¿Por qué no socializamos la miseria?. ¡¡Exprópiese!!

Domingo 12 de julio de 2020

Al inicio de la transición, en los actos del PNV, los militantes elevaban  el brazo que terminaba con la V de la victoria. Muchas veces esos brazos levantados eran manipulados fotográficamente como si fueran el símbolo del nazi-fascismo. Valía todo contra un partido que había sido víctima de esa ideología totalitaria. Afortunadamente el PNV dejó de usarlo. Lo hacía para contraponerlo al puño cerrado, símbolo de ETA y de todos los ismos seudo abertzales en liza. Si el nazismo dejó un reguero de cadáveres, el comunismo no le fue a la zaga. Los gulags, la dictadura del proletariado, el control de la vida del ser humano desde que nace hasta que muere lo expresa como nada ese puño cerrado que muchas veces se levanta con odio. Si, ya sé que  también representa la lucha de los trabajadores en busca de una justicia social mínima, pero también es verdad que es el símbolo de lo más negativo que el ser humano puede hacer contra su semejante. Pero eso no le importa nada a Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu, que homenajeó a Fidel Castro  tras su muerte en Donosti y acudió a la toma de posesión de un sátrapa como Maduro en Caracas. Esa es su  fracasada ideología marxista leninista y por lo menos no se esconde. Lo malo de esta foto es la cara de satisfacción de Maddalen Iriarte que aparece como compañera de viaje de una  ideología totalitaria. Se entiende. Ella, como en su día lo fue Laura Mintegi, no será la responsable del Grupo. Para eso estás los Comisarios Rodríguez y Casanova. Como tampoco Rebeka Ubera relegada de un puesto de salida por un talibán pata negra.

Fue el día en el que la candidata a Lehendakari (designación presidencial  histórica del estatuto vascongado) Maddalen Iriarte dijo que Urkullu es un lastre y que sobraba. La víspera había dudado de la sensibilidad social de un Lehendakari que había comentado que nada de lo social le asusta ni que ese mundo de izquierda le iba a dar clases. Lo dijo en el Congreso, con otras palabras, José Antonio de Agirre varias veces y el PNV lo demostró ante la sublevación militar y en sus 125 años. Tras la guerra, estuvo con una democracia cristiana europea cuyos dirigentes habían sido perseguidos por los nazis y proponían una Europa federal que pusiera en práctica el principio cristiano tomista de la subsidiariedad. Y es que Urkullu, como el PNV, no es  socialdemócrata, ideología que viene del marxismo, sino un socialcristiano  de avanzada, como lo ha sido un EAJ-PNV que ha puesto al ser humano en el centro de su acción. Lo que se llama el humanismo cristiano que convive perfectamente con una socialdemocracia europea, algo que no es ni de lejos Sortu, que se niega, y más en campaña, a decirnos cual es su modelo de sociedad aparte de criticar al PNV por todo y decir que las elecciones no tenían que ser hoy. ¿Se acuerdan?.

De hecho Arkaitz Rodríguez, heredero directo de la alternativa KAS, ha explicado que ETA dejó de actuar no por una reflexión ética, sino estratégica. El fin siempre justificando los medios para este mundo que esconde un proyecto totalitario a plazos. Es muy fácil repartir riqueza en los mítines sin decir como crearían esa riqueza amenazando como han hecho durante toda la campaña al mundo empresarial con un grito de guerra muy peligroso ¡Exprópiese!.

Sortu es una organización heredera de quienes pusieron a circular aquello de “socializar el sufrimiento” y del “impuesto revolucionario” contra empresarios. Todo un hallazgo en derechos humanos. Hoy, las formas cambian pero la ideología y la matriz  sigue ahí y solo basta escucharles con atención como para darnos cuenta que si tuvieran en sus manos el poder suficiente para hacerlo pondrían en práctica con los hechos en eso tan terrible de como “Socializar la miseria”. Suena duro pero es así. Lo camuflan en campaña pero reconocen que lo suyo no es la socialdemocracia sino el marxismo leninismo edulcorado con un discurso falsamente progresista engañabobos. Como  en Venezuela, su enemigo es de verdad la propiedad privada y  el empresario, no  solo el  empresario tiburón y especulador, con el que coincidimos en su puesta fuera de juego, sino el empresario como creador de riqueza. Y de ahí vienen sus ataques continuos a la derechona vascongada el  EAJ-PNV .Ponen  sobre la mesa palabras mágicas como eso de que la progresía y la izquierda es lo que ellos representan y el PNV es el odioso nacionalismo burgués al que hay que  ganar y desalojar sin decirnos como se reconstruye un país en tiempos del cólera, como se crea empleo, como se distribuye la riqueza y como se prepara el futuro ante una situación de crisis económica total. Siempre a río revuelto, los pescadores hacen su pesca.

Elkarrekin Podemos, chupando rueda de Sortu no se ha andado con chuiquitas. Su discurso crispante y excluyente frentepopulista con el que hasta la Sra. Gorrotxategi se ha apoderado de una iniciativa de hace 31 años de José Ignacio Arrieta, ha sido de traca. A esta Sra. le ha valido todo, mostrando una inquietante indigencia política y esgrimiendo, como asi lo ha calificado Ortuzar, un mensaje asqueroso. Mal ella y peor Iglesias, Echenique y Mayoral que amén de verdaderas falsedades han pedido el pase a la oposición a un partido que les permite a ellos gobernar en Madrid. Este  absurdo mundo de sombras da la medida de cómo se hace política en Celtiberia donde medios y políticos con tragaderas de gargantúa, lo engullen todo. Indigencia política y manipulación por un lado pero necesidad también nuestra de hacer en el futuro mayor pedagogía política para impedir que los tirapiedras verbales hagan de las suyas.

En1980 Carlos Elordi y Peru Errotea, dos periodistas prestigiosos, trabajaban en la revista madrileña La Calle, revista de izquierdas dirigida por Jaime Sartorius y cuyo analista político era Manuel Vázquez Montalban. Les encargaron hacer un reportaje sobre el PNV en un viaje al interior de los partidos y lo titularon “El PNV, más que un Partido”. La entradilla de  su trabajo era éste.

“El PNV es un partido  de síntesis. Ahí radica su arraigo y su potencia. En sus filas se dan cita muy diferentes talantes y filosofías. Nació de carlistas y liberales. Ahora coexisten en él vasco parlantes y castellano parlantes, democristianos y socialdemócratas, tecnócratas y populistas, trabajadores y burguesía. Por eso el PNV es algo más que un partido. La tensión generada por un planteamiento de “emergencia nacional” es el aglutinador de ese entramado movimientista que es el PNV. Las fuerzas centrífugas y los localismos de la sociedad vasca se encuentran también instalados en el interior del partido fundado por Sabino Arana, porque el PNV es acusado reflejo del País Vasco.  Todo ello integrado por la teoría de las nacionalidades que asume y reelabora Sabino Arana Goiri. Así, el PNV se configura como un partido moderno, con su doctrina, estrategia y organismos de decisión. Pero al mismo tiempo, también aparece, a pesar de su rigidez organizativa, como un movimiento  en el que convergen diferentes planteamientos y hasta ideologías”.

Han pasado cuarenta años de ese resumen  y poco habría que añadir a la visión de estos dos  analistas.

El PNV es más que un partido. Landaburu decía que era una familia e Irujo que era un microcosmos. Epalza que un milagro. Lo recordó Inmaculada Boneta en un acto de campaña. En 1980 la habíamos elegido como la  vicepresidenta del primer Parlamento Vasco de la historia. Eran cuatro las mujeres del EAJ-PNV que salieron elegidas por una de HB que no fue nunca. Hoy se elegirán este domingo más mujeres que hombres. Esa ha sido la trayectoria de un partido de 125 años. Abrir camino y asentar lo logrado. Sabemos de la oscuridad del momento y de la oscuridad del futuro. Somos conscientes de que estamos  abriendo camino entre zarzas. Pero tenemos fe, programa, candidatos y mucha experiencia. De ahí el llamamiento a todos quienes aman a este pueblo por encima de sus intereses particulares para elaborar una estrategia en común, con la seguridad de que el futuro depende de nuestro esfuerzo, de nuestra inteligencia, de nuestra cohesión y de nuestro aguante con la mano abierta y no con el  puño cerrado.

Estudio concienzudo de la promisología política

Viernes 10 de julio de 2020

Un grupo de estudiantes de la UPV-EHU aca­ba de concluir un extenso e intenso estudio de esa nueva ciencia —o tal vez simplemente ar­te— que se ha instalado en Euzkadi y que ellos llaman promisología. Es la ciencia, el arte, la destreza, de hacer promesas electorales sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, ni mucho menos decir cómo se podrían pagar sus ofertas. Si Winston Churchill prometió “Sangre, Sudor y Lágrimas”, estos ofrecen el oro, el moro, mucho incienso y mucha mirra gratis et amore. El micrófono lo aguanta todo.

La tesis tiene un título muy largo: “Ana­tomía y Fisiología del Fenómeno de la Pro­misología en sus Relaciones con la Ética Inestable”. El “research» es extraordinario… Han recopilado todas las promesas que han hecho los  candidatos durante la campa­ña y han llegado a conclusiones devastadoras. Las Sras. Iriarte y Gorrotxategi, como es natural, van  a la cabeza de ellas. Los estudiantes han reunido nada menos que 2.456 promesas. ¡Fabuloso!.  A mucha distancia se encuentra con solo una el pobre Carlos Iturgaiz, un candidato rodeado de paracaidistas de la meseta que no suele abrir la boca para prometer nada salvo que con él, la España del Cid Campeador no se romperá nunca. El Sr. Becerra ha hecho 245 promesas. Mendia  anda por las 678. Los del Pacma  tienen  453 y Urkullu un librote de casi 500 páginas. Lo malo, para los opositores de Urkullu, es que este irá a los plenos con su tomazo para decirles, raca raca, a los del Frente Popular de que manera está  cumpliendo sus promesas y el presupuesto para hacerlo de donde lo saca. Ya estoy viéndole a Casanova (que es el que manda) levantando la mano y pidiendo la palabra.

En la abultada tesis sociológica aparecen reseñadas todas las promesas. Faltan las del sindicalismo jurásico, pero estos no se presentan a las elecciones. Lo de ellos es la pancarta, la huelga por la huelga, no ir a las reuniones y los piquetes en la calle. Hay también algunos candidatos que no se han tomado el trabajo de prometer nada. No porque no sean serios sino porque saben que son candidatos de atrezzo.

Ahora bien, ¿qué es eso de la ética ines­table?. La conclusión  que sacan los estudiantes es sencilla: mientras más promesas hace un candidato, menos calidad política tiene, menos experiencia, más de­ficiente es en  su ética política y en su conocimiento del medio. Es decir, está mintiendo al electorado. Le está  tomando por el pito de un sereno.

Eso es correcto. La promisología, o lo que podríamos llamar la promisofilia, está en razón directa a la desesperación del candidato. Como se ve perdida/o lo promete todo. “¡Ahí me las den todas!”, dicen enfáticos desde el tingladillo callejero  mientras Arkaitz Rodríguez levanta el puño y Carmen Garrido aplaude entusiasta a la nueva Rosa de Luxemburgo vasca.

En el caso de Urkullu lo que se ve es una cierta promisofobia, odio a las promesas insustanciales y gabonarabakas. Urkullu  parte de un principio rígido: hay que cumplir y yo no prometo lo que no voy a poder cumplir. Y yo no puedo decir que haré esto y lo otro si no digo como se va a pagar. Eso  es bueno. Está dentro de los lineamientos de su temperamento. Es un hombre serio y riguroso que opera men­talmente dentro de unas coordenadas mora­les inflexibles. Se respeta a sí mismo y respe­ta a sus conciudadanos. «Mejor es quedarme corto que pasarme de rosca”, podría decir. Es como los que te invitan  a chiquitos  y pagas  la ronda tú, aunque Urkullu solo beba agua.

Ahora bien, en este vasto océano de prome­sas hay algo que no se ve. Ninguno de ellos ha dicho lo que va a hacer si pierde la presiden­cia. Mucho menos Maddalen Iriarte a la que le ha encantado le llamen Lehendakari.

Gorrotxategi, a quien todos le hacen la pregunta porque se le ve el perfil de perdedora, se niega a responder. «Yo voy a ganar de todas mane­ras, no me haga esa pregunta”. ”Yo en esta campaña  he sembrado la semilla del Frente Popular vasco-español y eso en si ya es una gran victoria, aunque me quede en chasis” suele decir bastante enfadada y eso que le gusta la mermelada de naranja. Es una respuesta que a Pablo Iglesias le gusta mucho. Mucho más a Monedero que se ha pasado la campaña poniendo pringando al PNV.

Nadie le pregunta a Urkullu lo que va a ha­cer si pierde. Primero, porque se estima que no va a perder. Y segundo porque hay un ingrediente racional en Urkullu  que permite suponer que si pierde se quedará tan tranquilo en su casa de Durango. Ya de hecho, hace tiempo que no vive en Ajuria Enea como le pirraría hacerlo a  Maddalen y a Gorrotategi. Lo primero que harían sería quitar  los cuadros de Aguirre y pondrían los del Che y de Mao ¡Menudos  saraos revolucionarios organizarían!. ¡Le invitarían hasta a Maduro a la toma de posesión en Gernika!. En resumen. Iriarte y Gorrotxategi son como Cristóbal Colón que cuando salió no sabía a donde iba, cuando llegó no sabía donde estaba, cuando volvió, no sabía de donde volvía y además lo hizo con el dinero de los demás. Amén.

Los indecisos

Jueves 9 de julio de 2020

En un electorado de menos de dos  millones y pico, una pequeñez que va menguando de elección a elección y va a menos, no llega al veinte por ciento el sufragante adscrito a un partido político. La gran mayoría de los vascos son  Independientes y pertenecen  al llamado país nacional. No quiere decir que sus votaciones anteriores, su historia familiar y las campañas no le condiciones pero podríamos decir que ningún partido es dueño del voto de nadie. Hay que ganárselo.

Y si desde luego ha de ir a votar en base a debates encapsulados donde si tienes delante, como ha sucedido hoy, en Radio Euzkadi a un candidato como Iker mintiendo descaradamente e interrumpiendo todo el tiempo a Erkoreka manipulando la realidad, no queriendo abjurar de su sucio pasado, y haciendo  gala de una prepotencia inusitada, el ciudadano no puede ver esto con satisfacción sino con desapego.

Este tipo de debates en los que no te aclaras de nada, echan para atrás. Y es que para jugar, tener juego y meter goles necesitas jugadores disciplinados, limpios y bien intencionados. Lo demás es muy frustante. Cuando el Lehendakari dice que no va a haber recortes y Maddalen Iriarte y Casanova   dicen lo contrario, el espectador se queda confundido porque uno no miente y el otro sí. Y tú te tienes que fiar de la credibilidad de los emisores. Ocurrió  con la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia  del País Vasco en relación con el comportamiento de Osakidetza  que es  clarísima y ETB te la manipuló, hecho que les ha servido a los de Bildu para machacar al PNV.

Esa mayoría silenciosa que no participa en la lucha política, que trabaja, estudia, produce, piensa y se preocupa del destino de Euzkadi, pero que no tiene un carnet de partido, es la que votará el domingo 12. En este vasto sector hay más de un tercio de electores, que siguen el curso de la campaña electoral, leen diarios, oyen la radio y ven con frecuencia la televisión. Euzkadi  es un país moderno en sus medios de comunicación social aunque su televisión pública está muy condicionada por unos informativos de tendencia izquierdista. No hay causa marginal que no tenga espacios que para sí quisieran otros asuntos de enjundia.

Hasta el más primario baserritarra o arrantzale, que ya no quedan, en los más apartados rincones de Euzkadi, escucha las noticias y los programas políticos en sus móviles y transistores. Nuestra democracia representativa es conocida  por su alto grado de participación popular. Los ín­dices de abstención son relativamente  bajos,  en los resultados electorales. Ni en los Estados Unidos, ni en Gran Bretaña, ni en Francia, ni en Italia, ni en la España del año pasado el electorado  se movilizan t de la misma manera en los procesos electorales y ejercen el derecho de sufragio como en Euzkadi. De ese hecho sociológico y político de­bemos estar algo satisfechos porque no es lo habitual. Aquí la elección delos distintos parlamentos, incluyendo el europeo  es un plebiscito y a nadie se le ha ocurrido hasta ahora impugnar un resultado electoral por la presun­ta comisión de fraude y de irregularidades. Es el más rele­vante atributo social del sistema institucional vasco.

Es obvio que entre los millones de electores del país nacional exista un porcentaje de votantes indecisos. ¿Por qué siempre ha habido indecisos en nuestros procesos elec­torales?. Conozco el caso de algunos indecisos. Es una cues­tión de psicología colectiva y de psicología personal. No todos vemos con claridad la perspectiva política. Hay in­decisos porque no les satisface el sistema político o porque consideran imperfectas las campañas, las ofertas, la no discusión de los programas, la animadversión a los candidatos aunque no a la idea que defienden, o no  les gusta el régimen de  listas o planchas cerradas o no quieren verse arrastradas por la propaganda de los partidos

Es el caso también del aldeando, que citaba Unamuno en tiempos de la República espa­ñola, que manda en su libre albedrio y quiere ir contra la corriente. Además, en la sociología lvasca el individualismo es una altiva herencia  de otras luchas de una idiosincrasia particular. No voto porque no me da la gana. Hay que colocar al indeciso en ese vasto sector de electores que se deciden a última hora, des­pués de un minucioso análisis de la realidad del país y de las diversas alternativas políticas.

Pero no para insultarlo, como acaba de hacerlo la candidata de Elkarrekin Podemos diciendo que no hay derecho que un país de izquierdas vote un gobierno de derechas. No deja de ser una frase propia de una cabeza vacía, pero repetida varias veces en televisión quizás haga duda a alguien al que la rotundidad de la señora puede epatar.  Fue una apreciación ligera y peyorativa de Gorrotxategi con respecto a las personas que no han querido expresar en las encuestas por quién van a votar. Es como un severo reproche al portador del secreto del voto, que es una garantía constitucional; y es también una calificación despectiva de un importante sector electoral que no milita en partidos, ni participa activamente en la política, pero que vota como un buen ciudadano.

La experiencia democrática enseña —a través de nues­tros procesos electorales desde 1977— que el indeciso vota por el mejor candidato, por el aspirante presidencial que merece mayor confianza, por el líder que otorga mayores garantías de estabilidad, desarrollo y progreso. No vota por agradecimiento sino busca seguridad, futuro, seriedad y a veces vota esperanzado ante unas promesas que las considera posibles de ejecutar.

El  triunfalismo de Bildu  ha llevado a su candidata a des­deñar e insultar a los Indecisos. Mientras Urkullu y Ortuzar tratan de convencer a los indecisos atrayéndolos con argumentos  con razones válidas; mientras Urkullu  lo respeta en un fuero interno y le des­pierta motivaciones importantes, las candidatas de Bildu, Podemos y el del PP no lo toman en cuenta y se dirigen a ellos como si fueran parvulitos. El indeciso es tan importante que su voto va a decidir los comicios del próximo 12 de julio. El indeciso vo­tará por el EAJ-PNV en alta proporción porque no quiere un cambio político incierto, radical y  tenebroso  porque no quiere ver gentes sin experiencia tratando de experimentar y jugar con fuego cuando la situación económica es la que es. Su fracaso estratégico de los años de la salida de la dictadura a la democracia nos dice que siguen sin ser creíbles ni como gestores ni como políticos. La gente anhela ver normalizada la economía y el empleo, a través de un ré­gimen serio y responsable, encabezado por un gobierno de coalición como el que hemos tenido pero con mayoría absoluta.