‘Furbo’ vacacional

 

POR estas fechas de canícula juliana el fútbol-deporte patrio solía hibernar y el fútbol-mercado llenaba los mentideros con la compraventa de nuevos gladiadores del imperio. Pero en el actual precirco futbolero las salpicaduras del espectáculo han pasado de los entrenos a los tribunales, con su presidente federativo bastante enfangado.

Siempre me llamó la atención la imposibilidad fonética que le daba al señor Ángel Villar su frenillo ligeramente gangoso para no poder pronunciar fútbol en toda su redonda plenitud. Era furbo. Pero según parece, la habilidad que le faltaba en el explique le sobraba en el embolse. Lo único que extraña es que ahora, acusándole de tanto robo durante tanto tiempo, treinta años votado efusivamente―, no haya dado antes con sus huesos en la trena… a no ser que muchos de los que ahora hablan callasen entonces, al modo Cosa Nostra. Porque durante esas tres décadas muchos de sus electores dieron el salto blanqueador del ladrillo a presidentes de clubes de fútbol o a la administración del balón redondo.

Reconociendo que algunos futbolistas son auténticos artistas, siempre me ha maravillado que preguntados sobre cualquier tema su respuesta sea tomada de modelo social, aunque digan una memez. Vamos, como aceptar el magisterio de Mozart en física newtoniana.

Repasando, solo por encima, los nombres de la cartelera periodística de defraudadores me topo con ilustres jugadores: ―Alonso, Ronaldo, Messi, Neymar…― que con fraudes millonarios regatean mejor al fisco que al contrario. Bueno, esto es relativamente normal porque también lo hacen otros conocidos defraudadores que glorifican a España y recalan en Panamá. Así que siguen el ejemplo, aunque con una diferencia, a ellos la plebe les comprende, ¡pobres millonarios!, hasta el extremo de solicitar que Hacienda les perdone sus millones de fraude mientras que para el ciudadano corriente piden escarmiento fiscal por un puñado de euros. El caso es ver a su ídolo jugando, aunque gane más en una hora que yo en un mes y defraude en un año más que yo en toda mi vida laboral.

Aunque no sepa nada de fútbol ni de furbo y haya ido a San Mamés vacío solo para apreciar su espectacularidad arquitectónica, puedo colegir de los movimientos de jugadores de renombre que hay una nutrida salida de futbolistas hacia otros lares… quizá casualidad, o ¿tal vez causalidad justo cuando Hacienda aprieta en el control de sus contratos y les exige declararlos íntegramente?

Podríamos llegar a creer que el espectáculo deportivo de masas patrio por excelencia es tan productivo como lleno de corruptos, desde los que juegan a los que lo regulan pasando por quienes lo presiden. Ya no podemos soñar con la honradez ni en el fútbol. De modo que si políticos, empresarios, la realeza, banqueros, jueces, constructores, artistas… y ahora la gente del furbo defraudan, es para empezar a preocuparnos, porque si todos los corruptos van a la cárcel, ¿quién va a gobernar el país? ¿Y quién nos meterá los goles?