La diplomacia del beso

AUNQUE casi toda la parafernalia entre magnates que rodea a sus reuniones planetarias G7 o G8 sea siempre parecida, en esta ocasión en Biarritz me ha llamado la atención la cantidad de besos que se han cruzado en sus respectivos peteiros unos y otras. Tal vez por haber sido en la France de los tres besos protocolarios, pero no había observado tanto besuqueo en anteriores encuentros. Así que analizándolo en clave positiva no está nada mal, es mucho mejor un beso que un garrotazo o un misil, porque a fin de cuentas los ósculos son declarar una guerra a la que no quiere ir nadie. Claro que también podemos hablar de otros besos mientras se apuñala por la espalda sin olvidarnos del beso helador de la muerte, de la enfermedad del beso o del beso a quien se nos va para siempre y sobre todo del beso de Judas, quizá el musukeo más común y corriente.

Beso, diplomacia, flujos migratorios, guerra comercial arancelaria, desarrollo sostenible, intimidación militar mutua, cambio climático, hambre y derroche simultáneo de alimentos, desigualdad y excluidos sociales, G7… en el juego del descarte, de estos elementos seguramente muchos estarán descabalgados de la lista de prioridades de los reunidos en la trama Trump&Cía. Pero dejando a los expertos politólogos la exégesis de esta diplomacia besucona y sus resultados prácticos y tangibles, el ciudadano/a de a pie que añora un pasado mejor presagiando un mañana bastante incierto porque suficiente tiene con sobrevivir al jodido presente, se preguntará sobre lo que a él le afecta aquí y ahora una reunión de este nivel. Nos dicen que solo ellos poniéndose de acuerdo podrán cambiar el mundo: frenar el cambio climático y evitar sus terribles consecuencias, parar guerras comerciales, de soldaditos o galácticas, que ellos ordenarán la inmigración, que favorecerán la igualdad de pueblos y personas… Lo dudo, porque cada día van más a guerras sin declarar o levantan imponentes muros físicos y arancelarios nuevos, porque permiten que unos amasen estratosféricas fortunas esquilmando a los más pobres…

Y yo como muchos otros ciudadanos del común, en vez de estos grandes temas, hablamos y nos preguntamos si por culpa de su reunión que preveo fútil nos mereció la pena desviarnos de nuestra ruta habitual para volver a casa;si merece la pena gastar los miles de millones derrochados en tres días probablemente hueros de resultados;si compensa recompensar ahora a los comerciantes de Biarritz y alrededores por las millonarias pérdidas veraniegas que les han originado;si tanto dinero nos sobra y de tanta seguridad gozamos en otros lares como para haber desplazado a más de 21000 policías (a ambos lados de la frontera) en un radio de 20 kilómetros para proteger a los superprotegidos. En fin, que para estos magros resultados resumidos en los morritos de Trump besuqueando a Merkel o de Macron en los papitos de B.Johnson o Trudeau con P. Sánchez de testigo sin gobierno, rememorando el huerto de los Olivos, hubiera sido preferible la reunión por videoconferencia. Más barato y de igual o mejor resultado que esta diplomacia del besuqueo vacuo, pero sin molestias para los ciudadanos paganos.

Nuestro pan de cada día

CADA día bajo a comprar una barra de pan en la seguridad de que lo habrá y de que podré pagarlo. Pero para 820 millones de humanos esto es hoy casi una quimera.

Ha sido noticia machaconamente repetida que ayer hace cincuenta años un hombre pisó la luna, el archiconocido pequeño paso convertido en un gran salto para la humanidad. Salto-hazaña que se quiere repetir en 2024 por el módico costo de 150.000 millones de dólares. Papel de aluminio, telecomunicaciones, satélites… Son muchos los avances tecnológicos derivados de los viajes espaciales, pero también los dólares gastados para lograrlos. Aunque lo hayan publicitado poco, también hoy hace cincuenta años Franco designó a Juan Carlos sucesor a la Jefatura del Estado con título de rey;nos endosó un presunto monarca demócrata, probablemente ideólogo del 23-F-81, entregador del Sahara, mataelefantesy comisionista mayor del reino con honores en Forbes. De esto se juzgará a quien lo denuncie, pero no a él porque era inviolable. Franquista vividor comisionista coronado gran español con Suiza como patria putativa.

Europa y Marruecos han firmado un acuerdo de pesca;por 140 barcos durante cuatro años Marruecos cobrará 208 millones de euros;el 90% de la pesca se hará en aguas del Sahara Occidental, ilegalmente ocupada por el rey hermano de Felipe VI, pero los saharauis no recibirán ni un solo euro y pasarán hambre si no les mandamos alimentos.

Un grupo de multimillonarios nigerianos piden pizza en Londres que British Airways se las sirve a domicilio en Lagos. Al año 1.300 millones de toneladas de alimentos se tiran a la basura.

La obesidad y el sobrepeso son ya una epidemia mundial. Cuarenta millones menores de cinco años, y 672 millones adultos la padecen con sus diabetes y riesgos cardiovasculares asociados.

Mientras tanto, el hambre y la desnutrición se enseñorea, especialmente en zonas rurales, por tercer año consecutivo, dejando en agua de borrajas el objetivo de la ONU, la Unesco y la FAO de Desarrollo Sostenible de Hambre Cero en 2030. En 2018, 820 millones padecieron desnutrición, uno de cada nueve humanos. Conflictos armados, sequías, pésima organización económica… hacen que en África oriental un tercio de la población esté desnutrida. O que en la maravillosa Buenos Aires un 20% de la población sea pobre de pedir pan y que hasta en nuestros lares un 8% de la población esté en riesgo nutricional.

Es bien sabido que erradicar el hambre y la desnutrición es la clave para el desarrollo, el bienestar y el crecimiento económico sostenible con empleo y estabilidad social y política.

Pero si el pan nuestro de cada día se va a la luna, a la guerra, al bolsillo del emérito, a nigerianos podridos de pasta, al sátrapa de Marruecos o a la basura de los epulones cada día más obesos es difícil que llegue a quien pasa hambre. Después nos quejaremos de que vengan inmigrantes a pedirnos pan saltando verjas, remando en patera o, algún día, a pie enjuto sobre los cadáveres de inmigrantes apilados en el Estrecho de Gibraltar.nekanelauzirika@deia.eus @nekanelauzirika

Justicia vs caridad

NOSOTROS, que somos uno de cada diez entre el 1% más rico del país, deberíamos sentirnos orgullosos de pagar un poco más de nuestra fortuna por el futuro de Estados Unidos”. Si pusieran España, se imaginan una carta conjunta con este mensaje firmado por los ricachones de por aquí. ¿Improbable, impensable? No, totalmente imposible, la justicia social entre nosotros es un desiderátum sine díe, porque nos educaron para pensar que es mejor hacer caridad que justicia.

Obligados/as a recitar tantas veces las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad, además de leer en letanía repetitiva el capítulo 13 de san Pablo a los corintios, llegamos a interiorizar hasta hacerlo carne propia que la caridad es una ley y no una virtud;así nos va, porque nos han confundido entre dar en justicia y darse en caridad. Vamos, que gusta más hacer un Amancio Ortega que pagar más impuestos.

Entre los rescoldos de infancia todavía encendidos mantengo uno que sigue hurgando en mis entretelas: el señor (fascista conocido y reconocido) del bigotón canoso que depositaba ostentosamente un billete de cien pesetas (sueldo medio obrero, 200 pesetas/semana) en el cepillo dominical como síntoma de gran caridad frente a la pesetilla que dejaban sus empleados, explotados y malpagados por él mismo. No solo eso, sino que además metió mano en la caja común del ayuntamiento haciendo un “muy favorable” trueque de terrenos desde su cargo público, embolsillándose de paso unos milloncejos, me imagino que de los que daba su generoso óbolo para los pobres a quienes antes había sableado, esto sí “vía legal”. He aquí el quid del asunto, la legalidad.

Como si se hubieran puesto de acuerdo, al tiempo que la Hacienda de España publica la lista de morosos fiscales, ¿ladrones listillos no sería más preciso?, en EE.UU. un grupo desupermuchimillonarios solicita a la Hacienda de su país que les suban los impuestos porque ellos deberían pagar más, mucho más. Alguno de ellos ha llegado incluso a reconocer que no es de recibo que su secretaria pague más impuestos que él. Warren Buffett, Soros, Abigail Disney, Chris Hughes, Gates.., dentro de una larga lista de poderosos que reclaman que se les suban los impuestos como medida “justa y patriótica” para consolidar la democracia en su país.

Hablando de lo patriótico que tanto mascullan, se imaginan a la patriotera ultraderecha española suscribiendo tamaña petición;pues no, sería inverosímil, porque lo patriótico es el listillo, el lazarillo de Tormes, el pícaro, el buscón don Pablos, el tomaycalla, la factura sin IVA, el presumir de haber estafado al fisco o no haber pagado impuestos. Y no hablamos del sur del Ebro, porque aquí en la idílica Euskadi, 268 grandes morosos (nos) deben 823 millones de euros, que seguramente seguirán en aumento, bien por culpa de los mismos o bien de otros que ingresarán en la lista, porque pagar al parecer es de pobres paganos pringaos.

Mejor seguir autopredicándonos caridad, porque si no se hace basta con confesarse para que te absuelvan;pero si reclamas justicia, es más duro, porque habría que pagar.

Humanos endiosados

EN noviembre del año pasado la comunidad científica recibió una fuerte sacudida cuando se conoció que el chino He Jiankui había creado dos bebés modificados genéticamente para ser inmunes al VIH. Exitosa o no, la puerta entreabierta se va ensanchando y ahora en la revista Nature el biólogo ruso Denis Rebrikov reconoce que quiere crear bebés modificados genéticamente para eliminar también el enanismo, la ceguera o la sordera…, con el encomiable argumento de que no se puede frenar el progreso.

Reyes, emperadores, generales, dictadores, políticos, financieros, deportistas, científicos… todos han jugado en algún momento de la historia el rol de querer ser divinos. Humanos endiosados, algunos hasta se dejaron adorar y muchos aún se ensoberbecen hasta casi parecer estar suspendidos, como levitando sobre el resto de mortales. Los científicos, algunos científicos, también.

En la historia humana hemos pasado de adorar a la inconmensurable naturaleza y deificar a quien considerábamos tan poderoso como para controlarla, a ir situando al Homo sapiens en el centro del universo como alfa y omega, cambiando de paso la naturaleza a gusto y gana. Pero si hasta hace bien poco, aunque fueran muy importantes, tan solo cambiábamos cosas, bacterias, hongos, plantas y animales, ahora podríamos/¿ya podemos? modificarnos a nosotros mismos. La genética molecular y especialmente la técnica de edición genética CRISPR, unida a la tecnología 5G y el BigData, nos abrió hace cuatro años las puertas de auto manipularnos… para bien y para mal, por supuesto, como Adán y Eva ante el árbol de paradisíacos frutos prohibidos. En principio la tentación es grande, porque domeñar la diabetes, sordomudez, anemia falciforme, distrofia muscular, corea de Huntington, fibrosis quística, retinosis pigmentaria, talasemia… sería estupendo para mejorar el bagaje génico de la especie;pero genera duda y rememora la sospecha eugenésica como algo más que razonables.

Tal vez por ello Lluís Montoliu, presidente de la Asociación Investigación Responsable e Innovación en Edición Genética, lo tilde de irresponsabilidad y temeridad. Porque no se sabe aún controlar el resultado del CRISPR, y al obtener variantes genéticas como deleciones, inserciones, inversiones y reordenamientos cromosómicos entre las que puede estar la buscada, desechar los sujetos no válidos es fácil en animales y plantas, pero en personas no sería éticamente aceptable;además, porque corregidas algunas mutaciones podrían aparecer otras y, sobre todo, porque si aceptamos la posibilidad de la modificación genética terapéutica, ¿por qué no también para cambiar otras características humanas personales: altura, color de ojos, tamaño y potencia muscular, número de neuronas, actividad metabólica…? Sin olvidarnos de que seguramente estas manipulaciones genéticas serían vía sanidad privada, por lo que no todos podrían pagárselas… ¿No estaríamos ante el distópico pero real mundo feliz de Aldous Huxley? Aunque sea deseable que haya un grupo bioético de organización mundial, tampoco me lo imagino hoy poniendo reglas éticas internacionales obligatorias que se cumplan, que ya vemos lo que valen para EE.UU., Rusia, China…, por ejemplo, en cuanto al cambio climático. Así que el camino de inmortalidad y endiosamiento humanos vía CRISPR está planteado, aunque no sepamos si su estación término será el cielo o el infierno de la fruta prohibida.

Contradicciones insidiosas

https://www.deia.eus/2019/06/10/opinion/columnistas/la-otra-mirada/contradicciones-insidiosas

AL hablar de contradicciones vienen a la cabeza las de los políticos que estas semanas andan de cambalache y compadreo para ver quién se queda con poltronas y sillones floridos, aunque sea en flagrante contradicción con lo que dijeron en los atriles electorales. Son irritantes, pero no más que las cotidianas propias, como comprarse zapatillas para un deporte que no hago por pura vagancia o esperar el fin de semana para descansar y luego exprimir el sábado-dominguero con lunes de ojeras de socavón, suspirando por el siguiente fin de semana reparador. La población envejece con muchos treintañeros asintiendo mientras pasean al perro en lugar de empujar un carrito de bebé. Incluso mi sensato vecino del cuarto vive en pecado de contradicción, la mayoría de sus viajes son por ciudad, pero tiene un todoterreno. Se me antojan situaciones incompatibles, al menos aparentemente, pero no transciende más allá de lo personal y su entorno.

Sin embargo, otras contradicciones quizá menos llamativas e inmediatas, sean de mayor transcendencia. Me gusta la playa y bañarme en aguas limpias, donde algas frescas y peces vivaces indiquen que hay vida;disfrutar tirando la caña en aguas no contaminadas;quiero comer buen pescado sin miedo al plástico en su interior ni metales pesados en su grasa;no quiero que el agua de la ría huela mal ni ver suciedad de diversa catadura, pero…

El sábado recordábamos –celebrar sería autosarcasmo- el Día Mundial de los Océanos. Sin océanos sanos la vida, al menos en su textura actual, sería imposible, porque la temperatura ascendería a infierno insoportable y el CO2 atmosférico se incrementaría un 50% con deletéreos efectos colaterales. Según me comentó la investigadora Cazenave, la temperatura de los mares asciende, los polos se reducen, el nivel del mar sube y la contaminación de sus aguas cabalga cual potro desbocado en manos humanas.

En Urdaibai, Arrigunaga, Ereaga y otros lugares del acantilado vasco y de muchos otros países, miles de voluntarios dedicaron su tiempo libre a recoger basura en playas, marismas, acantilados y fondos costeros. Plásticos, neumáticos, redes, metales, enseres domésticos, baterías de coche… Un muestrario caleidoscópico de basura. Esto en lo macroscópico, porque lo microscópico es aún más preocupante. El chicle, la colilla, el papel del caramelo, el pañal o la toallita, la bolsa del súper… Cualquier cosa que no depositamos en una papelera terminará en el océano, sumándose al desecho de las sentinas, los residuos industriales… La contaminación estética, con ser grave, es el menor de los problemas comparado con la destrucción de la flora y fauna marinas y con el bumerán que nos llega en el pescado contaminado con plásticos y metales pesados. Si no decimos basta a la contradicción entre los mares que queremos y la mierda que arrojamos en ellos es posible en 2050 haya más plásticos que peces en el mar. Entonces, bañarse en la playa, pescar, mariscar, comer besugo, anchoa o merluza…, puede que solo sean recuerdos en las historietas del abuelo… Vivir o morir, he ahí la contradicción de conservar o no los océanos.