Venganza, yo soy Charlie

Me adjudico el slogan de ser Charlie en primera persona al modo de varios millones más, pero no porque desee reclamar su patente como ha hecho en Bégica Yanick Uytterhaegen que quiere registrar la marca “je suis Charlie” y cobrar por ella. A todo movimiento ciudadano masivo y espontáneo provocado por circunstancias que rebasan los topes de la lógica habitual y llegan al corazón del sentimiento, le suelen surgir rémoras que se adhieren para obtener beneficio propio.

Pero la patente reclamada me parece tan sólo el anecdótico epicentro mediático de su uso bastante torticero.  Empezando por una misma, quien más allá de protestar por un bárbaro asesinato múltiple poco tiene de coincidencia con esa publicación. Tal vez lo más llamativo haya sido que un buen ramillete de políticos vayan de ganchete con pancartas reivindicativas como las que suelen portar los que ellos habitualmente canean con sus respectivas policías de seguridad, creo, que no de libertad. Porque ya me dirán ustedes como se tratan mutuamente —con manifiesto desequilibrio de fuerza—, israelíes y palestinos/Netanjahu y Mahmud Abás, como para luego venir juntitos a las calles de París; será a pasear el palmito, porque por la paz ni un avemaría.

Porque ellos estaban allí pidiendo libertad de expresión, sí, pero con seguridad, es decir a costa de la libertad ciudadana. Y si no, escúchenles poner en entredicho el acuerdo de Schengen; lo anularán, aunque sepan que el hipotético enemigo no necesita traspasar fronteras, porque ya está aquí.

También fue contundente Rajoy y su troupe ministerial, que no dudo que tengan buenas intenciones, pero de esas que adoquinan el empedrado hacia el infierno; porque de otro modo no se entiende que quienes vociferan en París pro-libertad de expresión mantengan a personas como Otegi en la cárcel por opinar o detengan manu militari a abogados que piden libertad para sus defendidos o propongan multas de hasta 30.000 euros para quien ose reclamar algo en una manifestación pacífica, sólo por señalar. Algunos hasta lamentan que haya muerto un asesino como Bolinaga, ¡porque ya no le podrán recondenar! Si por estos fuera, condenarían hasta a Dimas, el buen ladrón al que Cristo perdonó. ¡Joder con los neoconversos a la libertad!  

Seguramente el tropel rajonyano manifesteril pro-Charlie  tenga unos principios, pero como decía Marx (el otro, no Carl), los cambian a conveniencia.

En todo caso, al titular este corto concentro el más ziriquero de mis deseos, que sin duda se cumplirá, que la revista Charlie Hebdo se vengue como mejor sabe hacerlo, riéndose hasta de su propia ironía.

 

 

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