Con una inmensa pereza bañada en un tanto de bilis, sigo donde lo dejé ayer. No contento con los avisos a navegantes de los Obergruppenführer Echenique y Monedero, el líder máximo Iglesias Turrión salió en persona mesándose la coleta a advertirnos a los periodistas de que tendremos que acostumbrarnos a que nos critiquen y nos insulten cuando hayamos mostrado un comportamiento desviado. Y miren, aunque no me gusta cómo lo dijo, ni siquiera es eso el origen de mi cabreo. Faltaría más que nuestro trabajo no pudiera ser objeto de la crítica y, metidos en gastos, del insulto de quien solo es capaz de argumentar a base de escupitajos dialécticos. La mano de collejas la tenemos asumida desde que tecleamos la primera letra o se pone en rojo la luz del estudio.
Lo que no cabe, y menos, si eres vicepresidente de un gobierno que se dice democrático, es azuzar a tu jauría de chacales furiosos porque un fulano del gremio plumífero no dobla el espinazo ante tu augusta figura. O, simplemente, porque tiene una ideología y unas creencias que no son las tuyas. Y esto lo escribe alguien que cada dos por tres es hostiado a modo por hatajos de matones de obediencias políticas diversas. A ver si los justicieros zurdos aprenden de su venerado Chomsky, que en USA acaba de pedir a los partepiernas que se corten un poco.
Es curioso como una y otra vez se confirma que la Historia marcha a pendulazos: lo que era A, con el tiempo pasa a ser B, y luego volverá a ser A.
Y esto vale tanto para un anuncio de TV de brandy de 1970 que escandaliza lo indecible en 2020 y que mucho me temo que en 2070 volverá a ser normal; como para un partido político que denuncia la casta y que en poco tiempo ya va señalando el periodista que no agrada; como por ejemplo para hábitos como el fumar, antes muy bien vistos, ahora no y fijo que en el futuro serán nuevamente alabados.
¿Y qué hacer? Sin duda, pienso que luchar por lo que creemos justo, pero sin olvidar lo que la Historia tiene estas paradojas. ¿Producto de centenares de miles de años eb cavernas y sólo muy poquitos miles fuera? Es una explicación clásica. Tal vez haya más…
Sigue tu camino, puesto que si molestas es que vas por buen camino, Aurrera.