ES la medida preventiva que marca la muga de cercanía social; junto con guantes, mascarilla y lavarse las manos con frecuencia; y no tocarse ojos, boca, cara, que el virus es muy tiquismiquis con los tocamientos. Sumemos el buen comportamiento en nuestro encierro y ya tenemos la parte cumplidora ciudadana, «progresa adecuadamente», como mínimo el aprobado. Quizá el mundo podría cambiar con este cumplimiento y esas seguridades higiénicas; sería demasiado bello.
No se debe juzgar el mérito de una persona por sus grandes cualidades, sino por el uso que hace de ellas, proclama una máxima del filósofo Rochefoucauld. Al parecer, en la urgencia de estos cincuenta días confinados en cuarentena vírica el buen uso individual de las cualidades personales ha quedado demostrado, vamos, somos mejores; de hecho, antes las cumplíamos en anodino anonimato, sin aplausos. Por esto, si cumplimos, podemos preguntar a los dirigentes si ellos han aprendido algo de la excepcionalidad y si lo harán mejor tras este receso; quizá el mundo podría cambiar, a mejor por supuesto.
Observando que países muy dispares presentan los mejores resultados ante esta pandemia y que su único punto en común es estar dirigidos por una mujer€, ¿no debería darse mayor presencia a las mujeres en la gobernanza mundial?, porque ellas han actuado más rápido, han sido más transparentes en la comunicación al pueblo y más eficientes en el uso de nuevas tecnologías.
Ha habido fraude y precios abusivos de guantes, batas, mascarillas y otros elementos de seguridad, incluyendo medicamentos, kits-PCR, respiradores€, podría pensarse en su fabricación cercana y no dejarlo al ambicioso huracán arrasador de empresas deslocalizadas con pingües beneficios para unos pocos.
Dejaron que se llenaran nuestros pueblos de grandes centros comerciales en detrimento del comercio cercano; vaciaron nuestros caseríos de productividad trayendo desde muy lejos lo que podría fabricarse aquí. Revertir esto generaría empleo, reduciría contaminación, haría ciudad€
Ahora aflora dinero para pymes, pequeñas industrias, comercios locales, cambios fiscales, créditos blandos, demoras de pagos y desahucios, ERTE€, muchas ayudas de emergencia. ¿No podría ser esta nuestra forma de gobernanza habitual?
Atención Primaria ninguneada, hospitales saturados, UCIs desbordadas, carencias en protección para sanitarios€ Frente a ello, todo ha sido urgencia-urgencia: camas, respiradores, test, contratos nuevos, locales nuevos…, si todo se ha podido hacer en pocos días, mejor sería tomarse en serio eso de «prevenir es mejor que curar» con más presupuesto para investigación, menos privatización, mejor dotación a AP y al personal sanitario, aplaudidos sí, pero precarios y poco reconocidos.
Visto el esfuerzo y buen hacer de la ciudadanía, sería gratificante que los dirigentes tomaran nota y se bajaran el sueldo parlamentarios y gobernantes, y que aligeraran la administración hipertrofiada de «asesores y colocados» estómagos agradecidos. Ya somos distintos, pero esto nos/les haría mejores.
Hemos visto la generosidad de la naturaleza cuando la dejamos descansar, ¿tendrán en cuenta que GAIA existe y que tomarla en consideración nos vendría bien?
La pandemia deja al descubierto un mundo muy desigual, Sería una buena oportunidad para equilibrarlo un poco, aunque sea a dos metros.
Damos por sentado que del covid-19 saldremos distintos, me satisfaría que también mejores; sería muy bello, pero esperando ese cielo en la tierra, ¿no me habré vuelto a dormir en clase de geografía? Al tiempo.
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