Martes 19 de marzo de 2024
Los premios Dr. José Carrasco y D. Máximo Aguirre, que cada año entregan la Academia de Ciencias Médicas y la Sociedad Bilbaína, son como los ‘Oscar’ de la medicina a nivel bilbaíno, universales, con ellos se reconocen a las personas e instituciones que han destacado en su desempeño profesional o han realizado meritorios servicios a la sociedad.
Es el caso del doctor Ricardo Franco Vicario, hombre polifacético, un espíritu inquieto, que ha ejercido durante medio siglo la medicina. Trabaja en el Hospital de Basurto, ha sido docente e investigador en la UPV/EHU y durante varios años presidente de la Academia de Ciencias Médicas. En su alocución, señaló que la relación médico paciente debe estar basada en su carácter humano.
También fue premiado el Hospital San Juan de Dios de Santurtzi, que acaba de cumplir su primer centenario de existencia y que estuvo representado por Vicente Fernández Zurita, director gerente del hospital; Fuensanta Icaza, presidenta de la Fundación Benéfica Aguirre; y el hermano Mariano Bernabé, superior de la comunidad de hermanos San Juan de Dios del Hospital.
El acto estuvo muy bien organizado y hubo al final unos deliciosos canapés y estas fotos y otras más con Ricardo Franco. Fue mi frustrado profesor de txistu. Lo reconoció en una charla de la Fundación Sabino Arana. Tenía su explicación. En lugar de oído tengo oreja y además no sabía ni papa de solfeo pero iba a unas clases que nos daba en el Colegio Santiago Apóstol, aunque no pasé de Pello Joxepe y del Agur Jaunak. Las clases eran de 13:15 a 13:45. Pero todo terminó en Caracas. Era la fiesta de Euzko Gaztedi en el Centro Vasco y con Patxi Letamendi y con Bingen Amezaga, dimos un recital antológico. Mi txistu parecía un gato al que le pisaban la cola, y a mis compañeros y a la sala les entró la risa y ahí acabó mi periplo musical.
Eso no es óbice para decir que Ricardo es un gran profesor y un gran divulgador. Allí estaba Juan Carlos de Rojo con quien tenía un programa en la Radio. Y le va el teatro, la comunicación y un trato con los pacientes tipo Dr. Kildare. A mi ama le escuchaba todas sus historias y el día de su cumpleaños le enviaba una planta o un ramo de flores. Para ella no había más médico que Ricardo.
Y es que a Ricardo Franco más que por sus premios hay que describirle simplemente como un médico total, vocacional, inquieto, investigador, animador, buena gente y querido por sus pacientes.
Del Hospital de San Juan de Dios decir que es una institución centenaria creada por aquellos altruistas de los años veinte del siglo pasado que se preocupaban y ocupaban de los demás y que ahora sigue siendo una gran referencia por su profesionalidad y humanidad.
Lo dicho, una gran velada con Ricardo y los responsables del Hospital de San Juan de Dios mientras el médico bilbaíno nacido nada menos que en Noruega (Olabeaga), prepara una incursión teatral divulgativa.
Conocí al Dr.Franco en Basurto, estando ingresada mi ama. Con él entraba la alegría, simpatiquisimo y buen médico (buenísimo). Lo que no sabía es que, además, era txistulari. Que hombre!!! , le da tiempo para todo. Como sé que te lee, claro, un saludo más que cariñoso, desde Zorrotza, un barrio pegado a Noruega – Olabeaga.
Gracias, querido Iñaki, por esas palabras tan cariñosas y esos calificativos tan generosos.
Mila esker por acompañarnos tú y toda tu entrañable familia en un acto institucional conjunto de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao y la Sociedad Bilbaína.
Decía el Dr. Marañon que quien solo
sabe Medicina, ni Medicina sabe.
Los médicos procuramos, según nuestro leal saber y entender, que nuestros pacientes se curen y/o mejoren su calidad de vida.
Pero el ejercicio de esta profesión no está exento de una gran carga emocional, que tenemos que compensar con “balones de oxígeno” en forma de “actividades extra”.
Cada cual elige lo que le gusta y le distrae, y si, además, beneficia a la colectividad mejor.
Sin duda, mi paso de niño por los ballets Olaeta, supuso una fuerte atracción hacia la cultura, el folklore y la música euskaldún.
Recuerdo con mucha nostalgia las clases de txistu que mencionas, en el colegio Santiago Apóstol, que para mi eran complementarias a las recibidas en la escuela municipal que dirigía en gran Boni Fernández.
Me sirvieron para poder entrenar a grupos de danza en mi propio colegio, y a otros del entorno… y, sobre, todo al GURE KAI de Deba que fundó el sacerdote D. Anastasio Arrinda,…y que tantos éxitos cosechó en su momento; siendo Txaro Gárate Urain, recién fallecida, la incansable líder de ese grupo infantojuvenil donde generaciones y generaciones mantuvieron la esencia de nuestras remotas costumbres.
Querido Ricardo.Solo resumirlo en que eres un crack bilbaino ,humano y con marcha.Mejor imposible.