La décima edición de BIOSPAIN se pospone a septiembre de 2021

La décima edición de BIOSPAIN se pospone a septiembre de 2021

Ante la situación producida por la pandemia de COVID-19, en respuesta a las recomendaciones de las autoridades sanitarias y en previsión de los escenarios que se presenten para el resto de 2020, AseBio en coordinación con el Gobierno de Navarra y Sodena, han decidido posponer el evento a 2021

La Asociación Española de Bioempresas (AseBio), en coordinación con el Gobierno de Navarra y la Sociedad de Desarrollo de Navarra (Sodena), han tomado la decisión de postponer la décima edición de BIOSPAIN, la feria de referencia en el sector biotecnológico, cuya celebración estaba prevista en Pamplona en septiembre de 2020, a septiembre de 2021.

Este aplazamiento permitirá organizar uno de los principales eventos de biotecnología de Europa con las mayores garantías, así como facilitar un entorno seguro para participantes, ponentes, entidades patrocinadoras y personal de la organización.

BIOSPAIN se celebrará del 29 de septiembre al 1 de octubre de 2021 en el Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra-Baluarte en Pamplona-Iruña. La capital navarra reunirá a más de 1.500 profesionales del sector biotecnológico nacionales e internacionales que mantendrán más de 3.000 reuniones ‘one-to-one’ y donde se identificarán múltiples oportunidades de colaboración e inversión, tal y como acreditan anteriores ediciones del evento. Además, se actualizará el programa para destacar el papel que está jugando la biotecnología en la actual pandemia de COVID-19 y futuras crisis sanitarias, analizando aspectos como la resistencia a antibióticos.

Ana Polanco, Presidenta de AseBio, considera que “posponer la décima edición de BIOSPAIN es la mejor medida que podíamos tomar para garantizar la seguridad de los asistentes, los ponentes y personal organizador. La nueva fecha nos permitirá organizar BIOSPAIN con garantías, a la vez que reforzamos el programa para poner de relieve las soluciones que la biotecnología está proporcionando para protegernos de enfermedades emergentes, así como el papel que la biotecnología y la innovación deberán jugar en el mundo post-COVID-19”.

Según palabras de Manu Ayerdi, Consejero de Desarrollo Económico y Empresarial del Gobierno de Navarra, “con toda seguridad esta decisión permite asegurar para nuestra región un año después el alto impacto que tiene este evento en el sector salud local. Según los últimos datos disponibles, la Comunidad Foral aporta al ecosistema español de la salud 68 empresas con una facturación total de 659 millones de euros. Tengo el convencimiento de que BIOSPAIN conseguirá darles una mayor proyección internacional a nuestras empresas”.

Por su parte Pilar Irigoien, Directora Gerente de Sodena traslada que “ha sido duro tener que tomar esta decisión pero que se ha hecho desde el convencimiento de primar el bienestar y la seguridad del evento y de que esta resolución convertirá en un éxito la siguiente edición, para poder seguir fortaleciendo la intensidad empresarial biotecnológica de la región”.

Ion Arocena, Director General de AseBio, destaca que “a lo largo de sus nueve ediciones BIOSPAIN se ha posicionado como el evento de referencia del sector biotecnológico en España. Desde AseBio estamos trabajando para que esta décima edición ponga de relieve las capacidades del sector biotecnológico tanto para afrontar las necesidades médicas que necesitan de soluciones, para una agricultura sostenible y una alimentación saludable, así como para contribuir al crecimiento económico sostenible e inclusivo. Aprovecharemos este tiempo extra que nos da el aplazamiento de BIOSPAIN para reforzar el evento y potenciar la participación en el mismo, con un plan de actividades que iremos anunciando a lo largo de las próximas

Los riesgos de la vida siguen ahí

Los riesgos deberían atajarse con medidas de prevención, no poniendo en cuarentena la libertad ciudadana

CONTURBA leer los datos sobre el covid-19, más todavía sospechando que lo real sea bastante más mordiente que las estadísticas. Desde el 17 de noviembre en el mundo citan cuatro millones de afectados, 1,35 millones de curados y 278.000 fallecidos. Aún hoy, ya a la baja, los muertos en España son tantos como si cada día se estrellara un avión repleto de pasajeros. La probabilidad estadística de morir por covid-19 en España es del 0,05%; existe riesgo evidente, pero me pregunto si tanto como para seguir recluida (con previsible posencierro controlado) junto a 3.000 millones más en diferentes grados de confinamiento. Muchos sesudos expertos abogan por este confinamiento como única barrera eficaz contra la pandemia, pero al tiempo sorprende que en el hoy científico-tecnológico nos receten enclaustramiento como medicina en tiempos de peste medieval, en lugar de profilaxis personal responsable.

Entre el 10 y el 20% de la población mundial padece la gripe. De noviembre de 2018 a marzo de 2019 hubo cinco millones de casos de gripe normal en el mundo y más de 650.000 fallecidos, aun con el 55% vacunados. Aquí provoca entre 6.500 y 15.000, según los años. Hay recomendaciones sanitarias, pero no confinamiento para la población de riesgo: mayores, crónicos y pluripatológicos.

Otro RNAvirus produce el sida, causante de 770.000 fallecimientos al año. En 2018 la malaria afectó a 219 millones de personas y mató a 405.000. Recordando la infancia de nuestros padres, el año pasado, ¡con vacuna!, hubo diez millones con sarampión y 140.000 fallecidos. Más alarmante es que en 2019 hubiera 1.700 millones de casos de diarrea, provocando el 3% de todos los fallecimientos en el mundo, 525.000 menores de 5 años, además, con el dolor de saber que bastaría agua potable, higiene y asistencia sanitaria básica para remediarlo. Todos son millonarios casos de riesgo, vistos incluso como apestados, pero no hay alerta de epidemia ni de pandemia, ni por supuesto confinamiento generalizado con control de movimientos.

No será vírico, pero sí expansivo el suicidio: uno cada cuarenta segundos en el mundo, 800.000 fallecidos, pero nadie encierra a la población€ porque quizá habría más.

El riesgo es inherente a la vida. Cáncer, HTA, diabetes, cardiopatías€, esperemos no dejar de acudir al médico por miedo al virus.

Mucho antes del pasado 14 de marzo se sabía que el covid-19 afectaba a mayores, crónicos y pluripatológicos, pero en vez de analizar su presencia en ellos y confinar a los grupos de riesgo, se dejó correr el tiempo y solo cuando se desbordó el precarizado sistema sanitario público se metió en cuarentena a toda la población. Lo que no ha impedido que 43.000 sanitarios –el 20% de los afectados– estén infectados, convirtiendo a nuestros salvadores en mucho más bomba de retardo que la población paseando.

Deshilachado el tejido social, industrial y económico, la Justicia encerrada y la Escuela suspendida, se reclama antes la apertura de peluquerías, bares y turismo, fútbol y fiesta.

Los riesgos de la vida seguirán tras el paréntesis confinado, así que por qué seguir encerrados si junto a esta pandemia y similares nos amenazan la falta de agua, el colapso del ecosistema, la superpoblación e inseguridad alimentaria, las armas nucleares, la tecnología sin control€ Riesgos ciertos que deberían atajarse con medidas de prevención, no poniendo en cuarentena la libertad ciudadana. Porque los riesgos se mecen entre nosotros, como el covid-19 en otoño.

nlauzirika@deia.eus @nekanelauzirika

«No somos héroes, somos trabajadores vocacionales»

Gorka Maiz | Presidente de Osatzen

¿El liderazgo en la lucha frente al covid-19 pasará tras el punto álgido a la atención primaria?

«Poner el foco en los hospitales durante la pandemia no ha contribuido a poner en valor el papel de la atención primaria»

«Cuando pasen los aplausos no se tendría que olvidar que la atención primaria vive al borde del colapso desde hace muchos años»

Gorka Maíz, presidente de Osatzen.

—Desde el principio ha recaído en la Atención Primaria. El foco y discurso mediático no ha estado en los ambulatorios; todo se ha centrado en las UCI, los respiradores€ Pero la atención primaria ha estado en primera y última línea, porque ha diagnosticado, seguido y controlado un porcentaje altísimo de pacientes.

Un liderazgo oculto.

—Hay quien habla del 85 al 90% de los casos de coronavirus o sospechosos de ello se han diagnosticado en la atención primaria. Hemos estado ahí desde el principio. Además, cada vez vamos a tener más trascendencia, tanto en el seguimiento de los infectados como en el control de las personas que han pasado la enfermedad, su situación emocional…

Además, no todo es coronavirus.

—La atención primaria se ha centrado desde el inicio de la pandemia mucho más en el coronavirus, pero ha seguido teniendo que manejar patologías crónicas que lo precisaban o dolencias agudas que han seguido apareciendo, que no se han esfumado por el hecho de estar el coronavirus ahí. Habrá que ir retornando a que en nuestra agenda vuelvan a tener un lugar, como en meses anteriores. Habrá que compaginar las dos cosas.

¿Están preparados con medios humanos y tecnológicos para esta epidemia sobrevenida?

—Antes de la llegada del coronavirus, la atención primaria ya reivindicaba la necesidad de disponer de mayores recursos, de una reorganización y de una mayor atención para hacer su trabajo con mejor calidad y no dejar de hacer cosas que son esenciales.

En esta pandemia los servicios de atención primaria han demostrado su capacidad de adaptación.

—Es una de las riquezas que tiene. Pero si queremos asumir más cargas, como los estudios de seroprevalencia del Ministerio o el departamento de Salud, las dotaciones a los centros son esenciales. Porque el sitio idóneo para el control de estos temas es la atención primaria. Más importante que la dotación económica, cuando hablo de recursos, son recursos humanos. La clave es la gestión, la autonomía de los centros que nos permita adaptarnos mejor.

¿En la última fase de control de la pandemia serán clave?

—Sí, por el seguimiento que estamos haciendo. Ahora toca una fase en la que, además de hacer otras cosas, de manejar todo lo que no es coronavirus, hay que darle todo el peso que merece. Tendremos que tener el rabillo del ojo puesto para detectar casos lo más pronto posible, dar la voz de alarma si vienen próximas olas. Por ahí será importante. Y una de las cosas que vamos aprendiendo es que la forma fundamental de combatir una pandemia como esta es que, más allá de mascarillas o guantes, el estudio de casos y contactos que dictemos lo tendremos que hacer lo antes posible para estudiar a sus contactos,. de forma que se aíslen lo máximo posible esos casos.

Personas mayores, gripe que vendrá, pluripatologías y el covid-19. ¿Cuál es la demanda de la atención primaria vasca?

—Tendremos que hacer una vuelta a la normalidad de forma progresiva. Los profesionales tendremos que dar cita a los pacientes aprovechando el conocimiento que tenemos de ellos. Será una acción mutua gracias a una característica de la atención primaria que es la cercanía a los usuarios del sistema. Una forma de seguir una prioridad según las necesidades de la población.

Hacia la nueva normalidad.

—Un lema que se ha impuesto; tendremos que plantearnos a qué normalidad queremos volver. Quizás la situación en la que vivía la atención primaria antes tampoco era la más normal, la de vivir continuamente al borde del colapso. Este parón obligado tendría que hacernos reflexionar sobre la forma de trabajar que nos ha venido obligada. Se puede aprovechar para repensar y no volver a inercias anteriores que no eran positivas. Hay que cambiar la organización de la atención primaria, dándole el papel protagonista que tiene, pero que no se le da a la hora de plantear presupuestos, recursos y demás.

¿Por qué durante años se recortado en atención primaria en favor del ‘hospitalcentrismo’?

—Poner el foco en los hospitales durante la pandemia tampoco ha contribuido a poner en valor el papel de la atención primaria. Al tomar decisiones se hacen desde el hospitalcentrismo Es cierto que hubo recortes a todos los niveles, pero mucho más en atención primaria. Y cuando se reflotó la situación, esta fue la menos favorecida.

Piden más recursos humanos.

—No necesitamos grandes recursos tecnológicos porque nos basamos en el conocimiento, en la atención personalizada por los años de contacto con los pacientes. Manejamos muy bien las exploraciones y hemos dado la talla en este tiempo de incertidumbre. Nuestros recursos clave son los humanos. La apuesta tiene que ir por ahí, por plantear de una forma diferente todo lo que es la atención sanitaria. Hablaría incluso de los cuidados, hay que incluir los sociosanitarios, porque parece que solo nos acordamos de ellos cuando crujen.

De ninguneados a héroes, ¿y después?

—No somos héroes, somos profesionales a los que nos gusta nuestro trabajo. Hay un alto nivel de vocación en la mayoría de los médicos. No se trata de heroicidad. Agradecemos los aplausos e incluso cuando llamamos a los pacientes, la respuesta es recíproca. Hay una preocupación mutua. Ese cariño y aprecio los sentimos, pero estaría bien que todas esas cosas se mantuvieran. Cuando esto acabe y podamos salir a la calle, que todos esos aplausos de las 8.00 se conviertan en una posición firme de defensa de la atención pública.

Porque vendrán más pandemias.

—Todo esto que ahora se aplaude y se pone en valor tiene que estar presente. No hay que olvidar que vendrán nuevas pandemias y que, entre ellas, está el día a día, que también es fundamental o incluso más.

¿Se acordarán los políticos?

—Vivimos en la sociedad de la inmediatez. Una cosa es la enseñanza de los políticos, pero la ciudadanía tiene también sus herramientas para recordarles los intereses de los profesionales que les cuidan y hacerles ver que en la atención primaria vivimos al borde del colapso desde hace bastante tiempo.

«Test masivos de covid-19 y datos fiables son claves para salir de la crisis económica»

SEGÚN SE DESPRENDE DEL ESTUDIO ELABORADO POR EL BBVA RESEARCH POR ECONOMISTAS EXPERTOS EN DATOS BIOESTADÍSTICOS

BILBAO– Está muy claro que además de la propia crisis sanitaria y asistencial en la que estamos inmersos y de lo que nos devenga en los aspectos estructurales-sociales, esta pandemia del covid-19 nos dejará un sello indeleble en nuestro sistema productivo y en nuestra economía. Según los economistas, Jose E. Boscá, Javier Ferri y Rafael Doménech, –este último catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y responsable económico de BBVA Research–, elaboradores del informe Covid-19: hospitalizaciones y presión sobre el sistema sanitario español, en nuestras manos está que este impacto productivo y económico sea lo más suave posible; su propuesta es clara y directa: hacer pruebas masivas para conocer cuántos ciudadanos están infectados y quienes han pasado la enfermedad, sean asintomáticos o no, y recabar el mayor grado de datos fiables posibles, de modo que, sin engañarnos un ápice sobre la realidad que nos circunda, podamos elegir el camino apropiado.

Aunque el estudio publicado el 7 de abril pueda parecer ya muy pasado, las conclusiones que presenta el Observatorio del BBVA mantienen su vigencia como plan de acción de presente y de futuro, al menos cercano: deben realizarse las máximas pruebas diagnósticas a toda la población, evidentemente empezando por sanitarios, mayores y personas de riesgo, y hacer públicos todos los datos, tanto científicos de investigación, antivirales, sueroterapias, y en un próximo futuro vacunas, así como las cifras sin maquillar de afectados, hospitalizados, en UCI, de curados y, por supuesto, de fallecidos. «Test y datos precisos y fiables son la premisa para empezar a reorganizar nuestro sistema productivo y relanzar poco a poco la economía».

La tesis de los expertos es clara, sin estas premisas es imposible lanzar la mirada hacia adelante con una mínima esperanza de éxito.

DATOS PRECISOS El informe deja patente que desde el punto epidemiológico estamos cercanos al punto de inflexión en el que se reduzca el número de pacientes ingresados por coronavirus en el conjunto del Estado, como ocurre en algunas comunidades como Euskadi que van ligeramente adelantadas en el proceso.

Los economistas sostienen la conveniencia de que las autoridades sanitarias, estatales y autonómicas, ofrezcan a diario en sus ruedas de prensa datos más precisos y fiables. Porque constatan déficits en la calidad y sobre todo en la homogeneidad de las cifras dadas, los economistas destacan la importancia de contar con datos precisos sobre variables clave para el seguimiento de una pandemia como esta del covid-19, con el objetivo se saber el punto en el que nos encontramos y anticipar tendencias, «ya que en las últimas semanas se viene dando un uso impreciso de la información, bien por la escasez de cobertura y homogeneidad de los datos de la que los usuarios no hemos sido conscientes, bien porque no se ha ya transmitido correctamente», apuntan en su informe los expertos.

Reconocen que durante estas semanas, las imágenes ofrecidas en los medios sobre la falta de material de seguridad para los sanitarios, la saturación de hospitales y UCI, han generado una enorme ansiedad y preocupación social, así como razonables dudas sobre la capacidad de las Administraciones para anticiparse a la gravedad de una epidemia. A diferencia de la respuesta temprana en Singapur, Corea o Taiwán, en países como Italia o España la reacción «ha terminado basándose en el sacrificio, dedicación y capacidad de sus sanitarios», que han pasado en unas semanas de una escasa valoración social, salvo ciertas especialidades médicas, a ser héroes sin capa aplaudidos cada tarde por casi toda la ciudadanía.

LA RELAJACIÓN Consideran que la adecuada valoración del estado de la pandemia es el aspecto determinante para comenzar a relajar el confinamiento, conforme a una estrategia de salida de la crisis sanitaria que permita reiniciar la producción de la manera más segura, al tiempo que más intensa y rápida posible. En esta línea, el estudio evidencia que asumiendo como razón fundamental para mantener a la población confinada en sus casas y reducir al máximo su movilidad es evitar una presión inasumible por los servicios hospitalarios, «tendríamos que tener datos de calidad sobre los pacientes hospitalizados, ingresos, altas, recaídas y fallecimientos».

Insisten en que en la salida ordenada de esta crisis es crucial contar con la mejor información sanitaria posible en aras a diseñar e ir ajustando una estrategia eficiente, lo que permitirá recuperar la actividad económica de la manera más rápida e intensa posible, al tiempo que mantener una total seguridad en términos de salud.

EVITAR DILEMAS En la misma onda de varios ejecutivos autonómicos, entre ellos el del lehendakari Urkullu, señalan la necesidad de evitar plantear el tramposo y capcioso dilema entre reactivación económica y salud, «porque una economía productiva, eficiente y dinámica es requisito base para contar con recursos suficientes con los que financiar el sistema sanitario que pueda hacer frente a esta y futuras pandemias, reducir su letalidad y mejorar asimismo la calidad de vida de la ciudadanía», reflexionan.

Boscá, Doménech y Ferri recalcan repetidas veces en su trabajo del Observatorio del BBVA, lo esencial que resulta conocer cuántos ciudadanos han pasado la patología realizando pruebas masivas y así valorar si se puede presuponer que tienen inmunidad y son operativos sin contagiar a otros. Apuntan también la necesidad de conocer «el número real» de personas que están pasando el coronavirus y que tienen que estar confinados en sus casas o en los hospitales en cuarentena. En cuanto al resto de la población que no ha sufrido aún el covid-19, indican que «deberíamos ser capaces de distinguir entre los jóvenes, que con medidas sanitarias precisas podrían reanudar su actividad, y las personas vulnerables que deben de mantener un mayor alejamiento social hasta que se disponga de una vacuna, o se logre inmunidad comunitaria», añaden.

La conclusión de estos economistas es que si queremos salir con mínimos destrozos económicos se debe asentar primero la base de la solución sanitaria que pasa por pruebas masivas y clasificación de la población según sus riesgos de infectabilidad, unida a una información precisa de la pandemia para poder encarar las soluciones.

«En esta pandemia se aplaude a los curados; a los del sida se les rehuía y escondía»

Udiarraga García Uribe, activista de la lucha contra el sida, la emergencia sanitaria del covid-19 le trae a la memoria los momentos más duros de la pandemia del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) de los años 80 y 90, aquella pandemia ocultada que tuvo un impacto demoledor entre la juventud vasca. «Cada día teníamos el funeral de algún conocido, pero se celebraba casi a hurtadillas por el estigma de la enfermedadA quienes la padecíamos se nos veía como apestados«, explica esta trabajadora de la Asociación Itxarobide, que apoya a los pacientes con sida.

Por eso se emociona cuando ve en los medios de comunicación los aplausos, tanto a los pacientes recuperados por el coronavirus y dados de alta, como al personal sanitario que les atiende. Mientras el contagio del VIH se producía por relaciones sexuales de riesgo, por la utilización de jeringuillas usadas y, al principio, por transfusiones de sangre, el covid-19 se transmite por las microgotitas de saliva y puede infectar por cercanía a través de la boca, los ojos, la nariz y los oídos.

«Aunque las dos son pandemias y coinciden en que la transmisión es muy rápida, la diferencia entre ellas es abismal. En esta se abraza y se besa, aunque sea digitalmente, mientras a los pacientes de sida se les rehuía y escondía. Sin embargo, el patrón es el mismo: miedo al contagio, a lo desconocido, a morir«, indica Udiarraga, que no está contagiada de coronavirus, pero sí vive la situación en primera línea.

Le impresiona de manera satisfactoria la manera en que llega la información sobre este virus a la población, la forma de contarlo y explicarlo. «Afortunadamente los datos son accesibles a todos y por todos los medios. Con el sida nadie imaginaba que en los medios de comunicación, excepto en revistas científicas, existiera la normalidad que hay ahora al explicar todo lo relacionado con el coronavirus; que fuera portada diaria en los periódicos, que abriera los informativos, aunque la comunidad científica sí se volcó para buscar soluciones que detuvieran el avance de la pandemia», reconoce.

POBLACIONES DE RIESGO Además, en la pandemia del sida se hablaba de población de riesgo en grupos marginales: homosexuales y heroinómanos, y ahora se habla de personas, sean sanitarios, mayores o asmáticos. Pero lo cierto es que tanto en los años 80 y 90 del pasado siglo como ahora la realidad es que todos somos susceptibles de estar afectados por alguno de estos virus. «Es cierto que al principio de la pandemia del sida la principal población de riesgo estaba bien definida, lo mismo que ahora el covid-19 se ceba más en mayores crónicos y pluripatológicos. Pero ahora las guías y pautas dadas desde Sanidad las recogen bien los medios para que nadie se confíe, como no se hizo con el sida entre quienes se creían inmunes por no pertenecer a los grupos señalados. Nadie debe bajar la guardia, porque si no, cómo explicas el fallecimiento de una enfermera de 53 años en Galdakao, un ciclista de 38 y otros muchos casos que se producen en la población con menor riesgo de infección», explica la activista de Ugao, que hasta 25 años después no se atrevió a contar que estuvo a punto de morir por el VIH ni siquiera a la gente de su entorno. «No me atrevía. Ahora no me puedo imaginar que se hiciera lo mismo que me ocurrió a mí y a miles de pacientes de VIH, que vivimos nuestro confinamiento hospitalario en silencio. ¡Imagínate ahora a un paciente de coronavirus que tuviera que ocultar que lo padece! Dentro de la mochila de la salud, esta es una parte buena para los pacientes de esta pandemia, no todo va a ser malo. Son privilegiados por poder decir que están afectados y poder pedir ayuda, algo que no pudieron decir ni pedir la mayoría de los contagiados por VIH», reconoce. «Es una de las grandes diferencias. Otra es el estigma e incomprensión que padecían también los profesionales sanitarios que nos atendían», señala.

EL DESPRECIO A LOS SANITARIOS Porque Udiarraga recuerda como si fuese hoy que cuando estaba ingresada en el hospital y pasaba a atenderla el doctor Mayo, uno de los referentes del sida en Euskadi, la enfermera de turno se iba corriendo para no «contagiarse». «La ignorancia era tal que provocaba ese tipo de situaciones. Ahora no les dan abrazos a los sanitarios porque no pueden por el contagio, pero los aplausos cuando alguien sale de la UCI y para los sanitarios a las 8.00 de la tarde me llegan al alma. Ojalá hubiéramos tenido nosotros en los momentos duros del sida un poco de ese cariño. Fue muy duro, mucho más de lo que la gente cree. Se tiende a olvidar lo que pasó, pero fue una tragedia de grandes dimensiones«, dice al borde de las lágrimas, rememorando los duros momentos vividos cuando lloró de emoción al ver en la televisión el primer caso del paciente que salía libre del coronavirus.

Recuerda que mientras estuvo ingresada en el hospital de Galdakao –el que le correspondía por ser de Ugao–, cuando bajaba la enfermera de la séptima planta temblaba: «Nos daba el parte de los fallecidos y decía: Hoy ha fallecido una de Arrigorriaga; otro día soltaba: Dos de Arrigorriaga, una de Basauri€ y yo esperaba si iba a llegar a los de Miraballes que, como éramos de la zona, todos sabíamos quiénes eran».

Las diferencias de conocimiento médico y medios tecnológicos en la epidemia del sida y en esta del coronavirus son abismales. Por eso, considera que si hubieran dispuesto de estas técnicas se habría podido controlar mejor el VIH. «Ahora hay un gran conocimiento científico sobre el virus y no existe el estigma ni la discriminación de la propia sanidad. Los investigadores que trabajaban con moléculas del VIH estaban apartados del resto. Los primeros médicos que atendieron a pacientes con sida incluso estaban apartados cuando comían. No se sabía nada de un virus que, decían, no infectaba más que por sexo. Hubo cinco años, desde 1984 a 1989, en los que por desconocimiento se perdió un tiempo de oro», lamenta Udiarraga García.

«Ahora nadie se imagina a un paciente de coronavirus ocultando su enfermedad por miedo al estigma social»

«En los 90 también pedíamos a gritos los test para que la gente se hiciera la prueba del sida»

UDIARRAGA GARCÍA URIBE

Activista de la lucha contra el sida