Miércoles 18 de junio de 2014
En una de estas televisiones madrileñas, TV 13, que tienen por enseña la defensa a ultranza del más rancio españolismo suele haber por las noches una tertulia que a veces sigo por contemplar un espectáculo profundamente antidemocrático. Todos los opinadores son del mismo bando y remachan los argumentos con puerilidades, simplezas y, sobre todo, tergiversaciones de la historia que claman al cielo. Y se quedan tan anchos mientras invocan a la Constitución y el moderador del programa, Antonio Jiménez vende un aparatito para evitar las multas de tráfico señalando donde están los radares de la policía. Todo muy edificante.
En ese programa, El Cascabel al Gato, se pusieron el martes las botas al criticar a los partidos republicanos, a lo que ellos llaman minorías, y a los partidos nacionalistas a cuenta del debate en el Senado sobre la abdicación del rey. ¡Que estanque de cisnes opinando todos de la misma manera sobre un rey y una monarquía fundamentalmente corruptas!.
Lo que me extrañó fue que a continuación invitaran a Santiago Espot, un catalán valiente, sin pelos en la lengua, que preside una plataforma que se llama Catalunya Acció que dijo las de Dios y además las dijo sin inmutarse. Le conozco personalmente de otro programa donde coincidí con él.
Yo creo que les cogió de sorpresa y pensaban Federico Quevedo, Isabel Duran, Carlos Cuesta, Esther Jaén (me decepcionó profundamente) lo mismo que Mari Pau Domínguez y un tal Luis Calvo se vieron desbordados por el aplomo, y la claridad de Spot que no se arredró ante aquella piscina de tiburones que le permitieron, por la debilidad de sus argumentos, salir vivo de aquella encerrona que sacó de quicio al moderador porque el programa se le fue de las manos.
En Madrid pintan una realidad española que no existe. Desconocen que la sociedad ha cambiado. Apelan a todas horas a una Constitución que jamás han cumplido. No se atreven a insinuar el uso de la fuerza pero la insinúan.
Me gustó el programa como espectáculo. Todos contra Santiago Spot que con su sonrisa, su ironía, sus argumentos, le quitó el cascabel al gato y además se lo llevó al agua. Dudo mucho le vuelvan a invitar.
