirnos en balneario, solana y bar de copas de Europa. Porque mientras se contrata temporalmente a muchos camareros/as, los jóvenes mejor formados no encuentran trabajo en su especialidad, trabajo que sí les ofrecen en otros países que apuestan por su talento. Tras gastarnos una fortuna en su buena preparación, ingenieros, médicos, bioquímicos, informáticos, profesores, diseñadores… encuentran las puertas abiertas, de aquí para salir y de allí para entrar. Hacemos negocio redondo, ¡puf!

Según la Fundación Cotec para la Innovación Tecnológica la desinversión en I+D+i desde 2008 hace que hoy estemos peor que en 2003 en inversiones para innovación con respecto a países del entorno.

En un mundo global, la mano de obra se desplaza fácilmente; los robots nos sustituirán en las actividades mecanizadas y los recursos se pueden transportar con relativa facilidad. Pero el talento no. Con mucho dinero puedes montar en pocos meses un laboratorio de tecnología punta con el último aparataje, pero preparar a sus operarios se necesita años/lustros/décadas… Y no creo que aquí se haya tomado la decisión de seguir este camino. No podemos emular el sistema estadounidense de universidades especializadas ni de comprar a otros el talento ya preparado; pero tampoco seguimos el modelo finlandés que mima su escuela primaria, ni el inglés o el francés que se esmera e invierte en su secundaria. Además, si la inversión pública en talento investigador es raquítica, a la iniciativa privada parece que le produjera salpullido. Podríamos imitar la inversión multimillonaria en talento futbolístico, ¿no?

Pero en Aberri Eguna, Navidad o verano a los vascos y foráneos que emplean su talento en otros países podremos servirles unos pintxos fantásticossi ese año deciden visitarnos.

Anatomía de la codicia neoliberal

LA riqueza material es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da» escribía Schopenhauer, y enfrascados en el viejo neoliberalismo la sed insaciable se combate bebiendo más agua salada. Al menos así lo entienden un grupo de escritores, catedráticos, sindicalistas y juristas que han hecho un llamamiento a la izquierda social para unir fuerzas contra el neoliberalismo y animar a la ciudadanía a «entrar en acción» bajo el combativo lema: «¡Hay que hacer frente al abuso!» Con cinco millones de desempleados/as y una galopante economía sumergida, falta de financiación, recorte de sueldos y pensiones públicas, retraso de la jubilación… es difícil no estar de acuerdo en que se recurra al Común-Pueblo como medio de solución definitiva. Suena bien la música urgiendo al despertar de la conciencia pública de las «víctimas de esta situación» para que pasen a la acción conjunta; es válida su denuncia de las amenazas sobre la democracia, la Justicia, el medio ambiente, el bienestar social y los abusos que se cometen contra trabajadores, pequeños-medianos empresarios/as, parados y pensionistas; porque los buenos argumentos no bastan, está bien instar a la acción de forma coordinada, reclamar a toda la ciudadanía que abandone el silencio y la desunión; quién se negaría a reclamar contra la exclusión, el paro, la pobreza extrema, desahucios y la violencia de género.

Pero me pregunto si esta proclama de combate solidario en común va dirigida a personas tipo la taiwanesa Ching que se casa consigo misma porque es quien mejor defiende sus propios derechos; o si se dirige a los seis millones de single o impares (46 millones en Europa), de los que el 60% hace gala de individualismo e independencia personal absolutas bajo la máxima de «la vida es para vivirla de uno en uno», aunque beban-fuman más, tengan peor salud y vivan menos años que los emparejados «en colectividad». Se está a favor del reparto justo y equitativo de la riqueza y de los derechos laborales dignos para todos… pero bajo el prisma individual neoliberal, en modo alguno colectivo ni socializador; porque es difícil obviar que a la realidad neoliberal actual se ha llegado bajo gobiernos socialdemócratas a los que han apoyado todos los firmantes de este manifiesto. Seguramente tienen buena intención, pero es comprensible que alguno/a sospeche que los del grupo de la proclama tan solo buscan seguir disfrutando de los privilegios obtenidos.