Hace 74 años nació el Rey y su padre estaba de cacería

Jueves 05 de enero de 2012

Hoy, cinco de enero, el rey cumple 74 años. Nació en Roma y su padre Don Juan, no estaba en esta capital, sino en una caería. Un señor que no dio palo al agua pero si al whisky. Y nació en Roma porque Al­fonso XIII había sido destronado el 14 de abril de 1931 y la familia real, desposeída de títulos y propiedades. Lo primero que hizo Don Juan fue registrarle en el consulado franquista de Roma en el II año triunfal de la Victoria de Franco, estando abierto el consulado republicano que era el legal. Todavía no había acabado la guerra y el apoyo del viejo rey a Franco era irrestricto y el padre de Juan Carlos, Don Juan con un grupo de seguidores, había pasado el 1 de agosto de 1936  en un Bentley por la frontera, y llegó a Burgos a ponerse a las órdenes de Franco y luchar en zona sublevada. Emilio Mola, el Director, llamó a la Guardia Civil y les pidió se lo llevaran de allí de inmediato y así, de forma brusca, salió Juan de Borbón hacia Cannes desde donde siguió de le­jos una guerra que su padre, Alfonso XIII había ayudado con un millón de pesetas y mucha solidaridad. Una familia democrática y modélica.

Hoy, en el 74 cumpleaños no se recordarán estas feas cosas. Yo le deseo al Rey larga vida en lo personal pero que su 75 aniversario, el año que viene, lo celebre con sus pantuflas de jubilado puestas en una discreta casa de campo.

Comienza la estrategia de comunicación de la Casa Real

El reportaje duró dos horas. Y las aguanté. Hasta las 2:15 de la madrugada y en T-5. Fue un reportaje bien hecho sobre la vida de Urdangarin con imágenes de archivo y entrevistas a abogados, periodistas y gentes que opinaban sobre “la Historia feliz que acabó mal”. Así terminó el reportaje. Afortunadamente no lo hizo como otro parecido la semana pasada que finalizaba con Pilar Urbano insinuando que algunos de los posibles delitos del yerno del rey habían prescrito. En eso trabajan.

Pero pese a que formalmente el trabajo de T-5 fue impecable, la tesis de los guionistas solo hablaba de Urdangarin endilgándole toda la responsabilidad y destacando lo mal que lo tiene que estar pasando la Infanta. Y sin embargo.  ¿Cómo pudo Urdangarin comprarse una mansión en Pedralbes por seis millones de euros y arreglarla por otro millón y la responsable de la Obra social de La Caixa no preguntarle nada a su marido?. ¿Cómo es posible que el secretario de las Infantas esté involucrado en la trama y Cristina de Borbón no se enteró de nada?. ¿Cómo es posible que le manden con una canonjía a Washington y ella no pregunte por qué?. Pero estas preguntas no se hacían en el reportaje y mucho menos nada que tuviera que ver con el rey. Todo el reportaje de la madrugada del jueves 5 era para incriminar a un Urdangarin que salía jugando al balonmano, en el día de la boda, dando charlas, con sus hijos. El yerno perfecto.

Empieza pues la operación «Cortafuegos». Muy bien hecha, por cierto.

A Carlos Olazabal le vuelven a madrugar

Pero así como Urdangarin es el chivo expiatorio, Carlos Olazabal, juntero bizkaino del PP, es el chivo expiatorio de los ultras del partido de la derecha vasca. En tres meses ha pasado de en­cabezar in pectore la lista al Congreso por Bizkaia, a seguir de juntero a cuenta de la salida que le dio Basagoiti a Leopoldo Barreda, cuando se separó de Cristina Ruiz, su segundo matrimonio. Pero ante aquella faena a Olazabal le prometieron la Delegación del Gobierno central en la Comunidad Autónoma Vasca. Pues tampoco. El ultra Carlos Urquijo, el tremebundo personaje del Parlamento Vasco, quien decía las mayores barbaridades contra el lehendakari Ibarretxe, se ha quedado con el santo y la seña y el despacho del Paseo de Fray Francisco. Y el argumento de fondo: “en breve vuelven los nacionalistas a Ajuria Enea y tiene que haber un cancerbero vigilando lo que hacen”.

Fallece el Aita de Pedro Azpiazu

Y ayer falleció el aita de Pedro Azpiazu. Estaba últimamente delicado. Pedro, hijo único, me comentó que empeoró tras una neumonía, y los tres días finales han estado día y noche con él. Una buena familia. Hombre sencillo, transportista, conductor del autobús entre Bilbao y Morga, clásica familia trabajadora del PNV. Sus funerales serán hoy en Deusto. Me imagino lo orgulloso que debió de sentirse cuando vio a su hijo controlar a los ministros Rato, Solbes, Montoro, Elena Salgado. Y es que Pedro lleva, en Madrid desde el 2000. Le conocí en un viaje de la Diputación a Estados Unidos. Me pareció un economista competente y cuando Zabalia se fue a la dirección de Elkarkidetza, le propuse para ocupar esa importante responsabilidad. Pedro es un fanático del Athletic, en el buen sentido, tiene un hijo arquitecto, Jon Ander, con muy buena cabeza y es hombre apreciado. Lo siento por él y su familia.

Ardanza me envía su libro

Y cuando llegué a casa, había un pequeño paquete. El lehendakari Ardanza me enviaba su libro de Memorias «Pasión por Euskadi”. Leí su amable dedicatoria y el índice que repasa la vida de una persona, que fue nuestro presidente por casi dos décadas en momentos turbulentos del país y del PNV. Acaba de dejar la presidencia de Euskaltel y tiene ganada una jubilación activa, respetada y reconocida.

El golf de Zarautz y la entrada de los franquistas

Y ayer estuve en Zarautz. Visité el golf que a pesar de tener solo nueve hoyos, está francamente bien. El mar embravecido rugía enfrente haciendo del entorno un lugar paradisíaco que ha resistido la ambición de los especuladores que querían hacer en aquel océano verde, casas y casas. Afortunadamente no lo lograron. Ya destrozaron el viejo Zarautz, el de las mansiones de los condes, duques y marqueses que tenían el sabor de lo antiguo y lo señorial. Una de esas familias era la del conde de San Luis, cuyo hijo Nicolás Sartorius me dijo un día: «Yo nací en San Sebastián, ya que mis padres tenían una casona en Zarautz. Y para mi hoy, ya viejo, lo único que me emociona es recordar un paseo entre Zarautz y Getaria un día de niebla». Lo máximo.

Y me acordé de mi ama. Su padre era el director en Zarautz del Banco Gipuzkoano en setiembre de 1936 cuando entraron los falangistas en el pueblo. Se había tenido que ir a Bilbao, repatriando los fondos, y dejó a su mujer, mi amona, con sus tres hijas. Los hijos habían salido. Y el día de San Miguel le cortaron el pelo al cero a la hija mayor, Itziar, mi ama y encarcelaron a la madre en el convento de Santa Clara, para a los dos meses expulsarlas, sin más, del pueblo, a Pamplona. Como en las películas sobre los judíos. Les quitaron todo. Al año, pasaron con contrabandistas a Iparralde, donde les esperaba el padre a quien nunca jamás le dejaron trabajar. Y el Banco Guipuzcoano nunca le reconoció nada, ni le ayudó a pagar la cuantiosa multa. Eso también fue Zarautz. Y de eso me acordé. ¡Qué terrible tuvo que ser aquello!.