Risas, muecas y sonrisas

 

Hemos tenido un primero de mayo multidiaD. Entre el día de la madre makeincorteinglés, el obsoleto sanjosé Obrero y el día internacional del Trabajo, me quedo con el día mundial de la risa. No es que el uso de la risoterapia como técnica/estrategia psicoterapéutica que beneficia la salud sea algo nuevo, pues desde los bufones medievales, pasando por Burton, Kant o Freud hasta Patch Adams son muchos quienes han hecho de la risa si no un método de curación sí al menos una terapia que permita vivir mejor. ¡Qué no es poco!

Así que, desde que el dr. Kataria propusiera en 1998 celebrar este primer domingo de mayo el día mundial de la risa, millones de personas han sonreído por el acierto de la propuesta. Que conste que no es fácil sonreír, especialmente si eres de los cuasicinco millones de desempleados/as a la espera de ver madurar algún brote verde, ni es para tomárselo a risa si integras una de las 1.300.000 familias donde ninguno tiene ingresos; tampoco se revienta de risa cuando no puede pagarse la hipoteca y todavía menos si aun devolviendo tu casa al banco éste se monda de risa porque te la sigue cobrando igual, con el beneplácito de legisladores que retozan risueños nadando en unos estipendios de morirse de risa.

 No es precisamente para desternillarse de risa observar que en las movilizaciones no participan ni los 300.000 liberados sindicales, cuyas dos centrales mayoritarias estatales CC.OO./UGT son sinecuradas a sopa boba por el Gobierno. Si no eres futbolero/a, seguramente tampoco retozarás de risa al ver que todas las calamidades se intenten tapar con el panem et circenses del enésimo partido del siglo. Ha subido la luz, el teléfono, los combustibles, el IPC en el 3,8%, el trabajo sumergido (20% del PIB) es una sangría incontrolable…, han bajado los sueldos, las pensiones, retrasan la jubilación, aumenta el trabajo precario, deterioro de la educación y sanidad… más que para risotadas de alegría estamos para muecas y rictus avinagrados.

Y para que no estemos cariacontecidos, avinagrados ni meditabundos nos televenden bodas reales (o ficticias, a saber) para que ante la pantalla pongamos cara de campana sin badajo tañendo por la alegría de chupones reales. ¡Indignados! dice Hessel, pero quizá sea mejor recomendar ¡Sonreíd!, que estas adversidades no son para tomárselas a risa, en absoluto. Aunque sólo sea como válvula de seguridad para no estallar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *