¿Dos bloques?

Simplifica, que algo queda. Leo, escucho y hasta en ocasiones digo y escribo yo mismo que en las elecciones impuestas del 21 de diciembre en la Catalunya de la DUI y el 155 habrá dos bloques frente a frente. Cuela, quizá, como verdad a medias, pero en cuanto te quitas las anteojeras y te sacudes las legañas, empiezan a no cuadrar los números. ¿En qué bando colocamos a los autodenominados comunes de Ada Colau y Pablo Iglesias? Según la costumbre, antes de votar, se les acusa de ser “de los otros”, y una vez contados los sufragios, pasan a ser “de los nuestros” para vender la sobada moto de la mayoría pro o anti. A no ser que pretendamos hacernos trampas en el solitario, parece razonable pensar que no son ni esto ni aquello exactamente.

Anotada la salvedad, procede ver si cada una de las dos facciones lo son con todas las de la ley. En la constitucionalista (o sea, unionista), se ven a kilómetros las navajas. Y el fulanismo, claro, que casi no se nota [ironía] lo que le revienta a Albiol salir de paquete de la advenediza Arrimadas. En cuanto a Iceta, ese baila solo. O, dándole la vuelta, solo baila. Su mensaje se reduce a eso.

Más sorprendentes se antojan las zancadillas cada vez menos disimuladas en el flanco soberanista, que es donde se diría que hace falta mayor unidad. Si ya resultó extraño que en las circunstancias en que se dio la convocatoria, fuera imposible consensuar una sola lista, la perplejidad ha crecido ante los mensajes algo más que contradictorios. Como coda, la competitividad imposible de ocultar y el intercambio de cargas de profundidad sobre quién debe ocupar la presidencia.

21-D, cuenta atrás

Una campaña electoral que comienza en martes. Se hace raro, ¿verdad? Cosas del creativo calendario de quien convocó los comicios. Porque supongo que eso lo tenemos claro. Si se vota en fecha tan extemporánea es porque así lo decidió Mariano Rajoy Brey. Él mismo va galleándolo de la Ceca a la Meca. Y eso duele y cabrea, pero es la puñetera verdad que no queda otra que asumir. Fue el inquilino de Moncloa el que se sacó las urnas del forro del 155. En el mismo viaje, mandó deponer a todo un Govern que en cuestión de días acabaría dividido entre la cárcel y la fuga, y disolvió el Parlament que a las tres y veintisiete minutos de esa tarde había proclamado —yo estaba allí— la República Catalana.

Miren que solo 24 horas antes pudo haber cambiado el cuento, pero ya no merece la pena llorar por la leche derramada. Quizá sí recordar que el 21-D habrá candidaturas de formaciones que dijeron que sería una traición presentarse. Reitero que no es para encabronarse, sino para no perder de vista cuál es la voluntad que se va cumpliendo por el momento y cuál es la que se ha visto, digámoslo de la forma más suave posible, relegada para mejor ocasión.

Por lo demás, gran comienzo. Como aperitivo, el juez Salomón (digo, Pablo) Llarena deja en libertad con fianza a la mitad del Govern depuesto y mantiene entre rejas a la otra mitad y, de propina, a los Jordis, cargando a los entrullados el mochuelo de no sé qué explosión violenta que nadie ha visto. Y luego, un CIS patrocinado por La Cocinera anunciando a todo trapo que Ciudadanos será la formación más votada y que el soberanismo perderá la mayoría absoluta. Jolín.