EL HIJO DEL LIDER BUBI EN LA CATEDRAL

Miércoles 10 de febrero de 2016

Iñaki con los BugisSábado 6 de febrero. La Gran Vía bilbaína rebosa de máscaras, caretas y disfraces. Es Carnaval. Paso y miro asombrado y reflexiono sobre  lo que a la gente le gusta disfrazarse. Pero voy a la calle del P. Lojendio, al Centro de los jesuitas  Ellacuria donde también  está Onda Vasca. A las seis hay una misa en recuerdo de Laesa Bita Rope, líder Bubi, inspirador y dirigente máximo del Movimiento para la Autodeterminación de la Isla de Bioko (MAIB). Lo asesinaron en Costa de Marfil  hace diez años, por orden expresa de Teodoro Obiang Nguema. Era un líder nato y Obiang sabía lo que hacía cuando lo asesinó. Había estudiado economía en Zaragoza, especializándose en Gestión de Cooperativas. Posteriormente, ampliará su formación en Francia y en los Estados Unidos.

En misaEn primera fila estaba su viuda Lidia con sus cuatro hijos, dos ya adolescentes, y dos chavalitos. Ella es Juntera en la Junta Municipal de Begoña y participa muy activamente. Entre el público Jon Urrutia, que vino de Lekeitio al acto. Es burukide con ella y fue director del IVAP.

La misa la concelebraron el  jesuita vasco Xabier que ha pasado cuarenta años de su vida en el Congo y el P. Eduardo, párroco de Ortuella, Bubi. Recuerdo que con José Ignacio Unda hicimos una gestión ante el obispo Larrea para que le dejaran venir a Euzkadi. Era carne de represión por ser claro y valiente. Monseñor Larrea se portó muy bien.

Bita 2006-2016La  sala  se llena. Me pongo al lado de José M. Etxeberria  que lleva la secretaría de la Comisión de Exteriores del PNV  y es hombre dedicado a esta tarea  desde siempre. Y está José Ignacio Unda, que estuvo en la Comisión de la Energía y en el Consejo de RTVE y a quien en su día le pedí hiciera un seguimiento y  nos preparara  preguntas al gobierno en los años noventa. Y tiene muchas y comprometidas historias con ellos.

La misa es muy coloquial. El P. Xabier dice, para ejemplificar que Jesucristo se rodeó de dos apóstoles de extracción popular, que San Pedro era un bocazas. Y glosa la figura del líder desaparecido así como el P. Eduardo. Lo hacen con el corazón en la mano.

Termina la misa y allí mismo comienzan unos parlamentos muy emotivos.

El acto lo hubieran querido hacer en Madrid donde hay muchos Bubis, pero  la  viuda quería se hiciera en Bilbao. Y de Madrid ha venido Anacleto con su espigado hijo, un  joven con muy buena formación. Es la apuesta de futuro. Anacleto es el alma de esta relación con el PNV. Y habla  Atanasio, que recuerda al líder asesinado como hombre valiente, solidario, discreto, inteligente, con formación y con la idea clara de cómo trabajar. Lo hizo empoderando a los campesinos y organizando la Liga de Cooperativas, proyecto financiado por la Agencia de Desarrollo Internacional, con el cargo de gerente de la filial de Bioko, bajo la supervisión de los técnicos norteamericanos impulsores del plan. Honorato destaca como fue él quien logró que todos los grupos y grupitos se unieran y crearan el MAIB.

Interviene su sobrino Nicanor recordando cuando iba a su casa y cierra Anacleto, compañero de fatigas del líder. Se emociona y nos abruma con su mención continua al PNV. Anacleto viene a todos los Aberri Egunas y con él siempre hemos trabajado estupendamente. Recuerda que cuando le conocí le debí decir que yo también como ellos, era Bubi. Y es que la Isla de Bioko es Bubi y el continente Fang, y los que mandan en su isla son los Fang, como lo fue Macías y lo es Obiang.

Termina el emotivo acto. Nos sacamos esta foto con la viuda y con Anacleto, Unda, Etxeberria y yo. Los asistentes dan cuenta a unos pintxos. La sede jesuítica es una buena anfitriona. Le pregunto a Lidia por sus hijos. Están estudiando bien, saben euskera y uno de ellos, me dice, está en la Catedral. Pienso que o es monaguillo o seminarista. «No» me corrige. Está con los alevines del Athletic. Y lo dice muy orgullosa.

Salimos del acto impresionados y emocionados y con la sensación de que tenemos que hacer mucho más por ellos. Son gentes luchadoras, muy respetuosas, agradecidas, estupendas.

En la calle seguía el carnaval.

1996: CÓMO NEGOCIAMOS LA PRIMERA INVESTIDURA DE AZNAR HACE 10 AÑOS (y 7).

Martes 9 de febrero de 2016

SPRINT FINAL

116.14El miércoles 24 fui invitado al programa de TVE “Los Desayunos”. Me preguntaron por el voto. Dije que en ese momento votaríamos NO. Y culpamos a los sindicatos. Se organizó un buen follón. Aznar llamó a Arzalluz. El asunto quedó abierto pero en ese momento primaba el NO. No era de recibo que una presión sindical impidiera un acuerdo que se basaba en el cumplimiento de una ley. Mayor Oreja me llamó y me dijo que habíamos empezado la negociación en cabeza y acabábamos en la cola. Le dije que la responsabilidad era de ellos por no tener coraje de enfrentarse a CC. OO. y UGT. Ellos eran el centro derecha. Pero Oreja era persistente. Quería el acuerdo y me anunció una nueva redacción. Había hablado con el asesor de Ardanza, Zubizarreta, y buscaban alguna fórmula.

Nos reunimos el lehendakari Ardanza, el vicelehendakari Ibarretxe, Arzalluz, Egibar y yo. Llegamos a la conclusión de que no había nada que hacer. El PP prefería a los sindicatos que al PNV. Me tocó ir al informativo de ETB. Empezamos a preparar el terreno para el NO. Almorcé con Jesús González Mateo, de Europa Press. Había hablado con Molins. “Sois distintos. Ellos tienen una Delegación en Madrid y vosotros en Bruselas. Ellos quieren puestos y vosotros tenéis el piñón fijo del Estatuto”, me comentó. “Ellos determinan si gobierna el PP o el PSOE, por eso somos distintos, pero yo te aseguro que nosotros con esa fuerza conseguiríamos sacar el Estatuto de Gernika”, le contesté.

Me comentó que Álvarez Cascos decía que era partidario de un acuerdo de legislatura o nada porque de lo contrario un SI a la Investidura salía demasiado caro. El PP, resumidamente, quería el PER, TVE y La Moncloa. Al PP no le gustaba que le propusiéramos a Olabarría para el Consejo General del Poder Judicial y a Ibarretxe no le tenían demasiada simpatía porque en la negociación sabía mucho más que ellos.

Le comenté que Molins me había dicho una cosa interesante y bastante esclarecedora del ritmo de aquella negociación. CiU no deseaba que el PNV llegara a ningún acuerdo con el PP antes que ellos porque los dejaba en evidencia y les hacíamos una gran faena. En el fondo, todos negociaban igual. El PSOE y el PP. Cada cual iba a lo suyo. Y una vez más iban a dejar pasar el tren del PNV por pura mezquindad estirando malamente la negociación y haciendo más caso a los sindicatos que a la ley.

El jueves 25, hartos de aquella negociación, convocamos una rueda de prensa. La di con Arzalluz y Olabarría para replicar a los sindicatos UGT y CC. OO. y anunciar el bloqueo de la situación. Aquello encendió las luces rojas del despacho de Mayor Oreja, que se dedicó a llamar a diversos dirigentes del PNV para buscar una solución. De ahí que propiciáramos una reunión en Madrid de Ibarretxe con Mayor Oreja, donde hablaron de una nueva redacción de la propuesta. Ibarretxe asimismo participó en un programa de televisión sobre financiación autonómica. La pelota estaba ya en el punto de penalty. La reunión entre Ibarretxe y Mayor Oreja había durado hasta las dos de la madrugada. A la vuelta, Ibarretxe preparó varias fórmulas de acuerdos. Se las remitió al lehendakari Ardanza, quien nos las mandó ese viernes al EBB, que estaba reunido ya que el lunes siguiente era San Prudencio.

En el EBB el clima era de total rechazo a cualquier tipo de acuerdo con el PP. Se decía que de seguir así íbamos a pasar a una situación mendicante. Arzalluz recondujo la situación leyendo la nota de Ibarretxe, que fue aprobada. La envió a Ardanza y a Ibarretxe, que estaba en Madrid. La nota era sustancialmente la misma que la enviada el lunes 22 aunque se habían cambiado algunas cuestiones. Fue Arzalluz el más partidario del pacto. De no haber sido por él de aquella reunión habría salido un NO como una casa.

El fin de semana se produjeron decenas de llamadas de tal forma que el camino estaba ya muy trillado cuando el lunes 29 se reunieron, en el restaurante Landa, el vicelehendakari Ibarretxe y Jaime Mayor Oreja. Entre los dos llegaron al acuerdo definitivo y por fin se anunció que el PNV apoyaría la Investidura de José María Aznar como presidente del gobierno español. Actualización del Concierto Económico, apoyo a la Formación Continua y devolución del patrimonio incautado con motivo de la guerra eran el meollo del SÍ. Junto a esto se decía que a medida que fuera transcurriendo la legislatura se procedería al desarrollo estatutario con el criterio que todos los grupos del Parlamento vasco habían decidido a la hora de cumplir el Estatuto. Era un buen texto para un solo SÍ. Abría un camino que estaba en la mano del PP y nosotros obraríamos en consecuencia. Ibarretxe, de allí, se fue de vacaciones con su familia a París.

Y SE PRODUJO EL ACUERDO

Tras éste me llamó Mayor Oreja. Estaba feliz. Quería que viniera todo el PP a Bilbao como habían hecho con los catalanes. Le dije que preferíamos ir nosotros a Madrid. “¿En qué hotel?”, me preguntó. “No. En vuestra sede”, le dije. No se lo terminaba de creer porque toda la obsesión de CiU había consistido en que el PP fuera a Barcelona, poco menos que a inclinar la cerviz, en el hotel Mayestic. Sin embargo, el montaraz PNV lo quería hacer nada menos que en la sede del PP. “Yo por ir a la sede del PP no voy a dejar de ser nacionalista vasco. No tengo complejo alguno”, le contesté.

LA MANO EN LA CARPETA VERDE

El martes 30 de abril salíamos Arzalluz y yo hacia Madrid rumbo a la sede del PP, Génova, 13. La expectación era inusitada. Subimos al despacho de Aznar. Allí estaba con Rato, Rajoy y Mayor Oreja. Hablamos del acuerdo y de sus partes. Había una cláusula secreta a petición de Aznar. Habíamos llegado al acuerdo sobre el segundo operador de telefonía, Euskaltel, y el PP no quería que esto se supiera porque CiU les iba a pedir a ellos lo mismo. Y allí estaba. Pero Arzalluz quería que Aznar firmara el documento. Éste le preguntó si no se fiaba de él. “Sí, pero me fío más si firmas”, le contestó Arzalluz. “Pero bueno, ¿vosotros no habláis siempre de la palabra de vasco?”, y diciendo esto puso su mano sobre la carpetilla verde. Con ese gesto daba por firmado el documento.

En aquel séptimo piso, los dirigentes del PP nos comentaron lo complicado de nuestra organización, los mítines de los fines de semana, la labor diaria. Ellos, nos decían, que por haber tenido un partido con listas abiertas casi se quedan sin organización en 1986. “Es terrible cuando la gente hace propaganda en la prensa para lograr un cargo interno”.

Y con las mismas, a la planta baja, a una rueda de prensa que estaba de bote en bote. Con las gaviotas del PP detrás. Un periodista le preguntó a Arzalluz si sabía dónde estaba. “Por supuesto. Esto de aquí detrás son las gaviotas del PP y este edificio la sede del PP en la calle Génova, 13. ¿No es así? ¿Usted cree que yo no sé con quién estoy pactando?” Trece cámaras de televisión y una rueda de prensa de una hora. Arzalluz utilizó su contrastada capacidad didáctica para explicar el acuerdo. Dijo que había tenido especial interés en que se hiciera público. Al final, el PP accedió. “No hay nada mejor que la transparencia, que la gente lo sepa por si alguien lo incumple”. Al no haber firma, la prensa actuaría como BOE.

Contestó asimismo en euskera. Seguramente sería aquélla la primera vez, y quizá la última que en aquella sala resonara el euskera. La imagen era increíble y, hoy, impensable. Los dos en la sede del PP. Arzalluz hablando en euskera de acuerdos con Aznar en su propia casa. Impactante e insólito.

Subimos de nuevo al despacho de Aznar. Firmaba cartas. Nos enseñó la sede. Es todo un edificio aunque es mucho mejor Sabin Etxea. “Seguro que cuando veas Sabin Etxea y degustes nuestras exquisiteces -le dijo Arzalluz a Aznar- te gustará más el nuestro y comenzarás a entender un poco mejor al PNV”.

Aznar me pidió que le acompañara en su coche al restaurante Jockey. Estuvo muy afectuoso. Comprobé el peso de las puertas de un coche blindado. En uno de los comedores privados comenzamos con una merienda que se convirtió en cena. Aznar, Rajoy, Rato y Mayor Oreja por un lado y Arzalluz y yo por el otro.

Arzalluz cuando quiere ser encantador lo es. Y aquella noche estuvo especialmente agradable y simpático. Les contó su viaje a Praga hacía veinticinco años con su mujer, les narró las excelencias del txakolí que cultivaba, les habló de la negociación y de gentes varias del PP. El vino que tomamos fue Pesquera. Como concesión, un hombre tan parco como Aznar nos dijo que aquel lunes había dormido muy bien. No se lograba todos los días un acuerdo entre el PP y el PNV. Brindamos. Me fijé en Rato. Lo hizo con una copa vacía. Arzalluz le dijo que eso no debería ser ningún presagio. Y, a las once, a casa.

SÍ A LA INVESTIDURA

Los días 3 y 4 de mayo de aquel año 1986 se celebró en el Congreso el Debate de Investidura. Me tocó la intervención en nombre de mi grupo. En los escaños, González de Txabarri, Emilio Olabarría, Margarita Uria y Jon Zabalia. Cuando Olabarría pasó al Consejo General del Poder Judicial fue sustituido por María Jesús Aguirre y al año por Carlos Caballero.

Fue muy llamativo el eco del acuerdo que encontramos en la calle. Telegramas, enhorabuenas y palmadas. La gente veía bien el pacto. Quizá también habría mucha gente que rechazara el acuerdo, pero en general el pacto fue muy bien recibido. Había que reconocer que Mayor Oreja y Aznar quisieron el acuerdo y al final lo lograron. También es preciso constatar la intolerable presión sindical que de no haber existido nos hubiera permitido un mejor acuerdo, pero tanto los sindicatos como los socialistas seguían tercamente aferrados a dogmas propios del nacionalismo español más rancio.

Los del PSOE andaban en el hemiciclo con la cara larga. Sin embargo, mantenían el acuerdo de gobierno en Euskadi con Ardanza en el ejecutivo vasco. Había que coger un manual para entender aquello. Como había sido para mí insólito el que cuando fuimos a Génova, 13, como habíamos llegado con tiempo, nos dedicamos a pasear y llegar, Arzalluz y yo, hasta la Puerta del Sol. Entramos en una librería. La gente en la calle felicitaba a Arzalluz. La típica mezcla amor-odio funcionaba en aquel momento en clave de amor. En la librería le pidieron autógrafos y le solicitaron que firmara libros. Insólito.

Aznar en su Investidura hizo un discurso de centro reformista tipo UCD. Lo más alejado de la derecha que podía esperarse. Anunció la eliminación de los gobernadores civiles y del Servicio Militar Obligatorio. Modificaría la Ley de Costas y la de Puertos. Devolvería el patrimonio incautado con motivo de la guerra. Actualizaría el Concierto Económico. Plantearía el diálogo como método de trabajo y desarrollaría y completaría el Estatuto de Gernika. Nos restregamos los ojos. Aquello parecía que iba en serio. Votamos que SÍ.

La apertura por parte de los Reyes fue el 8 de mayo. Tras los discursos, el almuerzo oficial. Previamente, la recepción. Aznar se nos acercó a González de Txabarri y a mí. Estuvo especialmente simpático y agradecido. Nos ensalzó a Arzalluz y nos dijo que se encontraba muy cómodo con él por su sabiduría política, su llaneza en el trato y su forma de abordar las cosas. Iba a poner por su parte todo lo que estuviera en sus manos para que aquella apuesta no fracasara y nos dijo que confiaba en nosotros de manera total. Ese mismo mes recibió a Ardanza en su despacho, y a Arzalluz, el 31 de mayo.

Pero todo aquello no llegó a durar dos años. El PNV había demostrado que era capaz de pactar con el PP y que su apuesta era la estatutaria. Fueron otros los que traicionaron aquel espíritu.

¿Alguien puede hoy extrañarse de la presentación del Plan Ibarretxe?.

1996: CÓMO NEGOCIAMOS LA PRIMERA INVESTIDURA DE AZNAR HACE 10 AÑOS (6).

Lunes 8 de febrero de 2016

OTRA COMIDA CON AZNAR

ibarretxe y ArzalluzComo a mí me interesaba saber cómo iba la negociación catalana llamé al presidente de Unió, Josep Antoni Duran, viejo amigo. Me dijo que Pujol quería que se produjera la investidura de Aznar cuanto antes y que un 78 por ciento de la opinión pública catalana quería ese acuerdo y que iban a votar afirmativamente. Me reiteró que se llevaba bien con Molins, y me preguntó sobre cómo había ido la comida de Ibarretxe y Arzalluz con Aznar y Mayor Oreja. Le dije que en principio bien y que se habían esmerado. Les habían dado Ribera de Duero para beber y huevos con guisantes y patatas al horno a cuenta de lo que había dicho Xabier del “cero patatero” que lo habían metido al horno. Le comenté el interés que tenía Aznar en ser él quien devolviera por ley el patrimonio incautado con motivo de la guerra pues era él quien tenía que pasar esa página. Hablaron de la actualización del Concierto y de la Formación Continua, temas en los que podía llegarse a un acuerdo. No le comenté a Duran que ya teníamos un acuerdo sobre el segundo operador de telefonía Euskaltel. El PP nos había pedido mantener este asunto en secreto.

María Antonia Iglesias me llamó para conocer cómo estaba la negociación. Me dijo que se nos veía abocados al SI. González de Txabarri, mi compañero, me comentó que ya estaba bien de testimonialismos y que era bueno tener las manos “manchadas” de buenos acuerdos y que teníamos que dejar de ser adolescentes.

La disposición, pues, del PNV era favorable y la prueba estaba en que ante el aparente desatasco de la comida nos volvimos a convocar para tener otra reunión negociadora de verdad en el mismo hotel La Moraleja de Madrid. Se trataba de pasar de las Musas al Teatro. Por eso ese miércoles 17 fui a Madrid con Emilio Olabarría. Comimos en La Dorada con Ibarretxe, Ollora y Egibar y de allí nos fuimos al citado hotel, esta vez a una sala más amplia. Por parte del PP estaban Rato, Rajoy, Mayor Oreja, Bettina Salmones y Montoro

Sin embargo, nada más empezar comprobamos que aquello no pitaba. Toda la expectativa puesta en los resultados de la comida se vino abajo. De hecho la desilusión comenzó con el documento que nos dieron y que nos leyeron. Caían en lo mismo. Ollora los interrumpió y les dijo que no pasaba nada porque votáramos que NO. Se produjo un gran silencio. Tensión. Y se produjo una agria discusión. Rato, en un aparte, me dijo: “¿Qué hacemos?” “Hacernos ofertas sensatas porque vosotros queréis el SÍ y nada más y eso no es un acuerdo, eso es un contrato de adhesión”. “El problema es que Arzalluz e Ibarretxe quieren el acuerdo y Egibar y Ollora no”, me dice. “No te equivoques. En esto vamos todos de la mano”, le respondo.

Total que salimos desolados una vez más. Y sin poder abordar nada relacionado con la violencia. Ollora había llevado docenas de papeles al respecto. Pero el PP no quería mezclar un acuerdo de investidura con este espinoso asunto.

LOS SINDICATOS HUNDEN EL ACUERDO

De regreso a casa paramos en Burgos, en El Landa. Cenamos. Ibarretxe estaba muy contrariado. Esa noche Aznar llamó a Arzalluz.

Al día siguiente, jueves, hablé con Molins. Éste me dijo que a ellos también les iba mal la negociación. Me llamaron muchos medios, pero no hice declaraciones. Egibar y Ollora las hicieron en el Parlamento. Eran partidarios del NO.

Al día siguiente teníamos convocada una Asamblea Nacional. La papeleta no era fácil. Arzalluz estaba molesto porque un negociador había hecho unas declaraciones a El País y había dicho que poco menos que nos íbamos al monte. Arzalluz estaba en la onda contraria. Veía el acuerdo y confiaba que aquello podía salir bien. En la Asamblea Nacional, Arzalluz se empleó a fondo y pidió a los representantes un voto de confianza. Se lo dieron. Eso era la autorítas. Xabier Arzalluz la tenía.

Pero ese día habíamos tenido nuestras tensiones. Me había tocado ir a la Feria de Muestras y tan sólo declaré que se negociaba. Nada más. Antes de la Asamblea habíamos tenido una reunión en el despacho de Arzalluz. Acudimos Olabarría, Gorka Aguirre, Ollora, Ansotegui, Ibarretxe, Egibar, que llegó algo tarde, y yo. Acordamos que Arzalluz pidiera el SI pero sólo para la investidura y en base a un acuerdo.

En el transcurso de la Asamblea y mientras Ibarretxe informaba, Arzalluz, Egibar y yo estuvimos en una rueda de prensa, allí convocada. Dijimos que la Asamblea quedaba abierta y criticamos duramente a los sindicatos por el chantaje al que sometían al PP. Y es que no era de recibo lo que había ocurrido. La víspera, Cándido Méndez y Antonio Gutiérrez se habían entrevistado con Aznar pre­ocupados por una negociación de la que no sabían nada pero que intuían que el PNV, al reivindicar el cumplimiento del Estatuto, incluía todo el paquete social, a lo que los sindicatos se oponían aunque estuviera en la ley. En el pasado habían logrado que el PSOE no moviera una coma para que se cumpliera el Estatuto de Gernika en lo relativo a la transferencia del Inem, de la Seguridad Social, de las políticas activas y pasivas de empleo y tenían temor de que en aquella oportunidad el PP estuviera tentado de cumplir la ley y los dejara a ellos sin la posibilidad de mangoneo en Euskadi, donde eran sindicatos minoritarios, y a aquello lo llamaron la ruptura de la Caja Única. Ni cortos ni perezosos le dijeron a Aznar que una cosa es una ley y otra “la necesidad de mantener el sistema público de protección social, la cohesión del marco de relaciones laborales y los instrumentos necesarios de ámbito estatal para promover políticas activas a favor del empleo”. Aznar les contestó que la Caja Única de la Seguridad Social era intocable, como si el Concierto Económico y la Policía no hubieran roto mucho antes Cajas Únicas. En resumen, todo un chantaje sindical.

Lo que había ocurrido con los sindicatos nos explicaba la postura negociadora de aquella semana con el PP, porque el mayor escollo negociador había sido todo lo referente a la Formación Ocupacional, a la Continua, al Inem, al Fogasa, a la Seguridad Social. Aquello era increíble. Un texto estatutario no se cumplía porque los sindicatos no lo querían. Y eso a Ollora y Egibar, con razón, les parecía algo insólito y por ello no estaban de acuerdo con pacto alguno con el PP. Sin embargo, Arzalluz intuía que un pacto con el P.P. podía abrir alguna brecha para llegar a algún tipo de acuerdo en relación con el fin de la violencia y porque había hablado poco antes de aquella Asamblea con Aznar. Por todo eso el presidente del EBB se empleó a fondo en la defensa de un acuerdo. Pero aquella Asamblea no fue fácil para Arzalluz. Lo tenía todo en contra. Y argumentos tan contundentes como que no había voluntad de desarrollar el Estatuto.

Alguno argumentó lo del GAL y la fuga de Roldan y que aquello no podíamos presentarlo como un juego de salón. Fue pues una Asamblea bronca. Salió adelante gracias a Arzalluz, que pidió dejarla abierta aunque la representación gipuzkoana pidiera que se votara allí mismo el NO.

En mi caso veía que quienes se oponían tenían razón pero también sabía que en política abrir dinámicas siempre es bueno porque al final cuajan y que si se analizan las cosas en clave de blanco o negro, nunca hay salida para nada. Por eso al día siguiente llamé a Mayor Oreja y le comenté las serias dificultades que teníamos pues no habíamos detectado en ellos una apuesta valiente y en serio. Le pregunté por la fórmula que iban a dar a la devolución del patrimonio incautado por motivo de la guerra ya que al parecer era interés de Aznar el ser él quien pasara esa página, aunque Arzalluz me decía que era mejor no hablar de eso, pues parecería que el acuerdo sólo estaba basado en esta devolución. Quedamos en hablar el lunes.

Como había quedado, ese lunes 22 hablé con Mayor Oreja. Me dio el nombre de Fernando Díaz Moreno, un abogado del Estado, que además conocía a Arzalluz. Era el encargado de dar forma al acuerdo sobre la devolución del patrimonio. Mayor Oreja estaba preocupado porque en una reunión del PP sobre el acuerdo con el PNV sólo se habló tres minutos y veía que aquella semana era la final para llegar a resultados. «Algún negociador de CiU sólo va a por la «pela» pero tenemos que pactar con ellos. El miércoles se entrevistará Aznar con Pujol y el viernes los de CiU tendrán su Consell. Los catalanes nos piden escenificar el acuerdo y que vayamos a Barcelona», me dijo. Al poco me volvió a llamar y me comentó que Molins había suspendido la reunión. Le contestó que Arzalluz llamaría a Aznar entre las seis y media y las siete de la tarde y eso le agradó. Mayor Oreja había hablado asimismo con Zubizarreta, el asesor de Ardanza, partidario del acuerdo.

Le comenté todo esto a Arzalluz. Antes, Olabarría y yo habíamos hablado con él. Nos había leído el posible acuerdo que había preparado Ibarretxe y nos comentó que nadie estaba por apostar por lo radical y que era bueno llegar a un acuerdo con el PP en aquellas circunstancias. Reflexionó que el PSOE no cumplió el pacto estatutario por el modelo de Estado y me pidió averiguara qué tipo de firma del acuerdo quería el PP. El no era partidario de hacer lo mismo que los catalanes de CiU de pedir que el PP viniera a Bilbao.

Ese día, en Somport, Felipe González decía que por algo sería que en catorce años del PSOE no se habían resuelto cosas que el PP pensaba resolver en catorce días. Daba a entender que no habían cumplido una ley orgánica porque ellos eran mejores españoles que el PP. Para redondear aquello el mismo Benegas, que me decía privadamente lo de las dos autonomías, se descolgaba con una sangrante declaración: “Lo que ha planteado el PNV durante doce años no hemos accedido a cumplirlo adrede”.

Se había conseguido el acuerdo catalán, aunque en primer lugar lo habían hecho con los canarios. El acuerdo con CiU era mucho menos de lo que nosotros, por estatuto, teníamos, pero valía la pena. Los de Unió Valenciana nos dijeron que Rajoy los había llamado y les había dicho que ya había acuerdo con el PNV y que ellos no podían quedar descolgados. Les dijimos que todavía eso no era así y que mantuvieran sus reivindicaciones para que lograran que el PP se involucrara de una vez por todas con las fuerzas periféricas.

Ese lunes 22, en la reunión del Euzkadi Buru Batzar se acordó presentarle al PP un texto de mínimos circunscrito sólo a la Investidura. Nada de pacto de legislatura. Sólo de Investidura. Desde allí mismo se le envió el texto al mismo Aznar. Éste habló en dos ocasiones con Arzalluz. Una vez durante la reunión y otra por la noche. Le dijo que se lo quería explicar personalmente. Arzalluz le comentó que en el texto del PNV se destacaba el acuerdo sobre el Concierto.

Comenzaban las prisas. El martes 23, el PP nos envió la réplica de nuestro fax enviado la víspera. Aznar le explicó a Arzalluz el contenido de la oferta. Arzalluz le dijo que lo estudiaría. Nos reunió y le llamó para decirle que era insatisfactoria. El miércoles 25 dijimos públicamente que, de producirse en ese momento la votación de Investidura, el grupo vasco votaría NO y que si de cambiar el sentido de ese voto se trataba, la pelota estaba en el tejado del PP. Aznar, ante esas declaraciones, llamó a Arzalluz y le dijo que iba a avanzar en algo lo dicho la víspera. Este le contestó que lo malo de aquella negociación estribaba en que estaba basada en la desconfianza y que ellos pedían confianza al PNV pero desde una profunda desconfianza y de esa manera no podía salir nada.

En este tira y afloja volvimos a tener una polémica con UGT y CC. OO. Los acusamos de ser responsables de intimidar y amenazar al PP con frenar el diálogo social si pactaba con el PNV. Para colmo nos salió por una esquina nada menos que el parlamentario de IU Javier Madrazo, que hizo unas penosas declaraciones. “El PNV sataniza y criminaliza a los sindicatos siguiendo los dictados de la patronal vasca, que desea acabar con el papel de las centrales sindicales vascas para poder imponer una dictadura laboral, en la que los derechos de los trabajadores sean papel mojado”. De esto nos acusó este curioso personaje que, con el tiempo, diría exactamente todo lo contrario. El aguerrido Madrazo aconsejaba “a la derecha nacionalista que para apoyar a la patronal, al gran capital, no necesita entrar en polémicas con los sindicatos. Con la política económica que ha desarrollado en la Comunidad Autónoma Vasca, le basta”.

Nada que ver aquel Madrazo con el Madrazo que pactó luego con Ibarretxe aunque aquel Madrazo hizo mucho daño con aquellas declaraciones. IU, de la que era secretario general en Euskadi y que había votado en el Parlamento vasco el informe sobre las prioridades a la hora de negociar las transferencias, parecía estar feliz porque los sindicatos CC. OO. y UGT hubieran impedido entrar siquiera a negociar con el PP la Seguridad Social, el Inem, Fogasa y la Formación Profesional Ocupacional. Y era rarísimo aquel discurso tan obsequioso cuando él mismo había tratado, en una asamblea, de introducir en los estatutos de IU el reconocimiento del derecho de autodeterminación. Pero aquel Madrazo era el mismo que aplaudía que se amenazara con huelgas y con el chantaje de no facilitar ni posibilitar el diálogo social gobierno-sindicatos, si el PP hablaba con el PNV del cumplimiento de una ley orgánica refrendada por el pueblo como era el Estatuto de Gernika. En aquel momento Madrazo prefirió a Méndez y a Gutiérrez que a un Estatuto al que había metido en un ataúd. Sus presiones indecentes impidieron que el PP hiciera una buena transferencia que se hubiera logrado con un mínimo de visión de la jugada habiendo permitido que se hubiera podido organizar una magnífica Formación Profesional Ocupacional, elemento clave para adaptar las demandas de una sociedad tan cambiante.

Y todo aquel debate se producía en una semana en la que se informaba de que más de siete mil familias bizkainas recibirían ese año ayudas de emergencia social, iniciativa implantada por el PNV en una comunidad como la vasca en la que Sanidad y Educación superaba la media del resto de Comunidades. Esa misma semana se informaba asimismo que eran los trabajadores vascos los que tenían los salarios más altos y que las devoluciones del IRPF se hacían en Euzkadi en veinticuatro horas frente a los siete meses de las comunidades restantes.

Sonaba, pues, muy mezquina aquella postura sindical española que prefería seguir con su burocratizada y dudosa política en el Forcem que permitir que se pudiera demostrar con hechos que todo aquello se podía hacer mil veces mejor, de manera más eficaz, de forma más barata y sin patrocinio alguno. Hoy es el día en que nadie se atreve a hincarle el diente a tan importante asunto objeto de la muy dudosa financiación de sindicatos y patronal.