Agitadores nonagenarios

 

Paradójico pero real como la vida misma, dos pensadores escritores comprometidos, Hessel y Sampedro, son punta de lanza del inconformismo ante la ola de juveniles conservadores rancios y casposos; reivindicativos a los 90 años, sin agitación sino muy tranquilos al tiempo que profundamente revolucionarios.

Dos pacíficos insurrectos contra el orden establecido por el poder económico y financiero; así se muestran el francés Stéphane Hessel en la presentación de su libro ¡Indignados! y su prologuista José Luis Sampedro en su edición en castellano. Engullidos de lleno por la crisis económica que nos constriñe como una boa voraz, la voz indignada de estas dos jóvenes-mentes de 93 años es una brisa de aire fresco.

Frente a un mundo donde muchos jóvenesbiológicos navegan en el pasotismo neocom, de gomina y conservadurismo a ultranza, dos ancianosdeedad nos invitan a la rebelión pacífica contra una sociedad donde las cartas las reparte la banca, que cobra rescate y nos margina de los beneficios, aumenta la pobreza, recortan los logros sociales de 50 años, retrasan la jubilación, reducen las pensiones públicas y fomentan los planes privados de jubilación, la enseñanza y sanidad privadas, no se respeta el medio ni se entiende el progreso como un forma sostenible de desarrollo, sino como un amasamiento codicioso con sed insaciable de riquezas materiales que se quiere combatir como el náufrago bebiendo más… riqueza-codicia. «Del viejo el consejo» es un buen aserto ante el sálvese quien pueda donde cada uno busque su propia solución, se eche en manos de la banca y financie planes privados de solución personal.

Es cierto que los rifirrafes de nuestros políticos, sus corruptelas, privilegios y sinecuras existen en el ayuntamiento más pequeño y en el parlamento de Estrasburgo, pero sin ellos y los partidos políticos, en la foto social tras los Aznar y Berlusconi se atisba a Le Pen y otros nostálgicos de pasadas esvásticas y purezas étnicas mezcladas con capitalismo económico a ultranza.

Lo preocupante es que sean jóvenes los anclados en la indiferencia política y en derroteros de pasotismo ante la injusticia social, mientras que la voz de la experiencia de estos jóvenes-ancianos nos proponen encauzar nuestra indignación hacia el compromiso, la militancia y la solidaridad con organizaciones que defienden los derechos humanos. Ha vendido más de dos millones de ejemplares del libro en 30 países, lógico, estamos indignados. Del viejo el consejo, Indignados del mundo, ¡a las barricadas de la solidaridad!

Fin del maratón inaugural

Se acabó la fiebre de “inauguritis” preelectoral. Después de mirar una fotografía de autoridades y políticos disfrazados de obreros (se notaba demasiado el disfraz) en el aeropuerto de Castellón mi perplejidad iba en aumento conforme leía la noticia correspondiente;  el presidente autónomico, imagino que con su cohorte de aplaudidores y beneficiarios, inauguraba un aeropuerto que ni está terminado ni tiene licencia ni aviones; “mientras llegan los aviones los ciudadanos podrán pasear por él” dicen que dijo el presidente con socarronería popular.

Según la nueva normativa, entre la convocatoria de elecciones y su celebración queda prohibida cualquier inauguración de obras o proyectos… sin perjuicio de que puedan entrar en funcionamiento en este período. Así que en la práctica, este abril es un mes “inhábil” electoral, por lo que todos se han lanzado como alma que lleva el diablo al corte de bandas.

El presidente del Gobierno inaugura la llegada del AVE a León antes de que llegue el tren, en Sevilla una circunvalación donde no se trabaja, en Tudela el Teatro Gaztambide aunque desde 262 butacas de gallinero no se vea el escenario… lista interminable, porque Castellón no es una isla ni un ejemplo aislado, sino el modelo habitual de inauguraciones preelectorales, donde el caso es tomar posición en los tacos de salida para las elecciones.

Es fácil realizar un viaje virtual por todas las obras a medio terminar, in-inaugurables, inútiles primeras piedras, presentación de proyectos… donde cabe igual un semáforo o un teatro que un tramo de autopista sin licitar. Cualquier adoquín es materia de inauguración… o si no hay nada nuevo se reinaugura el mismo adoquín. “Os prometí un hospital, y aquí está su maqueta”, la frase es de un presidente autonómico mientras tomaba posesión electoral de un hospital “de papel”.

 Y en el evento concejales, alcaldes, diputados, presidentes, ministros y la reina. No molestaría esta cascada de propaganda partidista si no estuviera pagada con dinero de todos ni se tuviera que rehacer casi todo lo inaugurado.

La modificación de la Ley Electoral pergeñada entre los grandes partidos, que ahora se les vuelve en contra, modifica el tempo de la actualidad política, pero lo peor es que esquilma nuestros ya exangües bolsillos en beneficio de quienes repetirán el mismo sarao inaugural dentro de cuatro años. Para este empacho de corte de cintas no necesitábamos ley nueva, y nos hubiéramos ahorrado el atracón de inauguraciones con burla al ciudadano pagano.

La hora del planeta

Son muy  sugestivas las fotografías de la Tierra -amada LUR-GEA- del sábado a las 21.00horas con 4.000 ciudades casi a oscuras, sobre todo si las comparamos con la intensísima luminosidad irradiada habitualmente. Podrán ser más peligrosas, pero resultan atractivas a media luz. Se hace desde 2007 y a propuesta de WWF, el sábado a las 20:30 se apagaron las luces de miles de ciudades del mundo durante una hora: «la hora del planeta». Desmond Tutú la definía «oportunidad para actuar juntos y mandar un poderoso mensaje sobre el cambio climático». Más de mil millones de personas en 134 países bajaron el interruptor concienciados por la sostenibilidad ante ese cambio que parece inexorable.

 Las murallas de Ávila, la Sagrada Familia de Barcelona, el Guggenheim de Bilbo, la torre Eifell de París, Times Square de Nueva York, entre otros cerraron sus luminarias y todos contentos, acto simbólico cumplido, aunque en la Antártida apagaran la luz pero no la calefacción y en las Fiji bajaran la luz pero no la televisión porque tenían un importante partido de rugby, al igual que un apasionante amistoso Athletic-Glasglow bajo los focos de San Mamés. Así que el planeta no apagó del todo, porque a la redacción seguían llegando teletipos con la normalidad de la guerra en Libia, bombardeos israelíes y la crítica situación nuclear en Fukushima. Se solicita el céntimo forestal para evitar la pérdida de bosques que tanto bien hacen (madera, retienen agua y suelo, reducen el CO2…); se quieren ampliar las zonas protegidas en mares para que no desaparezca la biodiversidad y el mare nostrum no sea algún día cloaca nostra; la atmósfera, el ozono, la vida salvaje y su hábitat, todo de modo sostenible mientras nosotros seguimos desaforadamente en el desarrollismo. Tal vez no haya remedio por mucha hora del planeta, céntimo forestal o área protegida que instalemos porque todo esté escrito y el próximo año las tormentas solares que nos anuncian acaben con nuestras expectativas o porque los cálculos y presagios mayas para el 21/XII/2012 sobre el fin del quinto sol sean ciertos; el caso es cuando hago la ruta de los contendores – basura orgánica, plástico, papel, vidrio, pilas…- pienso si servirá para que se retrase en algo la hora… final del planeta. Al menos los mayas dejaban en nuestras manos y ambición la posibilidad de pasar al sexto sol, tal vez apagando la luz o no contaminando, pero todos los días no sólo durante la hora H del planeta.

El crucifijo, ni ofendor ni ofendido

Es cierto que en nuestra historia con demasiada frecuencia la cruz ha sido enarbolada junto a la espada como garrote de infieles, dejando tras cada guerra de religión sus secuelas de hostilidad y marginación. Pero éstas son consecuencias de su manipulación interesada y perversa, no de la existencia de la propia cruz que es una invitación a la concordia, reflejo del sufrimiento íntimo del ser humano al que intenta redimir. De hecho, para los cristianos cada vez que este sentido original de la cruz se pervierte con llamadas a enarbolarla como arma, se vuelve a crucificar a Dios.

 Este viernes el Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo ha anulado su propia sentencia de 2009 donde determinaba que las escuelas estatales italianas no tenían derecho a poner el crucifijo en las aulas, sentenciando ahora por el contrario que la presencia del crucifijo no supone quebranto de derechos humanos. Argumenta que la cruz en el aula no quiebra el derecho a una educación acorde con la libertad y propias creencias. La sentencia ve en este símbolo una de las señas de identidad -para lo bueno y menos bueno- de la historia de nuestro continente, al tiempo que reconoce que antes que el Estado está el «sentimiento popular», pues en Italia de manera abrumadora (84% de la población) se muestra favorable a la presencia del crucifijo.

El tribunal lo considera un símbolo «esencialmente pasivo» y que dar mayor visibilidad al Cristianismo «no supone adoctrinamiento», pues la visibilidad de la religión mayoritaria en el ámbito escolar no implica violación de Derechos Humanos, porque la presencia del crucifijo no está asociada a una enseñanza obligatoria del cristianismo ni a la intolerancia hacia alumnos de otras religiones o no creyentes. Me congratula la sentencia porque permite usar y no obliga a poner el crucifijo. En el evangelio lo pasajes más conmovedores son aquellos en los que Jesucristo infringe los códigos de exclusión social imperantes situándose a favor de la gente: prostituta lapidada, samaritana, leproso marginado, trato con republicanos…

Es difícil imaginarse a Jesús imponiendo a alguien la veneración al crucifijo, por lo que me alegré cuando dejó de ser obligatorio su uso en las aulas, tanto como ahora por la sentencia que permite usarlo allá donde se desee. Nuestra historia europea se lo merece y nuestra libertad también. La sentencia de Estrasburgo es definitiva: el crucifijo no ofende.

La corte de los privilegios

Valor político no es sinónimo de la valía del político/a. Se preguntaba un parado de 900 euros/mes lo que debe hacer para endosarse 304 euros de dieta/día por fichar y luego marchar. Lo decía al socaire de lo publicado por el tabloide News of the World donde aparece la eurodiputada socialista Eider Gardiazabal Rubial entre los diputados que realizan la práctica corrupta «abuso de dietas» tras ser cazada fichando a las 9.56 del 21 de enero en la Cámara y media hora después en el aeropuerto.

Al parecer es práctica bastante extendida, en la que se ha detectado a 70 miembros del Parlamento Europeo. Seguramente no haya nada ilegal y este es el meollo del asunto. Acusan a la denunciante, la europarlamentaria Sinclaire, de hacerlo como militante del euroescepticismo, pero la realidad es así, la cuente quien la cuente. Ya en Bilbao y con su sueldo más dietas, es llamativo que la señora Gardiazabal tenga derecho a vivienda VPO en Miribilla. Seguramente también sea todo legal y he ahí el núcleo de antivalía política.

Probablemente tampoco las andanzas entre cooperación pública/embolsamiento privado de la señora Urchueguía en Nicaragua sean ilegales, a lo sumo alegales. Nada que extrañe a la población, que escucha hablar de sinecuras y prebendas políticas como quien ve llover en abril, algo del todo normal. Gurtel, Camps, Roldán, Juan Guerra, Bravo, Chaves…

La corrupción, clientelismo, nepotismo, el conchaveo de almohada y los chanchullos son tan elpannuestrodecadadía entre los políticos que han permeado en la sociedad como consustanciales a la política. Así que es normal y consecuencia lógica que entre los principales problemas que perciben los ciudadanos como más preocupantes se cite el paro, después la economía y en tercer lugar la clase política y partidos políticos, muchas cabezas por delante del terrorismo, pensiones, el fraude, carburantes, la vivienda… Pero todo tiene su vuelta, porque a pesar de esta realidad de corruptelas, astillas y mangoneos más o menos legales y de la percepción social tan tan negativa de la clase política, la ansiedad de precampaña electoral por colarse en alguna lista para concejal o diputado es inusitada. ¿Será por servir al pueblo o para entrar en la corte de los privilegios? Porque es difícil pensar que sea por entrar en el grupo social de los peor considerados. A saber cuál es su valía política, pero valor no les falta. ¡País de Lazarillos!