EN mi vida profesional he conocido y entrevistado a muchos premiados por su labor comprometida en la cooperación, bien a escala local bien internacional. No los citaré porque tras recibir el merecido galardón y dar a conocer la necesidad de esa cooperación, suelen manifestar su deseo de seguir trabajando en el anonimato por la justicia y el desarrollo en sus ámbitos de actuación. En todos los casos la relación entre el galardón recibido, el reconocimiento y el compromiso real del premiado sobre el terreno era reconocible y constatable. Es lo mínimo que se pide a un premiado.
Nunca me han importado un comino esos premios princesa de Asturias con autobombo incluido. Galardones, fastos y demás que pagamos entre todos pero que sólo unos pocos mangonean, deciden y disfrutan. Los demás podemos admirar los modelitos de la reina y la corbata real, pero aparte de eso y de pagar la alfombra y los honorarios no se nos permite participar en nada.
En esta tesitura, donde la ciudadanía no pintamos nada en unos premios que dicen concede el pueblo español pero donde solo unos expertos bien adoctrinados al servicio de sus majestades deciden, este año han concedido a la Unión Europea (UE), a su administración y autoridades, precisamente el premio a la Cooperación. Y aquí me encuentro con las declaraciones de la edil de Cooperación de Valencia criticando con dureza la concesión de tal premio a tales sujetos. En pocas ocasiones me he sentido tan identificada con un cargo público como con Neus Fábregas. Dejando aparte la muy razonable suspicacia de que el premio garantiza una benévola acogida a la represión que aplicará el gobierno Rajoy’s boys en Catalunya, el galardón tiene escaso soporte en las actuaciones cotidianas de la UE.
Premiar por cooperación a la Europa que levanta muros y vallas con concertinas ¿es presentable? O ¿acaso se premia que pacta con la repudiada dictadura de Turquía para que haga de tapón a los refugiados? En la UE el movimiento de capitales y mercancías es totalmente libre, pero el de personas está bastante restringido y más que lo quiere la Gran Bretaña que huye en Brexit libre precisamente por esto, y recuerdo que Gran Bretaña todavía pertenece a la UE premiada.
Premio a la cooperación a 28 países que no cumplen ni sus propias cuotas de acogida de refugiados, como la autopremiada España que apenas ha acogido al 10% de las 17.000 personas asignadas. Esto unido a la inhibición de la UE cuando se trata de intervenir en países en conflicto para evitar que la población civil tenga que huir.
Premio a la cooperación para la UE cuyos países envían ayuda humanitaria a los mismos países a los que venden armas. Negocio por duplicado. Quizá esto sea lo que entienden por cooperación.
¿Acaso vivimos en esa Europa diversa, solidaria y comprometida con los derechos humanos como reconoce el premio? La respuesta, vallas en Melilla y pateras naufragando en el mediterráneo.
Pero Rajoy ha obtenido las caricias UE para laminar a Catalunya.