Ciudadanos olvidados y ninguneados

PILAR Urbano en su libro La pieza 25 me hace temblar al explicarme qué es un ciudadano para el rey, Rajoy o el exministro de ¿Justicia? Gallardón y su fiscal general cuando maquinaban la operación de estado “salvar a la princesa” que la exonerara en Nóos, aunque seguramente ella, en opinión del juez Castro, fuera el cerebro de la operación. ¿Privilegio, impunidad? ¿Pactos oscuros, compraventa de absoluciones, amenazas al juez, sumisión judicial ante el legislativo y de este ante el rey? A saber, en su democracia oscurantista.

The Economist Intelligence Unit’s Democracy Index-2017 evalúa la calidad democrática valorando la cultura política, la participación ciudadana, el pluralismo, funcionamiento parlamentario, separación de poderes, procesos electorales, la no-persecución ideológica, libertades civiles… En caída mundial generalizada de calidad democrática, España no está evidentemente al nivel de Arabia Saudí, pero desciende dos puestos hasta el borde de democracia imperfecta.

En parte porque el caso Nóos o los avatares políticos en Catalunya dejan claro que en este país no es la democracia el rasero común para todos en las relaciones cívico sociales, sino la unidad de España con su rey a cuestas. Tras la denegación de libertad al exconsejero Forn, la lectura del auto me sugiere que los independentistas catalanes ya no gozan de sus derechos fundamentales y que el juez está muy cerca de aparentar que argumenta al diktat del Gobierno, además de que al discordante de su unagrandeylibre se le puede aplicar preventivamente la ley antes de cometer delito y por tanto que nos atengamos a las consecuencias si osamos maquinar antiespañas, aunque solo sea de pensamiento;quieren por imposición ejecutiva que el poder judicial invalide al legislativo elegido. Les encantaría un Patxi López II, pero no salen las cuentas. Además, choca tanta exigencia de cumplimiento de la ley cuando 37 años después no se cumple la ley Orgánica del Estatuto y se impone vía Tribunal Constitucional la anulación de leyes vascas como la del fracking, EPSV o del horario de funcionarios, para poco después dictar desde Madrid leyes parecidas recordándonos: aquí manda España, no tú ciudadano.

Lo peor no es la ideología de unidad indisoluble sino que sirve de bandera-tapadera para incumplir la Ley de Memoria Histórica, para no investigar desmanes de Estado, torturas policiales o dislates monárquicos;y sirva para pagar a escote rescate a bancos que ahora cuando ganan no devuelven ni reparten los enormes beneficios obtenidos, frente a salarios paupérrimos por trabajos precarios;o para que en lugar de legislar para proporcionar pensiones dignas nos propongan planes privados a mayor gloria bancaria;ideología de unidad que permite al presidente ignorar olímpicamente la discriminación salarial de la mujer;unagrandeylibre que no sirve para taponar la sangría de muertes laborares ni para atajar la corrupción impregnada en los partidos y sí para tratar indignamente a inmigrantes necesitados.

Escribo mi discrepancia sabiendo que, seguramente, más pronto que tarde algún fiscal ad hoc recibirá la orden de perseguir a quienes manifiesten disidencia con la sagrada unidad. Pero esto ya lo sufren tuiteros/raperos condenados por socarronería real de la sacrosanta unidad patria.

Felices fiestas

 

Por estas fechas es normal entre nosotros deseárnoslas uniendo al de esta felicidad navideña el deseo de un próspero año nuevo. Podría serlo 2018, como cualquier otro anterior. Ya sé/sabemos que es un acto más bien protocolario y que aunque exista la buena fe su decir real es más bien una letanía a modo de muletilla sin mucha alma dentro.

La mayoría de las felicitaciones navideñas que recibo son preciosas, entrañables postales diseñadas en el troquel de Internet, de perfecta armonía en colores maravillosamente realizadas para generar empatía, con mensajes pergeñados para el impacto directo en el sentimiento o para mejor incitar al consumo. Todas ellas, con espléndido colorido tipográfico, son calcadas, tan iguales conceptualmente que ninguna es personalizada. Tan impersonales que aunque algunas las reciba por correo postal, la mayoría y cada vez más, me asaetean por e-mail o WhatsApp. No las tiro, porque todas las felicitaciones y buenos deseos son bien recibidos por necesarios, pero reposan en el rincón oscuro. Porque echo en falta más de puño y letra.

En este paquete de felicitaciones de Navidad a troquel podemos incluir las genéricas de las instituciones públicas, grandes almacenes, empresas y corporaciones que nos sablean cotidianamente para felicitarnos (¿será por eso mismo?) una vez al año, o la de quien ha “indexado” la lista de potenciales clientes y te lanza el cabo con el anzuelo por ver si picas.

Pero de todas estas preciosistas Felicitaciones genéricas sin alma de quien hace cotidianamente lo contrario de lo que me trasmite ahora en postalita, este año destaca la oficial del monarca español Felipe VI y su familia. Leo y releo su “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2018” redactado en castellano e inglés. Entiendo lo del castellano, pero lo del ¿inglés?;quizá sea porque espere recuperar el Gibraltar que su antecesor Felipe V regaló donosamente. Descartando que no tenga gabinete de traducción o carezca de Internet, el “olvido” del gallego, catalán, euskera, bable… me lo hace, si cabe, aún más impersonal y tan lejano como ominoso por recordarme que soy súbdita, no ciudadana. Sabiendo que piden catorce años para una persona acusada de incitar a silbarle a él y a su bandera en un partido de fútbol, pavor me da citar a estos “altísimos”, no sea que por el mal uso del tratamiento, por decir que su padre mató a su hermano, que el mata-elefantes y él son borbones salidos bragueta-flojas que viven a nuestra costa, que les instaló un dictador fascista, que deseo la república, que no tengo ninguna foto suya en casa… me persiga su fiel fiscal. En cualquier caso, que felicite a los suyos y a quien le lama su mano, porque no acepto su felicitación navideña;de hecho está en el archivo redondo. Como ni lo sabrá ni le importará, pues mejor todavía.

En todo caso purgo mi contradicción;como no llego a felicitarles a todos ustedes de puño y letra les quiero desear lo mejor en felicidad, amor, paz y prosperidad hoy, mañana y siempre. También en Navidad.