DECÍA Heráclito que todo fluye y nada permanece, que el discurrir del agua cambiante por el cauce permanente del río no son hechos contradictorios sino partes de una entente armónica en equilibrio dinámico. Sin ser una apasionada seguidora de los vaivenes políticos, tras las recientes elecciones es evidente el cambio de caras en muchos de los grupos políticos; van cambiando las aguas generacionales, pero la duda que le surge al ciudadano/a del común es si además de los rostros cambiarán las mañas, o sea, si cambiará no quién sino cómo gobernarán. Es pronto aún para la frustración, pero los síntomas iniciales hacen fruncir el ceño; antes negociaban dos, ahora son cuatro, seis o más y aunque lo nieguen vemos que los cambalaches de sillones y chalaneos de posiciones, en teoría programáticamente inamovibles, ocupan interesadas portadas. Marx (Groucho, no el otro) parecería estar omnipresente en las negociaciones políticas. “Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros…”.
A pesar del cambio de aguas los desahucios están creciendo a un ritmo acelerado mientras en las últimas encuestas los partidos del bipartidismo suben y los llamados emergentes se sumergen.
Pasaron del contenedor al Puerta a Puerta sin preguntar a nadie y ahora retornarán del Puerta a Puerta otra vez al contenedor por decisión inversa mimética, sin consultar tampoco a nadie. Debe resultar muy-muy difícil explicar a los ciudadanos los pros y contras de cada opción para darles luego la palabra-decisión, en lugar de tomarla entre cuatro en un despacho cuajado de intereses espurios. Tampoco sé si a los vecinos de Falces les han preguntado si quieren los residuos de seis comunidades autónomas, ni si les repercuten los beneficios de ser vertedero tan acogedor, no fuera a ser que unos embolsen el momio y este municipio la basura, ruidos y contaminación.
Servired es la mayor red de cajeros en el Estado y está decidida a cobrar dos comisiones por el uso de sus cajeros: una por el efectivo para el dueño de la máquina y otra para el banco emisor de la tarjeta; tres diría yo, porque todos los bancos cobran un estipendio anual por la tarjeta. Pero lo importante no es este dislate de comisiones, sino que sea legal.
Cambiar este tipo de legalidades sería realmente el cambio que espera la ciudadanía, pero no sé si el cambio irá más allá de cambios y/o lavados de caras.
“La guerra es el arte de destruir a los hombres, la política es el arte de engañarlos”, sentenciaba Parménides, filósofo que también fue político. No sé si tenían muchas deudas los griegos antiguos o no las pagaban como Syriza, pero sabiduría regalaban a raudales.