Atractivas a los cincuenta

Y atractivos ellos. Medir el atractivo de una mujer o de un hombre por la tersura de sus muslos o la firmeza de su culo no parece el mejor baremo para calibrar en su justo término la auténtica valía de una persona. Pero en muchas ocasiones así se mide, como recientemente el escritor francés Yann Moix al afirmar que sólo un cuerpo de 25 años puede atraerle. Y no solamente él, porque en nuestra cultura consumista donde la imagen tiraniza, los anuncios y reclamos comerciales ligan con demasiada frecuencia el producto a la belleza y lozanía juveniles que quedan incluidas como mercancía. En la mayoría de los casos como percepción masculina del cuerpo femenino aproximándose mucho a una expresión sexista nada disimulada. Aunque cada día nos esforcemos más y más por alargar la vida y llegar a ser más viejos, la celulitis, las manchas y arrugas, las patologías degenerativas, la flacidez y la decrepitud asociadas a la propia vida no son muy bien vistas en un mercado marcado por una soterrada “viejofobia” edulcorada, donde hasta las personas mayores de los anuncios son como juveniles. Sin embargo, aunque haya muchos interesados en las ideas de inmortalidad del señor Cordeiro, el elixir de la eterna juventud no existe y la poción mágica hacia ella es todavía privilegio divino.

Si se busca simplemente sexo en un cuerpo permanentemente juvenil y terso hace un mes en Madrid han abierto el primer prostíbulo de muñecas hinchables a 40 euros la hora, con opción de compra por 2.000 euros. Pero me imagino que Moix no quiere esto ni pedir una “novia joven” a un asistente virtual como Alexa o Siri, que le enviarían una pareja de pitufos casaderos o un lote de productos eróticos. Moix, como paradigma del hombre consumista, ve solo la belleza de la biología y se olvida de la experiencia, de las vivencias de la mujer y por supuesto del saber erótico que se va aprendiendo con la edad que hace que una mujer madura (y un hombre, por supuesto) presente un atractivo y una belleza interesantes a los 50, a los 60 y más allá.

El sexo, la relación de afecto/cariño junto con la mutua dependencia y ayuda son la triada que sustentan en equilibrio metaestable la relación en pareja;con el paso del tiempo la proporción de cada componente de la tríada va variando para mantener el mismo equilibro.

Quien busque a los 50 años tan solo lo que dice Moix, verá un cuerpo desnudo, pero será incapaz de ver las emociones desnudas de su pareja;podrá tener una relación física pero dudo que pueda ser tan suficientemente erótica afectiva y sentimental como hace falta para mantener vivo el interés por el sexo. Las mujeres maduras podemos y debemos ser referentes de nosotras mismas viviendo a gusto dentro de nuestra piel, más arrugada que a los 25 pero con mucha más sabiduría erótica, con una actitud activa ante el placer del sexo y de la relación y por supuesto sin sentirnos nunca fuera del mercado del amor.

Hombres como Moix que ven solo con ojos sexistas, debieran aprender a ver y mirar con otros ojos los múltiples tipos que existen de belleza y atractivo.

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