BIAAF, moda desde Bilbao hacia el mundo

El pasado lunes, 15 de abril, tuve la satisfacción de asistir en el centro La Perrera, en Bilbao, a la presentación de los 30 finalistas del IX Concurso Internacional de Diseño de Moda Bilbao que organiza BIAAF-Bilbao International Art & Fashion.

Y digo satisfacción porque este concurso bianual se celebra en Bilbao, en Euskadi y para llegar a estos treinta finalistas se ha partido de 1.409 inscritos representando a 91 países, la mayoría europeos, pero también un 15% asiáticos y un 10% de América.

Estos datos sitúan a Bilbao como un escaparate de moda internacional que tendrá su punto más álgido el próximo 25 de junio, cuando se realice una exposición de los trabajos finalistas y se entreguen los dos premios de esta edición.

Esta misma semana se han publicado los datos sobre las Comunidades Autónomas por su nivel en la formación, retención y atracción de talento, un ranking en que la Comunidad Autónoma Vasca ocupa el segundo lugar, solo por detrás de Madrid.

Miembros del jurado e integrantes de BIAAF, en el centro La Perrera, en Bilbao.

Es precisamente este aspecto el que más me gusta apreciar y destacar mirando a la moda. Es demasiado frecuente que observemos a la moda como algo meramente estético, y quizá como exponente de talento creativo, pero lo que pudimos ver el lunes es que BIAAF, potenciada por la Diputación de Bizkaia, el Ayuntamiento de Bilbao y BBK Fundazioa, representa mucho más que estética y está convirtiendo a Bilbao en un polo de atracción en todos los aspectos relacionados con la moda. Y la moda es mucho más que lo Fashion, es un cúmulo de diseñadores/as regalándonos talento, creatividad e innovación, haciéndonos caminar del pasado hacia la vanguardia del vestido y del calzado y por extensión del conjunto de nuestra imagen.

Todo ello arropado en un ambiente de investigación, de alto rendimiento y sin olvidar que la sostenibilidad es el camino más seguro de la moda. Estas sinergias hacen de la moda mucho más que pura estética, elevándola a categoría industrial con un impacto de primer orden en nuestra economía.

Motor y atracción

Todo esto forma parte de ese ranking que eleva a Euskadi a primer plano como motor y atracción del talento. Los 1.409 inscritos ya de por sí son un dato elocuente, pero su impacto aún es mayor cuando se tiene en cuenta que un tercio de los aspirantes se han formado en algunos de los 20 primeros centros del ranking mundial de la moda. Por ejemplo, en Parsons y FIT de Nueva York o en Central Saint Martin’s de Londres o ESMOD de París o Polimoda de Florencia o el Instituto Marangoni de Milán o la Royal Academy of Ffind Arts de Amberes, que pasa a tener a Bilbao como un igual de referencia en moda.

El certamen bianual alberga premios al diseño de prendas de vestir y de accesorios.

La presencia de alumnos/as de estos famosos centros en el concurso de BIAFF no hace sino demostrar que Bilbao es un atractivo escaparate para la moda internacional, donde podemos ver modelos de Alemania, Bélgica o España pero también de Japón, de Perú, de Taiwan o de Reino Unido y así hasta de 91 países en un elenco que edición tras edición va aumentando en cantidad, pero sobre todo en calidad. Porque este certamen bianual de diseño va dirigido a jóvenes diseñadores de 18 a 35 años que pueden optar a dos categorías de premios, al de diseño de prendas de vestir y al de diseño de accesorios

Generar sinergias

El premio en metálico de 10.000 euros es un buen acicate, pero mucho más valioso que lo metálico es que a los premiados la organización de BIAFF les coloca en un escaparate privilegiado que irradia a decenas de países. En este sentido, se están cumpliendo los objetivos que ya en la primera edición nos adelantaba su presidenta María Victoria Cañas y otras alma mater como Charo Álvarez o la diseñadora Mercedes de Miguel. Porque este concurso internacional forma parte de un proyecto pionero que entiende el diseño como motor de desarrollo económico, pero también educativo y social, que proyecta un Bilbao con vocación internacional capaz de generar sinergias entre creadores jóvenes y el sector industrial, en el que el apoyo de empresas, universidad y otras instituciones forman un holding vinculado a la moda generador de grandes beneficios culturales, sociales y económicos.

Reencuentro con la diseñadora Miriam Ocáriz.

La proyección que da este concurso a los 30 finalistas y, sobre todo, a los dos ganadores, no es algo de pasarela efímera, sino una apertura de las puertas en su camino hacia las grandes firmas con reconocimiento internacional, es decir, una pasarela sostenida para que su talento como creadores y diseñadores siga creciendo e innovando, incentivando una economía viva.

Que sean jóvenes los premiados permite esperar que los contactos profesionales y la red de sinergias que genera BIAFF vayan a más, permitiéndoles un aumento de oportunidades de desarrollo de negocios sostenibles.

Un placer compartir momentos con Mercedes de Miguel

Proyección internacional

Cuando asistí al acto no podía dejar de pensar en la idea clave de que BIAFF trabaja desde lo local con proyección internacional, lo que indefectiblemente está potenciando un diseño local bilbaino/vizcaino/vasco cada vez más emergente.

Como en todos los ámbitos industriales y económicos, la confianza, la colaboración, el saberse conocido y sentirse reconocido permite y empuja a una proyección del todo necesaria. Del mismo modo que Bilbao está siendo cada vez más una ciudad de cultura, gastronomía, historia, literatura y patrimonio, BIAFF esta haciendo que también sea una ciudad de diseño y moda. Una ciudad que forma parte de las ciudades creativas de la Unesco por su compromiso con las industrias creativas y potenciadoras de sinergias que unen, en este caso la moda, con todo el conjunto de retos culturales, tecnológicos y de innovación que benefician al conjunto de la sociedad.

Si el lunes fue todo un placer la presentación de los finalistas, estoy segura que el 25 de junio Bilbao será una auténtica jornada de moda cuando se entreguen los premios de la BIAFF.

El sueño de Bilbao

SI el Bilbao de hace dos décadas y su entorno fueran una persona no sé lo que soñaría hoy día, acaso que ella misma es el sueño.

Recuerdo las estaciones de autobuses desperdigadas por todo el Botxo y tener que coger un autobús en Henao para ir a Vitoria-Gasteiz, otro en Autonomía (antes Gregorio Balparda) para hacerlo a Villarcayo y otro en la plaza de la Encarnación para acercarme a Ondarroa. Por eso, cuando el pasado viernes veía las colas de curiosos y usuarios en la nueva estación intermodal de autobuses, “más parece un aeropuerto” decían, me impactó este nuevo cambio como otra muestra más de la velocidad a la que se trasforma Bilbao. Me imagino que cuando desde el mismo lugar se acceda al AVE (si termina volando hasta la Villa), estaré aún más impactada.

Ya no puedo ver romper como lo hacía de niña las olas bravas de mar abierto en el espigón de Santurtzi y a lo lejos en el exterior del puerto, Zierbena. Ni pasar todos los días de Portu a Las Arenas y viceversa sin turista alguno maravillándose de la estructura férrea del ingeniero Palacio;ni las largas colas esperando en el puente de Deusto;ni los humeantes Altos Hornos en Sestao y Barakaldo y las botaduras en los astilleros Euskalduna de Bilbao o Celaya bajo el actual puente Rontegi…

Pero mi nostalgia no añora en exceso el pasado y cuando fui testigo del acuerdo para traer el Guggenheim a Bilbao firmé mis crónicas posicionada a favor, mientras muchos y muchas que ahora sacan pecho pensaban que era un despropósito, una bilbainada sin futuro alguno. Por eso me alegro de su éxito y de que se celebran eventos internacionales como las finales europeas de rugby, el encuentro The World’s 50 Best Restaurants, la Vuelta Ciclista a España, los Premios Europeos de la Música MTV EMA 2018 y otros muchos actos de atracción mundial. Hasta la selección española de fútbol jugará tres partidos de la próxima copa de Europa 2020 en San Mamés con polémica incluida;y aunque me importe un comino el balompié y prefiriera a la selección de Euskadi, tampoco hago ascos a que el tirón del balón deje sus buenos dividendos en el Botxo. Todos parecen querer venir a Bilbao y si invitas a un amigo/a comprobarás que acepta encantado. Bilbao tiene duende con nuestras calles llenas de turistas (o visitantes), admirando a Puppy y el titanio del Guggy, fotografiándose junto al Bizkaia zubia, ascendiendo a Gaztelugatxe o deambulando entre un buen surtido de pintxos por el Casco Viejo.

Pero disfrutar de este sueño de “oasis económico-social vasco” no puede ocultarnos la otra parte del espejo, las 334.000 personas en exclusión social en Euskadi con 90.000 como “sociedad expulsada” en situación crítica. Todavía no somos Venecia, ni Amsterdam ni estamos copados como Baleares o Barcelona, pero en nuestras zonas “turistizadas” los precios de restaurantes y comercios se han disparado, la vivienda es inasequible para el joven autóctono y se me hace raro solicitar vez para subir al puente colgante o visitar San Juan de Gaztelugatxe… Bienvenido sea el campeonato de Europa y demás eventos con sus beneficios, pero que no sean la gallina sobreexplotada de los huevos de oro, porque del sueño podríamos pasar a la pesadilla.nlauzirika@deia.eus