La corte de los privilegios

Valor político no es sinónimo de la valía del político/a. Se preguntaba un parado de 900 euros/mes lo que debe hacer para endosarse 304 euros de dieta/día por fichar y luego marchar. Lo decía al socaire de lo publicado por el tabloide News of the World donde aparece la eurodiputada socialista Eider Gardiazabal Rubial entre los diputados que realizan la práctica corrupta «abuso de dietas» tras ser cazada fichando a las 9.56 del 21 de enero en la Cámara y media hora después en el aeropuerto.

Al parecer es práctica bastante extendida, en la que se ha detectado a 70 miembros del Parlamento Europeo. Seguramente no haya nada ilegal y este es el meollo del asunto. Acusan a la denunciante, la europarlamentaria Sinclaire, de hacerlo como militante del euroescepticismo, pero la realidad es así, la cuente quien la cuente. Ya en Bilbao y con su sueldo más dietas, es llamativo que la señora Gardiazabal tenga derecho a vivienda VPO en Miribilla. Seguramente también sea todo legal y he ahí el núcleo de antivalía política.

Probablemente tampoco las andanzas entre cooperación pública/embolsamiento privado de la señora Urchueguía en Nicaragua sean ilegales, a lo sumo alegales. Nada que extrañe a la población, que escucha hablar de sinecuras y prebendas políticas como quien ve llover en abril, algo del todo normal. Gurtel, Camps, Roldán, Juan Guerra, Bravo, Chaves…

La corrupción, clientelismo, nepotismo, el conchaveo de almohada y los chanchullos son tan elpannuestrodecadadía entre los políticos que han permeado en la sociedad como consustanciales a la política. Así que es normal y consecuencia lógica que entre los principales problemas que perciben los ciudadanos como más preocupantes se cite el paro, después la economía y en tercer lugar la clase política y partidos políticos, muchas cabezas por delante del terrorismo, pensiones, el fraude, carburantes, la vivienda… Pero todo tiene su vuelta, porque a pesar de esta realidad de corruptelas, astillas y mangoneos más o menos legales y de la percepción social tan tan negativa de la clase política, la ansiedad de precampaña electoral por colarse en alguna lista para concejal o diputado es inusitada. ¿Será por servir al pueblo o para entrar en la corte de los privilegios? Porque es difícil pensar que sea por entrar en el grupo social de los peor considerados. A saber cuál es su valía política, pero valor no les falta. ¡País de Lazarillos!

3 comentarios en «La corte de los privilegios»

    1. Aitor. Sí. Es cierto. Tanto como lo de la pillada cobrando dietas «legales» pero bastantes deshonestas y bastante impresentables ante una sociedad en crisis. Lo que sucede es que el «mutis absoluto» impuesto en los periódicos Vocento y cía hace que estas realidades pasen como desconocidas para la gran parte de la población.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *