El dolor es un socio permanente en la cirugía de cualquier tipo, que debemos valorar siempre aún tratándose de abordajes ambulatorios o cirugías preventivas comunes. Es un aspecto que deberemos programar incluso en intervenciones habituales como las castraciones o esterilizaciones.
Tanto en el perro como en el gato, paralelos a los protocolos anestésicos, debemos de tener en cuenta de forma anticipada que la intensidad del dolor será muy variable para cada individuo, y que por tanto, a veces nos adelantaremos para evitar que la dosis activa de los analgésicos lleguen demasiado tarde.
Sobre todo en el felino, valorar la intensidad del dolor es muy difícil de interpretar. El gato no se queja siempre con maullidos, sino que será el lenguaje corporal, la pérdida de apetito y su actitud esquiva la que nos mostrará el grado de padecimiento.
Antes del inicio de la intervención podemos adelantarnos a la aparición posterior del dolor, con opioides, antiinflamatorios corticoides o no, ansiolíticos, anestésicos locales o ansiolíticos. En el periodo postoperatorio, continuaremos con la administración de estos principios de forma multimodal, en función de la gravedad o del traumatismo inferido en la cirugía .Deberemos educar al propietario para que realice un seguimiento de la evolución, y dotarle de los medios adecuados para ejercer en consecuencia. No siempre la hospitalización mejora el resultado en este aspecto, y la cobertura que proporciona al paciente un entorno familiar, resulta más favorable que la vigilancia ambulatoria que se le dispensa en el centro clínico. A nivel de empatizar con el animal, el dueño puede leer en ocasiones de forma más clara de lo que puede hacerlo el facultativo, de tal forma que en nuestra opinión la situación idónea se alcanza en el momento en el que el veterinario informa de manera clara y trasparente al propietario, para que este decida en función de los mensajes que percibe del paciente. Al fin y al cabo, esta afinidad entre ambos, permite lecturas del “dolor” mucho más íntimas que las que podemos aportar el resto.
En conclusión, los cuidados paliativos son ese aspecto que diferencia una intervención quirúrgica estándar, de un abordaje protocolizado y concienzudo. Y si no, recuerden ustedes, si en alguna ocasión, se han sometido a cirugía, el recuerdo que tiene de la ausencia o presencia del dolor asociado a esta.
IAS