Los perros tienen un comportamiento social cognitivo similar al humano en las primeras etapas de su vida. Según un estudio de la universidad de Hungría realizado mediante ensayos activos son sensibles o receptivos ante la intención de comunicarse con ellos. De esta forma, podemos equiparar esa capacidad de percepción en la comunicación, a la que tiene un niño de hasta dos años.
El estudio parece baladí, pero esta reflexión nos puede llevar a entender la estrecha relación que algunas personas llegan a tener con su “animal de compañía” (Este es uno de los motivos por los que no me gusta la palabra “mascota”, prefiero siempre el término “animal de compañía”, porque se define en sí mismo).
Esta reseña técnica de actualidad, me ha servido de extraordinario prólogo, para comenzar en el blog, con el tema de los animales de compañía, pues el pilar sobre el que desarrollo mi labor como veterinario, se inicia a partir de la relación que el cliente (propietario), mantiene con su animal (paciente).
En una sociedad en la que prima el hacerse oír sobre el escuchar, en la que estar rodeado de gente pero, sentirnos solos, es habitual, y donde cada vez hay más familias uniparentales….. aparece un comunicador nato, nuestro perro. Al menos, siempre dispuesto a escucharnos, a atendernos y a entendernos. Lo hará por nuestro tono, nuestro lenguaje corporal o gestual, nuestro olor y nuestra actitud, sin perderse en el lenguaje que usemos, la locuacidad y la palabrería. Ellos tendrán una percepción mucho más objetiva del mensaje que ningún otro y difícilmente podremos engañarles. Ni falta que nos hace.
Cada día, en la atención al publico, percibo esa necesidad de sentirnos escuchados, y eso que estamos en la sociedad de la comunicación. Ellos, siempre estarán atentos por si les tenemos algo que decir y además nunca lo contarán a nadie, os lo juro.
Dedicado a mi hermana Belen.
Comparto tu reflexión. Enhorabuena por el post y por querer acercarnos el mundo de los animales de compañía desde tu visión personal y profesional.