Sábado 12 de mayo de 2012
10 de mayo del 2012. Después de forzar la dimisión de Rodrigo Rato como presidente de Bankia, en un gesto de autoridad ante los mercados financieros, el Gobierno se enfrenta ahora a una tormenta de pavorosas dimensiones: todo el sistema bancario español se halla bajo los reflectores del Directorio Europeo, que pide una auditoría de analistas independientes. El Directorio no se fía del Banco de España, que el pasado 31 de marzo autorizaba a Bankia a proseguir en solitario, una vez rechazada -por motivos políticos- su absorción por Caixa Bank, operación que, no sin dificultades, podía haber sido una solución. Una conjunción en la que estaban inicialmente de acuerdo Mariano Rajoy y Artur Mas.
Fuerte tensión entre el Gobierno y la banca por la metodología que seguir a partir de ahora con todos los activos dudosos (el Gobierno quiere reforzar la credibilidad de España con un fuerte aumento de las provisiones, la banca teme una mayor pérdida de valor en bolsa y la vulnerabilidad ante compradores extranjeros); críticas cada vez menos soterradas en ambientes empresariales al estilo gubernamental en sus primeros cuatro meses, y el dedo acusador del PP sobre el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, socialista a fuer de liberal, figura señera del Madrid ilustrado. El ataque a Mafo -así se le conoce en la capital- tiene una base objetiva y a la vez protege a Rato, ofendido con Rajoy. Esperanza Aguirre sobrevuela el incendio aclarando que suya no fue la negativa a Caixa Bank y al pacto estratégico con Barcelona. Espeso silencio sobre este asunto-uno de los nudos de la cuestión-, mientras se buscan culpables. También hay tortas para los valencianos y su festival inmobiliario.
La izquierda pronuncia las jaculatorias de rigor, sin entrar a fondo. Hay motivo: todos estaban dentro. En el consejo de administración de la entidad financiera más politizada de España también se sentaban representantes del PSOE, de Izquierda Unida, de CC.OO. y de UGT. Todos estaban dentro. Sólo faltaba el 15-M, que se manifestará este fin de semana, con más razones que nunca.
¡Qué gran vergüenza!.