Desde que se certificó la imposibilidad de un acuerdo sobre los presupuestos de la demarcación autonómica entre el Gobierno Vasco y EH Bildu, voy de refrán en refrán, de frase hecha en frase hecha. Nada más recibir la noticia, al filo de la medianoche del jueves, evoqué la montaña que parió un ratón, maldije los esfuerzos inútiles que conducen inevitablemente a la melancolía y, después de lamentar haber visto remar tanto para acabar naufragando en la orilla, me pregunté si para ese viaje hacían falta semejantes alforjas.
Antes de eternizarme, tiraré por ahí. ¿No habría sido mejor haber zanjado la cuestión desde el primer instante con una enmienda a la totalidad? Recuerdo haber aplaudido aquí mismo la sinceridad de Arnaldo Otegi al reconocer que en el pasado se había abusado de esa receta, pero que los nuevos tiempos requerían otras formas de hacer política. Entraba ahí remangarse y tratar de encontrarse en el medio del camino con el adversario político.
Si les soy sincero, al ver las exigencias y los planteamientos iniciales de la coalición soberanista, creí que el que primero se haría a un lado sería el Gobierno. Los argumentos para la ruptura eran de carril: demasiada demagogia, ningún realismo. Pero luego fuimos contemplando cómo algunos imposibles de saque empezaron a parecer razonablemente factibles. Eso hablaba de disposición a ceder y, por lo tanto, de voluntad de abandonar la postura inicial. Y en esas llegó vaya usted a saber quién y mandó parar, casi en una versión de bolsillo de una negociación mucho más trascendente de hace un decenio y pico. Me consolaré pensando que fue bonito mientras duró.
Demagogia y postureo a raudales que acaba casi siempre en naufragio.
Los sufridos ciudadanos viendo la política actual deberíamos votar siempre, siempre , siempre a la oposición, es desde ahí donde nos garantizan toda clase de prebendas sociales, económicas de cualquier tipo y a cualquier colectivo.
Hay veces que esa «gran oposición» toca poder y a los 3 días de gobierno nos cuenta que aquello del que usted pida, pida! no es posible porque las cuentas no cuadran y el mundo de Alicia y el país de las maravillas lo han jodi… los que mandaban antes, pero si les seguimos votando durante 100 años más, todo puede ser posible y acaben nuestras aumentadas penurias.
Los sufridos y prudentes ciudadanos nos rescatamos nosotros solos con vida y no volvemos a entrar al agua aunque esos «bañeros» tengan izada siempre la bandera verde aunque no les guste para nada el color.
Aquí al lado lo hemos vivido muy recientemente y sabemos cual de las playas lleva rápido al naufragio.
A ver, Bildu ya se ve en crecimiento y absorbiendo de nuevo «su» voto que perdió hacia Podemos; se ven ya con las alcaldías de Iruñea, Gasteiz y Donostia, con la Diputación de Gipuzkoa y con el gobierno de Navarra.
Así están las cosas. Despertarse de un sueño que ha estado entre el desencanto con «nuestro» totalitarismo (que no nos olvidemos del tiempo 2011-2015) y la llegada del totalitarismo «a la española» va a ser doloroso hasta decir basta…