Marcha atrás

LA Ley internacional prohibe vender armas a países que las utilizan en guerras ilegales, caso de Arabia Saudí contra Yemen. España cumplía la ley impidiendo la venta de cuatrocientas bombas… pero dará marcha atrás y permitirá su venta para no poner en peligro el contrato con Arabia de las cinco corbetas que se fabrican en Cádiz y dan trabajo a seis mil personas. ¿Para qué necesitamos la ley?

Si un ciudadano/a homosexual de la India denunciaba una violación corría el riesgo cierto de ser detenido. Las historias de acoso, extorsión, violación, abuso y persecución son tan dramáticas como conmovedoras. Esto teóricamente ya no debería suceder, porque la Corte Suprema de India ha anulado el “irracional, indefendible y manifiestamente arbitrario” artículo 377 redactado en 1860 que prohibía y penaba el sexo homosexual, incluido el consensuado. Tras esta sentencia las personas gays tienen ahora legalmente derecho a todas las protecciones constitucionales de la ley india y cualquier discriminación basada en la sexualidad sería ilegal. ¡Hurra! Celebro desde mi postura heterosexual, porque coincido con los jueces indios en que la homosexualidad es “natural” y que la Constitución india no puede ser “letra muerta” sino evolucionar con el tiempo. Pero… aunque muchos salgan del “armario” y los trans/lesbianas/gays sean algo mejor aceptados, en la India, especialmente en el medio rural, el comportamiento íntimo sigue criminalizado y la vergüenza desalentará a manifestarse tal como son. Triste, pero que la ley exista no garantiza necesariamente que triunfe en la calle.

Últimamente se ha comentado la propuesta de reducir la velocidad máxima de circulación en carretera. Circulaba por autopista hace unos días y yendo a 120 km/hora me pasaban más del 90% de los coches, incluso algunos camiones y autobuses. Hace un par de años ya anochecido viajaba de Toledo a Ávila respetando todas las señales de velocidad, suponiendo que marcan el máximo permitido;pasado El Barraco los guardias civiles me pararon y muy amablemente me preguntaron si me sucedía algo, “porque circulaba muy lenta y estaba haciendo cola”. Sigo preguntándome si merece la pena reducir velocidad si no se va respetar.

A pesar de la ley de memoria histórica y 40 años de democracia de “transición modélica borbónica”, alias “Billy el niño” cobra pensión extra por torturador, mientras los torturados por él ni tan si quiera son consideradas como víctimas. ¡Carajo de ley y memoria histórica!

La ex amantísima Corinna barragana del campechano/mujeriego/comisionista Juan Carlos I, ha desvelado sucesos de testaferros y prevaricación ilícitos. A velocidad de relámpago un juez encausa a la denunciante y a otros denunciados, pero decreta que el mata-elefantes es inviolable. ¡Tendremos que agradecerle que no nos mate a todos como hizo con su hermano! Porque a él nadie le puede juzgar. ¿Por qué la constitución declara a todos iguales ante la ley?

Pero para marcha atrás social lo que he podido ver y palpar en Hondarribia este fin de semana. Todo un alarde de intransigencia. Hace 23 años que la compañía mixta desfila el 8 de setiembre entre plásticos negros, espaldas, pintadas, carteles despectivos, tensión, insultos, amenazas y hasta agresiones… ayer mucho peor que hace veinte años. El rechazo social continúa porque alguien caldea este horno. ¿Para qué leyes de igualdad y pronunciamientos institucionales que no se cumplen? Me imagino que nadie querrá dar marcha atrás hacia el enfrentamiento real de 1638.

Igualdad e indiferencia

La igualdad entre hombres y mujeres sigue siendo un desiderátum, tal vez algo más cerca de alcanzar que ayer, pero aún muy lejana.

EL viernes en Canal Sur un presentador protagonizó en directo un lamentable desprecio “machista” al recortar con unas tijeras la falda a la copresentadora a pesar de las protestas y reproches de esta. Risas de fondo, como si fuera un chiste.

Podría ocurrir que con tantos-tantos eventos transcendentes que acontecen ante nuestros ojos (Corea, Catalunya, Siria, paro, corrupción popular generalizada…), olvidáramos que otros de fondo no menos importantes, pero que por ser más continuados y menos estridentes pasan cuasiinvisibles por no noticiable. Entre ellos la igualdad real de oportunidades mujeres-hombre.

Normal ver la desigualdad cuando son noticia 70 mujeres asesinadas/año por compañeros o ex, tanto como los acosos/sevicias/maltratos y los miles de denuncias y sentencias. Pero es más difícil apreciar que existe desigualdad en otros ámbitos sociales, por ejemplo en las fiestas. Personalmente no desfilaría en un alarde militar ni de soldaditos de plomo; sin embargo, desde hace veinte años asisto a los festivo-militares de Irun y Hondarribia, porque cuando la tradición se empecina en cabalgar a lomos de la desigualdad es necesario que transformemos la historia para todos/as. Simplemente porque hay mujeres que sí desean ser copartícipes activas de la fiesta como escopeteras,… y no les dejan. Así que privatizaron el alarde para no tener que cumplir normas de igualdad ni requerimientos de Emakunde o del Ararteko: mi fiesta “betikoa” es privativa y que las escopeteras que se lo monten por su cuenta, dijeron. Cuando así lo hicieron los/las de la compañía Jaizkibel les levantaron plásticos negros para enchiquerar el desfile mixto. Cierto, frente al negro rechazo inicial la relación este año se ha suavizado, ya no ocultan sus rostros tras los plásticos, ni se escuchan insultos despectivos hacia las escopeteras, tan solo algunos silbidos, pero sin necesitar como otros años la protección policial. Al final tristeza con constatación de continuidad en la desigualdad, lamentos de emakunde /ararteko por no ser escuchados… y aquí paz y después gloria, porque el interés social por la igualdad es escaso: predomina la indiferencia o ¿se da por conseguida?

Igual ocurre, y es más grave, en el trabajo. Esta misma semana han despedido a una joven al quedar embarazada: ¡es injusto e ilegal! Sí, pero aunque justificaron de otro modo el despido, ocurrió justo al enterarse del embarazo.

También en la red; como le ha sucedido a Inés Arrimadas, a quien le han deseado una violación en grupo. Será mi antípoda ideológica, pero la defenderé siempre ante tales ultrajes machistas, aunque provengan de una mujer. Lo malo, solo ha trascendido porque es conocida.

También en la administración pública, teóricamente defensora de la igualdad; vean la foto oficial de la apertura del año judicial: el rey con doce magistrados, todos hombres, aunque el 52% de la judicatura sean mujeres. Resumen: la justicia-femenino; el poder judicial-masculino.

Sin exagerar un ápice puede concluirse que la igualdad entre hombres y mujeres sigue siendo un desiderátum, tal vez algo más cerca de alcanzar que ayer, pero aún muy lejana. Con tantos asuntos de los que ocuparse ¿podrá ser el XXI el siglo de la igualdad? Difícil mientras el umbral de indiferencia ante la desigualdad sigue elevándose. ¡Quién fuera epiceno!

Normalidad doliente

VEO, escucho y leo las informaciones sobre el alarde de Irún y todas destacan su normalidad. En matemáticas la normalidad es aquello que más ocurre. Sigue habiendo dos alardes, ¿normal?; uno tradicional con solo hombres-soldados y otro alternativo mixto, menos numeroso y menos seguido. Con comentarios nada respetuosos del delegado del Gobierno Central sobre el ejército mixto, ¿normal? Y al final del mismo, recepción oficial del alcalde en el ayuntamiento, pero solo a los representantes del tradicional, me imagino que porque en el mixto hay mujeres escopeteras.

Sé que en nuestra sociedad se dan tantas muertes estériles y violentas como evitables, como las 169 entre enero-abril en accidentes laborales. Pero sin quitar un ápice de dramatismo ni a una sola muerte violenta, conviene recordar que desde 2004 cuando entró en vigor la ley contra la Violencia de Género, casi 900 mujeres han sido asesinadas bajo violencia de género, o mejor violencia machista, con sus secuelas de familias destrozadas e hijos/as huérfanos; la cifra supera los asesinados por ETA en sus cincuenta años de existencia; ni una sola provincia está excluida, ni un solo mes está en blanco y eso que tan solo se contabilizan los feminicidios en una relación sentimental.

Cada día hay 426 denuncias por violencia de género; aumentan las denuncias (20% entre enero-abril), las órdenes de protección y las condenas por maltrato (7 de cada 10 juicios acaban en condena); en el registro de víctimas de violencia machista figuran 38.000 mujeres, 20% más que el año pasado. La cita de datos dramáticos es interminable.

Han incrementado en 6 millones el presupuesto para hacerla frente y cuatro compañías de móviles han acordado que las llamadas al 016 no dejen rastro. También las farmacias informarán si detectan casos de maltrato. Bien, buenas noticias, pero el aumento de asesinatos sigue siendo la normalidad.

Tan normal como que la comisión del Parlamento para un pacto de Estado contra la violencia de género se haya dado una nueva prórroga, y van tres, para alcanzar un documento consensuado, algo bastante complicado-improbable. En primer lugar porque no coinciden ni en el nombre del problema: para unos, violencia de género (solo en el ámbito de relación sentimental) y para otros, violencia machista (en cualquier ámbito); por supuesto tampoco en el presupuesto; y parece poco probable la coincidencia en la regulación de la prostitución y de los vientres de alquiler (maternidad subrogada), temas relacionados.

De modo que esta normalidad del enfrentamiento político puede que siga haciendo normal que se mantengan al alza el maltrato y la violencia machista. Hasta es posible que no sepan por donde atajarlo, pero no lo quieran reconocer.

Al menos Soledad Becerril, defensora del pueblo, lo tiene claro “No sé cuál es la solución a la violencia machista”. Tal vez sea esta franqueza la única certeza. Tristísima certeza normalizada del inexorable e inevitable próximo asesinato machista, tan normalizado como un alarde de primera y otro marginado por las autoridades.

Batallas y alardes

 

ALARDEResulta curioso que los humanos actuales digamos repudiar la guerra, al menos en pomposas declaraciones públicas, pero fabriquemos más armas que nunca y sigamos celebrando con gran alarde guerreador las remembranzas de las batallas, sacando profusamente a pasear fusiles y cañones, como si los añoráramos en funcionamiento.

La Historia gira en espirales sucesivas de explosiones de violencia y conferencias de paz. En este sendero cíclico de contradicciones concatenadas me ha impresionado el despliegue militar chino en un reciente desfile mientras tronaban los discursos de sus dirigentes clamando por la paz. Nada que no hagan también los demás, Rusia, EEUU, Gran Bretaña, Corea del Norte… Está claro que se fabrican armas porque hay guerras y se hace la guerra porque se fabrica armamento, deduciéndose que para quien vende armas y munición la guerra es un pingüe beneficio en la misma escala que una catástrofe para la mayoría que la sufre.

Y si no, se lo podemos preguntar a los miles de exiliados que ahora mismo pugnan por entrar en Europa huyendo precisamente de guerras reales, no rememoradas, mientras los mercaderes de armas y personas continúan en sus mansiones engordando sus cuentas corrientes. Así que es mucho mejor que la batalla se reduzca a mero teatro, a populares desfiles y alardes de marcialidad sin dejar que el diablo cargue las escopetas. Y es en este estadio de desfiles como alarde teatral donde siempre me ha gustado ubicar los vistosos desfiles militares de Irún y Hondarribia. No importa tanto el bando ganador o perdedor como celebrar el fin de la batalla. Por eso he asistido a muchos de sus alardes, desfiles donde me apenaba que se sustituyera la celebración  festiva tras el fin de una batalla entre enemigos por una pelea de sexos, como era la de excluir de la participación directa a las mujeres.

En unos momentos históricos donde  las mujeres pueden acceder libremente a todas las ágoras públicas en igualdad de condiciones (legalmente, porque la realidad suele ser bastante más cruda) con los hombres, puede pasar a ser un hito histórico que no lo puedan hacer como escopeteras en las fiestas de estos dos preciosos municipios. La tamborrada de Donostia es un buen ejemplo de integración; toca él o ella a voluntad, sin que el sexo defina quien puede o no usar los palillos. Tan solo haría falta mayor voluntad y decidida implicación activa de los responsables municipales para que en la fiesta cada ciudadano/a pudiera participar como guste y donde más le agrade, aunque sea mujer y desee ser escopetera, con pólvora pero sin balines, claro, porque el Alarde es una fiesta, no la guerra. Gora Hondarribia eta bere alardea.