Decisiones

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Aunque todos se hayan comprometido a no usar el asesinato de la diputada laborista y pro-europeísta Jo Cox en la campaña del “Brexit”, es indudable que el hecho tendrá su peso en la urna. Hasta es posible que un peso decisorio. Las cinco encuestas publicadas la semana pasada en Gran Bretaña destacaban como ganador al bando de los que quieren irse de la UE por un margen no muy elevado pero si holgado, lo que contrasta con el movimiento en las casas de apuestas británicas que creen que no habrá Brexit. Ya sé que las apuestas “no dicen lo que ocurrirá en el futuro”, sino “lo que probablemente sucederá en ese futuro”, pero frente a las sesudas encuestas científico-profesionales, los corredores y casas de apuestas ya acertaron el resultado contra pronóstico en el referéndum de independencia de Quebec y de Escocia. No es que desestimen que los hijos/as de la Gran Bretaña decidan decirnos agur para siempre, pero estos magos del dinero de bolsillos ajenos creen que los indecisos marcarán el paso y como un 60% apuestan por la permanencia, pues la habrá. Y como no se pueden separarse vísceras de mente y bolsillo, es posible que sumado el sentimiento (aunque hayan decidido no utilizado) por el asesinato de Cox más el interés genuinamente británico por ganar la propia apuesta, hará que los britis sigan copando el mediterráneo como ciudadanos europeos. Vamos, que han decidido no dejar aislado al continente. Gracias por la gracia, thank you very much.

Aquí nos parece poco decoroso apostar sobre cosas de tanta trascendencia, pero si en lugar de a encuestas de gran calado demoscópico hiciéramos más caso a los corredores de apuestas, no sólo acertaríamos sobre quién ganará la copa de Europa de fútbol sino también sabríamos si en Moncloa habitará coleta, barba, ambas a la vez o la verbena de la Paloma.

Pero viviendo donde vivo y aunque el Brexit o elegir al futuro inquilino monclovita resulten decisiones importantes, sean más o menos viscerales-racionales, la semana pasada ha captado mucho más mi atención la decisión de los trabajadores de la ACB-acería compacta de Sestao sobre su futuro, no sé si a largo plazo pero sí al menos a corto. Oferta rácana donde las haya de la empresa, postura emparedada del gobierno vasco y decidida oposición de los sindicatos oficiales. Ni los unos ni los otros, los trabajadores han decidido aceptar la oferta y tirar para adelante, digamos que en precario, porque la edad avanza y la necesidad aprieta. Vamos, como para votar a favor del Brexit después de haber apostado mil libras en su contra y haber pagado unas vacaciones en la costa del sol. Apuesto por que el acero siga produciéndose en Sestao aunque a los sindicatos les haya salido un grano forúnculo díscolo cojonudo.