Cuatro horas en Afganistán

Lunes 16 de febrero de 2015

Afganistan_2No estoy seguro de haber estado en Afganistán o solamente en una base aérea. Me ha ocurrido como la primera vez que fui por aquellos lares siendo Bono ministro de Defensa. En aquel momento el viaje era más complicado pues la guerra arreciaba y fuimos primero a Rusia en un avión de la Fuerza Aérea y luego de Rusia a Kabul, la capital, en un avión Hércules militar, bajo un ruido ensordecedor, unos asientos  de malla  y un Bono que nos decía que el avión disparaba rastreadoras para que, si nos lanzaban algún pepinazo, el pepino seguiría a las rastreadoras que con su calor les llamaban. La diferencia es que Bono vino con  nosotros y lanzó discursos patrióticos, pero en esta ocasión el ministro Morenés no se ha dignado. Nos acompañó el JEMAD que es el jefazo del ejército, un  almirante discreto que por lo menos se pegó el viaje y no como el ministro. Algo así sería incomprensible en Francia o Inglaterra, pero en España siguen con la copla de quien manda es el ejecutivo y que el legislativo es solo un incordio.

Nos acompañó TVE con un cámara y la periodista Begoña Alegría a quien conocemos de siempre en Bilbao. Andaba por allí un guardia civil de apellido Esnaola. Me dijo  «mi padre es vasco». «¿Y usted?». Había otro cuya esposa es donostiarra, pero la mayoría eran gallegos.

El viaje era conjunto de las Comisiones de Defensa del Congreso y del Senado, 25 parlamentarios que en un avión de la Fuerza Aérea nos embarcamos el jueves 12 de febrero, para, en siete horas aterrizar en la base aérea de Herat, en el oeste del país  en la parte que tiene  frontera con Irán. Desde la ventanilla del avión se veía un paisaje casi lunar, color gris, seco y reseco aunque dicen que cultivan el vino y el pistacho, pero también la coca. Tienen unos pozos de agua en la base útil para regar, pero no para consumir.

El viaje, en resumen, ha sido así: Siete horas de ida, cuatro horas de visita, y siete de vuelta. En menos de 24 horas hemos visto todo lo enseñable de una base militar de la Otan en zona de ataques insurgentes con fuerzas españolas e italianas, algún norteamericano, y un mundo exterior que ni olimos. Por eso me pregunto si hemos estado en Afganistán o en una base militar. Me inclino por lo segundo, aunque no dejo de valorar la iniciativa, pero me da que los responsables no quisieron tomar riesgos innecesarios y eso también es parte del problema. Herat es la capital de un estado de unos 308.000 habitantes en una zona pobre, que hablan persa  y tienen una ciudad con algunos edificios notables y alguna ruina de tiempos de Alejandro Magno.

Al llegar nos recibió Maurizio Scardino  el jefe italiano, que es muy italiano, y el coronel Carlos Diez de Diego que es el coronel jefe del estado mayor. El uniforme que llevan los españoles  es «árido pixelado» con un sombrero arrugado que le quita garbo al conjunto. El italiano llevaba su gorrito con plumas que le daba su toque y nos dijo que había sido asistente del ministro de la defensa de su país y que tenía experiencia política, pues había visto muchas sesiones del parlamento y tenía experiencia militar y creía que la política era más peligrosa que las acciones militares donde sabes donde está el enemigo. Le reímos la gracia. Nos recibió y nos despidió. El resto estuvimos en manos del coronel  Diez de Diego, natural de Valladolid, 53 años, con muchos cursos y condecoraciones y capacidad para escuchar y explicar lo que hacían.

Me saludó otro de los jefes, el teniente coronel Diego de Somonte Galdeano, natural de Bilbao, aunque el dato no constaba en el librito que nos entregaron. Su padre había sido jefe del Cesid en Bilbao en 1983 y me dijo que era nieto de falangista fusilado y de gudari de los de Santoña. Muy amable, nada más verme me regaló un escudo del Athletic y hablamos del partido de la víspera. Era el segundo de a bordo y  se le notaba el mando. Había estado en Pontevedra.

En la base hay 485 militares de las Fuerzas Armadas y 12 guardia civiles en una Misión de la Otan de Asistencia, Entrenamiento y Asesoramiento de instituciones de seguridad afganas. Habían tenido un coche bomba en Kaia sin graves consecuencias y una mina antitanque antigua había herido a un afgano.

Nos enseñaron toda la base con ceremonia  de homenaje a los muertos en acciones militares, exposición de lo que hacían por parte del coronel, visita a la unidad logística, a la Garita, a los refugios, ver la patrulla de seguridad y los carros que utilizan así como el armamento para finalizar visitando el hospital de campaña que está muy bien. Atienden allí no solo a soldados sino a civiles afganos. Es notorio el caso de una chica de 24 años a  la que su pareja había herido gravemente en labios, orejas y nariz. El hospital  estaba muy bien montado.

Y para finalizar nos llevaron a una tiendita que tienen en la base y a una carpa donde nos tomamos un vino y nos regalaron un llavero. El Jemad pidió el brindis por «el primer soldado, el primer guardia civil, el primer marino, el primer piloto, el primer policía de España, ¡Su Majestad el Rey!». Todo a grandes voces. Pasé del brindis. Me acordé del rey padre el primer cazador de elefantes, el primer mujeriego, el primer comisionista, el primer jefe con hijos no reconocidos, el primer….

Y ahí acabó todo. En el vuelo de vuelta llevábamos coroneles, generales y altos funcionarios civiles afganos que han asumido  cargos de responsabilidad en la Administración o en las Fuerzas Armadas con el fin de prepararlos durante un mes  en el funcionamiento de un marco democrático y de respeto a los Derechos Humanos a fin de contribuir a la creación de una comunidad de paz y seguridad en el Asia Central.

A mi lado en el avión me tocó uno de estos militares afganos con tableta, móvil, gafas de sol buen modelo y lo primero que hizo fue no solo quitarse los zapatos, sino los calcetines blancos. Un tipo amable.

En resumen, un viaje interesante con varias conclusiones.

  • Años y años de presencia y de guerra, ¿han creado las condiciones para una paz duradera?.
  • España deja esta base a fin de año. Se lleva el material militar caro. Deja la estructura. ¿Sabrán utilizarla  los afganos con parámetros occidentales?.
  • Tiene uno la sensación que la mayor parte del tiempo la utilizan en autoprotección porque la cosa no es broma. Pero ¿y cuando se vayan?. ¿Qué han dejado?
  • Estamos hablando de una misión militar pero allí hace falta fundamentalmente educación, formación y sanidad. ¿Qué ha hecho la ONU complementando lo militar?.
  • Me parece bien el trabajo militar que hacen los allí desplazados. Y mejor que lo hagan fuera a que estén por aquí en un cuartel murmurando o escuchando a algún iluminado hablando del artículo 8 de la Constitución, pero, este caro y meritorio trabajo, ¿dejará alguna secuela?.

Un militar me comentó que los talibanes dicen: «Vosotros tenéis el reloj  pero nosotros el tiempo» Y todo es una cuestión de tiempo.

Cuando la luz se apague, ¿seguirá la mujer preterida, el cultivo de la coca alimentando el mundo, las tribus en lo suyo  y los talibanes en pie de guerra?.

Creo haber estado en un oasis en tiempo de descuento porque el futuro no se ha dejado sembrado.

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