Viernes 26 de noviembre de 2021
No, no es La Habana ni Díaz Canel, es el sindicato ELA y su flamante reelegido secretario general, Mikel Lakuntza. Los viejos símbolos de Soli molestan. A la Izquierda batasunera le molesta el pasado. Lo vimos en la manifestación del sábado donde la ikurriña ya no fue la bandera nacional. Aquí lo mismo. Se vacía la ideología de aquel sindicato y se cambian los logos para que nos demos cuenta que de la vieja ELA no queda nada, absolutamente nada. Mucho menos su vocación de cooperar para sacar el país, las empresas y el salario de los trabajadores adelante. Y eso que en La Habana no hay sindicatos. Pero todavía no se han enterado. Los líderes de ELA conocen de Cuba solo las playas.
Winston Churchill al inicio de la II guerra mundial prometió a los ingleses «sangre, sudor y lágrimas». No sé si Mikel Lakuntza ha leído al premier del puro pero tras su reelección a la manera del PRI mexicano nos ha anunciado, «huelga confrontación y pancartas». Nada nuevo en el programa ni en la oferta de este señor que más que secretario general de una organización sindical histórica, nacida a impulsos del EAJ-PNV en 1911 para defender los trabajadores, lo de él es ser el miembro antisistema más activo del actual panorama vasco. Y de verdad, lo logra.
El reelegido secretario general de ELA, Mitxel Lakuntza, ha pedido defender «sin complejos» las huelgas y las movilizaciones porque son «ineludibles» para obtener convenios laborales «positivos» y acabar con la precariedad. También ha afirmado que la confrontación «nunca será una palabra desagradable» para su sindicato porque «politiza y ayuda a tomar conciencia de quiénes somos y a quiénes tenemos enfrente».
En su primer discurso tras su reelección con un 90,69% de votos favorables, curiosa cifra sindical más propia de los sindicatos en países del socialismo real, Lakuntza ha reivindicado el papel político del sindicato en la acción social porque, a veces, «nos lanzan la acusación de que ELA es una organización cada vez más política y menos sindical. Pues no, ELA es cada vez más sindicato precisamente porque tiene opinión política y no hay sindicato creíble que no tenga opinión política». Eso sí, sin presentarse a las elecciones democráticas con sufragio libre y secreto. Lo de este señor es hacer mucha confrontación política sin pasar por las urnas. Las internas ya sabemos como le funcionan. Un 90%
Por eso, ha proseguido Lakuntza, «hay que llegar y seguir construyendo poder sindical en cada centro de trabajo para conseguir buenos convenios, como decía un cartel nuestro, ‘los convenios no caen del cielo'». En otros términos. Llevar a cada empresa el conflicto aunque lo de ellos es la administración, con audiencias cautivas.
Malos tiempos para la lírica, para la creación de empleo y para una paz social asentada en la negociación y en la justicia.


