Felipe VI no tiene un mensaje ético. Solo fachada protocolaria

Martes 3 de febrero de 2015

141.15En la última semana el rey ha estado en Ryad en el funeral del rey de Arabia. Corbata negra y cara compungida en honor de un señor que conculcaba todos los derechos humanos y en especial los de la mujer.

Hemos preguntado parlamentariamente si en su viaje se preocupó por los derechos humanos en ese país. Seguramente ni admitirán a trámite la pregunta. El rey es irresponsable y no da cuenta de sus viajes ni de lo que habla en ellos. Como el rey de Arabia.

Y le hemos visto en la Cumbre  de la Unión Africana en Addis Abeba, capital de Etiopía, uno de los países más pobres de África. Y lo más importante que la prensa genuflexa ha señalado ha sido la noticia de que como cumplía 47 años, los jefes de estado le han cantado el Happy Birtday alrededor de un pastel. Todo muy emocionante.

Mientras en las afueras del hotel Sheraton reina la pobreza, los jerarcas africanos con el rey de España a la cabeza celebraban un cumpleaños como en Las Vegas.

Pero lo grave no ha sido  solo eso, sino las maniobras para que Su Majestad estuviera presente en semejante reunión. Y lo volvemos a recordar.

¿Por qué un país cuya cooperación monta talleres para ayudar a erradicar la esclavitud no condena el juicio de activistas que luchan contra la persistencia de esa lacra? La cooperación de España en Mauritania incluye seminarios de formación para ayudar a acabar con las secuelas de esa discriminación, pero la diplomacia española guarda silencio ante el mayor juicio de militantes pro derechos humanos que se está desarrollando en la ciudad mauritana de Rosso.

La respuesta a la pregunta es que el jefe de Estado mauritano, el general Mohamed Ould Abdelaziz, de 58 años, ha presidido hasta el fin de enero la Unión Africana (UA), y ha multiplicado las atenciones con España, primero con el presidente, Mariano Rajoy y, la semana pasada, con el Rey Felipe VI. «Un gesto inoportuno podría perjudicar la relación», explicaba una fuente diplomática española.

El Monarca fue invitado a pronunciar un discurso el 29 de enero en la cena que celebraron en Addis Abeba los jefes de Estado y de Gobierno de la UA la víspera de su cumbre anual. Era la segunda vez que el Monarca tomara la palabra ante un foro internacional. La primera fue en septiembre en la cumbre del clima en Nueva York.

El anfitrión del banquete de Addis Abeba fue el primer ministro de Etiopía, Hailemariam Desalegn, pero el que eligió al invitado de marca extranjero fue el general Abdelaziz. El director de comunicación de la Casa del Rey, Jordi Gutiérrez, rehusó confirmar o desmentir el viaje real a Etiopía. Opacidad frente a transparencia.

Felipe VI no se dirigió después al plenario de la reunión de la UA, pero sí tuvo una intervención en un foro paralelo dedicado a la malaria. Al final de esa cumbre, Abdelaziz pasó el testigo de la presidencia a un jefe de Estado con una trayectoria aún más polémica que la suya: Robert Mugabe, de 80 años, presidente de Zimbabue. Todo un criminal.

El general Abdelaziz fue ya el que formalmente invitó a Rajoy a tomar la palabra, a finales de junio, ante la anterior cumbre de la UA, que se celebró en Malabo. Su decisión contó con la aprobación entusiasta de Teodoro Obiang, el presidente de Guinea Ecuatorial, el país anfitrión. Otro dictador.

Estas deferencias mauritanas con las máximas autoridades españolas explican, en buena medida, el silencio del Gobierno español ante el mayor juicio de militantes anti esclavitud, que, desde finales de diciembre, se está desarrollando en Rosso, una ciudad pegada a la frontera con Senegal, señalaban fuentes diplomáticas españolas que preparan la visita real a Etiopía.

El que fue premio derechos humanos de la ONU en 2013, Biram Dah Abeid, de 49 años, y otros siete activistas han sido acusados por la Fiscalía de desórdenes públicos, desobediencia a la autoridad, manifestación no autorizada, entre otros delitos, por lo que pueden ser condenados hasta cinco años de cárcel.

Mauritania fue en 1981 uno de los últimos países del mundo en abolir la esclavitud, pero aún subsiste en algunos lugares. Descendiente de los antiguos siervos negros llamados haratines, Biram Dah Abeid lucha con una pequeña ONG contra las secuelas de la esclavitud. Fue detenido el 11 de noviembre cuando recorría el sur del país con una caravana de coches para denunciar la «expropiación abusiva» de tierras pertenecientes a los haratines.

El juicio ha suscitado protestas en Mauritania, al tiempo que Estados Unidos y Francia han expresado, en términos muy parecidos, su «preocupación». El Ministerio de Asuntos Exteriores francés pidió, el 22 de diciembre, que el juicio sea «justo». Washington alienta, por su parte, al general Abdelaziz a «acabar definitivamente con la esclavitud en Mauritania (…)», dejando así claro que aún persiste. El pleno del Parlamento Europeo aprobó también, el 18 de diciembre, una resolución más contundente en la que exigía al régimen mauritano «la puesta en libertad inmediata» de Biram Dah Abeid.

El Ministerio de Asuntos Exteriores español publica casi a diario comunicados sobre las más diversas cuestiones, entre las que no figura en juicio de Rosso. España es una potencia con peso en Mauritania a causa de la pesca, de la ayuda al desarrollo que le brinda y, sobre todo, de la estrechísima relación que mantiene con sus fuerzas de seguridad y su Ejército.

A través de la cooperación española, sus gendarmes, policías y militares reciben regularmente pagas para que impidan que cayucos repletos de inmigrantes zarpen de sus costas rumbo a Canarias, como sucedió sobre todo en 2006 y 2007. El Gobierno español ha «metido en nómina a un país entero», afirma en su libro Diario de un espía David R. Vidal, antiguo colaborador del CNI (el servicio de inteligencia español).

Esta obsesión española por el blindaje de las costas mauritanas hizo que, en agosto de 2008, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no condenara el golpe de Estado militar que dio el general Abdelaziz, con el que puso fin a una breve experiencia democrática. En los cables enviados entonces por el embajador estadounidense en Nuakchot, Mark Boulware, a Washington, y desvelados por Wikileaks, éste se sorprendía de que España no pidiese que el presidente elegido democráticamente, Sidi Mohamed Ould Abdallahi, fuese repuesto en su cargo. Sólo solicitaba al general golpista que lo pusiera en libertad.

Los socialistas todavía se extrañan que es lo que les está pasando. Olvidan este caso, el indulto a Alfredo Sáez y tantas cosas parecidas. Pero lo del rey no tiene nombre. Una Monarquía renovada para un tiempo nuevo.

 

 

 

 

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