COMO soy muy anterior al “susto o trato”, transito por el 2 de noviembre -día de difuntos que nosotros recordamos/trasladamos al día uno de todos los santos- como un día gris plomizo, especialmente oscuro con su fría visita al cementerio. Resulta comprensible que nos guste rehuir el lado oscuro de la vida. Son tantos los rincones oscuros que se antojaría puro reduccionismo conceptual hablar de un solo espacio oscuro de nuestras vidas. Porque oscuro-oscuro es el mero hecho de vivir bajo el mismo firmamento que el gobernador de Río de Janeiro Wilson Witzel que preconiza matar directamente in situa los delincuentes o sobrevivir en Filipinas a la brutalidad vesánica de su presidente Duterte, y además tener que compartirlo con Trump, Putin, Bolsonaro, Orbán, Salvini, o con la ultraderecha xenófobaracistahomófoba de Hungría y Polonia con riesgo cierto de ser mancha de aceite por toda Europa;aquí, el mediáticamente renacido Vox;o tener que padecer las penurias vitales que les causa a mis amigos/as venezolanos la imbecilidad de Maduro. Basta otear desde la vera del Mediterráneo las pateras repletas de quienes huyen de la falta de esperanza;o ver caminar a miles de centroamericanos buscando el pan que su tierra (sus amos) les niegan. Lado oscuro de la justicia española a la carta, con corruptos libres y políticos electos encarcelados por defender lo prometido en sus campañas;o se acuse de terrorismo a una pelea de taberna;o multen y encarcelan a quienes hablan mal o se mofan del rey o incluso a quienes blasfeman, que será de muy mala educación y una falta de respeto, pero ¿delito?
Especialmente oscuro es que desde el pasado sábado hasta fin de año las mujeres europeas trabajarán “gratis”, porque la igualdad salarial “ellos/ellas” es aun hoy más un anhelo que una realidad. Añadan los 823 millones que hoy no comerán ni podrán beber agua potable, a quienes aun trabajando no salen de la miseria, a quienes han de prostituirse para vivir… la lista oscura es interminable.
Los focos puestos sobre este lado oscuro político, social y económico provoca que sea tan visible que parezca de colorines. Al tiempo y muy al contrario, en mi visita anual al cementerio apenas he visto jóvenes, se quiere ocultar el sufrimiento y la muerte;es precisamente en la parte privada de nuestras vidas donde buscamos ocultar el inexorable lado oscuro. Aunque cada día hay más personas mayores, la vida se presenta ligada solo a la lozanía juvenil, la vejez se oculta como si no fuera vida y el dolor no existiera. A los hospitales no se lleva a niños ni adolescentes y apenas pasan jóvenes por ellos. De hecho, hemos sacado la muerte de nuestras casas, se muere en el hospital;todo muy aséptico, la mortaja, el velatorio y el duelo en el tanatorio.Es llamativo, hace unas décadas el sexo era oculto y la muerte algo público, mientras que ahora el sexo es público y la muerte privada y oculta, como si no quisiéramos reconocer que existe, hasta que indefectiblemente te toca en primera persona.