Me quedo con el gran Josu Zabaleta

Martes 16 de octubre de 2018

Llevan un tiempo tratando de meternos a Jesús Egiguren hasta en la sopa a cuenta de sus mediaciones para que ETA concluyera. No le niego algún tipo de iniciativa, pero no las determinantes para acabar con el fenómeno que pasaron por una suma de influencias, como la acción policial, las infiltraciones, el inmensos cansancio de la sociedad, la estupidez de su lucha, aquellos comunicados infumables en nombre del pueblo vasco, la presión internacional, la aparición del yihadismo como verdadero problema de terrorismo en toda Europa, el sinsentido de una lucha que solo era una máquina de muerte y el convencimiento, no por un rasco ético, sino por puro pragmatismo de ese mundo violento y comenzar a participar en unas denostadas instituciones con las que se identificaba la mayoría del pueblo vasco.

Que ahora nos presenten a Egiguren como el factor determinante además de falso es un insulto a todo ese cúmulo de circunstancias que hicieron posible que en 2011,ETA se quitara la capucha y lo que quedaba de sus comandos acabaran con el terror y la Kale Borroka, así como con la socialización del sufrimiento, aunque una película, un libro y ahora un santuario, Txillarte, junto con la anuencia de Otegi como actor secundario que bendice esta operación, hay ingenuos que terminan creyéndose la historia del taumaturgo Egiguren, conocido como Txusito.

Y digo ésto porque este lunes falleció un hombre excepcional que hizo mil veces más que Egiguren por lograr la paz en Euzkadi. Me refiero a Josu Zabaleta, claretiano, un verdadero santo que haría bien el Vaticano en promoverlo como ejemplo de bondad, entrega y hechos en favor de la sociedad. Y haría bien toda la sociedad en reconocerle, una vez fallecido, algo que se le hizo en vida.

En DEIA, Humberto Unzueta, trabajó en su biografía que es ésta:

El fraile claretiano Josu Zabaleta Telleria falleció en la madrugada de del domingo en el hospital de San Juan de Dios de Iruñea a consecuencia de un cáncer contra el que luchó durante los últimos años. Zabaleta se significó por su labor docente en el colegio Askartza, de Leioa, centró en el que fue director durante 18 años. Asimismo, tuvo una labor muy importante en el desarrollo de la vía Nanclares, a la que se adhirieron una treintena de presos disidentes de ETA que se desvincularon de la banda y su violencia y reconocieron el daño causado a sus víctimas.

Zabaleta (Legazpi, 1948) realizó estudios de Teología e Historia en Roma y París y posteriormente se dedicó a la docencia en centros escolares claretianos. Desde finales del siglo pasado y hasta mediados de esta década fue el director del reconocido colegio Askartza. Anteriormente, dio clases en el Corazón de María, en Donostia, donde entre sus muchos alumnos conoció a Joseba Urrusolo Sistiaga..

El destino quiso que tres décadas después volvieran a verse las caras en unas circunstancias muy diferentes. En 2004 Zabaleta se puso en contacto por carta con su exalumno para entrevistarse con él en prisión. Tras casi dos décadas como miembro de ETA, Urrosolo llevaba unos años en la cárcel y ya había abandonado la banda e iniciado un camino de disidencia y autocrítica sobre la utilización de la violencia y su militancia en la banda.

Meses después de enviarle la carta, el preso le contestó y mantuvieron un encuentro, en lo que se puede considerar el germen de la disidencia en ETA. Otros presos de la banda también habían emprendido un camino similar. Los más destacados fueron Kepa Pikabea, Carmen Gisasola y José Luis Álvarez Santa Cristina, alias Txelis.

Cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero activó la vía Nanclares una treintena de presos desvinculados de la ortodoxia de ETA se acogieron a esa iniciativa. La labor de Josu Zabaleta fue decisiva para comunicar a los reclusos disidentes que estaban diseminados en las cárceles de todo el Estado español. Desde la discreción y el sigilo pero con una convicción inquebrantable de ayuda a las víctimas, pero también a los victimarios que dan el paso, el fraile claretiano se pateó en autobús peregrinando durante años a diferentes prisiones, ofreciendo su apoyo a estos presos y a su entorno para que llevaran a buen puerto su decisión de romper con ETA y la violencia.

Pese a sus grandes conocimientos y su amplia preparación académica, Zabaleta fue sobre todo un activista, un hombre de acción, un emprendedor imparable, un euskaltzale convencido y un mediador incansable para desbaratar situaciones injustas.

En los últimos meses ha permanecido ingresado en un hospital de la capital navarra donde ha recibido numerosas visitas de personalidades institucionales y políticas, del mundo de la cultura, y de antiguos alumnos. También algunos miembros de la vía Nanclares.

El funeral por Josu Zabaleta tendrá lugar, hoy miércoles, en su memoria en la parroquia San Juan Bautista, en Leioa, a las 19 horas.

Casado es un panchito. Sánchez no pedirá los dos votos de Bildu

Lunes 15 de octubre de 2018

Una de esas noticias infladas y sin importancia de estos días de relativas pocas noticias, habida cuenta del puente del 12 de octubre, que hemos tenido que soportar ha sido la visita que José Luis Rodríguez Zapatero le hico a Otegi en su santuario de Txillarre (Elgoibar). En Gipuzkoa, además de Loiola y Arantzazu tenemos ahora un nuevo local de culto que debe ser Txillarre donde Otegi y Egiguren, al parecer, planificaron la desaparición de ETA y marcaron las vías y líneas maestras por donde transcurrirá nuestro futuro.

Pero, como dicen los chavales, menos lobos. Y menos cuento.

Zapatero es una figura menor en la política española, un peso pluma que gesticula para que alguien crea que pinta algo. No es desde luego Felipe González que algo tiene que decir en relación con Europa y con América donde ha conocido a todos los presidentes, dictadores y poderes fácticos de aquel continente. La entrevista que le hizo El País el domingo apuntaba lo que digo y aunque no se esté de acuerdo con él, ni menos con su trayectoria, el hombre tiene peso, guste o no.

No así el caso de Zapatero que es un chisgarabís o como lo definió Rajoy, como un “tonto solemne”, y que envidioso de su antiguo jefe está haciendo uno de los papelones más indignos que pueda hacer nadie en relación con la dictadura venezolana. Hablar de Zapatero en Venezuela, en la Venezuela sojuzgada, es hablar de un patoso metido a componedor y a poner el caldo morado. Una nulidad bien pagada que le sirve al régimen de Maduro para blanquearse. Un culpable que algún día tendrá que dar cuenta de su responsabilidad en semejante desastre.

Pero lo inflado de la noticia y la bisoñez de Casado y Rivera, al creérselo y pedir la comparecencia de Sánchez, es pensar que Sánchez pueda utilizar a Zapatero para conseguir los dos votos que tiene Bildu en el Congreso para sus presupuestos cuando estos votos no sirvieron de nada en la Moción de Censura, en la investidura de Sánchez y en la vida cotidiana de aquella casa porque sería darle gratis a la caverna el gran argumento para invalidar todo lo que hace y toca el presidente del gobierno e indisponerle aún más con Susana Díaz y demostrar que, como dice ese sector español no reciclado, ETA les apoya. Informal, amigo del boato e irresponsable si lo es, pero no tonto.

¿Hacía falta que Zapatero se desplazara a Txillarre a conocer a Otegi?.

¡Que poco se hace valer el de León!.

”Si tú me dices ven, lo dejo todo”, con el peligro de que tarde o temprano saldrá publicado en algún medio esta conversación insustancial que se volverá contra este errático político que como no tiene palo en el que ahorcarse lo mismo te va al Corral de la Pacheca que a comerse un asado con Maduro que a Txillarre, para que todo el mundo al poco conozca que ha estado por estos lares con un Otegi necesitado de demostrar normalidad y capacidad de relación.

Noticias infladas, insustanciales, y poco serias que las comento a mi pesar solo para denunciar tanta manipulación. De hecho Isabel Celaá, la portavoz, ya ha desmentido que Sánchez supiera nada. Sin embargo, ese periodismo de tres al cuarto ha inflado la noticia como si esto fuera trascendental para alguien.

En resumen. Casado se la pasa haciendo tres ruedas de prensa al día. Lo que no hacía Rajoy en un año, éste lo hace en una semana. Pero esa sobreexposición le va a quemar porque dice el refrán castellano que quien mucho habla, mucho yerra. Y Casado con esto de los dos votos de Bildu no solo yerra sino que ensalza a un Zapatero que mejor haría con sentar cabeza. Tiene ya edad para ello.

El Valle de los caídos y el escultor Beobide

Domingo 14 de octubre de 2018

La consigna de que fuese panteón igualitario la quebrantó el propio Franco

Se han sacado coplas a la urna de Lenin en la Plaza Roja y fabricado democráticos pisapapeles con escom­bros del «muro de la vergüenza». El santuario de Cuelgamuros también ofende. Los ingleses y yankis que acuden a visitarlo y a quienes se asegura que «allí también yacen voluntarios de Brigadas Internaciona­les» pueden preguntarse, una vez desengañados, con qué autoridad moral persigue a Pinochet un Estado que perpetúa el homenaje a un Movimiento genocida que jamás se depuró.

Invisible, aunque presente, ¡pre­sente!, Franco está ahí, acarto­nado, taxidérmico. Con lastre de medallas, cintajos, puñetas de pan de oro, toisón y sable. Es el único jerifalte fascista y nazi de Europa con mausoleo público cuya realidad y esencia las informadoras turísticas dis­torsionan sin pudor. Disfruta de losa blanca y azucenas frescas a diario. El conjunto desprende, con sólo avistarlo, un aura ine­ludible de mal gusto advenedi­zo, de atrezzo para superpro­ducción de Bronston.

En estos pedregales se aco­metieron, un 17 de julio de fue­go, en 1936, dos juventudes. En 1940 llegan los batallones de castigo a las lomas circundan­tes y mil hoyos de unos veinte centímetros, tierra de urgencia para cadáveres despanzurrados entre sí, expelen osamentas ro­jas, azules y caquis. Ya tallaban la piedra viva los galeotes. Se encomienda a Pedro de Muguruza y Otaño, arquitecto, el grandilocuente diseño. Un inge­niero de Manchester, jubilado, viaja en uno de los autopullmans.

«Esto tiene, er… un cierto ai­re, ¿no cree?, un tanto mussoliniano». Con cautela. En el bus les han contado patrañas de transición fraterna, de fosas comunes compartidas. Sobre todo, mentiras a medias.

Muguruza y Otaño falleció en 1952. Le pasó el muerto a Diego Méndez González. La cruz hueca, transitable, es de hormigón armado y granito. Sirve de mirador, 150 metros de alto y 42 de ancho. El funicular que hasta ella trepa desgarra la naturaleza, la transforma en kermes. Hace una mañana de perros en el Risco de la Nava. Hay ganado bravo en la ruta que conduce de la verja a la ca­fetería. La Guardia Civil, que no guardas jurados, custodia la taquilla y dependencias de la entrada. Elocuente.

«Mordieron el polvo»

En agosto de 1953, el del Con­cordato con Pío XII, los forzados iban perforando ya una cripta que costaría vidas, mutilaciones y, en una España de ridícula autarquía, librecambio de pacotilla, recursos de estraperlo y hambre negra, unos veinte millardos de pesetas de 1959.

La consigna de que fuese panteón igualitario para combatientes de ambos bandos la quebrantó el propio Franco, sépalo el turista, en acalorado discurso inaugural. Ante 2.000 alféreces provisionales y altos mandos de los tres ejércitos, sin más presencia del adversario que los despojos anónimos que a este engendro sirven de ci­mientos, el Caudillo enalteció «nuestra Victoria», y «nuestros caídos». Incurrió en sonrojante léxico de tebeo al denostar a «ese enemigo obligado a mor­der el polvo de la derrota».

La propaganda del Régimen se encargaría -hasta hoy- de encauzar la torpeza del general propugnando un Cuelgamuros en simbología de la falsa con­cordia que, a los cuatro años, torturaba y fusilaba a Grimau, propinaba garrote vil a muchos anarquistas y mantenía en las mazmorras de Carabanchel -ahí sí se podría organizar un museo de los horrores- a un sinfín de sindicalistas, gudaris, marxistas y judeomasones variados. Bajo esta bóveda, de los llamados ro­jos no quedan ni los tuétanos.

La tumba de José Antonio, frente al Cristo, deja frío; y la del general, helado. La urna con los restos del «Ausente» no está bajo la lápida, enclavada sobre un sumidero, sino tres me­tros más allá.

Franco queda de espaldas, simbolismos del azar, al Cristo de Beobide, obra excelsa y tan ajena al popurrí de pastiches, tecnico­lor, oropel y tenebrismo marcial de la nave, que sorprende como única pieza digna de admirarse. ¿Qué hace allí? Testimonios absolutamente fiables y contrastados resolvieron la incógnita a «euskadi información».

Un Cristo cautivo

El taller de Zuloaga era visitado con asiduidad por Franco, que se encaprichó de la obra sacra de Beobide allí instalada. Solicitó un Cristo para él. Zuloaga, franquis­ta, u oportunista, amigo de un Beobide abertzale acérrimo que se negaba en redondo a «ir a saludar a Franco, ese criminal de gue­rra», optó por decirle al artista zumaiarra que el encargo era de unos suramericanos. Él, Zuloaga, se ocuparía de la policromía. Acabaría confesando quién era el destinatario. Estaba el Cristo casi culminado. Beobide, que «esculpía los Cristos rezando» y que hacía de su trabajo mística, pensa­ba por convencimiento íntimo que cuanto peor era un sujeto, más ne­cesitaba la oración.

El Cristo pasaría a la capilla de El Pardo, en 1941. La factura fue de 20.000 pesetas, tramitada por Zuloaga. Años después, sin con­sultar, un Caudillo no pregunta, Franco decide erguir el crucifijo de Beobide en pleno ábside, en el altar de la Basílica del Valle de los Caídos. Allí sigue. En el conjunto bisutero, tremendista, tiene mucho, por contraste, de cautivo. Impresiona su impavidez. Carece de rictus, de sangre seca. Beobide se negó a visitar Cuelgamuros «mientras no enterrasen allí tam­bién a todos los gudaris». No en­tró, consecuentemente, jamás.

«Por Dios y por España

En la Capilla del Vía Crucis la es­posa del ingeniero de Manchester, jipi residual, poetiza la lluvia: «Hoy el cielo llora por todos los muertos de la guerra». Un dedo prudente le traduce el gran rótulo sobre las puertas que acceden a las sacristías benedictinas: «Caídos por Dios y por España». «Ese es el eslogan del bando vencedor». La mujer se desconcierta. «¿Conoce USA? Bien, esto no es Arlington, aquí se exalta a los vencedores, y sólo a ellos, de una guerra civil.

Comunistas, socialistas, nacio­nalistas vascos, republicanos y masones eran la anti-España y los sin-Dios. Este no fue jamás su lu­gar, aquí no constan y es lógico que sus familias se resistiesen a sepultarlos junto al verdugo, de no mediar engaño o el chantaje con la vida o la libertad de un fa­miliar o varios». La inglesa llama a su marido. «Es que él tiene ami­gos que lucharon en las Brigadas Internacionales». Repite, el inge­niero, que todo el conjunto le sue­na «francamente mussoliniano». Se le ratifica. «A saber qué came­los les cuentan durante el viaje. Puede que entre los 50.000 esque­letos de las capillas laterales se halle el de algún brigadista.