Más sobre fachas

Venga, sigamos con el amanecer zombi de la señorita Pepis que nos hemos sacado de la sobaquera. Hagamos un hombrecito a Abascal, ese mindundi resentido y ególatra al que un excolega de militancia pepera me describió, cuando todavía compartía con él bancada en el Parlamento Vasco, como un tonto con balcones a la calle. Démosle más minutos de gloria con acompañamiento de mesado de cabellos y gestos de infinita preocupación, que con un poco de suerte, en vez del par de escañitos que le vaticinan las encuestas acojonapardillos, conseguiremos que sean cuatro o cinco.

Todo, claro, con tal de no entrar en la incomodísima reflexión a calzón quitado sobre lo que hace crecer y multiplicarse por todo el mundo adelante —véase Brasil como ejemplo más reciente— movimientos que no se paran en barras ni en decimales.

¿De verdad hay tanto fascista desorejado en el mundo? Servidor, con su olfato de andar casa, diría que más bien no. El número de auténticos cenutrios ultraderechistas de cabeza cuadrada y vacía no creo que haya variado demasiado a lo largo del tiempo. Atendiendo a la teoría del Hay gente pa tó de aquel torero, siempre habrá unos cuantos, igual que seguidores de Pitingo o consumidores de Bitter Cinzano. Esos no deberían preocuparnos. Quienes sí opino humildemente que merecen una consideración son las legiones de personas que, no ya solo olvidadas sino groseramente insultadas por los partidos en los que venían confiando —mayormente, pro-gre-sis-tas—, no han encontrado mejor válvula de escape para su cabreo infinito que la que le ofrecen los que, por lo menos, no les niegan que les pasa lo que dicen que les pasa.

3 comentarios en «Más sobre fachas»

  1. Esta vez no estoy de acuerdo. Soy bastante más pesimista o menos indulgente que tú con la ciudadanía. Ya no compro eso de la válvula de escape o que el triunfo de esas opciones extremas obedece a la decepción ante los partidos tradicionales.

    Que sí, que también, por supuesto. Pero no solo eso. Hay más fondo. A lo mejor es que sí, que todos llevamos un «fascista» dentro y está aflorando en millones de personas en todo el mundo.
    Y por «fascista» entiéndase (en sentido amplio) egoista, insolidario, cerrado de mente, intolerante, etc.
    Hay muchísima gente así. Cada vez más. ¿la causas? La galopante incultura general, generaciones mimadas y caprichosas para las que la inmediata safisfacción de todos sus deseos es un derecho inalienable (lo queremos todo y lo queremos ya), la intolerancia a la frustración, etc.

    Y a ello hay que unir la derrota de lo políticamente correcto arrollado por la pujanza de la incorrección política. La verdad; prefería la «dictadura de lo políticamente correcto» a la «tiranía de lo políticamente incorrecto». Vale, que éramos más hipócritas. O a lo mejor era simplemente decoro…que nunca está de más.
    Ahora cualquier gañán te dice que no va por la vida de «políticamente correcto», que no tiene complejos y dice «las cosas como son» y te suelta la mayor barbaridad que se le pasa por la cabeza y se queda tan ancho.
    Las redes sociales bullen de patanes (y patanas) soltando barbaridades «sin complejos» (sinceramente; echo de menos algunos complejos de antes) y cualquier atisbo de apelación a la conciencia, a sentimientos de solidaridad se corta con una acusación de «buenismo».
    Ahora vende decir barbaridades porque mucha gente está totalmente de acuerdo y además ya no hay «complejos» para mostrarse así. Y se genera el efecto dominó. Uno ve al de al lado quitarse la careta…y se anima…y se justifica. Y la bola va creciendo.

    Llámese fascismo, populismo o egoismo sin complejos ni caretas.

  2. No hay cosa que más daño esté haciendo en este momento a la izquierda que la mal entendida «corrección política», una forma de mimar y sobre proteger arbitrariamente a determinados sectores de la sociedad.
    Es esta corrección política la que hace que se alcen cada vez más voces de gente, grupos sociales diversos y de lo más pintorescos sintiéndose ofendidos por cualquier memez y exigiendo que se legisle hasta cómo respirar.
    Pero la derecha también exige su correcto tratamiento político a la hora de respetar y no ofender sus símbolos ni su legítima libertad de pensamiento.
    Otros también lo hacemos cuando se descojonan en todos los medios de comunicación españoles al hablar del derecho a decidir y manipulan y retuercen su significado.
    ¿Qué es lo políticamente correcto para ti? Seguro que no coincide del todo con lo que significa para mí.
    Lo que tengo bastante claro es que no se debería de ocultar ni sacrificar información en pro de una muy subjetiva corrección política, y me refiero ahora concretamente a la última «okurrensia» de Carmen Calvo de controlar los medios con la excusa de las «fakes news».
    Por otro lado estoy seguro de que todos tenemos un facha dentro, lo que pasa es que algunos tienen dos, tres y hasta veinte fachas en lo más hondo de su ser.

  3. Estoy de acuerdo, en parte, con lo que dices, en el sentido de que esta ola de lo que he llamado «incorrección» política (y que considero peligrosa) es una reacción a los extremos ridículos a los que se ha llegado con la corrección política.
    Se ha llegado a tales ridiculuces que ahora lo que vende (y la gente compra) es lo contrario.
    A mayor barbaridad…mayor aplauso porque «este, al menos, no va de políticamente correcto». Y…barra libre.

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