FUENTEOVEJUNA TRICOLOR

Domingo 15 de mayo de 2016

Ikurriña_1En Euzkadi somos de digestiones lentas. El PP que votó en contra del Estatuto de Gernika en 1979 nos dice hoy que es un magnífico punto de encuentro. Bildu, que en 1977 nos acusó de traidores por registrarnos como partido en Madrid e ir a las elecciones de junio del 77, es un entusiasta hoy de la movida madrileña y elige a Oscar Matutes, lo más parecido en perfil que tienen a Podemos, para sacar cabeza en la Villa y Corte. Y ahora, no hay partido, salvo Maneiro y Ciudadanos, que no defiendan el Concierto y el Convenio, cuando en 1980 lo hicimos nosotros como el llanero solitario, más solos que la una. Aciertan cuando rectifican, aunque nunca te reconocerán nada.

Por eso quiero destacar otra de esas buenas unanimidades que comienzan a darse cada cierto tiempo y que nos indican que el vaso empieza a estar medio lleno. Esto va lento pero seguro. Y la prueba está en la casi unanimidad en la defensa de la ikurriña, como si de un coro de Eurovisión se tratase, cuando una mano peluda metió la ikurriña entre las banderas peligrosas y piratas para no ser admitida siquiera en el recinto donde ayer se celebró el festival en Suecia. Verle a Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría, Alonso, Maroto, Llanos y demás dirigentes del PP rasgarse las vestiduras ante aquella agresión no parecía estar en el guión, porque en el pasado no ha sido así, sino precisamente todo lo contrario al haber declarado el dictador que no solo la republicana, sino todas las banderas, estaban proscritas e incluso que su enarbolamiento era un delito e incluso jugar con sus colores en ramos y ropas. Solo había una bandera en su cortijo y esa era la monárquica rojigualda. Y punto.

Conviene pues, de cara a la gente joven, recordar que el coro de Eurovisión del pasado sábado, no ha cantado siempre el Aleluya, y que ha costado mucho llegar a él ya que hace cuarenta años la ikurriña estaba perseguida y era parte viva del conflicto.

Comenzó aquel año 76 con una explosión que arrojó al guardia civil de 21 años, Manuel Vergara, a veinte metros en una loma donde estaba colocada una ikurriña. Formaba parte de una patrulla compuesta por un cabo y tres números que en un Land Rover iban entre Ordizia y Beasain. Tenía 21 años y murió en el intento. Dos meses después, el 11 de abril, moría electrocutado en Barakaldo, el guardia civil Manuel Gordo García al ir a retirar una ikurriña de un cable de alta tensión frente al edificio de Telefónica. El 5 de octubre de 1975 habían muerto tres guardias civiles al tratar de hacer lo mismo en el Santuario de Arantzazu. Aquello era un horror, porque lo que menos representa la ikurriña es la muerte.

El régimen no admitía la bandera vasca como símbolo de una nación y ETA mataba guardias civiles al ir a retirar éstos las enseñas vascas. Los extremos, como siempre, se tocaban. Para colmo, el entonces ministro de la Gobernación, Manuel Fraga Iribarne en un viaje que hizo a Caracas, compareció en el programa de televisión de una pareja muy famosa, Sofia Imber y Carlos Rangel, para hablar del inicio de la transición española. Estos periodistas nos llamaron previamente para ofrecernos la posibilidad de hacerle una pregunta a tan poderoso personaje del régimen. Y nosotros les pedimos   que le demandara sobre la despenalización de la ikurriña. Esta fue su respuesta:

Fraga-Le voy a contestar con mucho gusto. Hemos autori­zado todas las banderas regionales menos la vasca, porque no es una bandera regional, es una bandera separatista, es una bandera, si es que me permite que lo diga, falsa. Las banderas provin­ciales de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa son muy re­petidas. Los pendones locales de Bilbao, de Álava se están exponiendo todos los días. Pero la lla­mada Ikurriña y mal llamada vasca, fue dibu­jada por Sabino Arana con fines separatistas… y es una mala copia de la bandera inglesa; que por cierto no es un buen paralelo para un español, trasladar la Unión Jack a otros colores. Y esa para muchos vascos es un insulto, y para los es­pañoles, por supuesto. Hay una diferencia entre una bandera por la cual se ha atentado contra la unidad española, y las banderas regionales como la catalana o la valenciana que están perfecta­mente limpias… Voy a decir lo siguiente: yo he planteado esa cuestión y han sido los vascos los que han dicho que no la aceptan de ninguna ma­nera… la mayoría de los vascos no la quieren. No estoy hablando de españoles, sino de vascos cuando digo esto. Y en todo caso, antes de permi­tir exhibir esa bandera, pasarán sobre mi cadáver…”.

La última expresión dio la vuelta al mundo. Fue el trending topic de la época y hoy todavía se recuerda.

El régimen pues no estaba por la labor. El director del periódico donostiarra La Voz de España, Jesús María Zuloaga llegó a convocar un concurso para dotar a “las vascongadas de una bandera ya que no la tenemos”.

¡Y claro que la teníamos!.

Era la ikurriña bandera diseñada por los hermanos Arana y Goiri e izada por primera vez en 1894 en la inauguración del Euzkeldun Batzokija por Ciriaco Iturri y que había comenzado su vida como bandera de Bizkaia, para ser asumida por el PNV como bandera vasca en 1930 y hecha nacional en la primera reunión del Gobierno Vasco cuando nombre, himno y bandera fueron aprobados por aquel gobierno de concentración el 21 de octubre de 1936.En su decreto decía:

“La bandera ha de ser aquella en la que se ha recogido la unidad vasca y que el uso, cada vez más general por toda la extensión de las tierras vascas, ha sancionado como tal el símbolo de la unidad de éstas. Formada por Arana Goiri tar Sabin, creador del apelativo de Euzkadi y de su bandera. Unánimemente…..”.

¿Cómo se pudo llegar a este acuerdo unánime entre cuatro consejeros del PNV, tres del PSE, dos republicanos, uno de ANV y otro del PC?.

La historia nos la explicaba el Lehendakari Leizaola a quien le pedíamos en 1975 le pidiera al Consejero de Industria y Navegación Santiago Aznar invitarle a que escribiera sus memorias. Le decía así Leizaola:

“Esta carta mía tiene por objeto decir a usted que estoy muy de acuerdo en que facilite usted las notas que le parezcan oportunas sobre tantos momentos en que participó en decisiones de mucha trascendencia.

“No sé yo ciertamente, cuáles serán las que a usted llamen más la atención. Yo me acuerdo, claro es, de su iniciativa del decreto en el que, para que los barcos mercantes de la matrícula de Bilbao apareciesen debidamente identificables en todos los mares y puertos del mundo, llevasen en la proa la bandera de Euzkadi. Esto trajo consigo la necesidad de definir dicha bandera oficialmente y fue por la proposición de usted como Consejero de Industria por lo que figura en el Diario Oficial. Yo había dicho ya a Anasagasti eso mostrándole el Diario Oficial aquí”.

Efectivamente, pasando por Paris me lo había comentado, ya que el Lehendakari Leizaola consideraba la historia imprescindible para la política, y aquel dato tan fundamental nos sirvió para neutralizar la fuerte campaña que inició el régimen y algunos partidos diciendo que la ikurriña era la enseña del PNV. El propio Santiago Aznar escribió una carta, que editamos y distribuimos, contra las argumentaciones del alcalde de Barakaldo, Adolfo Caño en ese sentido. ”La sangre derramada sobre ella y bajo sus pliegues confirmó esta decisión unánime de un Gobierno surgido de la voluntad popular. El que usted hable hoy de que la ikurriña sea bandera del PNV y que una minoría trató de imponerla a una mayoría tiene la validez del argumento dicho por una minoría autoritaria, como es lo que usted representa, impuesta a una mayoría”.

Aquello consolidó a unos dudosos socialistas y a una HB que comenzaba a pintar a colores y en blanco y negro la ikurriña, pero hizo falta que el PNV se entrevistara con Martin Villa en el hotel Carlton y que la sociedad se movilizara como un resorte para crear las condiciones con el fin de que Kortabarria e Iribar salieran al campo de Atocha enarbolando la bandera de los vascos aquel cinco de diciembre de 1976.

Afortunadamente todos los partidos, salvo AP, aprobamos en referéndum el 25 de octubre de 1979 el Estatuto de Autonomía de Gernika y el lehendakari Leizaola, con toda aquella legitimidad histórica del 36 entregó el testigo a una nueva generación que marchaba con la ikurriña al frente. Pero una cosa es la legalidad y otra las resistencias a esa legalidad, como hasta ahora ha tenido el PP.

En el último Aberri Eguna, festividad celebrada por el PSE durante 43años, se sumó a la festividad Podemos. Confiemos que el año que viene lo haga de una vez el PSE. Poco a poco hila la vieja el copo. Pero vamos bien.

Si, ya sé que los gallos creen que el amanecer ha llegado porque ellos ya han cantado. Pero nadie mejor que nosotros sabe que el amanecer siempre llega, aunque los gallos no hayan cantado.

En resumen: que el sábado el Festival de Eurovisión en Euzkadi lo ganó la ikurriña. Bien por Sabino.

 

3 comentarios en «FUENTEOVEJUNA TRICOLOR»

  1. Estos escritos del Sr. Anasagasti no son precisamente una reverdecida versión de los «Discursos a la nación alemana» de Fitche pero emulan, a mis ojos, su propósito fundamental: un Estado para cada grupo humano diferenciado o sea, eso que llaman «un pueblo» sin saber muy bien de qué hablan.
    Esa idea de las identidades (lingüísticas, religiosas, ideológicas o de lo que sea) generadoras de «pueblos» cuya dignidad «exige» una estructura de Estado propia y distinta a las circundantes no llega a negar la igual dignidad de cualquier miembro del género humano…pero tiene un desagradable tufillo de «superioridad» del «pueblo» propio. La exacerbación de esa idea más el fomento de la hostilidad al «enemigo o los enemigos» del «pueblo» son dos de las claves que, incluso sin base demográfica propia en la que apoyarse, explican el auge disolvente, insolidario y pernicioso de nuestros nacionalismos centrífugos, en los que las elites políticas nacionalistas usan y abusan de su ocupación del poder político local y autonómico y de su capacidad para movilizar fondos públicos como forma de clientelizar sus apoyos.
    Es uno de los efectos más negativos de nuestro sistema democrático, junto con la corrupción.

  2. Cometí un error ortográfico al nombrar al filósofo alemán autor de los «Discursos a la nación alemana» y quise corregirlo, sin éxito hasta ahora: Fichte.
    Insisto en corregir mi error.

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