Fabricar robots asequibles, 1000€ la unidad, que cuiden ancianos es el objetivo del gobierno japonés para hacer frente al galopante envejecimiento de su población.
No es que los robots sean novedad entre nosotros, los usamos en la cocina, regulan el tráfico, dispensan dinero, limpian las casas, redactan noticias… de modo que parece positivo que se piense en ellos para cuidar a personas mayores y a dependientes.
La población mundial mayor de 60 años es de 650 millones y en 2050 superará los 2.000 millones. Este preocupante dato global ya es apremiante en los países desarrollados y perentorio en Japón, donde uno de cada cuatro supera los 65 años, con previsión de llegar al 35% en la próxima década, al unirse la mayor longevidad con un acusado descenso de natalidad, -1,39% en Japón. Mal binomio para encarar el futuro.
Alimentación, cuidados sanitarios, avances en medicina y farmacopea, tecnología genómica… son causas de mayor esperanza de vida. Y más que se anuncian, como medicamentos anti-colesterol, la plaga de los ricos, o la aplicación del grafeno en la biomedicina. Vemos estos días a los pacientes de hepatitis C demandar la administración de sovaldi, el medicamento que puede curarles definitivamente. Vivir más es un “anhelo vital” de todos, pero siempre el contrapeso es la economía, más exactamente el economicismo.
Una solución economicista podría ser reducir la población de ancianos. Ya se manifestó públicamente el ministro japonés de Finanzas Taro Aso, solicitando a los ancianos que “se diesen prisa en morir” para hacer viables las pensiones de jubilación, de asistencia a dependientes y los tratamientos sanitarios. Los “ancianos tubo”, quienes no pueden autoasistirse, no parecen muy de su agrado.
Pero otros ven aquí una fuente de innovación, por ejemplo la empresa japonesa Unicharm que vende más dodotis para ancianos que para niños, como parte de más cambios: escaleras automáticas más lentas, carritos de compra más ligeros, semáforos más pausados para los peatones, locales públicos con menos ruido… y ahora estos robots low cost, como alternativa económicamente viables frente a la contratación de personal (inmigrantes) especializado enfermería asistencial. Robots auxiliares para llevar a los pacientes al servicio y lavarles, ayudarles a caminar, monitorizar su hidratación, alimentación, tratamiento sanitario y para evitar que las personas mayores se pierdan. El gobierno nipón subvencionará dos tercios del coste de su producción, pero no sólo por bioética sino por negocio, porque el mercado “de ancianos” pasará de 300 millones de dólares a 4.700 millones en 2035.
Buena razón para que también por aquí nuestros gobernantes planeen algo menos alicorto que reducir la prima de riesgo de enero.