Ignacio López-Goñi: «De esta no nos va a sacar un Gobierno ni un partido político, sino la ciencia»

El doctor en Biología de la Universidad de Navarra reconoce que, como muchos científicos, no calibró bien las posibilidades de expansión del covid-19 y creyó que las medidas adoptadas en China confinarían allí la pandemia

Se muestra optimista antropológico, porque sabe que todas las epidemias empiezan y acaban, que no son eternas. «Lo estamos viendo en Japón, China, Corea del Sur… que utilizan modelos de tratamiento que funcionan, donde las drásticas medidas adoptadas están teniendo efecto. Es una noticia positiva, hay que mantener esta llama de confianza. Además, espero que igual que ha habido una bajada en nuestra economía, después haya una gran demanda y nos recuperemos cuanto antes en lo económico y social. Porque la situación derivada del covid-19 nos dará más quebraderos de salud que el propio virus«, sostiene Ignacio López Goñi, doctor en Biología y catedrático de Microbiología en la Universidad de Navarra.

Leo ‘Diez buenas noticias del coronavirus‘. ¿En tiempos de tribulación hay motivos para la esperanza?

—Claro que sí. El artículo lleva ya más de 21 millones de lectores, lo cual quiere decir que la gente necesita ver una luz al final del túnel, precisa algo de esperanza. En ese artículo contaba que la ciencia nunca ha estado tan bien preparada como hoy para combatir esta epidemia.

Una esperanza que viene de la ciencia.

La OMS tiene ya más de 41 prototipos de vacunas con diferentes estrategias, recombinantes, de proteínas, de virus atenuados, y con algunas de ellas ya se han comenzado los ensayos en fase I. Es verdad que llevará por lo menos un año disponer de una vacuna eficaz y segura, y por tanto no es la solución para ahora mismo, pero será la herramienta para el futuro de nuestro triunfo sobre este virus. Se ha hecho a tanta velocidad porque había grupos de investigación que ya trabajaban en modelos parecidos con otros virus, lo que ha posibilitado que las vacunas vayan con una rapidez que jamás antes había tenido. Todo el mundo mira a la vacuna y se pregunta para cuándo, pero recordemos que la ciencia en este país ha estado un decenio estrangulada. Esto debería ser un aldabonazo para incentivar la inversión en ciencia.

¿Lo importante ahora son los antivirales que curan?

—Las vacunas son preventivas y serán para el futuro. Ahora mismo lo importante son los antivirales, los que pueden curar a los pacientes más graves. Aunque no tengamos uno específico, la OMS ha lanzado el ensayo mundial Solidarity, con participación de varios países, en el que se investigan y comparten los datos de al menos cuatro grandes combinaciones de antivirales que inhiben las proteasas, algunos de ellos con interferón o con la hidroxicloroquina o el de Remdesivir, que es un antiviral genérico. Tenemos también otras sustancias con distintas combinaciones y seguro que alguna funcionará. Además, ya se aplica el suero con anticuerpos de personas curadas, tratamiento clásico de inmunización pasiva.

Abundan los bulos en las redes. ¿Qué podemos hacer contra las teorías conspiranoides?

—Es un problema del que tendremos que aprender a futuro; estoy convencido de que el cómo comunicar en tiempos de crisis se estudiará por los expertos en comunicación. Es la época de las redes sociales, que permiten difundir buenas noticias, pero también todo lo contrario. La otra realidad es que en tres meses se han publicado más de 1.500 artículos científicos acerca del coronavirus, algo que nunca había ocurrido en la ciencia. Ahora practicamos una ciencia exprés, en abierto, cuando habitualmente la ciencia necesita su tempo, repetir experimentos para confirmarlos. Pero todo marcha tan veloz que quizás esos artículos no sean del todo correctos y tras pasar a los medios, generan bulos o informaciones imprecisas.

Las farmacéuticas son diana de los bulos. ¿En estos momentos solo miran por sus beneficios?

—En mi opinión, e igual soy un canelo, sí nos están apoyando. Estos problemas globales, o se afrontan desde un punto de vista de colaboración público-privada en distintas instituciones o no salimos. Las farmacéuticas pensarán en sus beneficios, pero sus beneficios hoy redundan en todos. De esto no nos va a sacar un gobierno, un partido político o una institución, sino la ciencia y la colaboración.

El 10 de enero se editó el genoma del virus y se sabía lo que ocurría en China. ¿Por qué no se empezó entonces a realizar test?

—Todo tiene su tiempo. Cierto, el 13 de enero, la OMS publicó el primer protocolo para un test de detección del genoma del virus, pero se han acumulado varias circunstancias. Yo fui también de los que creí que iba a ser un problema muy localizado en el centro-sur de China, porque hasta mediados de febrero el 98% de los casos mundiales y el 90% de los muertos ocurrían allí. Sí, muchos pensamos que las medidas draconianas que imponía China, y que jamás pensamos que nos llegarían, serían suficientes para controlar la epidemia.

¿Se creyó que desaparecería como el SARS?

—La mayoría así lo creía. En el SARS hubo transmisión en unos treinta países, pero en pocos casos hubo contagios dentro del país, todos eran importados. Pero ahora nos hallamos con un virus que se transmite con la facilitad de un catarro, porque es coronavirus, pero con la altísima transmisibilidad que no posee el catarro, sino una neumonía que puede ser mortal.

Hay mucho profeta del pasado.

—Todo va a tal velocidad que es muy fácil recurrir al llamado capital a posteriori, al profeta del pasado o al listo que dice saber lo que debía haberse hecho.

Hubo voces de alarma de la OMS.

—Cierto. La OMS ya decía que era una alerta internacional, un virus pandémico que podía dar problemas muy graves. Creo que no se le hizo caso porque se creyó que sería como la pandemia de 2009 de gripe A, en la que hubo muchísima alarma para al final resultar ser casi una gripe estacional. Ahora nos decían lo mismo, pero desgraciadamente tenían razón.

El virus ha llegado para quedarse. ¿Pasará a ser una gripe estacional?

—Hoy no sabemos si será como otro SARS, que apareció-desapareció o si se quedará como virus más o menos estacional. Probablemente se quede dentro de esa lista de virus respiratorios, que son decenas, que generan problemas todos los años. No podemos predecir que en una segunda oleada haya o no una mayor inmunidad poblacional, porque lo sucedido es que ante un virus nuevo no había inmunidad previa, por lo que toda la población somos susceptibles. Tal vez en un futuro y aunque el virus vaya mutando, con gente ya inmunizada la cantidad de susceptibles sea menor.

Frente al enemigo vírico la apuesta es invertir más en ciencia.

—Al ser un problema global, tendríamos que darnos cuenta de que el enemigo ya no es otro país, sino un virus, patógeno, pequeñito, invisible e insidioso, que como enemigo sutil ha cerrado la mitad del planeta con unas consecuencias que serán bestiales. Debiéramos pensar que no necesitemos Cascos Azules armados. En esta batalla hay que cambiar los fusiles por vacunas, jeringuillas, antivirales y personal sanitario.

«La OMS alertó de la pandemia, pero se pensó que era algo pasajero, como ocurrió con la gripe A»

«En esta batalla hay que cambiar fusiles por vacunas, jeringuillas, antivirales y personal sanitario»

«La situación derivada del covid-19 nos dará más quebraderos de salud que el propio virus»

«Me temo que tras la urgencia, los dirigentes sigan sin hacer caso a médicos y científicos»

 

«Los gobiernos no están contando con los científicos que tenemos equipos para hacer PCRs»

«La próxima pandemia puede ser peor que ésta, por eso hay que estar bien preparados»

Investigador de primera línea en biomedicina, es el autor del libro ‘Las grandes epidemias modernas: la lucha de la humanidad contra los enemigos invisibles’

Con una prestigiosa carrera como científico en Estados Unidos y ahora en Gran Bretaña, este experto catalán aborda en su libro el apasionante tema de las grandes pandemias modernas, basándose en su amplio conocimiento y gran capacidad divulgativa. «Todo parece indicarnos que pandemias de este tipo se sucederán en años venideros, pero lejos de angustiarnos por ello, debemos estar preparados, hacerles frente con determinación y cooperación; conocer mejor a los microbios para que dejen de ser seres desconocidos nos será de gran ayuda«, explica a DEIA desde su laboratorio londinense. Salvador Macip pasó nueve años en el hospital Mount Sinai de Nueva York estudiando el funcionamiento del sistema inmune y las infecciones, además de colaborar con los virólogos que descubrieron las bases genéticas de los virus de la gripe, del cáncer y el envejecimiento en la Universidad de Leicester (Reino Unido).

Los científicos avisaban de que pandemias como la del covid-19 llegarían. ¿Hacia dónde miraban los que tenían que escucharles?

—Supongo que hacia otras cosas que consideraban más urgentes. Hace años que los expertos avisan del riego de una pandemia como esta (¡o peor!), pero como no se puede predecir cuando llegará o qué virus la causará, a los líderes les cuesta pensar en los preparativos.

Lo urgente nos suele impedir hacer lo necesario. Suponiendo que algún dirigente quisiera romper este planteamiento, ¿qué tendría que hacer como necesario?

—Empezar a diseñar un plan de respuesta a pandemias, como ya hay para temporales, sequías o terremotos en zonas de riesgo. Organizar un comité de expertos transversal que pueda asesorar en las preparaciones y estar «de guardia» si empieza un brote. Y, finalmente, empezar a coordinar todas estas iniciativas con otros países.

10 de enero. En China muriéndose la gente. Genoma del virus editado. 15 de marzo, se niegan los PCR. ¿Qué ha fallado y por qué falla? ¿No les creían a los científicos e investigadores?

Hay problemas de coordinaciónSomos muchos los científicos que sabemos hacer PCRs y tenemos los equipos en nuestros laboratorios. Solo falta que nos proporcionen los reactivos, porque voluntarios hay de sobra. Pero a día de hoy, ni en España ni en el Reino Unido, donde vivo, han sabido aprovechar estos recursos. Es el mismo problema: no tener un plan claro de respuesta y tener que improvisar uno, algo que es muy lento por culpa de los ritmos habituales de la política.

Sensación de la ciudadanía. Nos han transmitido una seguridad absoluta en nosotros y en nuestro sistema. ¿No sería mejor que nos dijeran la verdad sobre nuestras limitaciones?

—Yo siempre soy partidario de decir la verdad a la población y explicar bien qué significa. De estas crisis solo podemos salir si actuamos juntos. En pandemias por virus nuevos, como ésta, la vacuna no llega a tiempo a frenar la primera ola de contagios, por lo que hay que implicar a toda la ciudadanía, porque está en sus manos evitar al máximo los contagios y sus consecuencias, en este caso, la saturación del sistema sanitario, que es el gran riesgo.

Infección, pandemia, confinamiento, búsqueda vertiginosa de soluciones médicas. ¿Llegarán soluciones antes del posible rebrote en el próximo mes de noviembre?

—Seguramente no. La vacuna tardará mas, porque hay que hacer antes una serie de pruebas y después producir suficientes dosis, lo que es un proceso lento. Quizás encontremos algún fármaco que disminuya los síntomas causados por el virus, pero es poco probable que lo elimine completamente. Ya se están estudiando unos cuantos candidatos, pero una vez más, el arma principal será la respuesta ciudadana.

Esta epidemia esta siendo lapidaria, ¿el virus retornará? ¿también nos llegarán otros?

El virus no marchará, se quedará con nosotros seguramente para siempre; pero si todo va bien, conseguiremos controlar las infecciones, como hemos hecho con muchos otros virus, como el del sarampión, el de la polio, incluso el de la gripe… Que llegarán más es seguro. Los virus no paran de evolucionar y siempre existe el riesgo de que aparezca uno nuevo que cause una enfermedad grave.

Nos seguimos intitulando homo sapiens. Si lo somos, qué propuestas tiene para hacer frente a estas nuevas/seguras epidemias que nos lleguen, ¿en investigación, en aplicación clínica, en la economía o en la gobernanza de los países?

—Primero, más inversión y apoyo a la investigación; la ciencia es la que tiene las soluciones para estos problemas, pero necesita recursos y tiempo. Segundo, asegurarnos que el sistema sanitario no opera ya habitualmente al límite; los últimos recortes lo dejaron tocado y ahora vemos que tiene poca capacidad para hacer frente a un problema de esta magnitud sin el peligro de saturarse. Tercero, hay que empezar a diseñar ahora mismo un plan de rescate para salir de la crisis económica.

¿Y cómo?

—Si en la anterior se rescataron los bancos, está vez hay que rescatar directamente a las personas. El impacto económico y social de la pandemia será enorme y dependemos de los gobiernos para conseguir sobrevivir. Y, finalmente, tenemos que empezar a coordinar una respuesta a nivel mundial, porque este tipo de crisis sanitarias afectarán a todos los países.

¿Cree que los dirigentes harán caso a médicos e investigadores cuando haya pasado la urgencia?

—Me temo que no. Basándonos en lo que ha pasado hasta el momento, lo más probable es que cuando el covid-19 deje de ser un problema, las prioridades cambien. Y esto sería un gran error, porque la próxima pandemia puede ser peor que ésta. Hay que estar bien preparados.

A dos metros

ES la medida preventiva que marca la muga de cercanía social; junto con guantes, mascarilla y lavarse las manos con frecuencia; y no tocarse ojos, boca, cara, que el virus es muy tiquismiquis con los tocamientos. Sumemos el buen comportamiento en nuestro encierro y ya tenemos la parte cumplidora ciudadana, «progresa adecuadamente», como mínimo el aprobado. Quizá el mundo podría cambiar con este cumplimiento y esas seguridades higiénicas; sería demasiado bello.

No se debe juzgar el mérito de una persona por sus grandes cualidades, sino por el uso que hace de ellas, proclama una máxima del filósofo Rochefoucauld. Al parecer, en la urgencia de estos cincuenta días confinados en cuarentena vírica el buen uso individual de las cualidades personales ha quedado demostrado, vamos, somos mejores; de hecho, antes las cumplíamos en anodino anonimato, sin aplausos. Por esto, si cumplimos, podemos preguntar a los dirigentes si ellos han aprendido algo de la excepcionalidad y si lo harán mejor tras este receso; quizá el mundo podría cambiar, a mejor por supuesto.

Observando que países muy dispares presentan los mejores resultados ante esta pandemia y que su único punto en común es estar dirigidos por una mujer€, ¿no debería darse mayor presencia a las mujeres en la gobernanza mundial?, porque ellas han actuado más rápido, han sido más transparentes en la comunicación al pueblo y más eficientes en el uso de nuevas tecnologías.

Ha habido fraude y precios abusivos de guantes, batas, mascarillas y otros elementos de seguridad, incluyendo medicamentos, kits-PCR, respiradores€, podría pensarse en su fabricación cercana y no dejarlo al ambicioso huracán arrasador de empresas deslocalizadas con pingües beneficios para unos pocos.

Dejaron que se llenaran nuestros pueblos de grandes centros comerciales en detrimento del comercio cercano; vaciaron nuestros caseríos de productividad trayendo desde muy lejos lo que podría fabricarse aquí. Revertir esto generaría empleo, reduciría contaminación, haría ciudad€

Ahora aflora dinero para pymes, pequeñas industrias, comercios locales, cambios fiscales, créditos blandos, demoras de pagos y desahucios, ERTE€, muchas ayudas de emergencia. ¿No podría ser esta nuestra forma de gobernanza habitual?

Atención Primaria ninguneada, hospitales saturados, UCIs desbordadas, carencias en protección para sanitarios€ Frente a ello, todo ha sido urgencia-urgencia: camas, respiradores, test, contratos nuevos, locales nuevos…, si todo se ha podido hacer en pocos días, mejor sería tomarse en serio eso de «prevenir es mejor que curar» con más presupuesto para investigación, menos privatización, mejor dotación a AP y al personal sanitario, aplaudidos sí, pero precarios y poco reconocidos.

Visto el esfuerzo y buen hacer de la ciudadanía, sería gratificante que los dirigentes tomaran nota y se bajaran el sueldo parlamentarios y gobernantes, y que aligeraran la administración hipertrofiada de «asesores y colocados» estómagos agradecidos. Ya somos distintos, pero esto nos/les haría mejores.

Hemos visto la generosidad de la naturaleza cuando la dejamos descansar, ¿tendrán en cuenta que GAIA existe y que tomarla en consideración nos vendría bien?

La pandemia deja al descubierto un mundo muy desigual, Sería una buena oportunidad para equilibrarlo un poco, aunque sea a dos metros.

Damos por sentado que del covid-19 saldremos distintos, me satisfaría que también mejores; sería muy bello, pero esperando ese cielo en la tierra, ¿no me habré vuelto a dormir en clase de geografía? Al tiempo.

nlauzirika@deia.com@nekanelauzirika

«Es inquietante que aceptemos controles en nuestra esfera privada a cambio de mayor seguridad»



Alejandro Navas, filósofo y experto en comunicación: «Si nos quitan la libertad de debatir en los medios, en los cafés, estamos muertos y el voto sería una especie de pantomima»

«En Internet se puede publicar todo lo que no vaya en contra de EE.UU.; en nuestro mundo todo lo que se publica está controlado»



¿Cree usted en las teorías conspiranoides de que el covid-19 sea una creación tenológica ‘ad hoc’ para incordiar a la humanidad?

—No. Aunque es verdad que surgió en Wuhan, un gran centro industrial y tecnológico chino. Es una paradoja que justamente en esa ciudad, expresión de la pretensión moderna de control y dominio, de repente, apareciera el virus. Es como una burla del destino al afán moderno de controlar y dominar el medio natural y social.

Como filósofo y sociólogo, ¿a qué medios recurre para informarse de la crisis sanitaria global: prensa, radio, televisión o redes sociales?

—En las redes sociales solo estoy en Linkedin, y de forma pasiva por mis antiguos alumnos que me lo piden. Las redes exigen muchísimo tiempo y en ellos hay mucho ruido y pocas nueces; demasiada ganga y poco mineral valioso. Discriminar sería un trabajo agobiante y no estoy por la labor. Para informarme recurro a prensa clásica, a algunos confidenciales de confianza y también, por mi trayectoria académica y por mi trabajo, a algunos medios básicamente europeos, porque me muevo mucho por centroeuropa: Alemania, Suiza, Austria… por lo que sigo también los medios de allí.

¿De cuáles de ellos nos está llegando una información más fidedigna y creíble? Porque un exceso de información ¿no es desinformación?

—Esto es un rasgo de nuestro tiempo y nuestra sociedad. Hay tal abundancia de datos que cuesta mucho orientarse. Para una democracia madura, donde trabajo como profesor universitario, para formar a los jóvenes de forma madura, la clave es el criterio. En el mundo educativo más que enseñarles contenidos, importa darles competencias y habilidades para buscar y discernir, porque la totalidad de lo que uno puede desear y conocer ya está en la red.

La clave está en saber discriminar la información fiable.

—Para eso hace falta conocimiento previo; formar criterio es la gran tarea de los educadores y de un ciudadano que quiera ser maduro, responsable y no dejarse manipular. Llevo decenios en la docencia, por lo que tengo mis fuentes, mis criterios; y al final uno se fía de determinados medios, y dentro de ellos, de firmas determinadas. Identificas agencias fiables y contrastando te haces una idea cabal de lo que ocurre. En las redes veo dos peligros, por un lado, que se forman como burbujas de afines que se retroalimentan y refuerzan en sus ideas y prejuicios; por otro, en esas redes más que un debate fructífero hay griterío e insulto. Medios importantes de Alemania y Suiza han eliminado los comentarios porque había tal nivel de descalificación que era insoportable.

En las redes, cada cual tiene su minuto de gloria, pero ¿los medios tradicionales son fiables?

—Se habla mucho de periodismo cívico. Hoy en día, cualquiera con un móvil puede ser testigo privilegiado de un evento o de un accidente o de un encuentro entre personas, y puede grabar la primicia y subirla a la red con sus comentarios; pero luego viene la labor del periodista: explicar, contextualizar. Eso requiere preparación, medios y eso es lo que hace la prensa. Ahí la gente de a pie está superada, ni puede ni sabe hacerlo.

Si el futuro es Internet y usamos tanto nuestras redes, podríamos pensar que eso es libertad, ¿pero las redes no están muy controladas?

—Sobre la libertad de expresión hay una tendencia inquietante. En occidente hay menos cabeceras, menos medios por una propensión inevitable hacia una concentración mayor que en otros sectores o ámbitos económicos. Economía de escala, sinergias que llevan a que el pluralismo disminuya y se empobrezca el debate. Por otra parte, no muchos tenían acceso a los medios clásicos; en ese sentido, las redes democratizan el acceso al debate y dan voz a cualquiera. Pero ojo, Internet no es un ámbito libre de dominio; está supervisado. Existe control de contenidos y mensajes. Hay una entidad, ICANN, con sede en California que regula el régimen de Internet en el mundo y que depende del Gobierno norteamericano. En Internet se puede publicar todo lo que no moleste y no vaya contra los intereses del Gobierno de EE.UU. En nuestro mundo, todo lo que se comunica y transmite está controlado.

Se denuncia este monopolio de supervisión.

—Hay países que lo han hecho y también se ha planteado repetidas veces la idea de crear una Internet alternativa, pero ha faltado acuerdo entre los países. Aquí también habría una especie de axioma o presupuesto de las ciencias sociales y políticas, que dice que las libertades son indisolubles y forman un paquete único, de modo que cuando la gente disfruta de una libertad pide las otras. Pasó en España y Chile en la transición de la dictadura a la democracia; hubo primero libertad económica, turismo, comercio, desarrollo, industria y después se demandó democracia.

En China no ha sucedido.

—Ahora mismo vive una expresión capitalista, al menos, en toda la franja del sur. Se decía, esos chinos que de repente son libres para invertir, crear, viajar€ van a demandar también de modo inseparable libertad para votar, libertad política. Pero no, se conforman con ese doble sistema: capitalista en economía, pero partido único en política. El Gobierno chino ha logrado de modo extraordinario convertir Internet en una Intranet que ellos supervisan con la complicidad de las grandes empresas, Google, Apple, Facebook, que se han plegado, y las locales como Alí Baba€ Creando una policía de Internet, han conseguido controlar el mayor mercado del mundo de Internet.

Dicen los expertos que este virus ha venido para quedarse y con él nuestros miedos y también el control (comunicaciones, actividad, salud) que están ejerciendo sobre nosotros los gobiernos.

—Es inquietante. Más que China, el país más videovigilado es Inglaterra, supuestamente la cuna de la democracia. También me preocupa que en otro país con gran raigambre democrática como Suiza, hubiera hace un par de años un referéndum sobre este asunto y la gente votara por más seguridad y menos libertad. La ciudadanía parece dispuesta a aceptar controles e intromisiones en su esfera privada a cambio de mayor seguridad, aunque esto implique privarse de libertades. Es preocupante, porque detrás de cada catástrofe, guerra, siempre ha ocurrido que el Estado ha salido reforzado usurpando poder a otras instituciones; y si no hay controles, un Estado con tantísimo poder tenderá a abusar. De ahí la importancia de la libertad de expresión, de la crítica y del debate para cuestionar cualquier tipo de política.

Visto el aparente éxito en los países asiáticos, ¿se puede caer aquí en la tentación de intentar balancearse hacia la seguridad?

—Acabo de leer a Moisés Naím, columnista venezolano, que trabajó en el Banco Mundial y actualmente es comentarista desde EE.UU, que apunta que todos admiramos el éxito de la política china con el coronavirus, pero casi nadie querría vivir allí. Ningun occidental que ha probado el gusto de la libertad está dispuesto a renunciar a ella para ser controlado, multado, supervisado.

En Israel, y aquí ya hay APPs que controlan por Internet la fiebre, si has padecido la enfermedad€ ¿Cuando se domine el genoma humano podremos hablar y actuar bajo nuestro libre albedrío?

—Esa libertad está muy amenazada; hay muchísimos datos que así lo aseguran. Por ejemplo, Generali ofrece a sus asegurados el implante de un pequeño chip debajo de la piel que mide todo: tus constantes vitales, tu dieta, enfermedades,€, de modo que si llevas una vida sana, la póliza es más barata; ahora bien, si fumas, no haces ejercicio, la prima es más cara. Ellos lo venden como pasar a formar parte de la gran familia Generali. Es terrible. Con el big-data lo que interesa es el metadato: saber cuándo, dónde lo dice y quién lo dice.

¿Ya no harán falta sondeos?

—No. El big-data es una mina de oro; todos los datos están disponibles en tiempo récord. Hay compañías que venden el SMP (Social Media Profait) donde estamos cientos de millones, europeos y americanos; de media habrá entre 2.000 y 3.000 ítems por persona, que son clics de búsquedas. Contiene la vida entera de las personas. Eso, los grandes del sector, Google, Amazon, Apple, etc, lo aprovechan. Su gran negocio somos nosotros, son esos datos; ellos los recogen, los meten en paquetes y venden y con ellos negocian. Nuestra vida es una mercancía valiosísima para ellos.

¿Nos indigna y nos beneficia?

—Claro. Yo, por ejemplo, agradezco que Amazon de vez en cuando me diga que hay un libro que me interesa; pero al tiempo que me gusta, me subleva. Además, si esto se proyecta a toda tu vida, eres alguien sin intimidad. Hay que obligar a esas empresas no solo a que sean transparentes en sus algoritmos, sino también demandar la protección de los datos de la gente. A mis alumnos, tanto aquí como en Europa, no les preocupa que toda su vida esté en la red, porque creen que pueden borrarla; no se dan cuenta de que en la red queda todo y para siempre.

El día en que solo nos quede como opción de libertad personal elegir la papeleta para meterla en la urna, ¿podremos decir que vivimos en un país libre y democrático?

—Me temo que no. La democracia en un sentido puramente funcional son elecciones libres en intervalos regulares. Libres quiere decir, libertad para ser candidato y libertad para votar y debatir, Kant, el gran filósofo de la ilustración, prusiano, hombre de orden, decía que hay el deber de obedecer al Gobierno, pero ello es inseparable al derecho a criticarlo; debatir, por supuesto en los parlamentos, en los medios, en una tertulia de café, en las redes sociales. Si se nos quita la libertad de debatir estamos muertos y el voto sería una especie de pantomima.

Michelines y colas del hambre

Aveces la estupidez del poder ignorante se eleva a categoría de maldad retorcida. En el colegio explicaban que en Gernika hubo un incendio provocado por nacionalistas vascos, rojos y masones; se olvidaron de los testigos y de los alemanes, que sí pidieron perdón. La doctrina oficial de estupidez pervivió 40 años. En otros pueblos se negó el estrago, de Gernika al menos nos quedó el testigo icónico picassiano.

Otras veces la ignorancia orla los labios del lelo. Trump animando a inyectarse desinfectante o a introducir rayos UV en el cuerpo contra el covid-19 sobrepasa la ignorancia estúpida y convierte el esperpento en realidad cotidiana. Con todo, lo más surrealista es que lo afirme en público el presidente del país más rico y con mayor conocimiento científico del mundo. Bueno, también Carlos II «El Hechizado» era estúpido e imbécil integral a la par que rey de la potencia mundial del momento. No servirá de consuelo a los americanos, al resto tampoco.

Pero la estupidez no habita solo allende los mares, también se cobija entre nosotros. Estúpida omnipresencia militar, como si el Gobierno hubiera encargado la caza del virus a la legión. Estúpido dejar que elementos básicos de seguridad se fabricasen en China et al, por su manufacturación más barata allí, dejando el paro aquí. Ahora, urgencia por comprar€, más caro, con fraude y engaño añadidos, pagando millones extras por lotes defectuosos, o abonando el doble por hisopos para PCRs; o no tener test porque los fabrican en Alemania. Esta estupidez cocinada con aceite de urgencia hace que ahora unos pocos adoben michelines?royalties mientras la mayoría amortiguará el hambre lamiendo el rastro que la sardina deje sobre la rebanada de pan. Porque el paro se enseñorea con ERTEs como mal menor, en Euskadi la recaudación bajará el 20% y el déficit se disparará con recesión entre nosotros; en Madrid se ha multiplicado por cinco la demanda en almacenes y comedores sociales. Prometen ayudas a pymes y autónomos/as, reestructuración de deuda€, pero no veo propuestas para echar, o al menos rebajar el sueldo, no a los políticos que dan la cara, sino a esos de segunda/tercera o cuarta fila que nunca aparecen ni se responsabilizan de nada pero sí cobran o los miles de asesores y cargos de confianza en chiringuitos-públicos€ la administración congelará el sueldo a los funcionarios, pero no presentará ERTE ni adelgazamiento para sus michelines adosados; el esfuerzo lo pondrán los de siempre y el endeudamiento público servirá para pagar la soldada de esos michelines dedocráticos.

Estupidez es la desinversión continuada del Estado en investigación y Sanidad pública, tanto en AP como en UCIs, más la paulatina privatización de la gestión hospitalaria, caldo de cultivo idóneo para que la pandemia bulla a emergencia social por el atasco del sistema de salud que la estupidez y la ambición habían adelgazado hasta dejarlo escuálido.

Sumen inexperiencia, decisiones sanitarias incorrectas, dubitativos cambalaches políticos y ya tenemos el agudo cuadro clínico actual. Se empieza lanzando estupideces a lo mr.Zanahorio, recetando desinfectante inyectable o rayos UV intramusculares, y se termina endosando el coronavirus a los chinos allí o al toro que mató a Manolete aquí.

Después ya novelarán los hechos, como la masacre de Gernika.

nlauzirika@deia.com@nekanelauzirika