Por estas fechas es normal entre nosotros deseárnoslas uniendo al de esta felicidad navideña el deseo de un próspero año nuevo. Podría serlo 2018, como cualquier otro anterior. Ya sé/sabemos que es un acto más bien protocolario y que aunque exista la buena fe su decir real es más bien una letanía a modo de muletilla sin mucha alma dentro.
La mayoría de las felicitaciones navideñas que recibo son preciosas, entrañables postales diseñadas en el troquel de Internet, de perfecta armonía en colores maravillosamente realizadas para generar empatía, con mensajes pergeñados para el impacto directo en el sentimiento o para mejor incitar al consumo. Todas ellas, con espléndido colorido tipográfico, son calcadas, tan iguales conceptualmente que ninguna es personalizada. Tan impersonales que aunque algunas las reciba por correo postal, la mayoría y cada vez más, me asaetean por e-mail o WhatsApp. No las tiro, porque todas las felicitaciones y buenos deseos son bien recibidos por necesarios, pero reposan en el rincón oscuro. Porque echo en falta más de puño y letra.
En este paquete de felicitaciones de Navidad a troquel podemos incluir las genéricas de las instituciones públicas, grandes almacenes, empresas y corporaciones que nos sablean cotidianamente para felicitarnos (¿será por eso mismo?) una vez al año, o la de quien ha “indexado” la lista de potenciales clientes y te lanza el cabo con el anzuelo por ver si picas.
Pero de todas estas preciosistas Felicitaciones genéricas sin alma de quien hace cotidianamente lo contrario de lo que me trasmite ahora en postalita, este año destaca la oficial del monarca español Felipe VI y su familia. Leo y releo su “Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2018” redactado en castellano e inglés. Entiendo lo del castellano, pero lo del ¿inglés?;quizá sea porque espere recuperar el Gibraltar que su antecesor Felipe V regaló donosamente. Descartando que no tenga gabinete de traducción o carezca de Internet, el “olvido” del gallego, catalán, euskera, bable… me lo hace, si cabe, aún más impersonal y tan lejano como ominoso por recordarme que soy súbdita, no ciudadana. Sabiendo que piden catorce años para una persona acusada de incitar a silbarle a él y a su bandera en un partido de fútbol, pavor me da citar a estos “altísimos”, no sea que por el mal uso del tratamiento, por decir que su padre mató a su hermano, que el mata-elefantes y él son borbones salidos bragueta-flojas que viven a nuestra costa, que les instaló un dictador fascista, que deseo la república, que no tengo ninguna foto suya en casa… me persiga su fiel fiscal. En cualquier caso, que felicite a los suyos y a quien le lama su mano, porque no acepto su felicitación navideña;de hecho está en el archivo redondo. Como ni lo sabrá ni le importará, pues mejor todavía.
En todo caso purgo mi contradicción;como no llego a felicitarles a todos ustedes de puño y letra les quiero desear lo mejor en felicidad, amor, paz y prosperidad hoy, mañana y siempre. También en Navidad.