LA riqueza material es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da» escribía Schopenhauer, y enfrascados en el viejo neoliberalismo la sed insaciable se combate bebiendo más agua salada. Al menos así lo entienden un grupo de escritores, catedráticos, sindicalistas y juristas que han hecho un llamamiento a la izquierda social para unir fuerzas contra el neoliberalismo y animar a la ciudadanía a «entrar en acción» bajo el combativo lema: «¡Hay que hacer frente al abuso!» Con cinco millones de desempleados/as y una galopante economía sumergida, falta de financiación, recorte de sueldos y pensiones públicas, retraso de la jubilación… es difícil no estar de acuerdo en que se recurra al Común-Pueblo como medio de solución definitiva. Suena bien la música urgiendo al despertar de la conciencia pública de las «víctimas de esta situación» para que pasen a la acción conjunta; es válida su denuncia de las amenazas sobre la democracia, la Justicia, el medio ambiente, el bienestar social y los abusos que se cometen contra trabajadores, pequeños-medianos empresarios/as, parados y pensionistas; porque los buenos argumentos no bastan, está bien instar a la acción de forma coordinada, reclamar a toda la ciudadanía que abandone el silencio y la desunión; quién se negaría a reclamar contra la exclusión, el paro, la pobreza extrema, desahucios y la violencia de género.
Pero me pregunto si esta proclama de combate solidario en común va dirigida a personas tipo la taiwanesa Ching que se casa consigo misma porque es quien mejor defiende sus propios derechos; o si se dirige a los seis millones de single o impares (46 millones en Europa), de los que el 60% hace gala de individualismo e independencia personal absolutas bajo la máxima de «la vida es para vivirla de uno en uno», aunque beban-fuman más, tengan peor salud y vivan menos años que los emparejados «en colectividad». Se está a favor del reparto justo y equitativo de la riqueza y de los derechos laborales dignos para todos… pero bajo el prisma individual neoliberal, en modo alguno colectivo ni socializador; porque es difícil obviar que a la realidad neoliberal actual se ha llegado bajo gobiernos socialdemócratas a los que han apoyado todos los firmantes de este manifiesto. Seguramente tienen buena intención, pero es comprensible que alguno/a sospeche que los del grupo de la proclama tan solo buscan seguir disfrutando de los privilegios obtenidos.