Nos faltaron siete Senadores para haber logrado un Referéndum Constitucional

El martes 13 de septiembre nos reunimos en la cafetería del Senado Xose Manuel Bouza (BNG), Jordi Vilajoana (CIU), Narvay Quintero (CC), Jordi Guillot (ICV), Miquel Bofill (ERC), y quien esto escribe. Al poco llegó el nuevo senador representante del Foro de Asturias. Sobre la mesa teníamos éste escrito para solicitar un referéndum constitucional.

A la Mesa del Senado

Solicitud de Referéndum

D./Dña.

En su condición de senador/a abajo firmante, en plenitud de sus derechos parlamentarios y al amparo de lo establecido en el artículo 167.3 de la Constitución Española y en el artículo 7 de la Ley Orgánica de Referéndum, tiene el honor de solicitar que sea sometida a referéndum la reforma constitucional del artículo 135 aprobada por las Cortes Generales en sesión plenaria del Congreso celebrada el 1 de septiembre de 2011 y en sesión plenaria del Senado celebrada el 7 de septiembre de 2011.

Palacio del Senado.

Madrid, 13 de septiembre de 2011.

Firma:——————————

D.N.I.:——————————

El representante del Foro de Asturias nos dijo que el lunes siguiente tenían una reunión donde decidirían su postura y Jordi Vilajoana nos planteó que sus ocho senadores apoyarían la medida, si conseguíamos 19 senadores. Teníamos once. Nos hacían falta 27, el diez por ciento de la Cámara, para solicitar el referéndum. Y quedamos en hablar con el PSC y con algunos descontentos del PSOE por ver si daban el paso, cosa que no hicieron. Eso de consultar al pueblo sobre algo así les parecía el colmo de la disidencia. Curiosa manera de entender la democracia.

En el Congreso también hicieron el mismo movimiento y CIU les apoyó. Les hacía falta 35 diputados pero no lo lograron pero si convocaron una rueda de prensa. Ni nos llamaron. Fue todo un acto fallido al final de una legislatura donde se demostraba que en una semana se podía cambiar la constitución en un país y en un pis pas sin mover un músculo. Solo hace falta que el PP y el PSOE se pongan de acuerdo. La vertebración española. Lo dijo Pla. “Lo más parecido a un español de derechas es un español de izquierdas”.

¿En que había consistido el cambio constitucional express?.

Apenas dos días de agosto necesitaron PSOE y PP para acordar la primera reforma de la Constitución pactada por los dos partidos desde 1978: Zapatero la anunció un martes, ante el desconcierto del hemiciclo, y el texto se cerró en la madrugada del viernes. Dos semanas emplearon en aprobarla en las Cámaras, con el único apoyo de Unión del Pueblo Navarro.

Los nacionalistas de CiU acusaron al presidente de romper el consenso constitucional; IU lo acusó de entregarse al discurso liberal de «los mercados»; la urgencia de la medida, y la ausencia de un referéndum, irritó a buena parte del grupo socialista (que, sin embargo, solo sufrió una fuga en la votación: la de Antonio Gutiérrez). Y todo eso se hizo en nombre de algo que parecía haber adquirido tintes dramáticos: la lucha contra el déficit público.

El principio de la estabilidad presupuestaria -limitar el déficit, no gastar más de lo que se ingresa- entró así en la Ley Fundamental, como habían reclamado Francia y Alemania (y, en España, el PP). La reforma constitucional, un tabú durante años, resultó fácil, aunque no indolora.

El día de la votación en el Congreso, el pasado 2 de septiembre, una escena abracadabrante resumió la negociación exprés de la reforma y, también, el tono de sobresalto de la legislatura: ante la falta de consenso se concedió un receso y allí, sobre la marcha, diputados de varios grupos nego­ciaron a toda prisa para intentar cerrar un acuerdo que calmara a «los mercados». No hubo consenso. Los diputados de ERC, BNG, NaBai e ICV abandonaron el sa­lón de plenos como forma de protesta; Gaspar Llamazares (IU) se quedó pero no votó; tampoco lo hicieron CiU y PNV. PSOE y PP sacaron adelante la reforma porque suman el 92% de los escaños. Aquí paz y luego gloria. La legislatura terminaba con esta gran chapuza. Y todo en una semana. El gran tabú fue tocado. El fin justifica los medios.

Cuatro años en una caja

Habida cuenta que el anuncio de la disolución, por parte de Rodríguez Zapatero, de las Cortes Generales se iba a producir el lunes 26 de setiembre, los diputados y senadores hemos tenido tiempo de ir llevando a nuestras casas aquellas pertenencias que durante cuatro años se han ido acumulando en los despachos que tiene asignado cada parlamentario, despachos de tres por cuatro, con un pequeño sofá, un armario, unas estanterías, mesa, baldas y ordenador.

A mí me correspondía un despacho mayor como presidente de la Comisión de Asuntos Iberoamericanos en la planta baja, junto al despacho del pull de secretarias de presidentes, pero preferí mi cubículo con vistas a la calle Acueducto en el cuarto piso con mis compañeros donde accedía usando uno de los dos ascensores sin memoria que por milagros de la vida, siempre funcionan y hacían que nadie perdiera la votación, anunciada con campanas. En los despachos hay una pequeña y vieja televisión desde donde pueden seguirse los plenos de la casa y del congreso y un ramillete de canales de todas partes, incluso de la vasca, ETB. La secretaria que compartí con los presidentes de las Comisiones de Trabajo, Defensa, y Exteriores se llama Marisa.

Aparte de lo descrito he tenido en mi despacho un mapa de América Latina y otro de África junto a un cuadro con la famosa foto sacada por el fotógrafo de Paris Match de un gudari ante el Árbol de Gernika. Asimismo exhibía la portada de Deia en la que se ve en el balcón de la Diputación de Bizkaia a Josu Bergara sosteniendo a mi hija Naiara cuando el Athletic quedó subcampeón de la Liga. Una pequeña imagen de la virgen de Coromoto, una placa que pone «Avenida de la República» y un busto hecho por Oteiza dedicado a Sabino Arana. Esto ha sido todo.

Durante estos años he ido enviando a la biblioteca de la Universidad de Deusto todos aquellos libros, magníficamente editados, y que es difícil de encontrar en una biblioteca de este tipo ya que tratan asuntos de defensa y de política exterior, así como sobre estudios constitucionales y cosas así. A cada parlamentario le llegan una serie de buenas publicaciones en función de su adscripción a las distintas comisiones. Y era eso lo que podían verse en las cajas que en cada despachito llenaban los senadores como recuerdo de cuatro años de trabajo. Cuatro años en una caja. Lo que se daba para el reciclaje se ponía en el suelo junto a la puerta y allí, con las llamadas bañeras, el personal recogía todas esas toneladas de papel que acaban en algún lugar que seguramente convierte en pulpa tanta papelería que en su día se consideró vital.

En mi caso llevé de Bilbao dos bolsones donde metí algunos libros, un paraguas, una gabardina, bolígrafos y útiles de escritorio que me llegarán por carretera habiendo dejado el despacho en stand by por si los electores desean lo vuelva a ocupar. Y esto ocurre cada cuatro años. Es la viva muestra del cierre de una legislatura, en este caso la novena, y de una etapa en la vida donde se dejan amigos, conocidos, adversarios y momentos irrepetibles. De hecho ese último día nos llegó al ordenador una lista de lo resuelto por la mesa en relación con los ceses, despachos, ordenadores, móviles, pensiones y hasta una invitación de la asociación de antiguos senadores para que nos inscribamos en ella. Existe, pero este club llamado del “valle de los caídos», no tiene apenas las mínimas competencias. Por no poner, no te ponen ni esquela.

Todo este trasiego también ocurrió en el Congreso y fue reseñado.

Esther Palomera lo contó así:

“No es Zapatero el único que cuando hoy salga del Congreso cerrará una etapa de su vida política. Hay muchos diputados que como él no volverán a subirse a la tribuna de oradores de la Cámara Baja. Unos por voluntad propia y otros, obligados. Todos recogen estos días sus efectos personales de los despachos. Tal ha sido el aluvión de peticiones de cajas de cartón que los funcionarios se han visto desbordados en el reparto. En el Palacio de San Jerónimo huele a mudanza y a despedida y en el patio se forman corrillos de diputados de distintos grupos que intercambian buenos deseos para el futuro. Todos expresan en alto sus sentimientos de morriña, de cambio, de fin de ciclo. Los del PP especulan sobre sus listas. No saben si repetirán o serán relevados. Pero no se percibe en ninguno de ellos el desánimo y la sensación de derrota que desprende la bancada socialista. Y es que la elaboración de las candidaturas del PSOE se ha convertido en un auténtico drama para muchos. La derrota en las elecciones municipales del 22 de Mayo va a llenar el Congreso de cargos orgánicos locales y provinciales que se han quedado descolgados y sin sueldo. Y a algunos veteranos del Parlamento se quedarán fuera. Ya se sabe que en política también la experiencia no siempre es un grado. Miserias de la política que estos días se libran en todas las siglas. Ajeno a todo ello, el secretario general del PSOE, que aún lo es pero no ejerce –Zapatero– reconocía en los pasillos, ante la insistencia de los periodistas por arrancarle una frase sobre su estado de ánimo en su último día en el Parlamento, sentir “nostalgia”.

Otros aprovecharon sus últimas intervenciones desde la tribuna para la despedida y el agradecimiento. Los hubo incluso como el veterano socialista asturiano Álvaro Cuesta que aprovecharon para reivindicar el valor de la política y disculparse por las ofensas involuntarias: “Me siento muy orgulloso de haber dedicado una parte de mi vida al servicio público, al interés general y al Parlamento. He aprendido mucho de ustedes y de quienes les han precedido, y si en algo les he podido ofender, sin duda de manera involuntaria, les pido disculpas”. También se despidieron desde el atril Francesc Canet (ERC), Carmen Quintanilla (PP) y Alejandro Alonso (PSOE). La política también tiene momentos emotivos”.

Y es que el PSOE tenía que cuidar no dar sensación de abandono del buque. A las renuncias a presentarse de Rojo y Bono, se le unió el ministro Gabilondo que dijo no optaría y quería volver a la Universidad, pero fue muy comentada la salida de la pista central de la Vicepresidenta Elena Salgado. No le debió gustar que Rubalcaba no contara con ella y hubo su amago de que Alfonso Guerra, allí clavado desde 1977, dijera adiós, lo mismo que Manuel Chaves, pero pronto quedó conjurada la noticia, ya que estos repetían, no así Cuadrado, el sacrificado portavoz en la Comisión de Defensa cambiado por el ministro del Interior al que Rubalcaba encontró acomodo en las listas de Zamora con la bronca consabida. Cosas de las listas y de tener que repartir miseria.

Burundanga

El miércoles 21 de septiembre me llamó Erkoreka. Se había puesto en contacto con él María Arellano que tenía interés fuéramos a ver la obra de teatro «Burundanga» y me preguntaba si yo estaba en Madrid y me interesaba ir. Se lo agradecí y le dije que estaba en Madrid y que iría. María Arellano, familiar del ex consejero José Manuel Goikoetxea es una activa promotora y productora que se suele acordar de nosotros y samaritanamente nos orea de vez en cuando. Con su ama estuvimos en el “Alderdi Eguna”. Contactó conmigo en mi etapa del Congreso y gracias a ella pudimos ver la película “El Lobo”, “Santa Teresa de Jesús» y alguna más. Casada con el poliédrico y buen actor Pablo Carbonell el de los «Toreros Muertos», «Caiga quien Caiga», “Hospital Central es una pareja muy amable y simpática con la que de vez en cuando tocamos calle en nuestras únicas salidas en Madrid del clásico itinerario aeropuerto, hotel, Congreso, Senado.

Le dije a Erkoreka que en Venezuela se hablaba de «Mandanga con burundanga» y que era un bebedizo, pero nada sabía de la obra que se representaba y a las siete estaba en la Glorieta de Bilbao, viendo como confluían en ella la calle Luchana, María Malasaña y Fuencarral. Di unas vueltas para conocer aquel entorno. Años de estancia en Madrid y soy un perfecto desconocedor de una ciudad tan atractiva, salvo de sus sitios oficiales. En eso me abordó una pareja mayor que me  conocía. Se  trataba de quien fuera, con el presidente del Congreso Félix Pons, su jefe  de gabinete Pepe  Zamit que paseaba con su esposa. Hacía 18 años no le veía. “Hace 18 años dejé el Congreso, volví un año y no he vuelto más” me comentó. Estuvo muy  amable y le  pregunté por el edificio que en la plaza Elíptica, al  lado del hotel Carlton, mantiene la Hacienda central en una Comunidad con Concierto Económico. «Si -me  dijo-ese edificio lo transferimos y luego sorpresivamente volvió al estado». De eso me acordaba porque él había participado en la negociación y me contó este dato. Es una pena pues que hoy esté ahí un edificio vacío y muerto de risa. En sitio tan emblemático no quiso, el de turno, que allí  estuviera, por ejemplo, el gobierno  vasco. Zamit me dijo que pensaba ir a ver la obra “Burundanga” de  la que le habían hablado muy bien pues  estrenada en junio seguía en septiembre a sala llena.

Y en  eso llegó María Arellano y al poco los diputados Beloki y Agirretxea y un poco más  tarde Erkoreka. La sala estaba ocupada en sus tres cuartas partes un día de labor a las ocho.

La trama trata de una chica que vive  con un vasco con quien espera un hijo y éste no lo sabe y quiere conocer si su novio le quiere. La compañera de piso, Silvia, le facilita una droga llamada “Burundanga» que tomada por el afectado cuenta todo lo que sabe y cuando se normaliza no  se  acuerda de nada. Se  la da y resulta que confiesa ser miembro de un comando de  ETA que espera a un militante para realizar un secuestro. Esta es la trama. Trama aparentemente dura para representarla hoy en el centro de Madrid pero con un guión tan extraordinariamente  bien elaborado y una actuación de diez por parte de cinco actores. Marta Poveda, Mar Abascal, Antonio Hortelano, César Camino y Eloy Arenas, que no dejamos de reírnos en toda la obra por sus golpes y por un guión que acaba con la desaparición de ETA.

Tras la obra nos fuimos con los actores y María a tomar un pintxo y comentar lo que habíamos visto en el escenario. Nos dijeron que el productor no se atrevía a presentarla en Euzkadi y nosotros le dijimos que esta obra en nuestras capitales y pueblos tendría un éxito sensacional porque demostraba la inmensa chapuza que ha sido ETA en estos cincuenta años y además contado con el disolvente ácido de un humor inteligente. Ojalá alguien la programe por aquí o que la gente de aquí vaya a verla al Teatro Maravillas de Madrid.

Terminamos en la plaza Dos de Mayo tomando una pizza con Pablo Carbonell y volviendo al hotel andando por la calle Fuencarral y, en el cruce de la Gran Vía con Montera, de pie, nos quedamos una hora analizando la situación política del PSOE, las despedidas, el por qué Bono escribe cada día sus memorias siendo su secreto que apenas duerme, la prepotencia del PP, la despedida de Zapatero. La gente miraba a un grupito de cuatro encorbatados conversando acaloradamente en una noche madrileña con una temperatura ideal y llenas sus calles de gente joven. En definitiva, que recomiendo ver Burundanga. No defrauda.