Rosas, muchas flores, restaurantes, spas, pastelerías, tarjetas románticas, corbatas, anillos de compromiso, perfumes… y a ser posible todo encorazonado. Amorcito transmutado en puro merchandising. Negocioamor/amornegocio parecerían dos paralelas condenadas a nunca encontrarse, pero san Valentín lo consigue con creces. Enternecedor. Aunque dicen que la fiesta de este santo que quizá nunca existiera la inventaron los grandes almacenes, en realidad la instauró la Iglesia en el 494 para contrarrestar la fiesta pagana de las Lupercales a mayor gloria de lobos y machos cabríos; como ven, la rueda de la vida es cíclica y san Valentín ha vuelto a sus orígenes, a ser fiesta del negocio del amor romántico. Este existiría desde siempre, pero la moderna tajada comercial se inició con la venta de postales rosas que realizaba hacia 1840 Esther A. Howland, una librera americana que puso sobre las vías el trepidante tren bussines de los regalos románticos, que hoy sigue haciendo del amor negocio para unos y vacíabolsillos para otros.
Que este año caiga en sábado augura que las transacciones comerciales y las finanzas de este país puedan resurgir con el gasto interno y consecuente generación de empleo. Pero… para los/las pichurri, osito, corazón, amorcito… mortales enamoriscados puede suceder que en su afán de agasajo y festejo olviden la realidad económica propia y terminen gastando de más. Porque es muy fácil equiparar la generosidad del cariño con el precio y olvidar que no por gastar mucho se quiere más.
Pensaríamos como lógico este desprendimiento material por causa romántica entre jóvenes (bueno, entre 15 y 40 años), pero hay una tendencia in crescendo de celebración de esta fecha entre personas de la tercera edad, porque entre otras cosas, algunos tienen mejor poder adquisitivo… o mayor amor romántico, lo que no me extrañaría leyendo las estadísticas de Japón donde más de un tercio de la población adulta dice haber perdido el apetito sexual… tal vez porque es exigente y agotador, frente al más lánguido amorcito romántico, a lo romeojulieta.
Me apunta una tarjetera romanticona impenitente que por San Valentín se venden más de mil millones de tarjetas alusivas al amor, el 85% compradas por las mujeres. ¡Ay esa hormona romántico bobalicona?
Pero como no estamos en Japón, el negocio no termina el 14 febrero, sino que se prorroga un mes, porque según las agencias de consumidores en marzo se venden más test de embarazo que en todo el resto del año. Ya ven, san Valentín también pasando un poco de lo meramente romanticón acordándose del negocio farmacéutico ¡por si el copago ppmariano no fuera suficiente!